Quiero iniciar
estas palabras agradeciendo desde mi alma en primer lugar a Dios
Todopoderoso y Eterno, por haberme concedido el privilegio de servirle
en grande desde esta posici�n, estando protegido por su mano
poderos�sima, y a todas las personas que con su apoyo, trabajo,
dedicaci�n e intercambio coadyuvaron a llevar a feliz conclusi�n
mi gesti�n al frente de este Ministerio.
Agradezco al Se�or Presidente
por la confianza que deposit� en m� al asignarme esta
responsabilidad, a usted, mi amistad y sentimientos de afecto.
Especial menci�n merecen
mis dilectos compa�eros de armas, que conformaron en mi entorno
un equipo, sin cuyo aporte invalorable el resultado exitoso de nuestra
labor diaria hubiese sido imposible, a ellos mi eterna gratitud
y mi amistad por siempre, cualquiera sea la trinchera que ocupe.
Hoy me sucede por designios del
Alt�simo, a cuya voluntad me acojo mansamente, y decisi�n
de la superioridad, el Se�or General en Jefe Gustavo Rangel
Brice�o, compa�ero y amigo de quien conozco entre
otras virtudes sus arraigados principios religiosos, que le servir�n
de f�rreo soporte durante su tr�nsito por este cargo.
A usted mis mejores deseos y que Dios le gu�e e ilumine en
todas sus decisiones.
Me ha correspondido el honor de
ejercer el cargo de Ministro del Poder Popular para la Defensa,
posici�n que obliga a quien la ocupe, por principio y por
ley, a mostrar su pensamiento frente al ejercicio direccional de
los hombres y la estrategia pol�tica del Estado, de cara
al futuro para que el ciudadano de nuestra Naci�n, hoy en
tr�nsito pol�tico social in�dito, conozca del
profesionalismo de su accionar y, en consecuencia, sienta el descanso
y reposo que le merezca al comprobar la decisi�n de apego
del jefe militar a la institucionalidad del Estado venezolano, conservando
la disciplina, la obediencia y la subordinaci�n, pilares
fundamentales de nuestra instituci�n, con el ejemplo y la
preservaci�n de los valores de nuestros integrantes.
Cuando digo que nos encontramos
en un tr�nsito in�dito, que en los �rdenes
pol�tico y social est� atravesando nuestra Naci�n,
entre otras cosas, me refiero al proceso de construcci�n
de un nuevo modelo pol�tico, econ�mico y social al
cual hemos denominado Socialismo del Siglo XXI.
El t�rmino Socialismo lamentablemente
no tiene un significado uniforme y homog�neo para todo el
que de �l habla y de all� quiz�s la incertidumbre
e inquietud que se generan en algunos sectores de la vida nacional
cuando siquiera se le menciona. El llamado del Se�or Presidente
Hugo Ch�vez a construir el Socialismo del Siglo XXI, implica
la necesidad imperiosa y urgente de formalizar un modelo te�rico
propio y aut�ctono de Socialismo que est� acorde a
nuestro contexto hist�rico, social, cultural y pol�tico.
Hay que admitir que este modelo te�rico hasta los momentos,
ni existe ni ha sido formulado y estimo que mientras esto sea as�,
persistir� la incertidumbre en algunos de nuestros grupos
sociales.
Como he dicho en otro lado, debemos
“inventar” el Socialismo del Siglo XXI s�, pero
no de manera desordenada y ca�tica, sino vali�ndonos
de las herramientas y el marco de referencia que nos da la ciencia.
Debemos inventar nuestro modelo propio con l�gica, con m�todo,
con orden, en fin con ciencia.
En el Al� Presidente del
27 de marzo de 2005, el Se�or Presidente Ch�vez indic�,
cito: “el Socialismo de Venezuela se construir�a en
concordancia con las ideas originales de Carlos Marx y Federico
Engels” fin de la cita. Reiterando lo que al respecto he mencionado
en una oportunidad anterior, si la base para la construcci�n
del Socialismo del Siglo XXI es una teor�a cient�fica
de la talla de la de Marx y Engels, lo que construyamos sobre ella
no puede serlo menos, so pena de que la estructura construida no
pase a ser m�s que una humilde choza, levantada sobre los
cimientos de un rascacielos.
