Biograf�a breve de Manuel Ugarte

Art�culo p�stumo de Pedro Orgambide.

No fue profeta en su tierra. Es, a�n, el gran olvidado del pensamiento pol�tico argentino. En cambio, sus ideas impulsaron la acci�n de hombres como el peruano V�ctor Ra�l Haya de la Torre o el nicarag�ense Augusto C�sar Sandino. Su nombre es citado con frecuencia en otros pa�ses de Am�rica latina; pocas veces en la Argentina.

Manuel Ugarte pertenec�a a una familia tradicional. Hab�a nacido en Buenos Aires en 1878. En los primeros a�os del 900 viv�a en Par�s, como correspond�a a un rico, joven y culto caballero argentino, aficionado a las mujeres, al teatro y la poes�a galante; fue el autor de unas Cr�nicas parisienses, que prologara Miguel de Unamuno y de las Cr�nicas de bulevar, que llevan pr�logo de su amigo Rub�n Dar�o.

Nada hac�a sospechar a los parientes de Buenos Aires y amigos de Manuel, el giro que tomar�a su vida apenas se iniciara en la pol�tica. Nada hac�a prever el cambio brusco que se producir�a con su participaci�n en los congresos socialistas internacionales, junto a Jean Jaur�s. Sin abandonar del todo la parte l�dica de su pensamiento, que lo impulsa a escribir poemas, cuentos o ensayos de intenci�n literaria, sus intereses se desplazan hacia la reflexi�n pol�tica.

El colonialismo europeo por un lado y la pol�tica del garrote de los Estados Unidos por otro, son los referentes de esa reflexi�n. Manuel Ugarte toma partido por los movimientos nacionales que se oponen a esos poderes monop�licos. Al igual que Jos� Mart�, instrumenta la cr�tica como ejercicio del criterio y apunta a la descolonizaci�n del pensamiento dependiente de Am�rica latina. Desde esa perspectiva -antiimperialista y bolivariana- escribe El provenir de la Am�rica Espa�ola, en 1910.

Como en las novelas de aprendizaje, hay un viaje inici�tico en el cual el protagonista acumula experiencia y prueba sus fuerzas. El bon viveur de Par�s viaja por Am�rica latina. No es un turista. El Departamento de Estado de los Estados Unidos se interesa por su itinerario y considera que Ugarte es un sujeto peligroso, un agitador. �Lo era en realidad?.

En 1911, desembarca en Cuba y se re�ne con estudiantes y campesinos que simpatizan con la causa nacional. Se lo ve en La Habana y en Santiago. Como orador, manifiesta su solidaridad con el pueblo dominado bajo "la enmienda Platt".

Un agente lo ve desembarcar en Santo Domingo, a finales de 1911; lo observa deambular en actitud sospechosa por el puerto donde "se levantaban inm�viles las torres de los acorazados norteamericanos". Poco despu�s se produce un atentado, que se atribuyen los independentistas. Antes de partir, Ugarte se manifiesta p�blicamente contra el invasor.

Ugarte llega a M�xico el 3 de enero de 1912. Hay m�sica y banderas y disparos al aire, como corresponde a una buena fiesta mexicana, con revolucionarios que exigen "Pan y Libertad". El gobierno de Madero se inquieta. La embajada de EE.UU. presiona para que lo expulsen del pa�s. "Dos gobiernos contra un solo hombre", titula un diario en la ciudad de M�xico.

Ugarte no desmiente el mote de agitador: participa en actos rel�mpagos, en manifestaciones callejeras, ejerce su arte de orador de barricada. Llena un teatro y en un mit�n en el bosque de Chapultepec congrega a una multitud.

