La s�ntesis presentada en este documento no es exhaustiva, ni sus partes exponen s�lo informaci�n in�dita acerca de la caracterizaci�n socio - econ�mica y cultural del sector rural Latinoamericano y Caribe�o, as� como tampoco respecto a la problem�tica que enfrenta el desarrollo rural integral, en el marco del desarrollo social y ambientalmente sostenible.

Pretende, s�, servir de base para discusiones que posibiliten una comprensi�n reflexiva de las interrelaciones entre variables que generalmente son tratadas en forma independiente, distorsionando resultados y conclusiones del an�lisis de la citada problem�tica, as� como generando la elaboraci�n de insatisfactorias pol�ticas, programas y proyectos tendientes a la superaci�n de ella.

A la par de lo antedicho, se presentan algunas definiciones y discusiones sobre el alcance de los principales subt�tulos de estas notas por cuanto, en general, se apartan de las tradicionalmente difundidas.

Al final de las notas se presenta una bibliograf�a que consideramos adecuada para los interesados en profundizar en el conocimiento de lo expresado en ellas.

El sector Agr�cola en tiempos de la Invasi�n

Si bien en este punto nos referimos principalmente a la situaci�n imperante en el sector agr�cola en tiempos de la invasi�n Espa�ola, en el caso de algunas Regiones se insertan algunas referencias a los tiempos que la precedieron, as� como informaci�n complementaria para contribuir a la comprensi�n del significado de la invasi�n en el posterior desarrollo del sector rural en el espacio Latinoamericano (incluye el Caribe) y en la caracterizaci�n actual del mismo bajo criterios de desarrollo social y ambientalmente sostenible.

A nivel de �rea cultural la situaci�n fue la siguiente:

1. Area Cultural Mexicana

En la Altiplanicie el Ma�z, y el Frijol negro constitu�an alimentos b�sicos, por lo que ocasionales d�ficits de ellos generaban grandes movimientos de poblaci�n como los ocurridos en los a�os 1454 y 1506 por sequ�as. Adem�s, se cultivaban Tub�rculos tropicales (Mandioca, �ame, Batatas, entre otros) y Frutales (en especial Palmeras y Pitahayas).

Los m�todos de producci�n aplicados en la Altiplanicie eran diferentes a los usados en el Golfo de M�xico. En la primera predominaba el cultivo con azada y el uso de riego, as� como la incorporaci�n de nutrientes a trav�s de excrementos humanos y, en superficies con fuertes pendientes, se constru�an terrazas para posibilitar el cultivo.

En cambio, en el �rea del Golfo o Coste�a se aplicaba el m�todo de roza. Los suelos se trabajaban con un bast�n-pala terminado en una hoja triangular. En las orillas pantanosas del Lago de Xochimilco se cultivaba sobre "chinampas" (especie de islotes cercados con estacas y separados entre s� mediante canales angostos).

Para alimentaci�n humana la carne era obtenida de dos animales dom�sticos: Pavo y Perro.

La Vainilla era cosechada en el �rea de los TOTONACAS (o Totonecas, habitaban en los hoy Estados Veracruz y Puebla), y el Cacao, considerado como la bebida de los se�ores, era cultivado por los MAYAS. Entre las bebidas fermentadas se destacaba la Cerveza de Ma�z (chicha) y el Vino de Agave (pulque), obteni�ndose adem�s Tequila de otra especie de Agave.

La producci�n de Tabaco se usaba para fumar, preparado como puro, pero tambi�n era utilizado para el �xtasis, en p�ldoras. Adem�s, en el mismo estado se usaba el Peyote (extra�do de una especie de Cactus).

El arte de tejer hab�a alcanzado un desarrollo equivalente al del Per�, utilizando la fibra de Agave en la Altiplanicie y el Algod�n en la Costa del Golfo, donde de otra agave se obten�a la fibra (denominada) "henequ�n". Utilizaban un colorante extra�do de una Cochinilla cultivada por los ZAPOTECAS (habitaron en el hoy E� de Oaxaca, probablemente originarios de Veracruz).

En el �rea con predominio de cultura MAYA los espa�oles encontraron en el a�o 1518 la Cr�a de Abejas en calabazas, ollas o cilindros de madera. En la Isla Cozumel y luego en todo Yucat�n se celebraban anualmente dos fiestas de la miel. A partir de �ste producto se preparaba una bebida alcoh�lica denominada balch�. El conocimiento previo informaba que la abeja hab�a sido domesticada en el Valle del Nilo, Egipto, 3.000 a�os a.C., desconoci�ndose hasta hoy la probable fecha de su domesticaci�n en Am�rica.

Los AZTECAS (habitaron en el Centro y Sur de M�xico. Cultivaban, principalmente, ma�z, pimiento, vainilla, tomate, tabaco, cacao y algod�n) regulaban el nivel de las aguas de los Lagos mediante canales y diques.

En tiempos de la invasi�n las principales culturas eran las siguientes:

a) Los AZTECAS, en la Altiplanicie Central de M�xico. Esta fue invadida por Cort�s en el a�o 1519. Originalmente, el Valle estaba casi totalmente cubierto por dos Lagos. Los espa�oles iniciaron el desag�e del Valle mediante un tajo en las rocas, dividiendo las aguas en cinco Lagos de poca profundidad y extensi�n fluctuante.

Alejandro de Humbolt dec�a que "los conquistadores destruyeron los antiguos bosques sin plantar nuevos y por desecaci�n artificial de los lagos perjudicaron mucho la vegetaci�n de la planicie. Es obvio que la infertilidad y la carencia de una vegetaci�n exuberante aumentaron visiblemente en el Valle de Tenochtitl�n (ciudad fundada en 1325, en las Islas del Lago de M�xico; destruida por Hern�n Cort�s en 1521) desde la conquista espa�ola".

b) Los MAYAS, en la Llanura Mexicana de la Costa del Golfo y la Sierra Madre Oriental. Tambi�n se encontraban poblaciones TOTONACAS, que seg�n la historia proven�an de la Altiplanicie y en los hoy Estados de Veracruz y Tabasco se encontraba la cultura OLMECAS ("habitantes de la Regi�n del Hule").

c) Los MAYAS, en la Pen�nsula de Yucat�n. Cuando llegaron los Espa�oles, o sea alrededor de 1.506, esta cultura se encontraba en decadencia.Herbert Spinden consideraba a los AZTECAS "los romanos" y a los MAYAS "los griegos" del que denominaron "Nuevo Mundo". Colocaba a estos �ltimos a la altura de los pueblos m�s avanzados del "Viejo Mundo", no obstante disponer de limitada informaci�n por la destrucci�n casi total de los libros MAYAS, realizada en el a�o 1.531 por orden del primer Obispo de M�xico, Juan Zam�rraga. En el a�o 1.525 Cort�s encontr� la Regi�n casi deshabitada.

En tiempos de la invasi�n la Altiplanicie �rida de M�xico Septentrional y la Sierra Madre Occidental estaba habitada por recolectores y cazadores n�madas.

Posiblemente, entre los a�os 6.500 y 6.000 a.C. (Per�odo Arcaico) se realizaron los primeros cultivos en M�xico y entre los 1.900 y 2.000 a�os a.C. (Per�odo Pre-Cl�sico Inferior) se produjo la difusi�n del Ma�z en Centro y Norteam�rica.

2. Area Cultural Colombiana

Se extend�a desde Nicaragua hasta el Ecuador y era la Regi�n de los Pueblos CHIBCHA, considerados maestros de la elaboraci�n de objetos de plata, oro y cobre, adem�s de la aleaci�n entre los dos �ltimos. Difundieron la t�cnica del vaciado "de la cera perdida" y el dorado por medio de jugos vegetales, que se difundieron en M�xico y Per�. Los intercambios entre los respectivos grupos culturales se realizaba utilizando grandes balsas a vela.

En la regi�n se cultivaba Cacao, Maiz, �rboles Frutales (Palma Pejivalle y Pl�tano, entre otros), Papa, Batata y Quinoa (pseudo cereal). Trabajaban la tierra con palas de madera y cultivaban Algod�n o Mandioca en los Valles m�s bajos de clima c�lido.

Los TIMOTE, que habitaban la Cordillera de M�rida, conoc�an el cultivo sobre terrazas. Efectuaban trueques de Sal y Oro por Hojas de Coca. Cultivaban Tabaco no para fumar sino para el consumo de los sacerdotes.

En la planicie de la Costa del Caribe constru�an grandes tanques y encauzaban lechos de los r�os con murallas de piedra. Esto �ltimo para evitar la erosi�n ocasionada por las avenidas de las corrientes.Con el agua que acumulaban en los tanques atenuaban la escasez de �sta en los lapsos en que disminu�an los caudales en los r�os.

3. Area Cultural Peruana

El Imperio INCA (entre los siglos XIII y XVI; abarcaba desde Colombia hasta Chile; capital, Cuzco. El territorio estaba dividido en cuatro provincias, unidas por carreteras) se encontraba en pleno desarrollo en tiempos de la ocupaci�n del espacio Andino por los Espa�oles, o sea en situaci�n opuesta al Imperio MAYA que pr�cticamente hab�a desaparecido y su Pueblo estaba en estado de disoluci�n social.

Hist�ricamente, los INCAS fueron precedidos por los COLLAS, QUECHUAS y UNCAS, y a la vez los COLLAS fueron precedidos por los UROS cuya lengua se aproximaba a la ARAWAK. Las investigaciones revelan que la cultura INCAICA fue precedida por otra de alto nivel, atribuyendo la misma al Pueblo COLLA.

Dichas investigaciones revelan que, en tiempos preincaicos, en la Costa Peruana se cultivaba Ma�z, Mandioca, Frijoles, Calabazas (cultivadas ya hacia el 3.300 a.C.), Batatas, Man� y Algod�n (hacia el 3.500 a.C. era ya cultivado en Chilca y Anc�n y utilizado para tejer redes de pesca y telas en general), adem�s de muchas plantas Frutales, Algarrobos y Palos de Balsa que produc�an madera para la construcci�n, pero la agricultura adquiri� importancia reci�n despu�s del 2.500 a.C., mientras que el Ma�z se difundi� alrededor del 1.900 a.C..

Los resultados de las investigaciones tambi�n informan acerca de la existencia de manadas de Ciervos que habitaban los montes bajos circundantes, as� como de una abundante poblaci�n de Peces y Focas.

La superficie cultivada era ampliada mediante la incorporaci�n del riego por medio de avanzadas obras de ingenier�a, las que fueron destruidas por el INCA Pachacutec para dominar al Imperio CHIMU (los Chim�es formaban un E� al norte del Per� hasta que fue tomado por los Incas en el a�o 1400) .La tierra era fertilizada mediante la incorporaci�n de pescados o de guano recolectado en las islas cercanas a la Costa.

En el cultivo utilizaban palas en forma de canalete. Estas, en general, eran de madera o ten�an una hoja de cobre con un casquillo en el que se introduc�a el cabo de madera. El �nico animal dom�stico era el Perro, de razas distintas a las del perro europeo.

Per� fue el Pa�s que desarroll� los m�s avanzados m�todos de construcci�n de Terrazas para cultivo, dotadas de ingenioso sistema de riego, muchas de las cuales se encuentran a�n bajo uso.Las terrazas y el riego posibilitaron el control de pisos ecol�gicos.

El Ma�z se cultivaba hasta los 3.500 metros snm, la Quinua, la Papa y la Oca (tub�rculo) hasta los 4.300 metros. Seg�n Huaman Poma (escritos de comienzos del siglo XVII), el m�todo de producci�n comenzaba en julio con la fertilizaci�n de los suelos (utilizando el esti�rcol de llama) y la limpieza de los canales de riego. En agosto se cultivaba utilizando la Taclla, o sea el bast�n de sembrar perfeccionado por medio de un pedal amarrado y un mango fuertemente encorvado. En septiembre o diciembre, seg�n la especie, se hac�an los agujeros para la siembra propiamente dicha y las mujeres depositaban en ellos la semilla de ma�z o la papa semilla, emparejando luego la tierra con una cuchilla de palo.

Para la escarda y la cosecha se usaban azadas de hoja plana de madera.

Bajo vigilancia del Estado capturaban Vicu�as y Guanacos, mientras que las Llamas y Alpacas ya hab�an sido domesticadas (3.500 y 1.500 a�os a.C., respectivamente). Luego de la esquila los ejemplares capturados eran puestos en libertad. El esti�rcol (taquia) de Llama es a�n hoy una importante fuente de energ�a en la Puna.

En general, el MODO DE PRODUCCION ANDINO se caracterizaba por:

a) ausencia de propiedad privada sobre la tierra;

b) presencia de un poder central regulador y ejecutor de grandes obras para riego;

c) aparici�n del excedente apropiado por el Estado para su distribuci�n entre ciertas clases sociales, y

d) existencia de tributo en forma de trabajo, especies o productos.

Pero cabe tambi�n  destacar que el Estado estableci� una serie de pol�ticas demogr�ficas consistentes en el movimiento de Poblaci�n de un h�bitat a otro, tendientes a la obtenci�n de objetivos socioecon�micos necesarios para la consolidaci�n del Estado y la reproducci�n de la sociedad INCA. Estos movimientos se denominaron MITIMAES, distingui�ndose cuatro clases:

a) grupos de hombres enviados a ocupar puestos militares en las fronteras;

b) establecimiento de colonias de hombres y mujeres, trasladados desde �reas densamente pobladas a �reas despobladas o con baja densidad, tendiendo as� a una racional distribuci�n de recursos humanos y naturales;

c) traslado de personal t�cnico para atender necesidades de Poblaciones incorporadas al Estado INCA, y

d) traslado de la totalidad de la Poblaci�n de un h�bitat a otro.

Las plantaciones de Coca y los yacimientos de Oro eran de propiedad excluyente del INCA.

En el Modo de Producci�n Andino la organizaci�n para la producci�n implicaba que en el seno de las Comunidades Rurales los Pastos eran explotados en com�n mientras que las tierras de cultivo eran distribuidas peri�dicamente, te�ricamente con frecuencia anual, en unidades dom�sticas de tama�o suficiente como para asegurar la subsistencia de la familia.

La repartici�n peri�dica de parcelas ten�a como objetivo el posibilitar ajustes considerando la evoluci�n demogr�fica. La unidad de producci�n pod�a estar integrada por parcelas no continuas, localizadas en sectores definidos por sus caracter�sticas ecol�gicas, necesidades de rotaci�n de cultivos o actividades, entre otros determinantes.

Cada Comunidad se esforzaba por controlar el m�ximo de pisos ecol�gicos, extendiendo dicha acci�n en lo vertical y horizontal. La principal restricci�n en dicho control era el tama�o del grupo (n�mero de miembros de la Comunidad).

As�, por ejemplo, unos miembros cuidaban los reba�os en la Puna, o explotaban las salinas. En los pisos de menor altura, debajo de los campos de Ma�z, a tres o cuatro d�as de camino, se encontraban las tierras calientes en las cuales otros miembros cultivaban Algod�n y Aj�. M�s abajo a�n, en la Ceja de Selva, se produc�a la Coca, mientras que la Madera, Miel, Pluma, etc., eran obtenidas de la Selva por otros miembros de la Comunidad.

Este modelo, tambi�n conocido como "Archipi�lago Verde", estuvo profundamente arraigado en las Sociedades Andinas desde antes del establecimiento del Imperio INCA, si bien con �ste se expandi� considerablemente.

A modo de s�ntesis de la racionalidad Andina asumimos lo expresado por un excelente investigador (3), respecto a que el proceso de desarrollo hist�rico implica la transformaci�n de un espacio f�sico - natural en un espacio socio - econ�mico a trav�s de ciertas estrategias sociales que se plasman en relaciones sociales para conformar estructuras sociales. Teniendo en cuenta estas �ltimas pueden identificarse, entre otras, las estrategias sociales siguientes:

a) la principal se refiere a la ocupaci�n simult�nea de diversos pisos ecol�gicos, lo que implica el manejo de pisos complementarios continuos y/o  discontinuos; mientras que las restantes estrategias se refieren a:

b) la subdivisi�n de las superficies, tanto para uso pecuario como para cultivos, tiene en cuenta la existencia de �reas para producci�n bajo secano y riego respectivamente, de  manera tal que cada unidad dom�stica pueda tener acceso a diversos recursos;

c) el desarrollo de conocimientos y sabidur�a aplicados a la transformaci�n completa del espacio f�sico - natural, sin romper un razonable balance ecol�gico;

d) la organizaci�n de base fundada en Comunidades que se organizaban entre s� con objetivo de autosuficiencia en un espacio f�sico - natural, generando un espacio socio - econ�mico que podr�a dar lugar a la constituci�n de una autoridad supracomunal;

e) la organizaci�n de la reciprocidad y redistribuci�n; y

f) la creaci�n de flujos econ�micos intra e intercomunales, regulados por la autoridad supracomunal mediante mecanismos de incentivos y redistribuci�n de productos que tend�an a equilibrar y asegurar el bienestar de la poblaci�n humana.

4. Los Cultivadores Sudamericanos

Este grupo est� integrado por tres grandes grupos �tnicos: TUPI, ARAWAK y CARIBE, que habitaron en la casi totalidad de la Regi�n Selv�tica Tropical bajo modelos que implicaron frecuentes migraciones masivas.

Los tres grupos vinieron de la Altiplanicie de GUAYANA o de las Costas vecinas. Se supone que las migraciones fueron motivadas por diversas causas: religiosas, guerreras, b�squeda de tierras para cultivos, etc. En el caso del grupo TUPI GUARAN� (tambi�n denominados peyorativamente CHIRIGUANO), que lleg� hasta las fronteras del Imperio Incaico, predominaron las dos primeras causas, mientras que en el del grupo ARAWAK la motivaci�n fue la necesidad de tierras para la producci�n de alimentos, por lo que sus migraciones fueron lentas y pac�ficas.

Los Pueblos m�s meridionales del grupo ARAWAK se establecieron en el PARAGUAY superior y en el norte del GRAN CHACO. Su expansi�n territorial e influencia sobrepas� a las mostradas por el resto de los Grupos Etnicos de Am�rica.

Los Pueblos del grupo ARAWAK, al establecerse en tierras frecuentemente expuestas a inundaciones, constru�an sus moradas y establec�an sus cultivos sobre elevaciones naturales o artificiales. Expresiones de esta tecnolog�a precolombina fueron descubiertas en la Provincia de MOJOS (MOXOS), Bolivia, y en la Regi�n Pantanosa del Paraguay Superior (XARAYES), atribuy�ndose tambi�n a este grupo la construcci�n del canal que une el ORINOCO con el RIO NEGRO.

Las investigaciones informan que el Ma�z fue introducido en las �reas ocupadas por los citados Pueblos en el transcurso del primer milenio a.C., como complemento y/o sustituto de la Mandioca que era cultivada desde los 5.000 a�os a.C. en el Orinoco superior.

Imputable a los ARAWAKOS es la transformaci�n de la Mandioca amarga y venenosa en un alimento de primer orden; como tambi�n lo es la introducci�n de los cultivos de Ma�z y Tabaco, especialmente este �ltimo que era desconocido entre los Pueblos de la Am�rica Occidental. Tambi�n cultivaban Batatas, �ame (tub�rculo), Frijoles, Aj�, Algod�n, Ca�as para la preparaci�n de flechas y una diversidad de plantas no originarias de Am�rica, tales como los Pl�tanos y la Ca�a de Az�car.

En el centro del Brasil los Pueblos Ind�genas se alimentaban con productos obtenidos de la caza y la recolecci�n de vegetales y frutos silvestres, mientras que en la hoy agr�cola Pampa H�meda de Argentina no se practicaban cultivos y sus habitantes viv�an de la recolecci�n, la caza y la pesca, abundando los Guanacos y Venados. 

