DISCURSO DEL GENERAL EN JEFE (EJ�RCITO) RA�L ISA�AS BADUEL MINISTRO DEL PODER POPULAR PARA LA DEFENSA EN EL ACTO DE ENTREGA DE SU CARGO
Fecha de publicaci�n: 18/07/07

Quiero iniciar estas palabras agradeciendo desde mi alma en primer lugar a Dios Todopoderoso y Eterno, por haberme concedido el privilegio de servirle en grande desde esta posici�n, estando protegido por su mano poderos�sima, y a todas las personas que con su apoyo, trabajo, dedicaci�n e intercambio coadyuvaron a llevar a feliz conclusi�n mi gesti�n al frente de este Ministerio.

Agradezco al Se�or Presidente por la confianza que deposit� en m� al asignarme esta responsabilidad, a usted, mi amistad y sentimientos de afecto.

Especial menci�n merecen mis dilectos compa�eros de armas, que conformaron en mi entorno un equipo, sin cuyo aporte invalorable el resultado exitoso de nuestra labor diaria hubiese sido imposible, a ellos mi eterna gratitud y mi amistad por siempre, cualquiera sea la trinchera que ocupe.

Hoy me sucede por designios del Alt�simo, a cuya voluntad me acojo mansamente, y decisi�n de la superioridad, el Se�or General en Jefe Gustavo Rangel Brice�o, compa�ero y amigo de quien conozco entre otras virtudes sus arraigados principios religiosos, que le servir�n de f�rreo soporte durante su tr�nsito por este cargo. A usted mis mejores deseos y que Dios le gu�e e ilumine en todas sus decisiones.

Me ha correspondido el honor de ejercer el cargo de Ministro del Poder Popular para la Defensa, posici�n que obliga a quien la ocupe, por principio y por ley, a mostrar su pensamiento frente al ejercicio direccional de los hombres y la estrategia pol�tica del Estado, de cara al futuro para que el ciudadano de nuestra Naci�n, hoy en tr�nsito pol�tico social in�dito, conozca del profesionalismo de su accionar y, en consecuencia, sienta el descanso y reposo que le merezca al comprobar la decisi�n de apego del jefe militar a la institucionalidad del Estado venezolano, conservando la disciplina, la obediencia y la subordinaci�n, pilares fundamentales de nuestra instituci�n, con el ejemplo y la preservaci�n de los valores de nuestros integrantes.

Cuando digo que nos encontramos en un tr�nsito in�dito, que en los �rdenes pol�tico y social est� atravesando nuestra Naci�n, entre otras cosas, me refiero al proceso de construcci�n de un nuevo modelo pol�tico, econ�mico y social al cual hemos denominado Socialismo del Siglo XXI.

El t�rmino Socialismo lamentablemente no tiene un significado uniforme y homog�neo para todo el que de �l habla y de all� quiz�s la incertidumbre e inquietud que se generan en algunos sectores de la vida nacional cuando siquiera se le menciona. El llamado del Se�or Presidente Hugo Ch�vez a construir el Socialismo del Siglo XXI, implica la necesidad imperiosa y urgente de formalizar un modelo te�rico propio y aut�ctono de Socialismo que est� acorde a nuestro contexto hist�rico, social, cultural y pol�tico. Hay que admitir que este modelo te�rico hasta los momentos, ni existe ni ha sido formulado y estimo que mientras esto sea as�, persistir� la incertidumbre en algunos de nuestros grupos sociales.

Como he dicho en otro lado, debemos “inventar” el Socialismo del Siglo XXI s�, pero no de manera desordenada y ca�tica, sino vali�ndonos de las herramientas y el marco de referencia que nos da la ciencia. Debemos inventar nuestro modelo propio con l�gica, con m�todo, con orden, en fin con ciencia.

En el Al� Presidente del 27 de marzo de 2005, el Se�or Presidente Ch�vez indic�, cito: “el Socialismo de Venezuela se construir�a en concordancia con las ideas originales de Carlos Marx y Federico Engels” fin de la cita. Reiterando lo que al respecto he mencionado en una oportunidad anterior, si la base para la construcci�n del Socialismo del Siglo XXI es una teor�a cient�fica de la talla de la de Marx y Engels, lo que construyamos sobre ella no puede serlo menos, so pena de que la estructura construida no pase a ser m�s que una humilde choza, levantada sobre los cimientos de un rascacielos.