Algunas de estas noticias llegan a Buenos Aires. Para no pocos de sus amigos, Manolo o Manucho se ha vuelto loco. Esperaban otra cosa de �l. Una travesura, s�, pero no esto. En Guatemala, donde gobierna el dictador Estrada Cabrera, Ugarte es citado por el ministro de Relaciones Exteriores. Le explica de buenos modos que llega alguien importante de Washington y que una de las

condiciones que pone el Departamento de Estado es que Ugarte abandone Guatemala. El ministro es gentil, no quiere emplear la fuerza. Ugarte hace sus valijas e intenta viajar a Honduras y El Salvador. Pero ah� tambi�n se lo considera una persona peligrosa y se le niega la entrada. Opta, entonces, por entrar en forma clandestina. Llega a Tegucigalpa el 27 de marzo de 1912. Pocos d�as m�s tarde, el 3 de abril, Ugarte expresa su particular visi�n del socialismo, opuesta a la posici�n eurocentrista de sus contempor�neos. En la Federaci�n Obrera, dice que "el socialismo tiene que ser nacional". Y agrega: "seamos avanzados, pero seamos hijos de nuestro continente y nuestro siglo".

Ugarte viaja a la Nicaragua ocupada en ese entonces por las tropas norteamericanas. Aunque su palabra est� prohibida se las ingenia para difundir sus ideas que coincidir�n luego con las de Augusto C�sar Sandino. Contin�a su viaje predicador por Costa Rica, Venezuela, Colombia. En 1913 est� en Ecuador, desde donde viaja a Per� y Bolivia. Se re�ne con los sindicalistas, pol�ticos y estudiantes que adoptaron el credo de la Patria Grande y de un camino propio hacia el socialismo.

En 1914 llega a Buenos Aires. Se entera del asesinato, en Francia, de su amigo Jean Jaur�s, con quien compart�a un militante pacifismo. Su heterodoxia estorba: los aliad�filos y german�filos de la Argentina desconf�an de �l. Adem�s, Ugarte no disimula sus contradicciones. As�, un d�a se lo ve en la redacci�n de La Vanguardia, dialogando con Juan B. Justo y otros socialistas, y al otro, practicando esgrima con un representante de la oligarqu�a, en el Jockey Club. Contradictorio, s�, pero coherente en sus convicciones: el "ni�o bien" renuncia a una candidatura en el Congreso porque aduce que ese cargo lo deber�a ocupar un obrero.

No gana plata con la pol�tica. Al contrario: por ella, pierde su fortuna. Y por su heterodoxia, se le cierran las puertas de la cultura oficial. Ugarte defiende los principios de la revoluci�n mexicana y el derecho de Colombia frente a la pol�tica de usurpaci�n de los EE.UU. en Panam�. En ese momento su pr�dica parece ex�tica. Los admiradores del progreso indefinido usan la vieja antinomia civilizaci�n o barbarie para rebatirlo. Se lo acusa de ser esp�a del kaiser por defender la pol�tica de neutralidad de Hip�lito Yrigoyen.

En 1919 marcha hacia el exilio europeo donde integra el Comit� Mundial de la Paz junto a Romain Rolland, Albert Einstein y Henri Barbusse. Colabora con el peruano Jos� Carlos Mari�tegui en la revista "Amauta". La chilena Gabriela Mistral lo llama "el maestro de Am�rica latina". Pero aqu� se lo ignora. Regresa a Buenos Aires en 1935. Est� muy pobre y sobrevive como puede hasta 1939 en que vuelve a partir y se radica en Chile.

Despu�s de muchos a�os de oscuridad y extrema pobreza, Ugarte regresa a la Argentina en tiempos del incipiente peronismo. Se lo reconoce, por fin. Lo nombran embajador y ejerce la diplomacia en M�xico, Nicaragua y Cuba, entre 1946 y 1950. Pero su figura disgusta a algunos sectores clericales y pol�ticos por lo que cansado de pelear renuncia. Muere en Niza, en 1951.

Lo sobrevive su obra, que encontr� eco en Am�rica Latina. Movimientos pol�ticos como el APRA peruano o el sandinismo nicarag�ense, reconocen en Manuel Ugarte a un precursor.

M�s retaceada es su influencia aqu�, en el llamado "pensamiento nacional", y poco reconocida su incidencia en el origen de la "tercera posici�n" de nuestro pa�s, en tiempos de la "guerra fr�a".

No fue profeta en su tierra. En cambio, vio c�mo se agrandaba la patria mientras recorr�a el territorio de esta Am�rica que, como �l vaticin� en sus textos, sigue siendo una arriesgada apuesta al porvenir.