5. La Poblaci�n de las Antillas

En tiempos de la invasi�n la Poblaci�n de las Antillas estaba compuesta principalmente por ARAWAKOS (llamados Lucayos en las Islas Bahamas y Ta�nos en las Antillas Mayores), originarios de SUDAMERICA, pero en las Antillas Menores �stos hab�an sido desplazados por los CARIBES que procuraban extender sus dominios sobre Puerto Rico, Cuba y Hait�.

Los ARAWAKOS, como ya se dijo, eran agricultores pac�ficos. En las Islas cultivaban Mandioca, Maiz, Batatas, Man�, Frijoles, Tabaco, Algod�n, Guayaba, Papaya y Anona, utilizando la Fibra del Sisal para la producci�n de cuerdas. En la preparaci�n de la superficie para los cultivos rozaban el monte utilizando hachas de piedra y para cavar usaban palos terminados en punta endurecida al fuego. Para el transporte de sus productos con destino al comercio utilizaban embarcaciones con tripulaciones de hasta 80 remeros, extendiendo sus acciones hasta YUCATAN.

Los CARIBES ten�an sus bases en las Islas GUADALUPE, MARTINICA y DOMINICA. En el cultivo utilizaban el mismo m�todo que los ARAWAKOS.

A nivel de cada una de las principales Islas la situaci�n era la siguiente:

5.1. Islas de las Antillas Mayores

a) Las Bahamas: o Lucayas, es un archipi�lago de veinte islas que estaban habitadas por pueblos ARAWAK que cultivaban Algod�n y Agave sisal. El 12 de octubre de 1492 los Espa�oles divisaron la Isla Guanahan� o San Salvador, pero su ocupaci�n permanente por Europeos ocurri� reci�n en el a�o 1.646 cuando los Ingleses fundaron una colonia e iniciaron la extracci�n de sal.

b) Haití: en la Navidad de 1.492 C.Col�n lleg� a la costa septentrional de la Isla que era conocida con el nombre (ind�gena) de Hait� o Quisqueya, bautiz�ndola con el nombre de LA ESPA�OLA y denominando fuerte de LA NAVIDAD a la primera colonia Europea en el "nuevo mundo".

c) La destrucci�n del fuerte LA NAVIDAD dio lugar a la fundaci�n de LA ISABELA, tambi�n en la costa septentrional pero hacia el este del primer fuerte. En el sur de la Isla, en el a�o 1.496 se descubri� la existencia de oro motivando la fundaci�n en la costa meridional, por Bartolom� Col�n, de la nueva Ciudad de SANTO DOMINGO como base de operaciones para la explotaci�n de los yacimientos.Los Ind�genas pasaron a constituir la mano de obra esclava

Esta ciudad se constituy� en Capital de la Isla, la que pas� a ser denominada LA ESPA�OLA o SANTO DOMINGO, indistintamente.En 1.659 Francia tom� posesi�n de la parte occidental de la Isla (la actual HAITI) e implement� un sistema de grandes plantaciones agr�colas con predominio de la Ca�a de Az�car. Adem�s en ellas, desde el a�o 1.727 se cultivaba y exportaba tabaco, cacao, algod�n y caf�.

La otra parte de la Isla (la hoy REPUBLICA DOMINICANA) qued� en poder de Espa�a.

El nombre de Hait� se generaliz� reci�n a partir de la consolidaci�n de su independencia en el a�o 1.804 y en el a�o 1.844 quedaron separadas las dos regiones culturales (la de habla espa�ola, SANTO DOMINGO y la de habla francesa, HAITI).

En tiempos de C. Col�n la poblaci�n ARAWAK, o TAINA, fue estimada entre 1 MILL y 3 MILL de personas (recientemente, en 1996, la poblaci�n fue estimada por Naciones Unidas en 8 Millones de habitantes). El pescado y los frutos silvestres constitu�an el principal alimento. Para la habilitaci�n de suelos a la actividad agr�cola rozaban el bosque utilizando hachas de piedra.La tierra era trabajada mediante un palo de punta endurecida al fuego. El principal cultivo era el de la yuca y complementariamente batatas, ma�z, man�, frijoles, tabaco y algod�n. En parte de la superficie asignada a este �ltimo cultivo utilizaban sistemas de riego.En 1.493 C. Col�n  introdujo animales dom�sticos, aves de corral y cultivos del "viejo mundo", principalmente Ca�a de az�car.

c) Cuba: ocupada por C. Col�n en el a�o 1.492, fue bautizada en el a�o 1.516 con el nombre de Fernandina y posteriormente denominada Santiago.Sus primeros habitantes Europeos fueron colonos Espa�oles asentados en Hait�, quienes fundaron en Cuba la Poblaci�n llamada Nuestra Se�ora de la Asunci�n, como centro para la explotaci�n de yacimientos aur�feros.

Predominaba la poblaci�n ARAWAK, encontr�ndose tambi�n peque�os grupos de una poblaci�n primitiva denominada Guanahatabeyes o Ciboneyes. Estos �ltimos no conoc�an la agricultura, mientras que los Arawakos eran agricultores y utilizaban m�todos de producci�n similares a los ya citados en relaci�n a las otras Islas.

d) Jamaica: la Isla estaba habitada por ARAWAKOS. Fue explorada por C.Col�n entre 1.503 y 1.504, pero la ocupaci�n por espa�oles, encabezados por D.Col�n, se realiz� reci�n a partir del a�o 1.509, y en 1.655 pas� al dominio ingl�s.Los cultivos y los m�todos de producci�n utilizados por los ARAWAKOS eran iguales a los citados anteriormente.

e) Puerto Rico: es la m�s peque�a de las Antillas Mayores. Estaba habitada por ARAWAKOS.La base de la alimentaci�n proven�a de cultivos de azada, principalmente yuca.Las Casas estim� la Poblaci�n en 800 mil personas (recientemente, Naciones Unidas inform� una poblaci�n de 3,65 Millones de habitantes). Si bien el primer Gobernador de la Isla fue designado en el a�o 1.500, la ocupaci�n Espa�ola se inici� en el a�o 1.508 para la extracci�n de oro.

5.2. Islas de las Antillas Menores

a) Islas V�rgenes: situadas a continuaci�n de Puerto Rico, estaban habitadas por ARAWAKOSen fase de extinci�n, desplazados por CARIBES.

b) Islas de Barlovento: forman un puente con la tierra firme de Sudam�rica.El archipi�lago est� integrado por las Islas San Crist�bal, Montserrat, la parte occidental de Guadalupe, Dominica, Martinica, Santa Luc�a, San Vicente, Las Granadillas y Granada, en occidente; y Barbuda, Antigua, la parte oriental de Guadalupe y Mar�a Galante, en oriente. Al igual que las Islas V�rgenes, originariamente estuvieron casi en su totalidad habitadas por ARAWAKOS, luego desplazados por CARIBES.

c) Trinidad y Tobago: incluidas a veces como Islas de Barlovento y otras como Islas de Sotavento se encuentran muy cercanas a la Costa Sudamericana (16 km). Hacia fines del siglo XVI los ARAWAKOS hab�an logrado expulsar a los CARIBES que habitaban estas Islas.

d) Islas de Sotavento: el conjunto est� integrado por Margarita, Tortuga, Curacao, Aruba y Bonaire. Las hoy pertenecientes a Holanda constitu�an territorio ARAWAK mientras que el resto, hoy perteneciente a Venezuela, estaba habitado por los CARIBES.

6. Consecuencias de la Invasi�n (en el corto y mediano plazo)

Cualitativamente, se encuentra suficientemente demostrado el impacto negativo de la ocupaci�n del "Nuevo Mundo" ocurrida entre los siglos XV y XVI, principalmente, en la que participaron numerosas naciones del "Viejo Mundo".Dicho impacto puede sintetizarse en lo siguiente:

* la totalidad de la poblaci�n nativa fue sometida a la esclavitud y sufri� las consecuencias de la violenta interrupci�n del proceso de desarrollo propio de cada pueblo.

* los sistemas agrarios fueron modificados con efectos negativos para los actores involucrados directamente en la producci�n e indirectamente (en t�rminos relativos) en el consumo.

* los ecosistemas intervenidos experimentaron fuertes transformaciones que implicaron disminuciones cuali - cuantitativas en la oferta natural de recursos, ingresando algunos de sus componentes en un proceso de extinci�n, principalmente en el caso forestal.

* el desarrollo de las Comunidades Rurales, que se realizaba basado en modelos aut�ctonos, fue reemplazado por otros basados en modelos impuestos y generados desde bases culturales muy diferentes.La introducci�n de los modelos impuestos implic�:

* el uso de mano de obra esclava;

* establecimiento de severas restricciones a las posibilidades de obtenci�n de excedentes generados por la actividad productiva en las Comunidades tributarias;

* implificaci�n de ecosistemas bajo el pretexto de una mayor eficiencia;

* ruptura de la arm�nica relaci�n sociedad - naturaleza que existi� hasta el momento de la consolidaci�n de la invasi�n;

* concentraci�n de la tierra en pocos titulares;

* significativo aumento de la cantidad de minifundios, como contracara funcional del latifundio;

* crecientes grados de subalimentaci�n y mal nutrici�n;

* estricta subordinaci�n de las posibilidades de desarrollo, a los intereses de los concentradores de los recursos naturales;

* difusi�n de enfermedades desconocidas hasta la invasi�n, que ocasionaron sustantivas disminuciones en la cantidad de habitantes en todas las regiones del "Nuevo Mundo", entre otros efectos negativos que no pudieron ser compensados por efectos positivos.

* suicidio colectivo de Comunidades sometidas a la esclavitud.

* la destrucci�n de la documentaci�n testimonial del estado de desarrollo en que fueron encontrados los Pueblos del "Nuevo Mundo", por los conquistadores Europeos.

* el establecimiento y funcionamiento de subsistemas productivos altamente dependientes de las demandas del mercado externo, que determin� la alta dependencia de pocos productos.

* el agotamiento de las  posibilidades productivas de numerosos recursos naturales, especialmente los contenidos en ecosistemas forestales, debido a la implementaci�n de altas tasas de extracci�n de los mismos, superiores a sus tasas de reproducci�n.

* la ausencia de procesos que puedan ser caracterizados como de desarrollo rural social y ambientalmente sostenible, sin que esta afirmaci�n pretenda desconocer la existencia de algunas excepciones puntuales a nivel de micro�reas.

Cuantitativamente, a simple t�tulo de ejemplo, el impacto puede sintetizarse en lo siguiente:

* en el a�o 1.521, destrucci�n de la ciudad de Tenochtitl�n (habitada por 300 mil habitantes), que implic� la p�rdida de vidas humanas y de infraestructura construida mediante avanzados conocimientos cient�ficos y tecnol�gicos en el manejo del agua, adem�s de la riqueza hist�rica contenida en la Ciudad.

* en el a�o 1.531, destrucci�n de pr�cticamente todos los libros de la cultura MAYA, de los cuales s�lo se salvaron tres C�dices con muy limitada informaci�n. Se supone que los libros destruidos conten�an una rica historia cient�fica y tecnol�gica, as� como la historia de una civilizaci�n a la cual algunos investigadores sit�an entre las m�s avanzadas de la humanidad en aquellos tiempos.

* extracci�n, hasta el agotamiento de las reservas, de recursos naturales no renovables, como el caso del oro en Puerto Rico por ejemplo, as� como de recursos naturales renovables pero extinguibles por extracci�n "minera", como el caso de las perlas en las Islas de Sotavento por agotamiento de los bancos de madreperlas, o el caso de las esponjas que se extra�an en LAS BAHAMAS.

* exterminio de poblaciones, como por ejemplo la existente entre el Istmo de Tehuantepec al sur y los poblados permanentes al norte, pero excluyendo YUCATAN, la que en el a�o 1.519 totalizaba alrededor de 11 MILL.En el a�o 1.548 se hab�a reducido a 6,3 MILL y en el 1.565 a 4,4 MILL, alcanzando su nivel inferior en el a�o 1.607 en que totaliz� unos 2,0 MILL de habitantes.

Una situaci�n similar se present� en Hait�. Las Casas estim� su poblaci�n ARAWAK en alrededor de 3 MILL de habitantes y si bien otras estimaciones de la �poca la sit�an en aproximadamente 1 MILL, lo cierto es que ya hacia 1.517 la poblaci�n ind�gena fue estimada en unas 14 mil personas.

Posteriormente, en el a�o 1.687 Hait� estuvo habitada s�lo por 4.400 blancos y 3.580 negros, y en el a�o 1.789, cuando la parte occidental de la Isla se Independiz� de la Metr�poli, la Poblaci�n se estim� en 31 mil blancos y unos 500 mil negros.

* en Cuba, se estima que la introducci�n de esclavos con destino a las plantaciones de ca�a de az�car totaliz�, entre los a�os 1.780 y 1.880, alrededor de 1 MILL de personas, adem�s de cerca de 150 mil chinos que ingresaron contratados. El ingreso de trabajadores espa�oles, contratados, se inici� en el a�o 1.880 y ya en el 1.885 la zafra azucarera ocupaba 45 mil operarios de dicha nacionalidad.

* la especializaci�n impuesta a Cuba como productora de az�car destinada al mercado estadounidense, de manera similar a lo ocurrido en otros Pa�ses de la Regi�n, ocasion� profundas transformaciones en la estructura agraria y agroindustrial que implicaron niveles crecientes de vulnerabilidad y dependencia, adem�s de la concentraci�n en pocas manos de los recursos e infraestructura aplicados a la producci�n.

* en Puerto Rico, Las Casas estim� en el a�o 1.510 que la poblaci�n ARAWAK estaba integrada por unas 800 mil personas.Los espa�oles pretendieron utilizarlas como esclavos en la extracci�n de oro ocasionando numerosos intentos de rebeli�n que fueron cruentamente sofocados.

El n�mero de habitantes se redujo a tal nivel que los espa�oles debieron "importar" esclavos desde otras Islas (por ejemplo, negros de Santo Domingo), y ya hacia el a�o 1.536, en que se detuvo la extracci�n de oro por agotamiento de reservas, fueron liberados los �nicos ind�genas sobrevivientes de la esclavitud: alrededor de 70 personas. Cuando la Isla fue arrebatada a Espa�a estaba habitada por unos 590 mil blancos, 300 mil mulatos y 59 mil negros.

* los descubrimientos arqueol�gicos en los paisajes Sudamericanos posibilitan suponer razonablemente que en  tiempos de la invasi�n estaban densamente poblados.Se estima que el Per� estaba habitado por alrededor de 12 MILL de personas (en el a�o 1996 la poblaci�n fue estimada en 24 Millones de habitantes) reciente.

* Fernando Tudela et.al. (7), al referirse al colapso demogr�fico que impact� a la poblaci�n del "Nuevo Mundo" entre los a�os 1.492 y los primeros del  siglo XVIII, expresa que la conciencia colectiva no ha conseguido hasta ahora asimilar la verdadera magnitud del suceso que puede ser considerada como la mayor cat�strofe demogr�fica de nuestra era.Fundamenta ello a partir de lo que considera el "intento m�s sistem�tico de cuantificaci�n de la poblaci�n aborigen en el momento del contacto, basado sobre todo en los trabajos de W. Borah",  que informa los resultados, siguientes:

REGIONES
HABITANTES (10º)
Norteamérica
4,4
México
21,4
Centroamérica
5,65
Caribe
5,85
Area Andina
11,5
Tierra Bajas
Sudamericanas
8,5
TOTAL
57,3

* Otros autores sit�an el total de poblaci�n del "Nuevo Mundo" en un orden de magnitud de m�s de 100 MILL de habitantes. Sea que se tome �sta, o la cifra anterior, lo cierto es que la poblaci�n del "Nuevo Mundo" no era cuantitativamente inferior a la de Europa (en el siglo XVI alcanz� una magnitud de 60 MILL de habitantes), pero en el transcurso del mismo siglo la poblaci�n del "Nuevo Mundo", que sobrevivi� a la invasi�n, constitu�a escasamente alrededor de 5 a 10% de la estimada para el a�o 1.492.

* por solo citar algunos ejemplos del llamado colapso demogr�fico tomaremos lo ocurrido en La Espa�ola cuya poblaci�n en el a�o 1.492, seg�n sea el autor que se tome como referencia, se estimaba entre 1 y 3 MILL de habitantes, mientras que en el a�o 1.542 quedaban s�lo alrededor de 500 ARAWAK; en Nicaragua la poblaci�n disminuy� de 600 mil habitantes a 45 mil en el a�o 1.550; la de M�xico pas� de poco m�s de 20 MILL a 1 MILL hacia fines del siglo XVI; y hacia 1.520 la Mixteca Alta Oaxaque�a ten�a todav�a alrededor de 700 mil habitantes, pero en el a�o 1.670 hab�a disminuido a menos de 30 mil personas.

La explicaci�n de semejante colapso a trav�s de lo que W. Borah denomin� "la unificaci�n microbiana del mundo", atribuyendo la mayor porci�n de las p�rdidas en vidas humanas a las enfermedades introducidas por los conquistadores en el "Nuevo Mundo", resulta demasiada simple y elusiva de los efectos ocasionados por el sometimiento a la esclavitud, la disminuci�n de la ingesta de alimentos y las guerras entre los Pueblos del "Nuevo Mundo" (incrementadas y estimuladas por los conquistadores como parte de una estrategia de dominaci�n), entre otras causas concurrentes al colapso demogr�fico ocurrido en tiempos de la ocupaci�n, o del "encuentro entre dos mundos" como prefieren designar al hecho algunos autores.

* En F. Tudela et. al. (7) se describe lo que los autores denominaron "explosiones demogr�ficas de la fauna y la flora europeas", a partir del segundo viaje de C. Col�n, en el a�o 1.493.Ellos explicitan la "formidable expansi�n del ganado vacuno" por la calidad de las forrajeras nativas, ejemplificando lo ocurrido en M�xico donde algunos propietarios llegaron a tener m�s de 150 mil vacas, generando un alud de reclamos por la invasi�n de milpas por el ganado.

El aumento de las existencias pecuarias fue tal que el precio de la carne se aproxim� a 0 alrededor del a�o 1.540 y la faena se realizaba principalmente para la obtenci�n del sebo utilizado en la elaboraci�n de velas, mientras el cuero se exportaba y el resto de las reses (carne, huesos, etc.) era abandonado en el campo.

La ganader�a vacuna se expandi� tambi�n en los Llanos venezolanos y colombianos; as� como en San Pablo, en la desembocadura del R�o San Francisco y en la Regi�n de Bah�a, en Brasil; y en la provincia de Buenos Aires en Argentina.Los Cam�lidos (Auqu�nidos), nativos de la regi�n Andina, quedaron s�lo en las zonas de mayor altitud desplazados por el ganado vacuno y el ovino. En cuanto a expansi�n, lo mismo ocurri� con el ganado caballar, los porcinos y los conejos europeos.

* la expansi�n de las existencias de ganado vacuno se detuvo e incluso revirti� a partir de alrededor del a�o 1.570, "la ganader�a vacuna se redimension� en forma dr�stica y sufri� un estancamiento que se prolong� hasta mediados del siglo XX".

* el documento de referencia (7) expresa que "el �xito biol�gico de algunas especies de la flora europea trasplantada no fue menos espectacular que el de la macrofauna domesticada". Tal el caso, por ejemplo, de las forrajeras europeas y africanas, pero tambi�n de numerosas malezas.

* "las Salic�ceas europeas se hibridaron con el �nico Salix nativo y ocuparon todos los valles fluviales de la Patagonia. Estudios realizados hace sesenta a�os determinaron que no m�s de la cuarta parte de las plantas silvestres de La Pampa es de origen nativo".