Mucho se ha escuchado en tiempos
recientes, a algunos te�ricos que quieren dar su aporte a
la construcci�n de un modelo socialista propiamente venezolano,
sobre lo inconveniente que ser�a repetir los errores cometidos
en los pa�ses del llamado “socialismo realmente existente”,
entre ellos, la extinta Uni�n Sovi�tica. Sin embargo,
estimo que los errores que estos te�ricos se�alan,
se quedan �nica y exclusivamente en lo concerniente a las
fallas de orden pol�tico del modelo sovi�tico, por
ejemplo, en cuanto a la relaci�n entre el partido revolucionario
y el Estado y entre el partido y el pueblo, o en el peligro de cometer
los errores del Partido Comunista de la Uni�n Sovi�tica,
el cual se convirti� en una organizaci�n que sustituy�
y desplaz� a la sociedad y que al final termin� siendo
manejada por el Comit� Central del partido.
En el orden pol�tico, nuestro
modelo de socialismo debe ser profundamente democr�tico.
Debe dilucidar de una vez por todas que un r�gimen de producci�n
socialista no es incompatible con un sistema pol�tico profundamente
democr�tico, con contrapesos y divisi�n de poderes.
En este aspecto considero que s� deber�amos apartarnos
de la ortodoxia marxista que considera que la democracia con divisi�n
de poderes es solamente un instrumento de dominaci�n burguesa.
Como bien lo se�al� nuestro Presidente Hugo Ch�vez
en una entrevista concedida a Manuel Cabieses, Director de la revista
Punto Final: Cito: “En la l�nea pol�tica uno
de los factores determinantes del Socialismo del Siglo XXI debe
ser la democracia participativa y protag�nica. El poder popular.
Hay que centrar todo en el pueblo, el partido debe estar subordinado
al pueblo. No al rev�s” fin de la cita.
Sin embargo no son solo los de
orden pol�tico los �nicos errores que deber�an
considerarse. No debemos olvidar algo fundamental: El socialismo
es, en sentido estricto, un sistema de producci�n econ�mica,
tal como el capitalismo al que debe sustituir es tambi�n
un sistema de producci�n econ�mica. Tambi�n
se cometieron errores de �ndole econ�mica en los pa�ses
del socialismo real. Contra estos tambi�n hay que estar en
guardia, para no repetirlos. Los errores econ�micos de estos
pa�ses del socialismo real como la URSS, incluyen la insuficiente
generaci�n de riqueza, ya que a pesar de haber logrado una
industrializaci�n acelerada, de tener una econom�a
centralmente planificada y de los planes quinquenales, la econom�a
sovi�tica no pudo ser rentable, no pudo generar la riqueza
necesaria para mantener confortablemente a su pueblo. Una de las
grandes paradojas y contradicciones de la econom�a sovi�tica
se refleja en el hecho de que esta naci�n lleg� a
depender de las importaciones de trigo, precisamente provenientes
de su archienemigo durante la Guerra Fr�a, los Estados Unidos
de Norte Am�rica, para poder alimentar a su poblaci�n;
como ejemplo de ello tenemos que en 1979 el gobierno norteamericano
envi� a la Uni�n Sovi�tica 25 millones de toneladas
de ma�z y trigo. La URSS no pudo dar el salto definitivo
hacia adelante para alcanzar los niveles de eficacia en la generaci�n
de riqueza de sus competidores capitalistas, a pesar de que logr�
notables avances en materia social, educaci�n, deporte, salud,
arte, etc. Ciertamente no queremos repetir estos errores tampoco.
No podemos permitir que nuestro
sistema se transforme en un Capitalismo de Estado, donde sea el
Estado el �nico due�o de los grandes medios de producci�n.