Mucho se ha escuchado en tiempos recientes, a algunos te�ricos que quieren dar su aporte a la construcci�n de un modelo socialista propiamente venezolano, sobre lo inconveniente que ser�a repetir los errores cometidos en los pa�ses del llamado “socialismo realmente existente”, entre ellos, la extinta Uni�n Sovi�tica. Sin embargo, estimo que los errores que estos te�ricos se�alan, se quedan �nica y exclusivamente en lo concerniente a las fallas de orden pol�tico del modelo sovi�tico, por ejemplo, en cuanto a la relaci�n entre el partido revolucionario y el Estado y entre el partido y el pueblo, o en el peligro de cometer los errores del Partido Comunista de la Uni�n Sovi�tica, el cual se convirti� en una organizaci�n que sustituy� y desplaz� a la sociedad y que al final termin� siendo manejada por el Comit� Central del partido.

En el orden pol�tico, nuestro modelo de socialismo debe ser profundamente democr�tico. Debe dilucidar de una vez por todas que un r�gimen de producci�n socialista no es incompatible con un sistema pol�tico profundamente democr�tico, con contrapesos y divisi�n de poderes. En este aspecto considero que s� deber�amos apartarnos de la ortodoxia marxista que considera que la democracia con divisi�n de poderes es solamente un instrumento de dominaci�n burguesa. Como bien lo se�al� nuestro Presidente Hugo Ch�vez en una entrevista concedida a Manuel Cabieses, Director de la revista Punto Final: Cito: “En la l�nea pol�tica uno de los factores determinantes del Socialismo del Siglo XXI debe ser la democracia participativa y protag�nica. El poder popular. Hay que centrar todo en el pueblo, el partido debe estar subordinado al pueblo. No al rev�s” fin de la cita.

Sin embargo no son solo los de orden pol�tico los �nicos errores que deber�an considerarse. No debemos olvidar algo fundamental: El socialismo es, en sentido estricto, un sistema de producci�n econ�mica, tal como el capitalismo al que debe sustituir es tambi�n un sistema de producci�n econ�mica. Tambi�n se cometieron errores de �ndole econ�mica en los pa�ses del socialismo real. Contra estos tambi�n hay que estar en guardia, para no repetirlos. Los errores econ�micos de estos pa�ses del socialismo real como la URSS, incluyen la insuficiente generaci�n de riqueza, ya que a pesar de haber logrado una industrializaci�n acelerada, de tener una econom�a centralmente planificada y de los planes quinquenales, la econom�a sovi�tica no pudo ser rentable, no pudo generar la riqueza necesaria para mantener confortablemente a su pueblo. Una de las grandes paradojas y contradicciones de la econom�a sovi�tica se refleja en el hecho de que esta naci�n lleg� a depender de las importaciones de trigo, precisamente provenientes de su archienemigo durante la Guerra Fr�a, los Estados Unidos de Norte Am�rica, para poder alimentar a su poblaci�n; como ejemplo de ello tenemos que en 1979 el gobierno norteamericano envi� a la Uni�n Sovi�tica 25 millones de toneladas de ma�z y trigo. La URSS no pudo dar el salto definitivo hacia adelante para alcanzar los niveles de eficacia en la generaci�n de riqueza de sus competidores capitalistas, a pesar de que logr� notables avances en materia social, educaci�n, deporte, salud, arte, etc. Ciertamente no queremos repetir estos errores tampoco.

No podemos permitir que nuestro sistema se transforme en un Capitalismo de Estado, donde sea el Estado el �nico due�o de los grandes medios de producci�n. Un pa�s puede cometer el error de nominalmente llamarse socialista y en realidad practicar un capitalismo de Estado. Durante un tiempo y despu�s de la etapa conocida como comunismo de guerra, la Uni�n Sovi�tica a�n llam�ndose una Rep�blica Socialista, practic� el Capitalismo de Estado a instancias del propio Lenin. En ese tiempo, entre los a�os 1921 y 1927 etapa que se conoce como “Nueva Pol�tica Econ�mica”, se justific� tal acci�n alegando los errores econ�micos del llamado comunismo de guerra y que llevaron a la rebeli�n de Kromstadt y a otros acontecimientos que casi liquidan a la Revoluci�n Bolchevique. Este per�odo de “comunismo de guerra” que se extiende de 1917 a 1921, se caracteriz� sobre todo por el fracaso: fracaso en la agricultura y fracaso en la actividad industrial. La pol�tica de nacionalizaci�n total de todas las empresas agr�colas, industriales y comerciales crea entre el gobierno y la poblaci�n graves malentendidos y un descontento que desembocan en la anarqu�a, el hambre y la rebeli�n anticomunista. Los precios suben verticalmente, mientras que la producci�n se hunde y la moneda se desvaloriza y deja de ser un medio normal de cambio. La producci�n agr�cola es una tercera parte de su volumen en 1913; la producci�n industrial corresponde al 13% de su nivel en 1913 y el tr�fico ferroviario al 12%. Se estima que en 1921 mueren de hambre 5 millones de personas en la Uni�n Sovi�tica.