* retornando al colapso demogr�fico, se estim� (7) que hacia el a�o 1.750 la poblaci�n de todo el continente Americano no exced�a un orden de magnitud de 12 MILL de habitantes, mientras que hacia 1.850 la poblaci�n de Am�rica Latina habr�a sido de 33 MILL y la residente en los territorios estadounidenses y canadienses habr�a alcanzado una magnitud aproximada a los 26 MILL de habitantes.

Particularmente, en relaci�n al territorio estadounidense, en el siglo XIX la poblaci�n ind�gena continu� el colapso demogr�fico fundamentalmente por la sustantiva disminuci�n de su principal sustento: los b�falos, ya que de las 50 MILL de cabezas estimadas a principios del siglo quedaron s�lo alrededor de 1.000 cabezas hacia fines del mismo siglo.

7. El Sector Agr�cola Post Invasi�n

7.1 Introducci�n

El Maiz, el Frijol y la Calabaza parecen ser las especies que primero domestic� el hombre americano (en Mesoam�rica), lo que habr�a ocurrido entre los a�os 7.000 y 3.000 a.C., mientras que a partir de este �ltimo a�o tuvo lugar la domesticaci�n de los Tub�rculos en la Zona Andina.

Los sistemas alimentarios estuvieron basados en pocas especies, generalmente Ma�z, Ra�ces, Tub�rculos, Yuca, Camote y Frijoles."La extraordinaria variedad de plantas �tiles, alimenticias, medicinales u ornamentales, cultivadas o fomentadas por los Ind�genas Americanos y sus sucesores, los tradicionales campesinos Ind�genas y Mestizos, no tiene parang�n en otros continentes. Los conquistadores encontraron casi intacta la biodiversidad flor�stica que se hab�a generado en Am�rica durante un largo per�odo de evoluci�n biol�gica en condiciones que combinaban el aislamiento con un espectro muy amplio de situaciones ambientales". (7)

Como puede inferirse de lo hasta aqu� expresado, la agricultura constituy� una actividad central en las sociedades prehisp�nicas, las que hab�an desarrollado tecnolog�as que hicieron posible la pr�ctica del policultivo. Dichas tecnolog�as implicaron escasos subsidios energ�ticos externos a la unidad de producci�n y una utilizaci�n razonablemente sostenible de los ecosistemas intervenidos. (23)

El citado avance tecnol�gico posibilit� el normal desarrollo de las actividades productivas agr�colas en los pisos de P�ramo/Puna comprendidos entre los 3.200-4.500 metros sobre el nivel del mar (3), (4), (7) y (23). La utilizaci�n de una gran cantidad de pisos ecol�gicos cumpli� un papel similar al del posterior manejo productivo de los valles fluviales.

7.2 La Introducci�n de Especies de la Fauna y la Flora europeas

Como se dijo en otra parte de este documento, la introducci�n de algunos ejemplares bovinos dio lugar en pocos a�os a una significativa presencia de existencias de esta especie y al desarrollo de una actividad que afect� negativamente tanto a la agricultura prehisp�nica como a la ganader�a basada en especies nativas.

Un hecho similar fue protagonizado por pastos europeos y africanos que ocuparon una amplia porci�n de la superficie americana. Muchas especies introducidas, deseables e indeseables, se difundieron ampliamente debido a la movilidad de las existencias pecuarias cimarronas, aprovechando la existencia de nichos ecol�gicos vacantes (definidos como un espacio vital que ofrece condiciones de vida que una especie necesita).

Adem�s de las especies pecuarias (bovinos, ovinos, caballares, porcinos y aves de corral), los conquistadores introdujeron numerosas especies vegetales funcionales a sus objetivos y que implicaron adem�s profundas modificaciones en las estructuras agrarias de los Pueblos abor�genes.Entre aquellas se destacaron la ca�a de az�car y el caf� que, por los m�todos de producci�n utilizados, determinaron la existencia de mano de obra esclava en los primeros tiempos, con escasos grados de libertad en los siguientes y con significativos movimientos migratorios "golondrinas" hasta hoy.

A t�tulo de ejemplo respecto al significado de la introducci�n de especies funcionales a los intereses de los conquistadores puede citarse el caso de la ca�a de az�car. Introducida en el segundo viaje de C. Col�n, su cultivo experiment� una fuerte expansi�n a partir de la invasi�n y sometimiento de Egipto por los Turcos (a�o 1.517), que signific� la eliminaci�n de dicho Pa�s como productor y un significativo incremento en el precio del az�car.

Posteriormente, la rebeli�n de los esclavos en Hait� y la guerra con Francia, que ocup� casi toda la �ltima d�cada del siglo XVIII y los primeros a�os del XIX, hasta la Independencia, incentiv� el cultivo de la ca�a en Cuba cuya producci�n sustituy� a la de Hait� en el mercado mundial.En dicho per�odo se exportaba az�car, tabaco y caf�.

Otro ejemplo puede ser el caso del Sur Mexicano, que en la �poca colonial exportaba algod�n, cochinilla (vive en la especie vegetal Opuntia coccinell�fera), az�car y cacao, pero que hacia el a�o 1.880 introdujo el cultivo del caf� en sustituci�n del a�il (arbusto leguminoso, de flores con sustancias colorantes) y de la cochinilla cuyos productos (colorantes) hab�an sido reemplazados por las anilinas alemanas.

Un ejemplo del inadecuado m�todo de producci�n aplicado est� dado por el cultivo del pl�tano implementado en �reas de la Costa del Atl�ntico pertenecientes a Guatemala, Honduras, Costa Rica y Panam�, que ocasion� el abandono de aqu�llas por agotamiento de los suelos luego de unos 20 a�os de explotaci�n.

La introducci�n de especies de la flora fue acompa�ada de cambios en los m�todos de producci�n que implicaron la incorporaci�n del arado, el uso de animales en la tracci�n, la pala, el pico, la hoz, entre otros instrumentos manuales, hasta llegar a los instrumentos materiales que forman parte de los m�todos de producci�n "modernos" y "avanzados".

La particular localizaci�n, as� como las caracter�sticas organizativas y de producci�n de algunos Pueblos Ind�genas, posibilitaron a �stos el desarrollo de estrategias de sobrevivencia, algunas de las cuales implicaron una cierta continuidad de sus propios proyectos de desarrollo, si bien muy parciales. Esto es particularmente notable en el caso AYMARA.

Los m�todos de producci�n implementados como parte, o condicionados por dichas estrategias, posibilitaron la continuidad en el uso de diversos componentes materiales de la tecnolog�a de los Pueblos Ind�genas, o sea la persistencia en el uso de m�todos de producci�n compatibles con las caracter�sticas ambientales.

En el Cuadro N� 1 se presenta un listado de las especies utilizadas en el per�odo Prehisp�nico que, si bien no es exhaustivo, ilustra de manera suficiente sobre la diversidad encontrada por los conquistadores. En el mismo se inserta un listado de las principales especies introducidas en aquellos tiempos.

7.3 La Introducci�n de Instrumentos Agr�colas

Siegfried Giedion(1) responde su propia pregunta acerca de �qu� significa la mecanizaci�n para el hombre?, diciendo: "la mecanizaci�n es un agente, como el agua, el fuego o la luz. Es ciega y carece de direcci�n propia. Como las fuerzas de la naturaleza, la mecanizaci�n depende de la capacidad del hombre para hacer uso de ella y para protegerse a s� mismo contra sus peligros inherentes. Controlar la mecanizaci�n exige una superioridad sin precedentes sobre los instrumentos de producci�n. Requiere que todo est� subordinado a las NECESIDADES HUMANAS".

Cuadro N�1
Especies Cultivadas y/o Aprovechadas(*) en el "Viejo Mundo"
antes de la Conquista (nombre com�n)

ANTES DE LA CONQUISTA
VEGETALES
ANIMALES
Achiote
Aguacate
Ají
Algodón
Anonas
Añil
Avellana
Batatas
Cacao
Calabaza
Fresa silvestre
Frijoles
Granadillas
Guayaba
Henequén
Hevea (caucho)
Jenjibre
Jocote
Maguey (Agave atrovirens y Agave tequila)
Maíz
Mamey zapote
Maní
Níspero (chico zapote)
Opuntias o tunas
Papa
Papaya
Pimiento
Piña
Piñones de araucaria
Pitahayas
Sisal
Tabaco
Tomate
Vainilla (de orquídea silvestre)
Yuca
Zapote
Agutí (roedor)
Alpaca (domesticada)
Anta (o alce, o tapir)
Ciervos
Coccus cacti (1)
Guanaco
Llama (domesticada)
Pavo (domesticado)
Perro (tres tipos Vicuña diferentes a los europeos)

INTRODUCIDOS POR LOS CONQUISTADORES (**)

VEGETALES
ANIMALES
Acacias
Avena
Alfalfa
Café
Caña de azúcar
Durazno
Mango
Plátano

Trigo
Vid
Aves de corral Bovinos *
Caballares Ovinos, Caprinos **
Porcinos

• Domesticados hacia el año 5500 aC en Grecia y Turquía.
• Domesticados hacia el año 7500 aC en Irán.

Antes de la Conquista
(*) Principales
(**) Inicialmente

(1) El coccus cacti es un insecto que posibilita la obtenci�n de un tinte llamado grana cochinilla. Parasita las mopaleras (la ya citada especie vegetal Opuntia coccinell�fera).

Y finaliza diciendo: "Sin duda, la mecanizaci�n puede ayudar a eliminar el trabajo esclavizante y a conseguir mejores niveles de vida; sin embargo, en el futuro tendr� que ser controlada de alg�n modo si se quiere permitir una forma de existencia m�s independiente".

Lo expresado por Giedion hacia mediados del siglo XX tiene valor retroactivo y podr�a situarse por ello en lo ocurrido a partir de la ocupaci�n Europea del "Nuevo Mundo". En efecto, en el per�odo prehisp�nico los Pueblos Ind�genas hab�an alcanzado un alto nivel tecnol�gico en las actividades productivas agr�colas, compatible con el hoy denominado desarrollo social y ambientalmente sustentable o sostenible.

Prueba de ello, por ejemplo:

* el uso del "HUYSU" (24) en la preparaci�n de los suelos, que minimiza el riesgo de erosi�n y se adapta a cualquier sitio y tipo de suelo; 

* la construcci�n de Andenes y Camellones para habilitar al cultivo �reas que presentan serias restricciones (los Andenes posibilitan el control de diferentes pisos ecol�gicos y los Camellones el uso de zonas inundables, entre otras ventajas).

Los Camellones, en el per�odo Prehisp�nico, formaron parte del m�todo de producci�n agr�cola utilizado por Pueblos Ind�genas en la sabana de Mojos, por ejemplo.

* la construcci�n de "Campos-Lomas" (19) y otras variedades que responden a la tecnolog�a utilizada para el uso de superficies anegadizas, de la cual se encuentran evidencias en la citada sabana de Mojos (Bolivia) involucrando alrededor de 2.700 hect�reas (cabe destacar que los MOJOS ten�an herramientas cortantes y de aserrar hechas de hueso);

* y el uso de otra serie de instrumentos manuales (5).

Durante el per�odo de la Colonia fueron introducidos el Arado de Palo a tracci�n animal, la Hoz, la Chontilla, la Pala, el Pico, entre otros.

Si bien el Arado de palo posibilit� la labranza de mayores extensiones en menor tiempo, respecto a los instrumentos manuales, en cambio result� incompatible con el mantenimiento de los Andenes y Camellones, los que resultaron da�ados, destruidos y luego abandonados.

Este hecho implic� tambi�n el abandono, casi total, de los sistemas de riego construidos, as� como de las t�cnicas de protecci�n contra la erosi�n y, lo que es m�s grave a�n, la destrucci�n del sistema de producci�n que integraba el aprovechamiento de diversos pisos ecol�gicos. Esto �ltimo ejemplifica lo ocurrido en las �reas ocupadas por los Pueblos Andinos, pero puede ser aplicado en general a las �reas semejantes del "Nuevo Mundo".

En numerosas �reas la introducci�n del Arado con tracci�n animal respondi� a la necesidad de los conquistadores de satisfacer demandas de la poblaci�n del "Viejo Mundo" por determinados productos. Tal el caso ya citado del az�car de ca�a que hacia la finalizaci�n del siglo XIX suministraba alrededor de 1/5 parte de las calor�as consumidas por la poblaci�n inglesa, mientras que en el siglo XI era un producto pr�cticamente desconocido en Europa. La ca�a de az�car fue introducida en Europa por los Cruzados a su regreso.

En lo inmediato, con el arado y los nuevos cultivos cambi� la composici�n tradicional de la oferta de alimentos, con obvias consecuencias sobre la Poblaci�n del "Nuevo Mundo", ya que contribuy� a un per�odo de subalimentaci�n y mal nutrici�n que formaron parte de las causas del ya citado colapso demogr�fico que sucedi� a la conquista.

En aquellos tiempos los sobrevivientes de la invasi�n seguramente habr�an aprobado la sentencia de Giedion (1) al referirse a la "ilusi�n del progreso", cuando dijo: "Nos hallamos ante un gran mont�n de palabras y de s�mbolos mal utilizados, y junto a �l un inmenso almac�n repleto de nuevos descubrimientos, inventos y potencialidades, todos los cuales prometen una vida mejor. Nunca ha pose�do la humanidad tantos instrumentos para abolir la esclavitud, pero las promesas de una vida mejor no han sido mantenidas" y es posible "que las generaciones futuras designen a este per�odo como una �poca de barbarie mecanizada, que es la m�s repulsiva de todas las barbaries". M�s adelante volveremos a referirnos a las implicancias de la barbarie mecanizada.

8. Cambios en los Procesos de Desarrollo

Como se dijo, el desarrollo de las Comunidades rurales basado en modelos aut�ctonos fue sustituido por modelos impuestos por los conquistadores, implementados a partir del uso de mano de obra esclava, la abolici�n de los derechos de propiedad de las Comunidades, la concentraci�n de la tierra bajo regimen legal propietario y una orientaci�n definidamente mercantil de la producci�n.

La persistencia de algunos sistemas de propiedad y trabajo comunal s�lo fue posible en los casos en que ellos resultaban funcionales al sistema de propiedad y trabajo de los conquistadores, lo que no implic� la conservaci�n de la totalidad de las tierras en la organizaci�n Comunal, por cuanto el despojo y el establecimiento de diversas clases de servidumbres a sus ex-titulares fue pr�cticamente la norma en tiempos de la Colonia (25).

Como expresan F. Tudela et. al (7), los conquistadores y sus descendientes, as� como los beneficiarios directos de la desestructuraci�n de la organizaci�n de los Pueblos Ind�genas, "desarrollaron una econom�a mercantilista" caracterizada por la capacidad de f�cil y r�pida acumulaci�n de capital y orientada hacia los mercados externos y la demanda de los sectores sociales dominantes en la Colonia.

Ello dio lugar al establecimiento de "enclaves productivos centrados en alg�n producto espec�fico".En los inicios de la Colonia fueron los metales preciosos (fundamentalmente el oro, luego la plata), destac�ndose las extracciones realizadas en los yacimientos mineros de Potos� (Bolivia), Zacatecas y Guanajuato (M�xico), pero tambi�n las implementadas en el Caribe en las primeras d�cadas de ocupaci�n por Espa�a hasta el agotamiento de las reservas. Las estimaciones de Lynch, citadas por F. Tudela (7) informan que en el a�o 1.594 los metales preciosos constitu�an 95,6% del total de las exportaciones desde el "Nuevo Mundo" a Espa�a.

La actividad minera implic�, adem�s de su contribuci�n al exterminio de la Poblaci�n Ind�gena, una demanda altamente significativa de vigas de madera y le�a, cuyas extracciones de los bosques nativos implicaron la deforestaci�n de extensas superficies y sus obvias consecuencias sobre la biodiversidad de los ecosistemas forestales y el deterioro de la capacidad productiva de los suelos, particularmente significativas en los Pa�ses del Caribe.

El agotamiento de los yacimientos de los metales preciosos que hab�an posibilitado una f�cil acumulaci�n de riqueza, ocurrido en los primeros a�os del siglo XVII, hizo que los Europeos centraran su inter�s en los negocios extractivos y productivos forestales y agr�colas, incluyendo la recolecci�n de especies vegetales clasificadas como medicinales. Una de estas �ltimas, la zarzaparilla (arbusto sudor�fico y depurativo), constituy� hacia fines del siglo XVI el principal producto de exportaci�n de Centroam�rica.

Reiterando, el segundo proceso de acumulaci�n implementado por Espa�oles y Europeos en general, estuvo basado en sistemas de haciendas y de plantaciones, con mano de obra esclava y/o sujeta a diversas clases de servidumbres.

La esclavitud predomin� en las plantaciones cuyas producciones ten�an como principal destino los mercados europeos. Tales los casos, por ejemplo, de las plantaciones de ca�a de az�car y pl�tanos que iniciaron sus procesos de expansi�n en el "Nuevo Mundo" a partir de los a�os 1.493 y 1.516, respectivamente, si bien en algunos Pa�ses de la Regi�n la introducci�n y expansi�n se produjo reci�n hacia fines del siglo XIX. En puntos anteriores nos hemos referido a los procesos de expansi�n de dichos cultivos en el Caribe y en Centroam�rica.

El cultivo de la ca�a de az�car se expandi� en Brasil en los siglos XVII y XVIII generando deforestaciones, abandono de suelos por agotamiento de nutrientes, procesos de desertificaci�n y grandes movimientos de poblaci�n determinados por las necesidades del cultivo.Los procesos de desertificaci�n fueron potenciados por los libres desplazamientos de las existencias bovinas (especie domesticada hacia el a�o 5.500 a.C. en Grecia y Turqu�a) y caprinas (domesticada hacia el a�o 7.500 a.C. en Ir�n) diseminadas en el Nordeste Brasile�o.

En Centroam�rica, adem�s de la ya citada zarzaparilla, desde mediados del siglo XVI hasta diversos momentos del siglo XVII se destacaron las producciones de b�lsamos, cacao (sus granos se utilizaban como moneda en actos de intercambios), �ndigo y grana cochinilla.El auge del cacao se sit�a hacia el a�o 1550, pero termin� de manera abrupta como casi todos los cultivos destinados a la generaci�n de productos para el mercado externo europeo, de aquellos tiempos.

El establecimiento de sistemas campesinos de subsistencia y la persistencia de los sistemas de propiedad y trabajo comunal fueron la contracara funcional a las econom�as mercantilistas.

Existen pocos estudios sobre las implicancias econ�micas de los citados sistemas, destac�ndose los realizados por el CIDA en siete (7) Pa�ses de Am�rica Latina en la d�cada de los a�os 60 (25).

En el siglo XIX los sistemas de haciendas y plantaciones ensayaron la expansi�n de cultivos tempranamente introducidos en los Pa�ses del Caribe, destac�ndose entre ellos el caso del caf�, originario de Etiop�a (la actual forma de utilizaci�n fue adoptada en el siglo XIII).Como resultado de ello, en la tercera d�cada del citado siglo se incorporaron como exportadores otros Pa�ses de la Regi�n (Venezuela y Costa Rica), pero el auge se manifest� reci�n hacia fines de dicho siglo (7), destac�ndose Brasil.

En dicho Pa�s, la poblaci�n de San Pablo creci� entre 1890 y 1930 de 70 mil a casi un mill�n de habitantes. Diversos autores se�alan el negativo impacto ambiental ocasionado por la sustituci�n del cultivo del caf� bajo sombra, por el caf� caturra sin sombra, realizado adem�s "en detrimento de su calidad".

En el siglo XIX y en las primeras d�cadas del XX las econom�as de numerosos pa�ses de Am�rica Latina y del Caribe depend�an de la exportaci�n de uno o de muy pocos productos, determinando significativos impactos sobre ellos los cambios ocurridos en los mercados de destino. Muchos de dichos productos eran obtenidos a partir de recursos no renovables, fundamentalmente mineros.