Un pa�s puede cometer el error de nominalmente llamarse socialista
y en realidad practicar un capitalismo de Estado. Durante un tiempo
y despu�s de la etapa conocida como comunismo de guerra,
la Uni�n Sovi�tica a�n llam�ndose una
Rep�blica Socialista, practic� el Capitalismo de Estado
a instancias del propio Lenin. En ese tiempo, entre los a�os
1921 y 1927 etapa que se conoce como “Nueva Pol�tica
Econ�mica”, se justific� tal acci�n alegando
los errores econ�micos del llamado comunismo de guerra y
que llevaron a la rebeli�n de Kromstadt y a otros acontecimientos
que casi liquidan a la Revoluci�n Bolchevique. Este per�odo
de “comunismo de guerra” que se extiende de 1917 a 1921,
se caracteriz� sobre todo por el fracaso: fracaso en la agricultura
y fracaso en la actividad industrial. La pol�tica de nacionalizaci�n
total de todas las empresas agr�colas, industriales y comerciales
crea entre el gobierno y la poblaci�n graves malentendidos
y un descontento que desembocan en la anarqu�a, el hambre
y la rebeli�n anticomunista. Los precios suben verticalmente,
mientras que la producci�n se hunde y la moneda se desvaloriza
y deja de ser un medio normal de cambio. La producci�n agr�cola
es una tercera parte de su volumen en 1913; la producci�n
industrial corresponde al 13% de su nivel en 1913 y el tr�fico
ferroviario al 12%. Se estima que en 1921 mueren de hambre 5 millones
de personas en la Uni�n Sovi�tica.
El comunismo de guerra dej�
la ense�anza de que no se pueden implantar cambios bruscos
en el sistema econ�mico, es decir abolici�n a rajatabla
de la propiedad privada y la socializaci�n brutal de los
medios de producci�n sin que esto repercuta negativamente
en la producci�n de bienes y servicios y sin que concomitantemente
se genere un descontento generalizado en la poblaci�n. Lenin
acu�� el t�rmino “Capitalismo de Estado”
para referirse a lo que �l consideraba era la fase de transici�n
ideal entre el capitalismo y el socialismo. Esto signific�
una coexistencia por un per�odo de 7 a�os del capitalismo
con el socialismo. Se permiti� la propiedad privada de medios
de producci�n peque�os y medianos; sin embargo, el
Estado se reserv� para s� los grandes medios de producci�n.
Se mantuvo nacionalizada la banca, pero se dej� el comercio
en manos privadas y se permiti� la venta de los productos
a los precios que fijara el mercado.
Uno de los atractivos que siempre
ha ejercido el socialismo cl�sico, es la idea subyacente
de que un sistema socialista debe poder realizar un reparto m�s
equitativo y justo de la riqueza que uno capitalista, en donde las
inmensas desigualdades son la orden del d�a. Pero no debemos
olvidar algo que quiz�s por evidente muchas veces obviamos.
Antes de repartir la riqueza hay que generarla. No se puede repartir
algo que no existe. Esa f�rmula no se ha inventado. El modelo
de socialismo que desarrollemos debe ser tal, que nos muestre el
camino socialista hacia la producci�n y generaci�n
de riqueza primero y luego permita un reparto equitativo de la misma
entre quienes la generaron, o como dir�a Marx, cito: “a
cada quien seg�n su capacidad y a cada quien seg�n
su necesidad” fin de la cita. Para que el modelo socialista
que nos planteemos tenga �xito, este debe encontrar las maneras
de hacernos a los venezolanos m�s productivos.
En el pasado, durante la IV Rep�blica,
los gobiernos emplearon la riqueza excesiva generada por el “boom”
petrolero para financiar todo tipo de ayudas econ�micas y
subsidios. Numerosos venezolanos llegaron a depender enteramente
de la ayuda oficial. En vez de ense�arle a los venezolanos
c�mo generar riqueza a trav�s del trabajo y el esfuerzo,
se les ense�� a pedirle ayuda al gobierno de turno.