El comunismo de guerra dej� la ense�anza de que no se pueden implantar cambios bruscos en el sistema econ�mico, es decir abolici�n a rajatabla de la propiedad privada y la socializaci�n brutal de los medios de producci�n sin que esto repercuta negativamente en la producci�n de bienes y servicios y sin que concomitantemente se genere un descontento generalizado en la poblaci�n. Lenin acu�� el t�rmino “Capitalismo de Estado” para referirse a lo que �l consideraba era la fase de transici�n ideal entre el capitalismo y el socialismo. Esto signific� una coexistencia por un per�odo de 7 a�os del capitalismo con el socialismo. Se permiti� la propiedad privada de medios de producci�n peque�os y medianos; sin embargo, el Estado se reserv� para s� los grandes medios de producci�n. Se mantuvo nacionalizada la banca, pero se dej� el comercio en manos privadas y se permiti� la venta de los productos a los precios que fijara el mercado.

Uno de los atractivos que siempre ha ejercido el socialismo cl�sico, es la idea subyacente de que un sistema socialista debe poder realizar un reparto m�s equitativo y justo de la riqueza que uno capitalista, en donde las inmensas desigualdades son la orden del d�a. Pero no debemos olvidar algo que quiz�s por evidente muchas veces obviamos. Antes de repartir la riqueza hay que generarla. No se puede repartir algo que no existe. Esa f�rmula no se ha inventado. El modelo de socialismo que desarrollemos debe ser tal, que nos muestre el camino socialista hacia la producci�n y generaci�n de riqueza primero y luego permita un reparto equitativo de la misma entre quienes la generaron, o como dir�a Marx, cito: “a cada quien seg�n su capacidad y a cada quien seg�n su necesidad” fin de la cita. Para que el modelo socialista que nos planteemos tenga �xito, este debe encontrar las maneras de hacernos a los venezolanos m�s productivos.

En el pasado, durante la IV Rep�blica, los gobiernos emplearon la riqueza excesiva generada por el “boom” petrolero para financiar todo tipo de ayudas econ�micas y subsidios. Numerosos venezolanos llegaron a depender enteramente de la ayuda oficial. En vez de ense�arle a los venezolanos c�mo generar riqueza a trav�s del trabajo y el esfuerzo, se les ense�� a pedirle ayuda al gobierno de turno. Cuando el boom petrolero termin�, el Estado se encontr� s�bitamente sin los fondos para continuar subsidiando la econom�a nacional. Fue entonces cuando el pa�s se sumergi� en la crisis, la peor en toda la historia venezolana. Nuestro modelo de socialismo debe y tiene que evitar la repetici�n de estos errores. Necesitamos aprender de los errores cometidos durante las �ltimas cuatro d�cadas y evitar repetirlos

Como el llamado de nuestro Presidente a construir e inventar el Socialismo del Siglo XXI ha estado acompa�ado tambi�n de algunas l�neas y directrices, tales como aquella de que nuestro modelo debe y tiene que ser profundamente cristiano, basado en las ideas de justicia social de Cristo El Redentor, considero pertinente citar un pasaje del Evangelio que ilustra bien lo que Nuestro Se�or Jes�s pensaba respecto de la generaci�n y reparto de la riqueza. Es la conocida par�bola de los talentos que se encuentra en el evangelio seg�n San Mateo cap�tulo 25 vers�culos 14 al 30. Dice all� Jes�s:

Cito “El Reino de los Cielos es tambi�n como un hombre que, al salir de viaje, llam� a sus servidores y les confi� sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno seg�n su capacidad; y despu�s parti�. En seguida, el que hab�a recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y gan� otros cinco. De la misma manera, el que recibi� dos, gan� otros dos pero el que recibi� uno solo, hizo un pozo y enterr� el dinero de su se�or. Despu�s de un largo tiempo, lleg� el se�or y arregl� las cuentas con sus servidores. Fin de la cita

En esto, Jesucristo, va abiertamente en contra del concepto absolutista de la propiedad que privaba por aquel entonces y que al parecer algunos todav�a sostienen: El que uno puede hacer con la propiedad lo que se le antoje; esto es contradicho abiertamente seg�n nuestro se�or Jes�s por la obligaci�n de rendir cuentas, seg�n el uso de los bienes morales, intelectuales y materiales. Y la rendici�n de cuentas implica un castigo muy duro. El evangelio contin�a diciendo:

El que hab�a recibido los cinco talentos se adelant� y le present� otros cinco. "Se�or, le dijo, me has confiado cinco talentos: aqu� est�n los otros cinco que he ganado". Est� bien, servidor bueno y fiel, le dijo su se�or, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargar� de mucho m�s: entra a participar del gozo de tu se�or". Lleg� luego el que hab�a recibido dos talentos y le dijo: "Se�or, me has confiado dos talentos: aqu� est�n los otros dos que he ganado". "Est� bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargar� de mucho m�s: entra a participar del gozo de tu se�or".

A cada quien se le exigi� seg�n sus capacidades. A cada quien seg�n sus talentos. A cada quien seg�n los bienes que hab�a recibido. No pod�a exig�rsele igual a quien recibi� 5 que a quien recibi� 2. Las obligaciones de los seres humanos no son equiparables, nuestra responsabilidad, aunque de la misma naturaleza, no es igual para unos que para otros. A quien mucho se le ha dado, mucho se le exigir�. Por �ltimo, Jesucristo condena en este Evangelio, en forma clara y llana, el atesoramiento. Cuando dice San Mateo:

Lleg� luego el que hab�a recibido un solo talento. "Se�or, le dijo, s� que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: �aqu� tienes lo tuyo!". Pero el se�or le respondi�: "Servidor malo y perezoso, si sab�as que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendr�as que haber colocado el dinero en el banco, y as�, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Qu�tenle el talento para d�rselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dar� y tendr� de m�s, pero al que no tiene, se le quitar� aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor in�til; all� habr� llanto y rechinar de dientes

A quien poco se le dio, poco se le exigi�. Pero si a�n si ese poco no lo cumple, son para �l "las tinieblas". El infierno es en el Evangelio, el castigo inexorable para quien teniendo la posibilidad no produce; para quien teniendo la aptitud, no la usa; para quien, siendo pobre porque poco se le ha dado, no utiliza lo poco que tiene en bien de los dem�s.

Para poder conseguir la meta de generar riqueza de manera diferente al modelo capitalista, nuestro socialismo debe “hacer pueblo”, ya que como lo dijo el maestro Sim�n Rodr�guez: “No puede haber Rep�blica sin pueblo”. Para hacer pueblo, Sim�n Rodr�guez suger�a la implementaci�n de lo que �l llamaba de manera visionaria la “Educaci�n Social”. Afirmaba el Maestro Sim�n Rodr�guez en 1828:

Cito: “Las costumbres que forma una Educaci�n Social producen una autoridad p�blica, no una autoridad personal; una autoridad sostenida por la voluntad de todos, no la voluntad de uno solo, convertida en Autoridad o de otro modo, la autoridad se forma en la educaci�n, porque educar es crear voluntades. Se desarrolla en las costumbres que son efectos necesarios de la educaci�n y vuelve a la educaci�n por la tendencia de los efectos a reproducir la autoridad. Es una circulaci�n del esp�ritu de Uni�n entre socios, como lo es la de la sangre en el cuerpo de cada individuo asociado pero la circulaci�n empieza por la vida”. Fin de la cita.

Nuestro modelo Socialista debe romper con la mala costumbre del pasado de ense�arle derechos al pueblo, pero no deberes. Nuestro modelo Socialista debe ense�arle al pueblo lo que tiene que hacer para poder obtener lo que no tiene. Nuestro modelo socialista debe ense�arle al pueblo que las cosas no aparecen por arte de magia, sino que hay que obtenerlas a base de esfuerzo y trabajo. Esa debe ser la tarea de la verdadera educaci�n social, que permita formar al republicano que necesitamos para conseguir todo el potencial del cual es capaz esta tierra venezolana de gracia, tan amada, tan bendecida y protegida por Dios.

En ese sentido, la Fuerza Armada puede aportar mucho a la construcci�n del modelo, ya que en la instituci�n armada la ecuaci�n siempre ha sido inversa, puesto que hemos aprendido y practicado que nuestros deberes est�n en primera l�nea de importancia. Es el cumplimiento de los deberes uno de los componentes de mayor ponderaci�n en la vida del soldado. Incluso, podemos afirmar que en los �ltimos a�os y sobre todo con la aprobaci�n popular de la Constituci�n de 1999, nuestros deberes y responsabilidades se han incrementado, ya que adem�s de los tradicionales, inherentes a la seguridad y defensa de la naci�n y a la cooperaci�n en el mantenimiento del orden interno, se ha a�adido el de la participaci�n activa de la Fuerza Armada en el desarrollo nacional. Esta �ltima misi�n la hemos venido cumpliendo fielmente y a cabalidad y es una honra para la instituci�n el ser tomada en cuenta para llevarla a cabo; sin embargo, apreciamos que es necesario que se afinen los instrumentos legales que la regulan, y que le permitan a la FAN atender con mayor eficiencia administrativa, operativa y financiera esta labor.