En s�ntesis (7), la orientaci�n productiva predominante en los Pa�ses de la Regi�n gener� las condiciones necesarias para contribuir a un sensible deterioro ambiental, manifiesto en procesos de deforestaci�n, erosi�n, desertificaci�n, p�rdidas de biodiversidad, dilapidaci�n y desaprovechamiento de recursos renovables y no renovables. Algunos de dichos procesos, mitigados en t�rminos de sus respectivos alcances globales en raz�n de haberse desarrollado en enclaves productivos y a la utilizaci�n de m�todos de producci�n con bajos requerimientos energ�ticos.

Del mal manejo de los recursos existen innumerables ejemplos, pero los m�s evidentes y conocidos son los del guano (de gaviotas, cormoranes, pel�canos, etc., alimentados con anchovetas o sardinas), cuya exportaci�n gener� alrededor de las 3/4 partes de las divisas obtenidas por el Per� hacia mediados del siglo XIX, estim�ndose que entre 1.840 y 1.880 este Pa�s export� alrededor de 12 MILL de toneladas de dicho fertilizante natural.

La intensidad de la extracci�n agot� dicho recurso sin que se previera la constituci�n de un capital sustitutivo generador de renta. Un caso similar es el del salitre (tambi�n fertilizante) localizado en la provincia de Tarapac� y cuyo control dio lugar a la guerra del Pac�fico (1879-1883) que concluy� con la incorporaci�n de la citada Provincia a la Rep�blica de Chile.

De la exportaci�n de sus nitratos el Estado Chileno lleg� a obtener alrededor de 2/3 de sus ingresos. Luego, los fertilizantes sint�ticos desplazaron al natural. O sea, la historia de los productos es similar a la ya explicitada en relaci�n a otros productos coloniales (zarzaparilla, grana cochinilla, a�il, etc.).

9. Algunos Cambios en los "Programas" de Producci�n hasta las primeras
d�cadas del Siglo XX

9.1 En las Antillas Mayores

En general, las Antillas Mayores (Hait�, Santo Domingo, Cuba, Jamaica y Puerto Rico) comparten las consecuencias de haber sido los primeros territorios ocupados por Espa�a, principalmente, y otros Pa�ses del Viejo Mundo.

O sea, la esclavitud y el exterminio de sus Pueblos Ind�genas, seguidas por una similar pr�ctica respecto a la poblaci�n africana introducida en el "Nuevo Mundo" como mano de obra esclava; el agotamiento de los yacimientos de oro; la deforestaci�n de la pr�cticamente totalidad de sus ecosistemas forestales; la consecuente p�rdida de biodiversidad; el colonialismo; la independencia (en algunos casos) tard�a y en peque�as fracciones de territorio; la persistencia de los sistemas de plantaciones; la alta vulnerabilidad de sus econom�as como consecuencia de la dependencia de pocos productos que concurren a mercados de dudosa transparencia; entre otras consecuencias que dificultan sus respectivas realizaciones.

i) Hait�/Santo Domingo, que desde los �ltimos a�os de la segunda d�cada del siglo XVI dependieron de la ca�a de az�car, agregando en las primeras d�cadas del siglo XVIII exportaciones de productos de la ganader�a, tabaco, cacao, algod�n y caf� y, a ellos, henequ�n y pl�tano en el siglo XX, contin�an hoy recibiendo los impactos negativos de dicha dependencia, sobre todo Hait� cuya organizaci�n productiva muestra mayor debilidad.

ii) Cuba fue asiento de la introducci�n y expansi�n de las existencias pecuarias introducidas en los primeros a�os de ocupaci�n Espa�ola y de la implantaci�n, desde los inicios de la segunda d�cada del siglo XVI, del cultivo de la ca�a de az�car. La expansi�n de �ste ocurri� desde mediados del siglo XVII y en los comienzos del siglo XIX sustituy� a Hait� como exportador de az�car. 

La expansi�n del citado cultivo, adem�s de los de tabaco y caf�, restringi� severamente las posibilidades de producci�n de otros productos de la agricultura para el consumo interno, por lo que debi� importar cereales, carne salada, etc.

Luego de su independencia de los EE.UUNA (ocurrida a inicios del siglo XX), Cuba increment� significativamente la exportaci�n de az�car (en su casi totalidad cruda) y de tabaco, pero disminuy� la producci�n de caf� cuyo volumen no alcanzaba a satisfacer el consumo interno, y contin�o la importaci�n de trigo, maiz, frijol, huevos, etc.

A partir de los primeros a�os de la d�cada del 1.960 increment� la producci�n de alimentos destinados al mercado interno. La evoluci�n reciente se analiza m�s adelante.

iii) Jamaica, hasta su ocupaci�n por los ingleses en el a�o 1.655, exportaba productos de la ganader�a (carne, cueros y manteca de porcinos), az�car, tabaco, cacao y madera tintorea. A partir de dicha ocupaci�n contin�o con la ganader�a y el cultivo de la ca�a de az�car, abandonando en cambio el de cacao. En el a�o 1.728 introdujo el cultivo de caf�. Posteriormente, hacia mediados del siglo XIX abandon� el cultivo de la ca�a de az�car y hacia fines del mismo siglo expandi� el cultivo del pl�tano como resultado de la instalaci�n de la United Fruit Co.

Por �ltimo, hacia fines de la cuarta d�cada del siglo XX se produjo el descubrimiento de la Bauxita que pas� a ser su principal producto de exportaci�n, manteniendo su importancia la actividad pecuaria, y hacia fines de los a�os '50 se observ� una muy significativa expansi�n del cultivo del cacao, mientras el Pa�s se convert�a en el mayor productor mundial de Bauxita (en el a�o 1.961 su producci�n constituy� alrededor de 25 % de la producci�n mundial). Contrariamente, se registr� un fuerte incremento en las importaciones de productos agr�colas necesarios para atender los requerimientos alimentarios de la poblaci�n.

iv) Puerto Rico, la introducci�n del cultivo de la ca�a de az�car se inici� en el a�o 1.516 y el de la palma cocotera en el a�o 1.549, precedidos en la Isla por el cultivo del jengibre y la introducci�n de ganado. El az�car, el jengibre y los cueros constitu�an los principales productos de exportaci�n.

En los siglos XVII, XVIII y hasta mediados del XIX los principales cultivos fueron los de tabaco, caf�, ca�a de az�car y algod�n. El caf� y el tabaco eran los principales componentes de la exportaci�n. En el a�o 1.898 lleg� a su fin el dominio Espa�ol, a partir de lo cual se inici� una fuerte expansi�n de los cultivos de la ca�a de az�car, tabaco y frutas tropicales para satisfacer demandas del mercado norteamericano.

9.2 En las Antillas Menores

La ausencia de oro en las Antillas Menores (Islas V�rgenes, Islas de Barlovento, Trinidad y Tobago � Islas de Sotavento) determin� un trato diferente por parte de los invasores. As�, las Islas V�rgenes fueron utilizadas para el comercio de esclavos y la producci�n de tabaco y az�car, adem�s de la introducci�n de ganado. Reci�n a comienzos del siglo XX se constituy� en base carbonera y petrolera, mientras que el cultivo de la ca�a de az�car dio paso a los de legumbres tempranas para el mercado norteamericano.

En las Islas de Barlovento se introdujeron los cultivos de la ca�a de az�car, tabaco, ma�z y frijoles, que se agregaron a los de yuca y algod�n. Hacia el a�o 1.626 desde las Islas se exportaba tabaco, pero ya hacia 1.650 este cultivo hab�a perdido toda relevancia y la exportaci�n estaba integrada por algod�n, cacao, a�il y jengibre.

Desde el siglo XVIII el az�car de ca�a, la melaza y el ron constituyeron la base de la exportaci�n y hacia mediados del siglo XX la ca�a de az�car continuaba siendo un cultivo importante, al igual que los cultivos de pl�tano, nuez moscada, vainilla, frutas c�tricas, algod�n, cacao, coco y maranta (tub�rculo feculento), pudiendo decirse que cada Isla del conjunto tiene una especializaci�n respecto a los citados productos, a los que debe agregarse el creciente turismo.

Hacia el siglo XVII los cultivos de ma�z, arroz y yuca, acompa�ados de la cr�a de ganado constitu�an las principales actividades productivas de la Isla de Trinidad, la que permaneci� bajo dominio espa�ol hasta que fue ocupada por los ingleses en el a�o 1797.

En la Isla de Tobago la agricultura fue organizada cuando pas� definitivamente al dominio ingl�s en el a�o 1814.

Las exportaciones de la Isla de Trinidad cobraron cierta significaci�n reci�n a partir de mediados del siglo XVIII, destac�ndose primero las de algod�n, desplazadas luego por las de az�car. Desde mediados del siglo XIX la ca�a y el cacao (hasta el a�o 1920), con la palma cocotera, los c�tricos y el caf�, se constituyeron en la base agr�cola de la Isla.

La atracci�n de los conquistadores de las Islas de Sotavento (Margarita, Tortuga, Curacao, Aruba y Bonaire, son las principales) fue la existencia de ricos bancos de madreperla, cuya productividad fue agotada por la magnitud de la extracci�n. Algunas de estas Islas sirvieron de base a las operaciones de filibusteros y bucaneros, adem�s de los tratantes de esclavos. Desde el punto de vista agr�cola fueron y son de muy escasa, a nula importancia.

9.3. En M�xico y Guyana

i) En la Pen�nsula de Yucat�n (�rea de M�xico) la resistencia MAYA al pleno dominio Espa�ol fue vencida hacia fines de la quinta d�cada del siglo XIX y, a la finalizaci�n de �ste, se redescubri� el cultivo de diferentes clases de Agaves de las que se obtienen las fibras sisal y henequ�n, que hab�an sido utilizadas por los Mayas en el per�odo Prehisp�nico. La expansi�n del cultivo se realiz� como monocultivo sustituyendo sus productos el uso del ca�amo de Manila.

La Pen�nsula de Yucat�n ejerci� el monopolio en las producciones de sisal y henequ�n hasta que el cultivo del agave fue introducido con �xito en el Oriente de Africa, Madagascar y Java, entre otras �reas tropicales. A partir de los a�os '40 del siglo XX el cultivo entr� en crisis. Otros cultivos importantes en esta �rea fueron la ca�a de az�car y el ma�z.

ii) En la hoy Guyana, desde el siglo XVIII la principal actividad productiva agr�cola consisti� en la extracci�n de maderas, incluyendo las tintoreas, actividad que se extendi� hasta el siglo XX agregando la extracci�n de Chicle (savia del Achras sapote) y el cultivo de la Palma cocotera. Hacia fines de la d�cada de los '50 se establecieron colonias Menonitas basadas en los cultivos de ma�z y arroz, y posteriormente en la producci�n l�ctea. 

iii) En la Llanura de la Costa del Golfo y la Sierra Madre Oriental. En este territorio los espa�oles desarrollaron el comercio de esclavos con destino a la actividad minera implementada en la Altiplanicie, incorporando posteriormente los aprovechamientos de madera y caucho, mientras que el descubrimiento de petr�leo desde comienzos del siglo XX transform� una significativa porci�n de su paisaje.

iv) En la Altiplanicie o Meseta Central. Desde Veracruz, la Meseta Central fue invadida por H.Cort�s en el a�o 1.519. La extracci�n de minerales fue la principal actividad econ�mica durante el per�odo colonial, acompa�ada por la agr�cola (basada tanto en especies nativas como ex�ticas, principalmente el trigo y la cebada entre estas �ltimas) y la pecuaria involucrada en ellas (cr�a de bovinos para obtenci�n de carne y para uso en tracci�n, as� como de otros animales para tracci�n y carga).

La agricultura y la ganader�a eran implementadas en extensos latifundios cuya instalaci�n implic� la concentraci�n de tierras que antes estaban distribuidas entre los Pueblos Ind�genas. La expansi�n de los latifundios (en cantidad y extensi�n) lleg� a su punto m�ximo hacia fines del siglo XIX, pero en el a�o 1.917 se inici� el proceso de reversi�n de la concentraci�n de tierras, sin que pueda asumirse que el mismo haya conclu�do.

v) En la Altiplanicie Arida de M�xico Septentrional y la Sierra Madre Occidental. En tiempos de la invasi�n la poblaci�n de la Altiplanicie estaba constituida por recolectores y cazadores n�madas y s�lo los habitantes de la Sierra Madre eran agricultores. Todos ellos resistieron la invasi�n y por consiguiente el sometimiento a la esclavitud en la actividad minera, excluyente centro de inter�s de los conquistadores.

Los siglos XVII, XVIII y hasta la tercera d�cada del XIX contin�o predominando la actividad minera y la resistencia Ind�gena, registr�ndose d�biles incrementos de la producci�n agropecuaria, funcional a la actividad principal. Luego ocurri� la guerra con los EEUUNA, introduciendo un nuevo elemento de restricci�n al desarrollo del sector agr�cola.

En las �ltimas d�cadas del siglo XIX y en las primeras del XX contin�o una intensa actividad minera acompa�ada de la cr�a de ganado vacuno. En el transcurso del primer tercio de este Siglo se construyeron significativas obras para riego que posibilitaron la expansi�n de la superficie cultivada con algod�n y trigo, principalmente, adem�s de frutales, entre otras especies, dando lugar al surgimiento de grandes centros urbanos. La colonizaci�n Menonita tuvo alto significado en el �ltimo poblamiento del territorio por Europeos.

vi) En el Noroeste de la Costa del Pac�fico. En tiempos de la invasi�n las poblaciones que habitaban este territorio cultivaban principalmente ma�z, frijoles y algod�n, y la pesca constitu�a una importante fuente de alimentos, pero ya hacia mediados del siglo XVI la poblaci�n ind�gena localizada al sur del hoy Valle de Culiac�n hab�a sido extinguida casi por completo. Como no se encontraron yacimientos metal�feros de significaci�n este territorio fue prontamente abandonado.

Los siglos XVII y XVIII fueron de lento poblamiento por Europeos, principalmente espa�oles, dedicados a las actividades de cr�a de ganado y a la miner�a. Los enfrentamientos con los antiguos habitantes del territorio fueron frecuentes pero desiguales hasta la pr�cticamente extinci�n de las Etnias Ind�genas.

Desde los inicios del siglo XX la presencia del ferrocarril dinamiz� la actividad minera y el poblamiento del territorio por ganaderos y agricultores beneficiados por la incorporaci�n de sistemas de riego. Hacia mediados de este siglo se foment� la construcci�n y habilitaci�n de obras para riego, con aguas superficiales y subterr�neas, que incrementaron significativamente la superficie regada dando lugar a un fuerte crecimiento de la poblaci�n y al fortalecimiento de grandes centros urbanos en el territorio.

vii) En el Delta del R�o Colorado. Hasta mediados del siglo XIX la influencia Espa�ola fue de escasa significaci�n, pero luego se intensific� el aprovechamiento del territorio mediante la actividad pecuaria implementada por ganaderos de los EEUUNA. En el presente siglo �sta fue reemplazada por la agricultura bajo riego, con el algod�n como principal cultivo y con fuerte participaci�n en el volumen total de la producci�n algodonera mexicana; siendo tambi�n significativas las producciones de frutales y legumbres.

viii) En Baja California. En tiempos de la llegada de los Espa�oles la poblaci�n Ind�gena viv�a de la recolecci�n, la caza y la pesca. Hasta mediados del siglo XVIII todav�a viv�an en el territorio alrededor de 50.000 habitantes, pero en la actualidad se trata de Etnias sin sobrevivientes.

Hacia fines del siglo XVI los espa�oles construyeron una Villa como centro de operaciones para la recolecci�n de perlas. Con interrupciones, esta actividad continu� hasta poco m�s de mediados del siglo XVII. Hacia fines de dicho siglo comenz� el establecimiento de los Jesuitas y ya a mediados del siglo XVIII los Ind�genas cultivaban ma�z, algod�n, frutales, vid y trigo bajo riego, pero sin escapar a los resultados del colapso demogr�fico reiteramente citado.

A comienzos del siglo XIX las Misiones y los sistemas de riego estaban en ruinas y los pocos Ind�genas sobrevivientes se encontraban dispersos, como antes de la llegada de los Espa�oles. En la segunda mitad de dicho siglo se establecieron latifundios ganaderos y se introdujo nuevamente la agricultura, destac�ndose las plantaciones de ca�a de az�car, palma cocotera, pl�tanos y otros frutales. En el siglo XX contin�o la extracci�n de perlas, la explotaci�n de minerales, la actividad ganadera, el cultivo de trigo y de vid, pero pr�cticamente sin poblaci�n Ind�gena.

ix) En las Tierras Monta�osas del Sur.La invasi�n Espa�ola a estas Tierras comenz� a continuaci�n de la ca�da del Imperio AZTECA, o sea en el a�o 1.521, implicando la apropiaci�n de extensas superficies de suelos f�rtiles que fueron organizadas en haciendas, mientras a los Indios se les permit�a el acceso a tierras que hab�an permanecido incultas.

Posteriormente, las haciendas comenzaron a avanzar sobre dichas tierras continuando con el despojo iniciado a partir de la invasi�n y estableciendo "encomiendas de tributo" y "encomiendas de servicio", seg�n el grado de libertad permitido a la poblaci�n Ind�gena.

Las tierras del Valle de Oaxaca fueron usadas en la agricultura en general, mientras que hasta los 1.400 mt. s.n.m. se implant� el cultivo de la ca�a de az�car para abastecer a la Meseta  Central, y las Sabanas de los Llanos y de la Cuenca del Centro de Chiapas fueron usadas principalmente en la actividad pecuaria cuyas existencias alcanzaron significativas magnitudes en el transcurso del siglo XVII.

En la �poca colonial, de este territorio se exportaban minerales, cochinilla, algod�n, az�car, cacao y cueros.

A comienzos del siglo XIX, luego de la Independencia, se moderniz� la extracci�n minera que estaba en manos de una empresa Inglesa, pero hacia mediados de dicho siglo esta actividad fue pr�cticamente abandonada. En las �ltimas d�cadas del mismo, desde Guatemala, colonos alemanes introdujeron en latifundios el cultivo del Caf� y ya en las primeras d�cadas del siglo XX alrededor de las 3/4 partes de la superficie implantada en Chiapas era de propiedad de norteamericanos y europeos.

La organizaci�n de los cafetales, que implic� el asentamiento de poblaciones Ind�genas que aportan la mano de obra transitoria utilizada principalmente en la cosecha, a dado lugar a una significativa deforestaci�n sin que ello haya significado un mejoramiento en la calidad de vida de los involucrados en dichas poblaciones.

La segunda guerra mundial ocasion� la incautaci�n de las superficies propiedad de Alemanes y su posterior divisi�n y distribuci�n entre trabajadores agr�colas sin tierra, o la asignaci�n a Comunidades Ind�genas.

9.4 En Centroam�rica

i) En la Regi�n del Atl�ntico.En tiempos de la invasi�n era un territorio con muy baja densidad de Poblaci�n. En algunas �reas los Ind�genas eran agricultores mientras que en otras el principal sustento proven�a de la caza y la pesca.

La llegada de los Espa�oles a la Costa de Honduras se produjo en el a�o 1.502 y, como en el resto del territorio, el centro de inter�s fue la obtenci�n de oro.

A fines del siglo XVI se produjo el desembarco del Ingl�s Francis Drake. A partir de esos tiempos los Ingleses iniciaron la extracci�n  de maderas tint�reas y �bano de las selvas lluviosas.

Aprovechando la debilidad de los Espa�oles, a comienzos de la segunda d�cada del siglo XVIII los M�squitos con el apoyo de los Ingleses declaran Estado Independiente a la Zona Costera (Reino de la Mosquitia).La alianza M�squitos - Gran Breta�a se mantuvo hasta mediados del siglo XIX, en que el pa�s europeo renunci� a la ocupaci�n de las Costas Atl�nticas de Nicaragua y de Costa Rica.