Cuando el boom petrolero termin�, el Estado se encontr�
s�bitamente sin los fondos para continuar subsidiando la
econom�a nacional. Fue entonces cuando el pa�s se
sumergi� en la crisis, la peor en toda la historia venezolana.
Nuestro modelo de socialismo debe y tiene que evitar la repetici�n
de estos errores. Necesitamos aprender de los errores cometidos
durante las �ltimas cuatro d�cadas y evitar repetirlos
Como el llamado de nuestro Presidente
a construir e inventar el Socialismo del Siglo XXI ha estado acompa�ado
tambi�n de algunas l�neas y directrices, tales como
aquella de que nuestro modelo debe y tiene que ser profundamente
cristiano, basado en las ideas de justicia social de Cristo El Redentor,
considero pertinente citar un pasaje del Evangelio que ilustra bien
lo que Nuestro Se�or Jes�s pensaba respecto de la
generaci�n y reparto de la riqueza. Es la conocida par�bola
de los talentos que se encuentra en el evangelio seg�n San
Mateo cap�tulo 25 vers�culos 14 al 30. Dice all�
Jes�s:
Cito “El Reino de los Cielos
es tambi�n como un hombre que, al salir de viaje, llam�
a sus servidores y les confi� sus bienes. A uno le dio cinco
talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno seg�n
su capacidad; y despu�s parti�. En seguida, el que
hab�a recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y
gan� otros cinco. De la misma manera, el que recibi�
dos, gan� otros dos pero el que recibi� uno solo,
hizo un pozo y enterr� el dinero de su se�or. Despu�s
de un largo tiempo, lleg� el se�or y arregl�
las cuentas con sus servidores. Fin de la cita
En esto, Jesucristo, va abiertamente
en contra del concepto absolutista de la propiedad que privaba por
aquel entonces y que al parecer algunos todav�a sostienen:
El que uno puede hacer con la propiedad lo que se le antoje; esto
es contradicho abiertamente seg�n nuestro se�or Jes�s
por la obligaci�n de rendir cuentas, seg�n el uso
de los bienes morales, intelectuales y materiales. Y la rendici�n
de cuentas implica un castigo muy duro. El evangelio contin�a
diciendo:
El que hab�a recibido los
cinco talentos se adelant� y le present� otros cinco.
"Se�or, le dijo, me has confiado cinco talentos: aqu�
est�n los otros cinco que he ganado". Est� bien,
servidor bueno y fiel, le dijo su se�or, ya que respondiste
fielmente en lo poco, te encargar� de mucho m�s: entra
a participar del gozo de tu se�or". Lleg� luego
el que hab�a recibido dos talentos y le dijo: "Se�or,
me has confiado dos talentos: aqu� est�n los otros
dos que he ganado". "Est� bien, servidor bueno
y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargar�
de mucho m�s: entra a participar del gozo de tu se�or".
A cada quien se le exigi�
seg�n sus capacidades. A cada quien seg�n sus talentos.
A cada quien seg�n los bienes que hab�a recibido.
No pod�a exig�rsele igual a quien recibi� 5
que a quien recibi� 2. Las obligaciones de los seres humanos
no son equiparables, nuestra responsabilidad, aunque de la misma
naturaleza, no es igual para unos que para otros. A quien mucho
se le ha dado, mucho se le exigir�. Por �ltimo, Jesucristo
condena en este Evangelio, en forma clara y llana, el atesoramiento.