El pueblo venezolano les dio a los militares venezolanos un mandato claro en el art�culo 328 de la Constituci�n de la Rep�blica Bolivariana de Venezuela. Ah� el pueblo venezolano nos dio, hablando en t�rminos militares, “una finalidad”, “un para qu�”; que se traduce en garantizar la independencia y la soberan�a de la naci�n, y asegurar la integridad del espacio geogr�fico. El pueblo venezolano tambi�n nos dio “un c�mo” a los integrantes de la Fuerza Armada Nacional, a trav�s del ejercicio de tres misiones fundamentales: la defensa militar, la cooperaci�n en el mantenimiento del orden interno y la participaci�n activa en el desarrollo nacional.

Son tres misiones que deben estar en un perfecto equilibrio din�mico, y de ellas se desprende que el pueblo venezolano nos asign� el patrimonio de custodiar las armas de la Rep�blica para defender sus intereses y ser administradores de la violencia legal y leg�tima del Estado. Pero m�s que administradores de la violencia, debemos ser propulsores y mantenedores de la paz, y generadores de sosiego y sendero cierto hacia el desarrollo de nuestro pueblo.

Invoco las palabras pronunciadas por el Papa Juan Pablo II El Grande, El Peregrino de la Paz, de feliz e imborrable memoria. Cito: “En un dilatado clima de concordia y respeto de la justicia puede madurar una aut�ntica cultura de paz, capaz de extenderse tambi�n a la comunidad internacional” (Discurso pronunciado al Cuerpo Diplom�tico, Enero 1997).

Y navegando en las p�ginas del Concilio Vaticano II, encontr�ndonos en la Gaudium et spest (alegr�a y esperanza), cito: “La paz no es la mera ausencia de la guerra ni se reduce al solo equilibrio de la fuerza adversaria, sino que es el fruto del orden plantado en la sociedad humana por su divino fundador y que los hombres sedientos de una perfecta justicia deber�n llevar a cabo”.

La Fuerza Armada Nacional debe ser un instrumento de poder para la democracia pol�tica, la paz y el desarrollo, cuya actuaci�n se enmarca en el reto que demandan la voluntad nacional y el liderazgo, con miras a la reivindicaci�n de instituciones y procedimientos en beneficio del colectivo nacional.

Desde ahora se impone un tiempo de reflexi�n, a este humilde soldado de infanter�a paracaidista.

Estos son los siete principios que rigen el C�digo de Bushido, la gu�a moral de la mayor�a de Samurais. Sed fieles a �l y vuestro honor crecer�. Rompedlo y vuestro nombre ser� denostado por las generaciones venideras.

1.Gi - Honradez y justicia.
S� honrado en tus tratos con todo el mundo. Cree en la justicia.

2.Yu - Valor heroico.
Alzate sobre las masas de gente que temen actuar. Ocultarse como una tortuga en su caparaz�n no es vivir. El coraje heroico no es ciego. Es inteligente y fuerte. Reemplaza el miedo por el respeto y la precauci�n.

3.Jin - Compasi�n.
Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos. Ayuda a tus semejantes en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, sal de su camino para encontrarla.

4. Rei - Cortes�a.
Un Samurai es cort�s incluso con sus adversarios. Recibe respeto no solo por la fiereza en la acci�n, sino tambi�n por su manera de tratar a los dem�s. La aut�ntica fuerza interior del Samurai se vuelve evidente en tiempos de apuros.

5. Meyo - Honor.
Las decisiones que tomas y c�mo las llevas a cabo son un reflejo de quien eres en realidad. No puedes ocultarte de ti mismo.

6. Makoto - Sinceridad Absoluta.
Cuando un Samurai dice que har� algo, es como si ya estuviera hecho. El simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer. Hablar y hacer son la misma acci�n. Y

7. Chugo - Deber y lealtad.

Las palabras de un hombre son como sus huellas; puede seguirlas donde quiera que �l vaya.

Que Yahv�, Elohim de los Ej�rcitos, Supremo hacedor de todas las cosas, bendiga y guarde por siempre a la Rep�blica Bolivariana de Venezuela.

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