Algunas �reas de la Costa Atl�ntica de Guatemala, Nicaragua, Costa Rica y Panam� adquirieron importancia como exportadoras de pl�tanos. La implantaci�n del cultivo en gran escala, por parte de una empresa norteamericana, tuvo lugar a comienzos del siglo XX implicando la deforestaci�n de extensas superficies ocupadas por selvas.

En Honduras, el m�todo de producci�n utilizado signific� que hacia fines de la d�cada de los a�os '30 del siglo XX la empresa norteamericana abandonara las plantaciones (por insuficiencia de nutrientes en los suelos y por la presencia de plagas y enfermedades de alta significaci�n en los rendimientos) y que el Gobierno distribuyera las mismas entre algunos colonos.

ii) En la Regi�n del Pac�fico.A partir del a�o 1.513 Balboa inici� el proceso de ocupaci�n de las tierras Centroamericanas del Pac�fico.

Como en los casos ya tratados, el objetivo central consist�a en la apropiaci�n del oro y las tierras (estas �ltimas para ser redistribuidas entre los conquistadores y organizadas bajo los sistemas de hacienda o de plantaci�n), lo que siempre iba asociado a la esclavitud de los Pueblos dominados y al ingreso de habitantes de otras regiones sometidos tambi�n a la esclavitud.

A la invasi�n sigui� la introducci�n de algunas especies vegetales y de animales dom�sticos; aquellas, acompa�adas del arado y otros instrumentos utilizados en la agricultura Europea.

En tiempos de la colonia la Regi�n exportaba metales, principalmente oro y plata, adem�s de a�il y cochinilla. Como ya se expres�, la sustituci�n de estos colorantes por las anilinas Alemanas implic� la introducci�n del caf� (alrededor del a�o 1.880) con fines de exportaci�n en reemplazo de aquellos.

Pero reci�n hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX las plantaciones de caf� asumieron caracter�sticas de grandes empresas.

El cultivo se expandi� al interior localiz�ndose en �reas situadas entre los 1.200 y los 1.500 m.s.n.m. A partir de entonces las exportaciones de caf� tienen alta signifcaci�n para las econom�as de los Pa�ses Centroamericanos.

9.5. En Sudam�rica

i) En los Andes Septentrionales

La llegada de los Espa�oles a este territorio tuvo como objetivos la b�squeda de oro, y de esclavos para sus actividades en las Antillas. A ellas agreg� la recolecci�n de perlas que abundaban en la Pen�nsula de Paria. Esta �ltima actividad tendi� a disminuir sustantivamente hacia fines del siglo XVI por agotamiento de la madreperla.

Los objetivos de los Espa�oles, con parciales acompa�amientos de Alemanes, determinaron la transitoriedad de los asentamientos y la destrucci�n de las culturas aut�ctonas a trav�s del exterminio de las Etnias que habitaban este territorio.Panam� fue convertida en el punto concentrador de la oferta de esclavos.

Reci�n en la tercera d�cada del siglo XVI comenz� la fundaci�n de asentamientos permanentes, aunque lamentablemente el origen de ellos fue el de establecer bases para las expediciones hacia el interior del territorio en b�squeda de El Dorado. Los objetivos siguieron siendo los mismos, desde 1.492 en adelante.

En el interior de este territorio los Chibchas implementaban una  agricultura intensiva produciendo ma�z, papas, quinoas y batatas. Mediante el trueque con otras Etnias (por sal, coca, frutas tropicales, entre otros productos) acumulaban oro y esmeraldas.

La ileg�tima apropiaci�n de dichas riquezas, por los Espa�oles, determin� el exterminio de <>la Poblaci�n Ind�gena.

En los Andes Septentrionales los Espa�oles y, en algunas �reas, otros grupos Europeos, basados en el trabajo esclavo extra�an la corteza de quina para la exportaci�n, situaci�n que se prolong� hasta alrededor del a�o 1.880 en que se manifestaron en plenitud los efectos negativos de la extracci�n no sostenible, momento que coincidi� con una significativa disminuci�n del precio de la quinina.

Tambi�n en la primera parte del siglo XIX se hab�a abandonado la producci�n de a�il, que se exportaba desde Venezuela. Mientras tanto, como en tiempos de la Colonia, continuaban manteniendo su importancia el cacao y el az�car, complementados posteriormente con el caf�.

ii) En los Llanos del Orinoco

La penetraci�n Espa�ola - Alemana en Los Llanos se produjo reci�n entre los a�os 1.536 y 1.541, pero fracas� en su intento de apropiaci�n del territorio por la resistencia Ind�gena, lo que limit� la fundaci�n de pueblos.

De la misma manera fracasaron intentos de asentamientos de Ordenes Religiosas implementados hacia mediados del siglo XVII, cuyo objetivo era el de nuclear la poblaci�n Ind�gena en grandes pueblos.Hacia comienzos del siglo XIX no quedaba en pie ninguna Misi�n.

A mediados del siglo XVI ocurri� la introducci�n de ganado europeo en Los Llanos, constituy�ndose de all� en m�s en su principal actividad econ�mica.

iii) En la �rida Costa Occidental

Antes de la invasi�n, ocurrida hacia fines de la tercera d�cada del siglo XVI, los Ind�genas cultivaban principalmente el ma�z, adem�s de yuca, batatas, frijoles y legumbres. Pero en sus huertos produc�an tambi�n paltas (Persea gratissima) y algod�n.Los animales dom�sticos eran el perro y el conejillo de Indias. Tambi�n revest�a una significativa importancia la pesca, cuyos productos eran transferidos al Altiplano en trueque.En la agricultura usaban el guano y el riego, y constru�an terrazas.

Desde el inicio de la ocupaci�n los Espa�oles demostraron muy poco inter�s por las �reas Costeras, por cuanto solo estaban interesados en el oro del Imperio Incaico. Ello determin� el uso de los habitantes costeros como "cargadores", bajo un r�gimen de muy cruel esclavitud que pr�cticamente implic� el exterminio de los Ind�genas de las Etnias que habitaban en la Costa.

iv) En los Andes Centrales

Se considera que en tiempos Prehisp�nicos era la Regi�n de Sudam�rica con mayor densidad de poblaci�n.

La ocupaci�n Espa�ola comenz� por el Cuzco y su objetivo fue similar al reiteradamente expresado: el enriquecimiento en el menor tiempo posible. Y para ello apel� a mano de obra esclava, tanto para la actividad minera y la producci�n de coca como para el transporte de la carga en las expediciones. Y tambi�n, como en los casos ya citados, ello implic� el exterminio de los habitantes de numerosos Pueblos Ind�genas.

La derrota del Imperio Incaico y la esclavitud de sus habitantes ocasion� el abandono de peque�os centros poblados y de superficies usadas en la agricultura, y a medida que se produc�a el agotamiento de yacimientos mineros el abandono alcanz� tambi�n a las ciudades y pueblos utilizadas como asentamientos para la poblaci�n involucradas en la explotaci�n de aquellos.

Tales los casos, por ejemplo, de la Villa Imperial de San Juan del Oro abandonada por el agotamiento de los yacimientos de Carabaya, y las fluctuaciones (con clara tendencia decreciente) en cuanto a la cantidad de habitantes por las que atraves� desde la Colonia hasta tiempos recientes la ciudad minera de Potos� (en tiempos de la Colonia su poblaci�n alcanz� niveles de alrededor de 200 mil personas mientras que en la actualidad se encuentra lejos de los 100 mil habitantes), en raz�n de su total dependencia de la actividad minera.

En este territorio, desde la Colonia hasta hoy se contin�a con la extracci�n de minerales; la cr�a de auqu�nidos, cabras, ovejas y burros, usando el M�todo de Producci�n Pecuaria Tradicional, y cultivos cuyas superficies son de escasa significaci�n, con claro predominio de cebada y alfalfa (ambas ex�ticas), implementados  tambi�n mediante el uso de M�todos de Producci�n Tradicional que han incorporado solo el arado y la tracci�n a sangre. El nivel de nutrientes en los suelos cultivados obliga a establecer largos per�odos de descanso (hasta 12 a�os), luego de pocos a�os de cultivo.

Esta Regi�n es importadora de la casi totalidad de los bienes requeridos por su poblaci�n y exportadora de metales. En tiempos de la Colonia � incluso en el siglo XIX y comienzos del XX exportaba oro y plata; luego, hasta alcanzar una significativa importancia que dur� hasta mediados del siglo XX, esta�o, destac�ndose adem�s a nivel mundial como una de las principales extractoras de tungsteno y una importante abastecedora de cobre.

v) En los Paisajes Boscosos del Este

La poblaci�n TUPI GUARAN� que habit� y habita las serran�as cubiertas de bosques (o Tierras Monta�osas del Este de Bolivia) result� una barrera pr�cticamente infranqueable para los conquistadores y reci�n hacia fines del siglo XIX pudo ser dominada, inici�ndose a partir de all� el poblamiento por el hombre blanco y los Ind�genas del Altiplano.

Desde el punto de vista agr�cola su producci�n fue tradicionalmente para el autoconsumo de los productores, destac�ndose el cultivo del ma�z. Su base econ�mica comenz� a ser modificada a partir del descubrimiento de petr�leo e inicios de su extracci�n, cuyo volumen se constituy� en el principal componente del abastecimiento nacional.

Forman tambi�n parte de estos Paisajes los bosques denominados Yungas, Monta�a u Oriente, distingui�ndose tres fajas fitogeogr�ficas:

a) entre los 2.100 y los 3.500 m.s.n.m.se encuentran los denominados Bosques Nublados (bosques bajo influencia fuerte de nubes), bosques de ceja o cejas de monta�a ("Los Bosques Nublados en el Tr�pico H�medo". T.Stadtmuller. UNU-CATIE, Turrialba, febrero 1986),

b) debajo de los 2.100 y hasta los 1.200 m.s.n.m. se encuentran los llamados Bosques serranos, en los que abundan los helechos arb�reos.

Entre la ceja y los bosques serranos se encuentra el llamado �rbol de la Quina (Chinchona officinalis) y otras especies del mismo g�nero. Hasta comienzos de la sexta d�cada del siglo XX esta especie se encontraba todav�a sometida a una intensa explotaci�n destinada al abastecimiento de la industria farmac�utica, aunque ya desde el siglo XIX Java y Ceyl�n se hab�an convertido en los principales abastecedores mundiales de esta materia prima, a partir de que el bot�nico alem�n Hankarl introdujo esta especie, llevada desde Am�rica a Java.

c) por debajo de los 1.200 m.s.n.m. empieza la Selva lluviosa tropical.

No obstante el descubrimiento de oro en el Oriente y en las Yungas el poblamiento por espa�oles en tiempos de la Colonia fue lento por la resistencia de los Ind�genas que lograron destruir numerosas poblaciones mineras.

Reci�n en el siglo XX fueron establecidos grandes establecimientos para la extracci�n de oro, mientras que desde el punto de vista agr�cola, desde los tiempos prehisp�nicos a la fecha se contin�a en las Yungas con los cultivos de coca. En el siglo XX los cultivos incluyen plantaciones de caf� y de cacao, aunque en peque�a escala. Las dificultades para el transporte de la producci�n constituye a�n hoy una de las principales restricciones para la expansi�n de los cultivos.

vi) En Chile Central (desde Vallenar hasta Los Angeles)

La poblaci�n Ind�genas, los ARAUCANOS, nunca fueron muy numerosos.Usaban la azada y las principales especies cultivadas eran el ma�z, la papa y los frijoles del pa�s (Phaseolus vulgaris). Recolectaban frutos de especies nativas como la fresa silvestre (Fragaria chilensis), la avellana (Quadia heterophylla) y los pi�ones de la araucaria. Elguanaco, era el �nico animal domesticado.

A este espacio lleg� Diego del Almagro en el a�o 1.535, pero al no encontrar oro regres� al Per�. La efectiva ocupaci�n de estas tierras por los espa�oles comenz� en 1.541 bajo las ordenes de Valdivia, quien fund� en dicho a�o Santiago de la Nueva Extremadura; en el 1.544 La Serena y en el a�o 1.550 La Concepci�n. La resistencia de los ARAUCANOS impidi� el avance espa�ol m�s all� del r�o Maule. La lucha por el territorio, en la frontera sur, se extendi� hasta avanzado el siglo XIX.

La importancia del oro en la econom�a de Chile Central perdi� prontamente significaci�n, pero la miner�a de plata y cobre fue incrementando la extracci�n. No obstante ello, la actividad agr�cola fue aumentando su importancia hasta convertirse en la base de la econom�a de la Regi�n, situaci�n que se extendi� hasta el presente Siglo aunque con un significativo aporte de la miner�a de cobre.

En los primeros tiempos de la Colonia el ma�z fue el cereal de mayor importancia, mientras que superada la mitad del siglo XX fue pr�cticamente sustituido por el trigo sin que ello implique el autoabastecimiento de la demanda harinera.Los cultivos de la vid y de frutales introducidos de Europa (principalmente c�tricos) tuvieron dis�mil evoluci�n, siendo marcadamente superior la correspondiente a la vid.

La estructura de tenencia de la tierra en este territorio, como en casi todos los pa�ses del "Nuevo Mundo", limit� seriamente las posibilidades de expansi�n de la producci�n agr�cola hasta tiempos relativamente recientes.

vii) En Chile Meridional (al sur del r�o Tolten)

Si bien los espa�oles se establecieron en el territorio en el transcurso de los tiempos de la conquista, la verdadera ocupaci�n fue implementada por alemanes a partir de mediados del siglo XIX, excepto Chilo� que constituy� un asentamiento espa�ol t�pico.

En tiempos de la conquista la mayor concentraci�n de poblaci�n Ind�gena ARAUCANA o MAPUCHE (sucedi� a una cultura de cazadores y recolectores superiores que formaban parte de la Naci�n TEHUELCHE) estaba localizada entre los r�os Tolt�n y B�o B�o, estim�ndose que la asentada entre ellos totalizaba alrededor de 250.000 habitantes. 

Practicaban una agricultura de secano, pero en menor escala que la agricultura bajo riego implementada en Chile Central. Viv�an dispersos, no nucleados en Pueblos.La expansi�n de la agricultura y posteriormente de la ganader�a en sustituci�n de una sustantiva parte de aquella, cuando no el abandono de superficies luego del agotamiento de los nutrientes de los suelos, ocurri� en la segunda mitad del siglo XIX, como ya se dijo, luego de una roza depredadora del bosque nativo ordenada por el director de Colonizaci�n sobre 5.000 km� localizados en Osorno.

La ISLA CHILOEabarca alrededor de 8.500 km� y durante la Colonia la actividad de poblamiento por los espa�oles careci� de significaci�n debido a que sus recursos no posibilitaban procesos de enriquecimiento en el corto plazo. En general, los habitantes de la Isla trabajaban y trabajan parte del tiempo fuera de ella, predominantemente en ocupaciones asalariadas.

viii) En la Patagonia Occidental

Este territorio tampoco result� atractivo para los espa�oles, por lo que reci�n pasada la mitad del siglo XIX comenz� su poblamiento por alemanes y chilenos. En la �ltima d�cada de dicho siglo el descubrimiento de tierras aur�feras en las Islas LENNOX y NUEVA atrajo a numerosos aventureros que en poco tiempo agotaron los yacimientos y abandonaron sus territorios, los que fueron ocupados por la cr�a de ganado ovino, actividad que tambi�n se desarroll� en la parte continental de este territorio en la segunda mitad del siglo XIX.

ix) En el Noroeste Argentino

La mayor parte del territorio del Noroeste fue invadido por los espa�oles desde el Per�, exceptuando Cuyo que fue ocupado desde Chile.La resistencia ofrecida por los Pueblos CALCHAQUIES retard� la conquista espa�ola hasta el a�o 1665 en que fue tomada la capital, QUILMES, y la mayor parte de los sobrevivientes se dispers� hacia el Este.Se supone que los MATACOS o WICHIS descienden del Pueblo TONOCOTES.

La poblaci�n de este Territorio se encontraba bajo la influencia cultural de los Pueblos del Per�. Por consiguiente practicaban una agricultura bajo riego y avanzada tecnolog�a. Los espa�oles introdujeron nuevas especies vegetales, que se sumaron a los cultivos de ma�z y de papas, y animales dom�sticos. En Cuyo fueron introducidos frutales, principalmente duraznero y vid.

En el transcurso del �ltimo cuarto del siglo XVIII los espa�oles capturaron en Colonia del Sacramento a portugueses provenientes de las Azores y los instalaron en Mendoza y San Juan para el desarrollo de la viticultura.Durante la Colonia el vino y el aguardiente constituyeron los �nicos productos susceptibles de transporte hasta los lejanos mercados del Per�, el R�o de la Plata y el Paraguay.

C�rdoba result� importante para la actividad pecuaria bovina y mular, este �ltimo con destino principal al mercado peruano.

El Noroeste inici� la expansi�n de sus cultivos a medida que crec�a la demanda de alimentos en la Regi�n Pampeana por el proceso de colonizaci�n iniciado a partir de mediados del siglo XIX, rompiendo as� la dependencia de su oferta respecto a la actividad minera instalada en tiempos de la Colonia. Como consecuencia de dicha mayor demanda crecieron las ofertas de vino, az�car, aceite de oliva, hortalizas y frutales en general.

x) En la Pampa (pampa = llanura)

Inicialmente, este territorio no result� atractivo debido a los resultados de la resistencia aborigen, por lo que hasta fines del siglo XVI los espa�oles no insistieron en la ocupaci�n de La Pampa. Antes de ello sometieron al Pueblo GUARANI y fundaron Asunci�n (en Paraguay), posteriormente Santa Fe (en Argentina) y luego Buenos Aires (en Argentina).

A partir de dichas fundaciones se form� el concepto de frontera, o sea el l�mite entre las colonias espa�olas y el territorio que los Abor�genes manten�an bajo su dominio.La expansi�n de las colonias en este territorio se inici� reci�n en el siglo XIX por decisi�n pol�tica de la Naci�n y la llegada de contingentes, cada vez m�s numerosos, de inmigrantes europeos.

En la Pampa, hasta la llegada de los espa�oles el Pueblo QUERANDI viv�a de la caza (guanaco, ciervo pampeano y �and�) y la pesca.Con la llegada de los espa�oles se introdujo el ganado europeo, lo que implic� agregar nuevas especies a la caza. En su nuevo dominio los espa�oles se dedicaron principalmente a la cr�a de ganado, de cuya faena aprovechaban fundamentalmente el cuero.Gradualmente, las existencias de las especies pecuarias introducidas fue desplazando a las especies de la fauna aut�ctona.

Hasta mediados del siglo XIX la Pampa dependi� predominantemente, casi exclusivamente, de la ganader�a. En la porci�n Oriental de este territorio (o sea en el Uruguay), reci�n en la sexta d�cada de dicho siglo comenz� a expandirse el cultivo de trigo y maiz como consecuencia del establecimiento de una colonia de suizos - alemanes, pero todav�a hasta fines de los a�os '50 del siglo XX las exportaciones pecuarias superaron en m�s de seis veces las generadas por la agricultura.

En la Pampa Argentina la gran transformaci�n ocurri� a partir de la segunda mitad del siglo XIX, pero su consolidaci�n ocurri� a partir de 1883 con la "modernizaci�n" de las explotaciones pecuarias y la instalaci�n de la industria frigor�fica. Adem�s, hasta 1914, en poco menos de 60 a�os hab�an ingresado al Pa�s alrededor de 4,5 MILL de inmigrantes. De �stos, poco m�s de la mitad proven�an de Espa�a.