Cuando dice San Mateo:
Lleg� luego el que hab�a
recibido un solo talento. "Se�or, le dijo, s�
que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges
donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento:
�aqu� tienes lo tuyo!". Pero el se�or le
respondi�: "Servidor malo y perezoso, si sab�as
que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido,
tendr�as que haber colocado el dinero en el banco, y as�,
a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Qu�tenle
el talento para d�rselo al que tiene diez, porque a quien
tiene, se le dar� y tendr� de m�s, pero al
que no tiene, se le quitar� aun lo que tiene. Echen afuera,
a las tinieblas, a este servidor in�til; all� habr�
llanto y rechinar de dientes
A quien poco se le dio, poco se
le exigi�. Pero si a�n si ese poco no lo cumple, son
para �l "las tinieblas". El infierno es en el Evangelio,
el castigo inexorable para quien teniendo la posibilidad no produce;
para quien teniendo la aptitud, no la usa; para quien, siendo pobre
porque poco se le ha dado, no utiliza lo poco que tiene en bien
de los dem�s.
Para poder conseguir la meta de
generar riqueza de manera diferente al modelo capitalista, nuestro
socialismo debe “hacer pueblo”, ya que como lo dijo
el maestro Sim�n Rodr�guez: “No puede haber
Rep�blica sin pueblo”. Para hacer pueblo, Sim�n
Rodr�guez suger�a la implementaci�n de lo que
�l llamaba de manera visionaria la “Educaci�n
Social”. Afirmaba el Maestro Sim�n Rodr�guez
en 1828:
Cito: “Las costumbres que
forma una Educaci�n Social producen una autoridad p�blica,
no una autoridad personal; una autoridad sostenida por la voluntad
de todos, no la voluntad de uno solo, convertida en Autoridad o
de otro modo, la autoridad se forma en la educaci�n, porque
educar es crear voluntades. Se desarrolla en las costumbres que
son efectos necesarios de la educaci�n y vuelve a la educaci�n
por la tendencia de los efectos a reproducir la autoridad. Es una
circulaci�n del esp�ritu de Uni�n entre socios,
como lo es la de la sangre en el cuerpo de cada individuo asociado
pero la circulaci�n empieza por la vida”. Fin de la
cita.
Nuestro modelo Socialista debe
romper con la mala costumbre del pasado de ense�arle derechos
al pueblo, pero no deberes. Nuestro modelo Socialista debe ense�arle
al pueblo lo que tiene que hacer para poder obtener lo que no tiene.
Nuestro modelo socialista debe ense�arle al pueblo que las
cosas no aparecen por arte de magia, sino que hay que obtenerlas
a base de esfuerzo y trabajo. Esa debe ser la tarea de la verdadera
educaci�n social, que permita formar al republicano que necesitamos
para conseguir todo el potencial del cual es capaz esta tierra venezolana
de gracia, tan amada, tan bendecida y protegida por Dios.
En ese sentido, la Fuerza Armada
puede aportar mucho a la construcci�n del modelo, ya que
en la instituci�n armada la ecuaci�n siempre ha sido
inversa, puesto que hemos aprendido y practicado que nuestros deberes
est�n en primera l�nea de importancia. Es el cumplimiento
de los deberes uno de los componentes de mayor ponderaci�n
en la vida del soldado. Incluso, podemos afirmar que en los �ltimos
a�os y sobre todo con la aprobaci�n popular de la
Constituci�n de 1999, nuestros deberes y responsabilidades
se han incrementado, ya que adem�s de los tradicionales,
inherentes a la seguridad y defensa de la naci�n y a la cooperaci�n
en el mantenimiento del orden interno, se ha a�adido el de
la participaci�n activa de la Fuerza Armada en el desarrollo
nacional. Esta �ltima misi�n la hemos venido cumpliendo
fielmente y a cabalidad y es una honra para la instituci�n
el ser tomada en cuenta para llevarla a cabo; sin embargo, apreciamos
que es necesario que se afinen los instrumentos legales que la regulan,
y que le permitan a la FAN atender con mayor eficiencia administrativa,
operativa y financiera esta labor.