La importancia de la ganader�a en la estructura productiva de Argentina se refleja en el hecho de que hacia el a�o 1880 el valor de las exportaciones de los productos generados por este sector (de manera casi excluyente en la Pampa) constituyeron el 96 % del ingreso total por exportaciones del Pa�s. Pero con el crecimiento de la oferta de los productos de la agricultura dicha participaci�n fue disminuyendo hasta constituir alrededor de 24% en el a�o 1929.

Hasta 1883, el principal problema de los ganaderos fue el de encontrar un proceso de conservaci�n de las cualidades nutritivas y del sabor de la carne luego del largo viaje a los mercados europeos, ya que la carne seca y salada solo era aceptada por las tripulaciones de los barcos y los esclavos negros.

Al iniciarse el siglo XX se introdujo un procedimiento superior al congelado, el enfriado, que posibilit� a los frigor�ficos de capital norteamericano superar a los de capital ingl�s en la disputa por los mercados, obligando a la firma de un acuerdo que implic� la redistribuci�n de aquellos. El acuerdo dur� hasta comienzos de la segunda d�cada del siglo, a partir de lo cual se inici� un marcado dominio de los norteamericanos que, en lo inmediato, oblig� al cierre de algunos establecimientos de capital ingl�s.

La guerra salv� al resto de los establecimientos y posibilit� la firma de sucesivos nuevos acuerdos de redistribuci�n del mercado. La competencia entre los capitales de ambos pa�ses fue una constante que mostr� el sostenido avance del capital de origen norteamericano en el mercado de carnes. Esta competencia tuvo significativa incidencia en la "modernizaci�n" de las explotaciones pecuarias, que incluy� la expansi�n de la superficie cultivada con forrajeras, principalmente con alfalfa.

La crisis ganadera iniciada en 1921 di� lugar a una fuerte expansi�n de la agricultura que pas� a ocupar superficies usadas por la actividad pecuaria y dio lugar a un aumento de la presencia de las formas de tenencia "no propietario"; principalmente la forma "arrendatario".

Como resultado de ello la superficie total sembrada, que en el per�odo agr�cola 1920/21 fue de alrededor de 12,5 MILL de hect�reas, en el a�o 1930/31 pas� a totalizar poco m�s de 26,2 MILL, mientras que las exportaciones de los productos agr�colas y derivados, entre dichos per�odos, pasaron de 6,6 MILL de toneladas (a�o 1921) a 16,7 MILL (a�o 1931), con grandes fluctuaciones en los a�os intermedios, pero con una tendencia claramente definida.

Entre los a�os extremos citados en el p�rrafo anterior las existencias bovinas pasaron de 28,1 MILL a 32,2 MILL de cabezas, las ovinas disminuyeron de 46,1 MILL a 44,4 MILL, las porcinas aumentaron de 3,2 MILL a 3,8 MILL y las caballares de 9,4 MILL a 9,9 MILL.

xi) En la Patagonia Oriental

Este territorio abarca alrededor de 700 mil km�. En el a�o 1581 los espa�oles decidieron su ocupaci�n para cerrar el paso a los piratas por el Estrecho de Magallanes, pero no consiguieron su objetivo. Dos siglos y medio despu�s el Gobierno de Chile resolvi� crear un establecimiento penitenciario en este territorio instalando el Fuerte Bulnes, que poco despu�s, en el a�o 1849, fue trasladado un poco m�s al norte dando lugar a la fundaci�n de Punta Arenas.

En las �ltimas d�cadas del siglo XIX se descubri� oro en Tierra del Fuego y en el norte del estrecho de Magallanes.Esto di� lugar a un significativo flujo de poblaci�n de origen europeo, principalmente del norte. No obstante la riqueza de los yacimientos, pronto fueron agotados. Parte de sus nuevos habitantes migraron y otros se incorporaron a la caza de focas y nutrias, mientras que la actividad de cr�a de ovinos se instal� reci�n en la �ltima d�cada del siglo, localizada en Tierra del Fuego y al pie de la Cordillera.

Posteriormente, en la costa del Atl�ntico se fundaron Puerto Gallegos y Puerto Santa Cruz para el embarque de carne congelada de carnero. En diversas partes del territorio, desde fines de primera d�cada del siglo XX se viene descubriendo la existencia de petr�leo y gas natural, mientras que a 260 km de Puerto Gallegos se encuentran localizados los �nicos yacimientos carbon�feros argentinos de importancia.

El poblamiento del norte de la Patagonia por europeos se inici� en el noreste y contin�o hacia el sur a lo largo de la costa Atl�ntica. As�, colonos Galeses se establecieron en 1863 a lo largo del curso inferior del r�o Chubut y desde all� avanzaron hacia el oeste hasta las depresiones al pie de los Andes. Un poco m�s tarde, en 1884, se construy� un canal de 50 km de longitud para el riego de 20 chacras localizadas en" Colonia Roca", que funcion� irregularmente hasta su destrucci�n por una inundaci�n ocurrida en el a�o 1899, pero nunca lleg� a regar m�s de 1000 hect�reas. 

Pero el poblamiento de la Patagonia por colonos europeos y de otro origen comenz� luego, y como resultado de la operaci�n militar conocida como "Conquista del Desierto" (que finaliz� hacia fines de los a�os 70 del siglo XIX y dio lugar al surgimiento de grandes latifundios), as� como por una necesidad de defensa nacional frente a la posibilidad de un enfrentamiento militar con Chile, que dio lugar a la construcci�n del ramal ferroviario Bah�a Blanca - Neuqu�n, finalizado en el a�o 1902.

Las inundaciones por las crecientes del r�o Limay cubrieron parte de las v�as y motivaron la construcci�n de una obra reguladora en su naciente (el Lago Nahuel Huap�) y posteriormente, en el a�o 1909, a la sanci�n de una ley de riego cuya implementaci�n dio lugar a la construcci�n del Dique Contralmirante Cordero y un canal alimentador de riego hasta el extremo oriental del Alto Valle, adem�s del resto de los canales necesarios. Ello posibilit� el establecimiento de colonias agr�colas que hacia fines de los a�os '22 regaban alrededor de 45.000 hect�reas (ha), en el a�o 1929 53.000 ha, en 1945 57.000 ha y en 1968 60.000 ha divididas en poco m�s de 6.000 lotes.

Tambi�n en el siglo XX se fundaron otras peque�as colonias bajo riego, pero la principal actividad agropecuaria del territorio estuvo constituida por la cr�a de ganado ovino cuyas existencias en el a�o 1960 totalizaron m�s de 24 MILL de cabezas, de las cuales alrededor de 5 MILL correspondieron a la porci�n chilena del territorio.

La mayor porci�n del territorio fue gradualmente incorporada (principalmente entre 1879 y los a�os del primer cuarto del siglo XX) a la cr�a de ganado ovino a medida que avanzaba el exterminio de sus antiguos poseedores (con la activa y determinante participaci�n del Estado Nacional en las cruentas acciones que, en la historia de la Patagonia, constituyeron la continuidad de la llamada "Conquista del Desierto", aunque en ambos casos el "desierto" era inexistente y su superficie ten�a leg�timos poseedores): los Pueblos o Naciones Abor�genes que a la llegada de los espa�oles eran los gen�ricamente denominados TEHUELCHES (sobre los cuales se impuso luego el Pueblo ARAUCANO o MAPUCHE), los PEHUENCHES primitivos, los GUAICARAS y los ONAS. Entre las v�ctimas del exterminio se encuentran tambi�n significativas cantidades de criollos que prestaban servicios en "Estancias".

De todos estos Pueblos, cuyas magnitudes en tiempos del inicio de la ocupaci�n de sus territorios permanecen en el misterio, solo sobreviven los MAPUCHE en la agon�a de los Pueblos imposibilitados de realizar sus propios procesos de desarrollo.

xii) En el Gran Chaco

Es la denominaci�n gen�rica de las tierras bajas localizadas en el centro de Am�rica del Sur, que bajan desde el pie de los Andes (l�mite oeste) hacia las m�rgenes de los r�os Paraguay - Paran� (l�mite este). El l�mite norte de este territorio est� en las serran�as de Chiquitos y las sabanas del Mamor�, mientras que el l�mite sur se sit�a en una l�nea imaginaria que une el centro de la provincia Santa Fe con el centro norte de la provincia C�rdoba (ambas en territorio Argentino). Su superficie es de alrededor de 850.000 km�.

La primera invasi�n a este territorio ocurri� en el a�o 1522 y estuvo a cargo del portugu�s Alejo Garc�a, qui�n penetr� en b�squeda de oro acompa�ado en su misi�n por unos 2.000 GUARANIES.

No obstante el �xito, en cuanto al saqueo a Pueblos Abor�genes, fue obligado a retroceder. Posteriormente ocurrieron numerosas migraciones de Guaranies desde el Paraguay y el Paran� en b�squeda de asentamientos en el interior del Gran Chaco. Los intentos espa�oles de apoderarse del territorio fracasaron por la resistencia de los Abor�genes.

En plena �poca de la Colonia la penetraci�n en el territorio estuvo a cargo de los ganaderos, siempre en guerra con los Pueblos Abor�genes. La conquista de esta Regi�n fue lenta y reci�n en el a�o 1885 la frontera norte de la porci�n del territorio sometida a proceso de ocupaci�n, por los europeos, lleg� hasta la margen sur del r�o Bermejo, inici�ndose un largo y cruento proceso de exterminio de la poblaci�n Aborigen (�finalizado? avanzada la primera mitad del siglo XX) y de destrucci�n de recursos naturales renovables (�detenido? luego de mediados del siglo XX), con sus obvias consecuencias sobre la biodiversidad, entre otros efectos negativos.

A partir de 1885 la frontera norte del territorio ocupado sigui� avanzando y con ella la explotaci�n forestal y pecuaria mediante el uso de M�todos de Extracci�n altamente destructivos de la flora y la fauna, y M�todos de Producci�n extensivos y tecnol�gicamente atrasados, respectivamente.

Los Pueblos Abor�genes que a�n habitan en relativo aislamiento en esta Regi�n tuvieron hasta tiempos recientes como alimento importante los frutos del algarrobo, de la tusca, del cha�ar y del mistol, as� como la carne resultante de la caza de especies de la fauna aut�ctona y de la pesca.

La realizaci�n de cultivos est� determinada por las irregulares precipitaciones pluviales. Algunos grupos Abor�genes cr�an animales dom�sticos introducidos en tiempos de la Colonia.

Hacia mediados de la tercera d�cada del siglo XX se inici� una r�pida y sostenida expansi�n del cultivo del algod�n que atrajo migrantes europeos. A mediados del siglo XX la superficie sembrada con esta especie super� las 600.000 ha.

La porci�n del territorio situada al norte del r�o Pilcomayo (o Chaco Boreal) fue asiento de una primera colonizaci�n reci�n entre los a�os 1926 y 1930, radicando en su superficie unos 4.000 Menonistas de or�genes Canadiense y Ruso. Estos introdujeron la agricultura en �reas que se hab�an caracterizado por ser sedes de extracciones de especies forestales maderables. Hacia mediados de los a�os '50 la poblaci�n Menonita superaba la cantidad de 8.000 habitantes distribuidos en 73 pueblos peque�os.

xiii) En los Llanos del Mamor�

Este territorio corresponde a las tierras bajas que separan los sistemas monta�osos de los Altiplanos Brasile�os y los Andes Centrales, y coincide muy aproximadamente con la Moxitania o Gran Moxo, ocupada por los Jesuitas con sus Misiones. Se trata de una Regi�n de sabanas tropicales situadas en el noreste Boliviano, estim�ndose que antes de la llegada de los espa�oles estuvieron pobladas por unos 350.000 habitantes distribuidos en numerosos Pueblos Abor�genes.

La penetraci�n espa�ola en este territorio se realiz� hacia el a�o 1617, sin que fueran encontradas las riquezas que la motivaron. Pero luego de esa primera expedici�n la Regi�n debi� soportar frecuentes invasiones de cazadores de esclavos.

Entre los a�os 1668 y 1767 esta Regi�n fue considerada territorio misional de los Jesuitas, quienes iniciaron un proceso de construcci�n de aldeas misionales para concentrar en ellas a la poblaci�n aborigen, a fin de defenderla de los esclavistas.En el a�o 1731 hab�an 21 misiones con 35.250 abor�genes en la provincia de Moxos y 7 misiones con 12.000 en la provincia de Chiquitos. La expulsi�n de los Jesuitas dio lugar al exterminio de la poblaci�n Aborigen y los pocos sobrevivientes emigraron a los bosques.

En general, tanto los espa�oles como los posteriores esclavistas y los misioneros Jesuitas encontraron un ecosistema transformado por la poblaci�n Aborigen para solucionar los problemas generados por la sucesi�n estacional de inundaciones y sequ�as, y la predominancia de suelos pobres para la agricultura. Las investigaciones de E. Nordenskjold demostraron que esta regi�n estuvo densamente poblada, alimentada principalmente con el producto de cultivos intensivos, con manejo del agua, terraplenes y mont�culos.

En tiempos de la invasi�n los habitantes de estos Llanos (o sea, principalmente los Pueblos SIRIONOS, CHAKABOS, MOXOS y BAURES; los dos �ltimos, del Grupo ARAWAKOS, eran los m�s numerosos) se mantuvieron bastante aislados respecto a los Pueblos de los Andes Centrales, separados por las Yungas. Los Moxos y los Baures ocupaban la sabana y los otros Pueblos la selva.

En tiempos m�s recientes, siglo XIX y primera parte del XX, la econom�a de los nuevos habitantes de la Regi�n tuvo como base de sustentaci�n la cr�a extensiva de ganado vacuno, aunque con grandes restricciones de v�as de comunicaci�n con su mercado natural. Dicha restricci�n s�lo fue superada transitoriamente desde comienzos del siglo XX hasta el a�o 1913, como consecuencia del auge de la demanda por caucho de la Amazonia.

Tambi�n en ese lapso de auge los Abor�genes sobrevivientes de las anteriores invasiones fueron utilizados como mano de obra de bajo costo, al margen de la Ley. Las enfermedades del tr�pico h�medo "completaron" en la primera d�cada del siglo XX el exterminio de los Pueblos Abor�genes, iniciado en tiempos de la invasi�n.

Las actividades productivas de los nuevos habitantes de Los Llanos est�n circunscriptas, principalmente, a los cultivos desarrollados en las m�rgenes de los r�os navegables y la cr�a de ganado bovino, as� como a la extracci�n de caucho.

En el a�o 1995 la poblaci�n de los Llanos fue estimada en unas 90.000 personas, mientras que en el a�o 1974 la poblaci�n aborigen fue calculada en aproximadamente 37.400 habitantes.

xiv) En la Llanura al Este del Paran� - Paraguay

La porci�n norte de esta Regi�n es la denominada Depresi�n del Paraguay Septentrional y abarca alrededor de 100.000 km�. Contiene el Gran Pantanal. En la margen norte del Pantanal se extiende una fracci�n angosta de selva lluviosa tropical. Debido a las restricciones citadas, la escasa poblaci�n de los pueblos MBAYAS y PAYAGUAS viv�a de la caza y la pesca, mientras que en mont�culos artificiales plantaban palma akuri. Para su alimentaci�n utilizaban, adem�s de lo citado, la m�dula de la palma Caranday.

En los primeros tiempos de la invasi�n los espa�oles fundaron Asunci�n, localizada en la porci�n sur (denominada Lomerios del Paraguay y de Corrientes) de la Regi�n, y de dicha ciudad partieron las primeras exploraciones del territorio. Pero la ocupaci�n moderna del mismo se inici� desde el norte en el a�o 1772, a partir del descubrimiento de oro en los sedimentos aluviales de Cuiab�, dando lugar a la fundaci�n de la ciudad de igual nombre.

Con dicho poblamiento se inici� la cr�a extensiva de ganado vacuno que transform� al Pantanal en �rea ganadera. Cronol�gicamente, a la fundaci�n de Cuaib� sigui� la de Corumb�, que adquiri� importancia reci�n a partir de la extracci�n de caucho y su transporte fluvial por el R�o Paraguay, hasta ella, que era utilizada como centro de comercializaci�n.

A partir de la Segunda Guerra Mundial se inici� la extracci�n de minerales de hierro y manganeso en las cercan�as de Corumb�, reactivando el funcionamiento de esta poblaci�n que permanec�a casi estacionaria desde la finalizaci�n del auge de la demanda por caucho.

En la porci�n sur de la Regi�n, o "Depresi�n Meridional", se encuentran numerosos lagos y pantanos. El mayor de ellos es la Laguna del Iber�. En esta parte de la Regi�n se encuentra la palmera Cocos yatay, en serio peligro de extinci�n por cuanto sus reto�os sirven de alimento al ganado vacuno. Es abundante la poblaci�n de la especie Ilex paraguayensis (o yerba mate).

En tiempos de la llegada de los espa�oles, esta parte de la Regi�n estaba habitada por el Pueblo GUARANI. En el a�o 1732 se estim� en 140.000 la cantidad de sus miembros. Era un Pueblo cazador y pescador pero prefer�a habitar en los bosques. Cultivaba ma�z, yuca y batatas y practicaban una agricultura itinerante.

En tiempos de la Colonia cultivaban trigo, arroz y la vid (introducidos desde Europa), agreg�ndose luego la ca�a de az�car y el tabaco, as� como frutales, principalmente c�tricos y durazneros.

Asunci�n, fundada en el a�o 1537 era utilizada como base para las excursiones de los espa�oles en el resto del territorio. Desde dicha ciudad partieron los fundadores de las hoy ciudades de Santa Fe (a�o 1573) y de Buenos Aires (a�o 1580), en el territorio de la hoy R. Argentina, las que deb�an servir de apoyo a la navegaci�n de los barcos que llegaban de Europa con destino a Asunci�n.

Tambi�n en esta parte de la Regi�n los Jesuitas implementaron un din�mico proceso de nucleamiento de la poblaci�n Aborigen en Misiones, lo que implic� imponer fuertes restricciones a los encomenderos y a la consiguiente explotaci�n de la poblaci�n Aborigen.

En las Misiones, los Jesuitas introdujeron instrumentos de hierro para la labranza y, en general, modernos m�todos de producci�n agropecuaria y especies vegetales, principalmente frutales. Adem�s, establecieron estancias ganaderas en la Pampa (hoy, territorio argentino) para el abastecimiento de carne a las Misiones e iniciaron procesos de comercializaci�n de los productos obtenidos en las superficies bajo usos agr�colas en ellas, principalmente yerba mate.

A partir de mediados del siglo XVIII, con la firma del tratado de l�mites entre Espa�a y Portugal, se inici� un proceso de acelerada decadencia en las Misiones. Los Guaran�es se opusieron al tratado pero fueron derrotados por los ej�rcitos de ambos Pa�ses luego de casi seis a�os de cruentas batallas.

Como consecuencias de ello las siete Aldeas Misionales quedaron destruidas al igual que el proyecto Jesuita en la Regi�n, sobre todo con la expulsi�n de �stos en el a�o 1767. No obstante ello, en el a�o 1814 viv�an alrededor de 28.000 Guaran�es distribuidos en unas treinta peque�as Misiones, pero ya hacia el a�o 1848 los sobrevivientes no superaban la cantidad de 5.300 personas. Luego, el bosque volvi� a cubrir los antiguos campos de labranza del proyecto Jesuita.

La decadencia en la Regi�n qued� "consolidada" por la acci�n sucesiva de los corruptos administradores colonialistas, err�neas pol�ticas gubernamentales y la guerra (a�os 1865-1870) de la denominada Triple Alianza, al menos, de vergonzoso recuerdo.

Los esfuerzos de colonos europeos por establecerse en el Paraguay desde las �ltimas d�cadas del siglo XIX terminaron generalmente en el fracaso, exceptuando el caso de la colonia alemana San Bernardino que se convirti� con el correr del tiempo en un centro de la industria l�ctea. En la primera parte del siglo XX los productos de mayor importancia en la Regi�n fueron el tabaco y los c�tricos (naranjas), ambos de exportaci�n.

xv) En la Costa Brasile�a (desde el Cabo San Roque hasta R�o de Janeiro)

En el a�o 1500 se produjo el primer desembarco en la costa brasile�a habitada por TUPIS, pero a�n durante las primeras d�cadas del siglo XIX exist�an territorios ocupados por Pueblos Abor�genes libres. La resistencia de �stos fue vencida reci�n hacia mediados de dicho siglo y los sobrevivientes migraron al interior del Pa�s.

Los TUPIS practicaban una agricultura migratoria, adem�s de la caza, la pesca y la recolecci�n de frutos silvestres. Usaban hachas de piedra y azadas y cultivaban mandioca, ma�z, frijoles, man�, batatas y algod�n.

Los franceses ejercieron un intenso comercio son los Pueblos TUPIS, obteniendo de ellos maderas tint�reas, pimienta, algod�n, entre otros productos, y diversas especies de aves que transportaban a Europa, y entregando en cambio hachas (para la roza en la selva), cuchillos, tijeras, armas de fuego (que eran utilizadas por los TUPI, principalmente, en respuesta a la agresi�n de los portugueses que intentaban esclavizarlos para el trabajo en las plantaciones).

Entre los a�os 1503 y 1532, los franceses fueron en esta Regi�n casi los exclusivos interlocutores del Pueblo TUPI, pero a partir del citado �ltimo a�o se inici� una significativa invasi�n portuguesa y la consiguiente confrontaci�n armada con los franceses y sus aliados Abor�genes que fueron derrotados finalmente hacia fines del siglo XVI.

Los portugueses iniciaron la colonizaci�n mediante empresas privadas que siguieron con el comercio de maderas tint�reas, pero incorporaron la plantaci�n de ca�a de az�car. Este cambio de modelo implic� para los Abor�genes la reducci�n a la esclavitud, la muerte, o el exilio al interior del territorio, y la consiguiente sustituci�n por esclavos de raza negra. O sea, un cambio similar al ocurrido en la casi totalidad de Am�rica Latina y El Caribe.

Pero a medida que los TUPIS iban siendo v�ctimas de la pol�tica de ocupaci�n portuguesa, avanzaban desde el interior los Pueblos AIMORES, excelentes guerreros que ocasionaron grandes da�os en las plantaciones y p�rdidas de vidas humanas portuguesas y esclavos negros. Dichos Pueblos constituyeron, hasta mediados del siglo XIX, un dif�cil obst�culo a la consolidaci�n de los asentamientos portugueses, no obstante lo cual �stos avanzaron en la construcci�n de grandes haciendas.

Cabe mencionar que desde el a�o 1629 a 1654 la parte norte de esta Regi�n estuvo ocupada militarmente por los holandeses. Su permanencia fue corta pero ocasion� graves da�os a la econom�a portuguesa e implic� la destrucci�n de la ciudad de Olinda y su sustituci�n por Recife.

Desde fines de la primera d�cada del siglo XIX se inici� un largo proceso de colonizaci�n del territorio por europeos. As�, se registran asentamientos de colonos portugueses, alemanes, suizos e italianos. La zona que abarca desde Bah�a hasta Espir�tu Santo se constituy�, a partir de la primera mitad del siglo XIX, en un importante productor de cacao obtenido en grandes plantaciones monocultivadoras, desplazando en importancia a la ca�a de az�car. En el resto del territorio, tanto al norte como al sur, la ca�a de az�car mantuvo su importancia.

xvi) En San Pablo

En los inicios de la �poca Colonial la Capitan�a General de San Pablo estaba compuesta por los actuales Estados de Minas Gerais, Paran�, Goi�s, Mato Grosso (que entre los siglos XVIII y XIX se fueron separando de San Pablo) y San Pablo. Desde este �ltimo se inici� la exploraci�n al resto del territorio.

Antes de la ocupaci�n por europeos, la planicie costera y el interior estaban habitadas por GUARANIS y TUPIS nucleados en grandes Aldeas, dedicados al cultivo de especies vegetales (principalmente ma�z), la caza y la pesca.

En el a�o 1532 se inici� el proceso de subdivisi�n y privatizaci�n de las posesiones portuguesas en Brasil, dando lugar a la instalaci�n de colonias con inmigrantes europeos. La primera de ellas, San Vicente, se asent� en una isla de la que previamente hab�an sido expulsados los TUPIS. Hoy constituye uno de los suburbios de la ciudad de Santos. Dichas colonias iniciaron el proceso de cultivo de la ca�a de az�car en la faja costera de la Regi�n. 

En el interior los Jesuitas fundaron cuatro Misiones (San Pablo, Santiago, San Juan y Esp�ritu Santo) y la ruta desde la costa hasta ellas. Esta fue de gran significaci�n para el comercio. La protecci�n de los Abor�genes por los Jesuitas restringi� a las haciendas las posibilidades de obtenci�n de mano de obra esclava, por lo que los cazadores - abastecedores de ella tuvieron que internarse en el territorio en su b�squeda, lo que dio lugar a enfrentamientos con los intereses espa�oles a partir del a�o 1628, as� como al abandono de Misiones por los Jesuitas que finalmente fueron expulsados de San Pablo en el a�o 1640.

A mediados del siglo XVII y en las primeras d�cadas del XVIII los Paulistas descubrieron oro en Minas Gerais, y hacia fines de dicho siglo la poblaci�n Aborigen de San Pablo pr�cticamente estaba extinguida como consecuencia de la esclavitud, la resistencia a la invasi�n europea y las enfermedades introducidas por los miembros de �sta.

Debido a su situaci�n econ�mico - financiera, a principios del siglo XIX San Pablo deb�a recibir subsidios para el mantenimiento de su administraci�n. Los rendimientos de sus cultivos agr�colas (fundamentalmente ca�a de az�car y ma�z) hab�an decrecido considerablemente, la superficie forestal era de escaso valor y la actividad pecuaria estaba basada en la cr�a extensiva de vacunos. Adem�s, el territorio estaba distribuido entre pocos latifundistas que exportaban cueros y carne seca a las grandes concentraciones humanas del norte del Brasil. 

Pero tambi�n a principios del siglo XIX se inici� el cultivo del caf� en el valle del Para�ba, en superficies desmontadas al efecto, manteni�ndose como principal productor hasta el primer lustro del �ltimo cuarto de dicho siglo. La abolici�n de la esclavitud, declarada en el a�o 1888, coincidi� con el agotamiento de los nutrientes de los suelos y la consiguiente ruina econ�mica de la Regi�n.

Las superficies cafetaleras cambiaron a uso pecuario y agr�cola (arroz y huerta), mientras que el cultivo del cafeto pas� a ocupar superficies en el Estado de San Pablo respondiendo a las demandas del mercado externo. Esto ocurri� entre los a�os 1885 a 1900. La abolici�n de la esclavitud no afect� tanto a este, debido a que desde 1847 su Gobierno realiz� esfuerzos tendientes al poblamiento de su territorio con inmigrantes, principalmente de origen alem�n, y desde el a�o 1890 fundamentalmente de origen italiano.

En el siglo XX San Pablo se constituy�, con altibajos, en el principal mercado del caf�, pero tambi�n fue el asiento de un significativo desarrollo industrial y hacia fines de los a�os '40 constitu�a el principal centro industrial de Sudam�rica. El algod�n, el tabaco, el caf�, el cuero y la madera, entre otras materias primas de origen agropecuario, impulsaron sendas industrias que produjeron y producen para el mercado interno y la exportaci�n. Entre las fuentes de energ�a se destacaba la biomasa forestal que satisfac�a alrededor de 50 % de la demanda regional de energ�a.

La extracci�n de dicha biomasa forestal fue realizada y se realiza a�n sin el acompa�amiento de un manejo sustentable de los bosques nativos. Por otra parte, la selecci�n de especies forestales ex�ticas para extensas plantaciones ha ocasionado efectos ambientales negativos a�n no evaluados.

La tendencia hacia el agotamiento de los recursos forestales nativos motiv� el desarrollo de aprovechamientos hidroel�ctricos en la Regi�n.

En el transcurso de la cuarta d�cada del siglo XX el caf� comenz� a perder importancia inici�ndose una diversificaci�n de cultivos, principalmente con el algod�n. Cabe se�alar que San Pablo es la principal zona algodonera y arrocera del Brasil, siendo tambi�n importantes los cultivos de ma�z, naranjas, pi�as, pl�tanos y vid.

xvii) En el Brasil Meridional

Este territorio abarca los actuales Estados Brasile�os de Paran�, Santa Catarina y R�o Grande del Sur, incluyendo adem�s, a los fines estrictamente descriptivos de la Regi�n, la Provincia de Misiones (Argentina) y el este del Paraguay.

Las cinco partes componentes de la Regi�n est�n pobladas, predominantemente, por productores agropecuarios localizados en explotaciones cuyas escalas de tenencia de la tierra corresponden a los tipos de medianos y peque�os productores.

En los tiempos previos a la ocupaci�n por europeos este territorio estaba habitado por poblaci�n GUARANI-TUPIS que, como se dijo en otros puntos, eran cultivadores, cazadores y pescadores. Las Misiones Jesu�ticas, como en otras regiones, protegieron a dichas poblaciones del trato dado por los portugueses, pero �stas corrieron la misma suerte que la poblaci�n Aborigen residente en el resto de las Misiones, al ser expulsada dicha orden religiosa en el a�o 1767. 

A fines del siglo XVIII el interior del territorio de esta Regi�n permanec�a relativamente virgen, en especial sus ecosistemas forestales, pero las incursiones de los esclavistas pr�cticamente hab�an exterminado la poblaci�n Aborigen. En la costa, la producci�n agropecuaria ten�a caracter�sticas de alta precariedad. El arado era pr�cticamente desconocido. Entre los cultivos predominaban los de ma�z, frijoles, mandioca y ca�a de az�car, mientras que las carnes proven�an de la pesca y de la cr�a de ganado vacuno.

En el siglo XIX comenz� el poblamiento europeo a trav�s de la colonizaci�n, principalmente por alemanes emigrados de las zonas rurales pobres. Se introdujo el arado y la pr�ctica de la rotaci�n de cultivos. Entre el primer cuarto y mediados del citado siglo llegaron a R�o Grande del Sur alrededor de 7.500 alemanes y en los a�os siguientes dicho n�mero se increment� sustancialmente. Las colonias estaban integradas por parcelas de menos de 100 hect�reas, por lo que su poblamiento se diferencia netamente de lo ocurrido en la Pampa y en San Pablo.

Posteriormente, las corrientes migratorias estuvieron compuestas por italianos, polacos y luso - brasile�os. En las d�cadas de los a�os  '20 a  '50, del siglo XX, se desarroll� en el centro norte del E� de Paran� un nuevo e importante n�cleo cafetalero, que poco a poco fue sustituyendo una parte importante de la producci�n de San Pablo. As�, en el a�o 1959-60 el E� San Pablo export� alrededor de 15,5 MILL de sacos (de 60 kg cada uno, o sea alrededor de 930 mil tn) de caf� y el E� Paran� 19,5 MILL de sacos (aproximadamente 1,2 Millones de tn.

La incorporaci�n de Misiones (Argentina) al cultivo se realiz� mucho despu�s que el territorio del Brasil Meridional, sobre la base de latifundios y de colonos descendientes de los alemanes que hab�an llegado al Brasil. La expansi�n de los cultivos se realiz� previa roza de los bosques nativos. En el territorio paraguayo que integra esta Regi�n, reci�n a fines del siglo XIX se inici� el cultivo de la yerba de mate. En la cuarta d�cada del siglo XX se incorpor� el cultivo del tung (Aleuritis fordii) y a partir de la Segunda Guerra Mundial el cultivo del t� chino.

xviii) En Minas Gerais

Este territorio abarca alrededor de 582 mil km� y debe su nombre a su excepcional riqueza en miner�a. Antes de la llegada de los portugueses, al parecer, este territorio se encontraba pr�cticamente despoblado, pero los pocos Abor�genes que hab�an  fueron exterminados o esclavizados por aquellos.

El poblamiento del territorio se inici� desde San Pablo luego del a�o 1673. Entre fines del siglo XVII y comienzos del XVIII los exploradores descubrieron numerosas minas de oro en el sur, generando una fuerte corriente migratoria hacia ellas. La actividad extractiva de oro detuvo la cacer�a de esclavos abor�genes y su reemplazo por mano de obra esclava de la raza negra. La explotaci�n de los yacimientos dio lugar al surgimiento de pueblos y ciudades, entre los que se destaca Villa Rica fundada en el a�o 1711 y luego bautizada como Ouro Preto.

La demanda de esclavos con destino a los yacimientos de oro hizo subir la cotizaci�n de aquellos en desmedro de los requerimientos de mano de obra por las plantaciones de ca�a de az�car.

A mediados del siglo XVIII la extracci�n de oro alcanz� su m�ximo  nivel ocupando la tercera parte de la poblaci�n de Minas Gerais. Desde fines del citado siglo y hasta la segunda d�cada del siguiente la extracci�n declin� de manera persistente, pero aun hoy, avanzada la segunda mitad del siglo XX, aquella contin�a.

Adem�s, en el transcurso de la tercera d�cada del siglo XVIII se descubrieron yacimientos de diamantes, dando lugar a la fundaci�n de Diamantina. La abundancia de la exportaci�n a Europa ocasion� hacia fines de la cuarta d�cada de dicho siglo una significativa ca�da del precio.

Hacia mediados del siglo XX los diamantes brasile�os, respecto a los de origen africano, carecen de importancia en el mercado mundial.

Desde mediados del siglo XVIII, simult�neamente, mientras decrec�a la importancia de la miner�a aumentaba la de la agricultura y la ganader�a en base a la distribuci�n de tierras en unidades de tama�o mediano y peque�o. El ma�z, la ca�a de az�car y el caf� llegaron a ser sus productos principales.

xix) En Brasil Central

Esta Regi�n de las serran�as del interior del Brasil abarca los Estados Mato Grosso, Goi�s y el sur de Amazonas y Par�. A�n hoy se encuentra parcialmente colonizada, existiendo �reas no suficientemente exploradas. La colonizaci�n de los dos primeros Estados mencionados se debi� al descubrimiento de tierras aur�feras, pero antes de ello constituyeron territorios libres para la cacer�a de esclavos con destino a las plantaciones y explotaciones mineras paulistas.

La pertenencia de los Abor�genes de este territorio corresponde a los grupos ARAWAKO, TUPI, GES y CARIBE, existiendo otros peque�os grupos aislados.

El primer ingreso a este territorio se produjo por el hoy E� Goi�s, y fue realizado en el a�o 1670 por el paulista Manoel Correa en b�squeda de esclavos. En el a�o 1722 se descubri� oro, hecho que atrajo numerosos migrantes.

Tambi�n en el siglo XVII se realiz� el primer ingreso de paulistas cazadores de esclavos en el territorio del hoy E� Mato Grosso y en el a�o 1718 se descubrieron las tierras aur�feras en Cuiab�.

Debido al aislamiento en que se encontraba el hoy E� Mato Grosso respecto al resto del Brasil, la atracci�n de inmigrantes result� inferior a la manifiesta en el caso del E� Goi�s. Posteriormente, hacia mediados del siglo XVIII, la navegaci�n fluvial modific� la situaci�n del aislamiento relativo de esta Regi�n. En las dos �ltimas d�cadas de dicho siglo ocurrieron cruentos hechos de resistencia de los Abor�genes a la penetraci�n en su territorio.

En el siglo XIX se difundi� la ganader�a en Mato Grosso, mientras que Goi�s expandi� la superficie cultivada y la ganader�a.

xx) En el Noreste del Brasil

En el per�odo pre - portugu�s la costa de esta Regi�n estaba habitada por miembros del Pueblo TUPI y el interior por GES. Esta Regi�n, debido al fracaso de los portugueses en los sucesivos intentos (el primero de ellos en el a�o 1536) de instalaci�n en ella, estuvo ocupada por franceses hasta el siglo XVII. A�n en el a�o 1611 arribaron al noreste unos 500 colonos de dicha nacionalidad.

Los portugueses consiguieron ingresar en la Regi�n reci�n en el a�o 1603, estableciendo una colonia en Para�ba. A partir de ella iniciaron la cacer�a de esclavos pero fueron derrotados y la colonia fue destruida por la resistencia Aborigen. Reci�n en el a�o 1612 se establecieron definitivamente fundando una colonia fortificada: Fortaleza, actual capital del E� Cear�. En el a�o 1615 los franceses fueron obligados por los portugueses a retirarse del territorio.

El per�odo de ocupaci�n por los portugueses fue interrumpido por la ocupaci�n holandesa que abarc� desde el a�o 1641 al 1644. Los portugueses implementaron grandes plantaciones sobre la base de mano de obra esclava, pero debido a que ellas no fueron tan exitosas como en otras regiones, la importaci�n de esclavos de la raza negra no alcanz� grandes magnitudes.

Hasta mediados del siglo XIX la casi totalidad de los habitantes de la Regi�n viv�a en la costa, pero a partir de esa fecha se inici� el poblamiento del interior del territorio sin recurrir a colonos europeos. Pero las prolongadas sequ�as, frecuentes en �l, gener� fuertes corrientes migratorias hacia otras Regiones, destac�ndose las ocurridas entre los a�os 1877-1879 y 1951-1953. Se estima que en la primera mitad del siglo XX emigraron alrededor de 7,5 MILL de personas.

El Noreste fue la ruta que siguieron los extractores de caucho de la Regi�n del Amazonas, adem�s de que fue la principal proveedora de la mano de obra empleada para ello.

El territorio, en general, fue utilizado y se utiliza en la cr�a extensiva de ganado vacuno que en tiempos de sequ�a prolongada exhibe una alta mortandad. En algunas �reas se practica la agricultura, cuya expansi�n ha dado lugar a un intenso proceso de deforestaci�n acompa�ado de erosi�n de alta significaci�n.

Hasta mediados del siglo XX el principal producto agr�cola de exportaci�n fue el algod�n, por otra parte muy resistente a la sequ�a. Otro importante producto es el sisal, cultivado alrededor de Campinas del Norte. En la segunda mitad del siglo XX se inici� la construcci�n de grandes obras para riego. 

Es importante el desarrollo de la actividad minera iniciada en tiempos de la segunda guerra mundial. Se destacan las correspondientes a los yacimientos de tungsteno, las de minerales radioactivos, esquistos, oro y piedras preciosas, entre otras.

xxi) La Depresi�n del Amazonas

Esta Regi�n es una llanura y se diferencia del resto del territorio brasile�o por su vegetaci�n de selva lluviosa tropical, principalmente.

El primer ingreso europeo en este territorio ocurri� desde Quito en el a�o 1539 y estuvo a cargo de Gonzalo Pizarro. La expedici�n fue un fracaso total debido a la tenaz resistencia opuesta por los Abor�genes. Un peque�o grupo de ella, a cargo de Francisco Orellana, sigui� la corriente del Napo y lleg� hasta el Atl�ntico.

Transcurrieron 21 a�os hasta la segunda expedici�n, esta vez desde Lima y a cargo de Pedro Urs�a. Los sobrevivientes de �sta llegaron hasta la Isla Margarita (Venezuela). Los informes de ambas expediciones no entusiasmaron a portugueses ni a espa�oles. 

Reci�n en el siglo XVII ambas naciones comenzaron a aplicar esfuerzos, antagonizando en la ocupaci�n del territorio, con numerosos conflictos a partir del a�o 1638 en que se produjo el primer enfrentamiento entre los Jesuitas y los portugueses, ya que estos �ltimos se hab�an lanzado a la cacer�a de esclavos en la Regi�n.