El pueblo venezolano les dio a
los militares venezolanos un mandato claro en el art�culo
328 de la Constituci�n de la Rep�blica Bolivariana
de Venezuela. Ah� el pueblo venezolano nos dio, hablando
en t�rminos militares, “una finalidad”, “un
para qu�”; que se traduce en garantizar la independencia
y la soberan�a de la naci�n, y asegurar la integridad
del espacio geogr�fico. El pueblo venezolano tambi�n
nos dio “un c�mo” a los integrantes de la Fuerza
Armada Nacional, a trav�s del ejercicio de tres misiones
fundamentales: la defensa militar, la cooperaci�n en el mantenimiento
del orden interno y la participaci�n activa en el desarrollo
nacional.
Son tres misiones que deben estar
en un perfecto equilibrio din�mico, y de ellas se desprende
que el pueblo venezolano nos asign� el patrimonio de custodiar
las armas de la Rep�blica para defender sus intereses y ser
administradores de la violencia legal y leg�tima del Estado.
Pero m�s que administradores de la violencia, debemos ser
propulsores y mantenedores de la paz, y generadores de sosiego y
sendero cierto hacia el desarrollo de nuestro pueblo.
Invoco las palabras pronunciadas
por el Papa Juan Pablo II El Grande, El Peregrino de la Paz, de
feliz e imborrable memoria. Cito: “En un dilatado clima de
concordia y respeto de la justicia puede madurar una aut�ntica
cultura de paz, capaz de extenderse tambi�n a la comunidad
internacional” (Discurso pronunciado al Cuerpo Diplom�tico,
Enero 1997).
Y navegando en las p�ginas
del Concilio Vaticano II, encontr�ndonos en la Gaudium et
spest (alegr�a y esperanza), cito: “La paz no es la
mera ausencia de la guerra ni se reduce al solo equilibrio de la
fuerza adversaria, sino que es el fruto del orden plantado en la
sociedad humana por su divino fundador y que los hombres sedientos
de una perfecta justicia deber�n llevar a cabo”.
La Fuerza Armada Nacional debe
ser un instrumento de poder para la democracia pol�tica,
la paz y el desarrollo, cuya actuaci�n se enmarca en el reto
que demandan la voluntad nacional y el liderazgo, con miras a la
reivindicaci�n de instituciones y procedimientos en beneficio
del colectivo nacional.
Desde ahora se impone un tiempo
de reflexi�n, a este humilde soldado de infanter�a
paracaidista.
Estos son los siete principios
que rigen el C�digo de Bushido, la gu�a moral de la
mayor�a de Samurais. Sed fieles a �l y vuestro honor
crecer�. Rompedlo y vuestro nombre ser� denostado
por las generaciones venideras.
1.Gi
- Honradez y justicia.
S� honrado en tus tratos con todo el mundo. Cree en la justicia.
2.Yu - Valor heroico.
Alzate sobre las masas de gente que temen actuar. Ocultarse como
una tortuga en su caparaz�n no es vivir. El coraje heroico
no es ciego. Es inteligente y fuerte. Reemplaza el miedo por el
respeto y la precauci�n.
3.Jin - Compasi�n.
Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos. Ayuda a
tus semejantes en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge,
sal de su camino para encontrarla.
4. Rei - Cortes�a.
Un Samurai es cort�s incluso con sus adversarios. Recibe
respeto no solo por la fiereza en la acci�n, sino tambi�n
por su manera de tratar a los dem�s. La aut�ntica
fuerza interior del Samurai se vuelve evidente en tiempos de apuros.
5. Meyo - Honor.
Las decisiones que tomas y c�mo las llevas a cabo son un
reflejo de quien eres en realidad. No puedes ocultarte de ti mismo.
6. Makoto - Sinceridad Absoluta.
Cuando un Samurai dice que har� algo, es como si ya estuviera
hecho. El simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto
de hacer. Hablar y hacer son la misma acci�n. Y
7. Chugo - Deber y lealtad.
Las palabras de un hombre son como sus huellas; puede seguirlas
donde quiera que �l vaya.
Que Yahv�, Elohim de los
Ej�rcitos, Supremo hacedor de todas las cosas, bendiga y
guarde por siempre a la Rep�blica Bolivariana de Venezuela.
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