En el transcurso de alrededor de 130 a�os, o sea hasta su expulsi�n en el a�o 1768, los Jesuitas fundaron m�s de 80 Misiones en la cuenca superior del Amazonas. A partir de la expulsi�n, los Abor�genes se dispersaron nuevamente en la selva y las Misiones quedaron en ruina y poco a poco fueron cubiertas por la vegetaci�n. Un Jesuita levant� el primer plano topogr�fico del Amazonas.

En la primera mitad del siglo XVIII, paulistas esclavistas  ingresaron en el Amazonas incrementando la ya de por s� sustantiva disminuci�n de la poblaci�n Aborigen.

En el per�odo de ocupaci�n portuguesa no ocurrieron grandes cambios respecto a las actividades econ�micas implementadas en el per�odo inmediato anterior. Por consiguiente los cultivos de la mandioca y del ma�z, realizados en los claros de la selva, continuaron siendo los principales, complementados con actividades de caza y pesca, mientras que los cultivos de la ca�a de az�car y cacao fueron implementados en extensas plantaciones con objetivos de exportaci�n. Desde el Amazonas inferior, en la primera mitad del siglo XIX se exportaron anualmente alrededor de 200 toneladas de az�car.

La cr�a de ganado fue implementada principalmente en los campos de la desembocadura del Amazonas, pero muy especialmente en la Isla Maraj�. En �sta, la existencia de equinos en el a�o 1820 fue estimada en m�s de 1 MILL de cabezas. Poco despu�s una epidemia diezm� sustancialmente dicha cantidad. Pero esta Isla contin�a siendo la principal zona ganadera de la Amazon�a. A mediados del siglo XX su existencia estuvo integrada por alrededor de 600 mil cabezas de ganado vacuno y unos 50 mil caballos.

En el transcurso de la segunda mitad del siglo XIX la Amazon�a adquiri� relevante consideraci�n por parte de los europeos, a partir del invento de la vulcanizaci�n (a�o 1842) que implic� la obtenci�n de la inalterabilidad del caucho a los cambios de temperatura. El uso que dicho invento posibilit�, sumado al del uso que ven�a siendo realizado desde el a�o 1823 en la fabricaci�n de vestidos impermeables, aument� el significado econ�mico del latex producido por algunos �rboles (del g�nero Hevea) y arbustos de la selva h�meda tropical.

La actividad vinculada al aprovechamiento de este producto atraj� una significativa masa migratoria procedente tanto del Noreste �rido, como de Bolivia, Colombia y pa�ses europeos. Esta corriente migratoria aument� significativamente la poblaci�n regional entre los a�os 1890 y 1913, alcanzando en este �ltimo a�o un orden de magnitud superior a 0,5 MILL de personas.

Dicho poblamiento implic� un aumento de la mortandad de la poblaci�n Aborigen, como consecuencia de que fue obligada a la realizaci�n de trabajos bajo un r�gimen de esclavitud.Seg�n un informe, la producci�n de 4.000 toneladas de caucho en Putumayo cost� la vida a unos 30.000 Abor�genes.

La extracci�n de latex, medida en t�rminos de producci�n de caucho, creci� desde 380 tn (en el a�o 1840) hasta 43.000 tn (a�o 1912), disminuyendo luego hasta situarse en un nivel de 19.000 tn (a�o 1940). La segunda guerra mundial incentiv� la extracci�n retornando a magnitudes entre 29.000 y 31.000 tn en el lapso 1944-1960. La contribuci�n de la Regi�n en la oferta total mundial pas� de 61 % (a�o 1893) a 5 % (a�o 1925).

La ruina de la econom�a regional basada en el caucho fue ocasionada por la reducci�n de los precios del producto. As�, entre los a�os 1910 y 1915 se redujo a 1/6 parte y en el a�o 1932 a una 1/30 parte. A su vez, el caucho hab�a implicado el abandono de los cultivos tradicionales de la Regi�n (ma�z, ca�a de az�car, cacao, entre los principales), configurando un cuadro propicio para un desenlace l�gico a continuaci�n de la crisis del caucho: la emigraci�n de la poblaci�n. En el a�o 1943, de 1,6 MILL de km� de la Amazon�a brasile�a, solo 83 km� estaban ocupados por cultivos.

A partir de la crisis del caucho, la recolecci�n de la nuez del Par�, fruto silvestre producido por el nogal de la Amazon�a (Bertholetia excelsa), pas� a ser de significativa importancia econ�mica, constituy�ndose m�s adelante en producto de exportaci�n.

Territorios de seis Pa�ses Sudamericanos integran la Cuenca del Amazonas, pero en ninguno de ellos se observan los signos del desarrollo Humano y s� las implicancias de pr�cticas meramente extractivas (maderas, caucho, nueces de Par�, plantas medicinales, tintoreas, etc) y enmarcadas en criterios que difieren en su casi totalidad de los b�sicos del desarrollo sustentable. Como una prueba de ello quedan los restos de grandes ciudades y la extinci�n de Pueblos Abor�genes, asi como de una cantidad indeterminada de especies de la flora y fauna nativas.

Dicha gran Cuenca abarca alrededor de 3 MILL de km�, poblada en el a�o 1960 por alrededor de 2 MILL de personas de las cuales el 80 % viv�a en el E� de Par� (Brasil).

xxii) En la Guayana

En los tiempos de la ocupaci�n europea, este territorio estaba habitado principalmente por los Pueblos CARIBE que cultivaban yuca y batatas, dedic�ndose adem�s a la caza y la pesca. El m�todo de producci�n que utilizaban implicaba la pr�ctica de una agricultura migratoria. Tambi�n se encontraban nucleamientos de Pueblos ARAWAK.

Ocurrida dicha ocupaci�n, los Pueblos ARAWAK fueron las primeras v�ctimas del r�gimen de esclavitud impuesto por los europeos en apoyo de las grandes plantaciones. En cambio, los CARIBES fueron usados por los holandeses como cazadores de esclavos, en un amplio territorio.

El ingreso de los ocupantes europeos se realiz� desde tres lados. Hacia fines del siglo XVI se presentaron los holandeses en los r�os de la Guayana comerciando con los Abor�genes y los Espa�oles, estos �ltimos establecidos en las riberas del Orinoco. Los holandeses introdujeron tecnolog�a de construcci�n de diques y drenajes.

Los franceses intentaron colonizar con agricultores de su mismo origen, pero sus esfuerzos culminaron en fracasos que implicaron la p�rdida de la vida de los colonos. Y, por otro lado, los ingleses, que al igual que los holandeses ten�an como proyecto cultivar los mejores suelos del territorio, utilizando trabajadores importados (principalmente chinos, hind�es y javaneses) y la tecnolog�a introducida por �stos.

La abolici�n de la esclavitud implic� el abandono de las plantaciones por los esclavos de raza negra, lo que conllev� al abandono del cultivo del algod�n y de una parte sustantiva de la superficie con ca�a de az�car, pero tambi�n conllev� la importaci�n de trabajadores europeos.

Desde mediados del siglo XIX cobr� gran importancia la extracci�n minera y las actividades conexas, destac�ndose la producci�n de hierro de alta ley y, cerca de sus yacimientos, los de bauxita y manganeso.

10. EL SECTOR AGRICOLA EN TIEMPOS RECIENTE

10.1 Introducci�n

Globalmente, la crisis de los a�os '30 implic� que entre los a�os 1929 y 1934 las exportaciones de los Pa�ses de Am�rica Latina a los Estados Unidos de Norteam�rica se redujeran a la quinta parte y las destinadas a Gran Breta�a a un tercio de sus respectivos valores totales, debido a disminuciones tanto en los vol�menes de producci�n como en los precios de los productos, ocasionando un brusco deterioro en los t�rminos de intercambio.

Dicha crisis encontr� a los Pa�ses de la Regi�n en diferentes estadios de crecimiento industrial, destac�ndose los alcanzados por Argentina, Brasil y M�xico, si bien en un marco general de marcado predominio del sector primario.

Entre 1930 y 1980 se produjeron profundas modificaciones en el sistema productivo agr�cola de la Regi�n, evidenciados en sustantivos cambios en los usos de los suelos. Ellos se manifestaron en:

a) la expansi�n "hacia afuera" de la frontera agropecuaria, incorporando extensas superficies al cultivo de especies de ciclo corto;

b) el aumento de las existencias pecuarias, que demandaron una expansi�n de la superficie asignada a esta actividad;

c) la deforestaci�n de suelos con capacidad de uso agr�cola y no agr�cola, en parte para el cambio de uso (forestal a agricultura) y en parte para la extracci�n de madera (26), la construcci�n de obras de infraestructura y urbanizaci�n, etc.; y

d) la expansi�n de la superficie en descanso y la de la superficie degradada por el inadecuado uso, incluyendo procesos de desertificaci�n.

Todo lo expresado se manifiesta, como continuidad potenciada, en los a�os transcurridos entre 1980 y 1994, sin que existan signos de cambios positivos y s�, en cambio, la persistencia de los determinantes y condicionantes internos y externos que inhiben las posibilidades de introducci�n de los cambios necesarios para el desarrollo del sector en un marco social y ambientalmente sustentables.

M�s a�n, como acertadamente explicitan los autores de NUESTRA PROPIA AGENDA (27), comienzan a manifestarse fuertemente los "efectos de las pol�ticas de ajuste" implementadas pr�cticamente en toda la Regi�n. Tales efectos, en el sector, implican principalmente lo siguiente:

* "Invasi�n de �reas protegidas con prop�sitos de extracci�n ilegal de especies valiosas.

Depredaci�n y riesgo de p�rdida de especies ecol�gicamente valiosas.

Conversi�n de �reas a actividades agr�colas y ganaderas.

* Ausencia o deterioro de obras de protecci�n y/o correcci�n de procesos de sedimentaci�n, destrucci�n de cauces, etc.

Incidencia exagerada de fen�menos naturales extraordinarios.

Deterioro de infraestructura f�sica por azolvamiento de presas, etc.

* Incrementos de la presi�n sobre �reas en laderas y de frontera con prop�sitos de extracci�n de le�a y realizaci�n de cultivos.

* Intensificaci�n de cultivos no tradicionales, para la obtenci�n de productos destinados a la exportaci�n.

Desplazamiento de productos que aportan a la dieta popular.

Artificializaci�n excesiva y sobreuso del suelo con consecuencias en erosi�n y contaminaci�n por plaguicidas,herbicidas y agroqu�micos en general.

* Avances en fronteras agr�colas con los prop�sitos indicados en el punto anterior y para expansi�n ganadera o aprovechamiento maderero.

Presi�n sobre bosques con fines madereros sin consideraci�n de aptitud de suelos

Deterioro de ecosistemas fr�giles y riesgos de p�rdidas de especies valiosas

Deforestaci�n de cuencas, con aceleraci�n de los procesos de erosi�n y sedimentaci�n"

En la Figura N�1 se transcribe la Sinopsis incluida en Nuestra Propia Agenda respecto a los eventuales efectos de las pol�ticas de ajuste.

10.2. Evoluci�n del Uso de la Tierra

Seg�n la informaci�n de la FAO (28), entre el per�odo 1961-65 y el a�o 1992 la superficie considerada "terrenos forestales y montes abiertos" disminuy� aproximadamente 180,3 MILL de hect�reas, o sea a un ritmo promedio de poco m�s de 6,2 MILL de hect�reas/a�o; estimando que la mayor tasa anual de deforestaci�n correspondi� al quinquenio 1971-1976: 15,5 MILL ha/a�o.

Por otra parte, entre los a�os extremos citados la superficie considerada "tierras arables o de labranza" �y con cultivos permanentes� (1) se increment� en alrededor de 34,3 MILL de hect�reas, o sea a raz�n de 1,2 MILL de ha/a�o y las denominadas "praderas y pastos permanentes" (1) aumentaron en alrededor de 97,6 MILL ha, o sea a una media de aproximadamente 3,4 MILL de ha/a�o. Por lo tanto, de la superficie total deforestada (como ya se explicit�, 180,3 MILL de ha), poco m�s de 131,9 MILL de ha fueron incorporadas a las actividades de la agricultura y la ganader�a. Finalmente, bajo el t�tulo "otras tierras" (1) se registr� un incremento de aproximadamente 7,1 MILL de ha (v�ase el Cuadro N�7).

Contrastando la informaci�n correspondiente a la deforestaci�n, con la concerniente al aumento de la superficie bajo uso actual y potencialmente incorporables a la producci�n del sector, aparecen alrededor de 41,3 MILL de ha deforestadas no incorporadas a �ste. En el Cuadro N�7 se presenta la informaci�n tanto a nivel del total de Am�rica Latina y el Caribe, como la nivel de los conjuntos Norte-Centroam�rica-Caribe y Sudam�rica.

En relaci�n a la superficie arable o de labranza y superficies con cultivos permanentes, el total del a�o 1971 result� 26,5% mayor respecto a la superficie promedio del per�odo 1961-65, mientras que las de los a�os 1992 y 1995 resultaron superiores a la del a�o 1971 en 2,2% 11,3%, respectivamente, situ�ndose sus magnitudes por debajo de los valores alcanzados en parte del �ltimo lustro de los a�os 80. Cabe destacar que la FAO estim� en 693 Millones de hect�reas la superficie de tierras potencialmente cultivables; de ellas alrededor de 23,7% se encontraban ocupadas por cultivos y barbechos en el a�o 1995.

10.3 Evoluci�n de la superficie cultivada

Para explicar los cambios ocurridos en el uso de la tierra, a continuaci�n se describe lo sucedido en cuanto a la evoluci�n de la superficie cultivada, por grupo de productos en unos casos y por producto en otros, utilizando para ello los resultados contenidos en el Cuadro N�1 elaborado en base a la informaci�n de la FAO (28).

Del an�lisis de dicho Cuadro puede inferirse que la superficie promedio ocupada por cultivos en el lapso 1994-96 es superior a la del promedio anual del per�odo 1961-65 en aproximadamente 41,4 MILL de ha.

En cuanto al aumento o disminuci�n de la superficie ocupada por los grupos de cultivos y por las especies consideradas individualmente en el citado Cuadro, entre los promedios de los lapsos mencionados en el p�rrafo anterior el comportamiento fue el siguiente:

GRUPOS DE CULTIVOS O ESPECIE
DIFERENCIA DE SUPERFICIE
ENTRE LOS PROMEDIOS 1994-96 Y 1961-65 (Miles de ha)
Algodón
Cacao
Café
Caña de azúcar
Girasol
Legumbres secas
Maíz
Maní
Pimiento (fresco)
Raíces y tubérculos
Ricino
Sésamo
Soja
Tabaco
Todo tipo de calabazas
Tomate
Trigo
Total de cereales
(1.635)
568
(994)
3.816
1.914
2.849
6.799
(481)
66
656
(254)
(158)
18.211
(6)
80
95
720
9.127

Fuente: FAO. Anuario de Producción, Vol. 30, Roma, Italia, 1976.

Fuente: extra�do del Cuadro N�1, elaborado en base a la informaci�n contenida en los Anuarios FAO de Producci�n.

La participaci�n de la superficie cultivada en la Regi�n, en relaci�n a la superficie cultivada en el Mundo, aument� significativamente en numerosos casos, principalmente en el de los cultivos cuyos productos est�n dirigidos principalmente al mercado externo, disminuyendo en cambio la de los cultivos orientados fundamentalmente al consumo interno (v�ase el Cuadro N�2), as� como aqu�llos cuyos productos est�n siendo reemplazados por otros generados en el mismo sector primario o en el industrial. En s�ntesis, la evoluci�n de la participaci�n de los grupos de cultivos o de especies, en cuanto a superficie cultivada respecto a la total mundial correspondiente, fue la siguiente:

GRUPOS DE CULTIVOS O ESPECIE
SUPERFICIE CULTIVADA EN LA REGION
SUPERFICIE CULTIVADA EN EL MUNDO (%)

Algodón
Cacao
Café
Caña de azúcar
Girasol
Legumbres secas
Maní
Pimiento (fresco)
Raíces y tubérculos
Ricino
Sésamo
Soja
Todo tipo de calabazas
Tomate
Total de cereales
1961/65 1979/81 1994/96
13,40
21,87
68,18
47,02
15,40
9,36
5,19
13,44
7,14
27,99
6,94
1,41
2,60
11,00
5,91

16,06
25,78
58,87
46,33
13,77
13,66
4,38
8,85
9,39
30,60
6,32
22,23
17,13
11,08
6,98

8,10
25,00
54,51
44,79
14,70
13,08
2,09
10,01
8,62
8,75
3,47
30,00
18,31
8,99
7,02

Fuente: extra�do del Cuadro N�2, elaborado en base a la informaci�n contenida en los Anuarios FAO de Producci�n.

Cabe se�alar que el volumen total de la producci�n de los productos mencionados en el Cuadro N�2 citado creci� 129,1% y la superficie total aument� s�lo 40,7% entre los promedios de los lapsos 1961/65 y 1994/96.  Este evidente y sustantivo incremento de la productividad por unidad de superficie fue debido tanto a cambios en los usos de los suelos como a la incorporaci�n de tecnolog�as maximizadoras de los rendimientos.

Cabe destacar que la tasa de crecimiento de la superficie cultivada (acumulativa anual promedio) a nivel de cada conjunto y especie destacada en el Cuadro N�2, calculada entre los a�os 1976 y 1992, result� en casi la totalidad de ellos inferior a la de crecimiento de la poblaci�n. Ello, a nivel de Mundo y Regi�n.

Las excepciones de tal comportamiento est�n dadas por los casos de la Soja, Girasol, Tomate, Pimiento, Calabazas, Ca�a de Az�car y Caf�; en algunos cultivos la excepci�n se da a nivel del Total Mundo y en otros a nivel del Total Regi�n, present�ndose algunos que abarcan ambos niveles.

La tasa anual de crecimiento demogr�fico considerada fue la correspondiente al per�odo 1960-1992: a nivel Total Mundial 1,8% y a nivel Total de la Regi�n 2,2 %. Cabe se�alar que la superficie cultivada bajo riego en la Regi�n aument� a una tasa media a.a. 1,64% entre 1961 -1965 y 1991, aumentando su participaci�n en el total de la superficie regada a nivel de Mundo: en el per�odo 1961-1965 contribuy� 5,3% y en el a�o 1991 6,5% de este �ltimo total.

Por otra parte, el Parque de Tractores agr�colas (V�ase el Cuadro N�6) estimado para el a�o 1995 result� 98% superior al que exist�a en el per�odo 1961-1965, mientras que la superficie total de tierras arables o de labranza (incluyendo las superficies con cultivos permanentes) aument� entre ambos extremos s�lo 40,7% (V�ase el Cuadro N�7 ya citado), a lo que debe agregarse el aumento de la potencia media (CV) del parque y una disminuci�n del n�mero de labores en los m�todos de producci�n mecanizados, confluyendo a explicar el sostenido proceso de migraci�n rural - urbano observado hasta la fecha en pr�cticamente todos los Pa�ses de la Regi�n, con las consecuencias obvias tanto desde el punto de vista cultural como de la Calidad de Vida de la poblaci�n involucrada en los movimientos migratorios.

Lo dicho respecto a la relaci�n entre parque de tractores y superficie total de tierras arables, no desconoce la existencia de otras superficies en las cuales es usado, pero incluir las mismas no modificar�a en lo sustancial lo expresado respecto a uno de los impactos negativos ocasionados por lo que pareciera ser una sobre tractorizaci�n del sector. Asimismo, tampoco implica una cr�tica en s� al proceso de mecanizaci�n, sino que procura introducir algunos elementos en b�squeda de la modificaci�n del sendero en que fue introducido. Entre esos elementos, adem�s del citado, puede agregarse el que se refiere al inadecuado uso de la mecanizaci�n cuyas manifestaciones, no obstante el tiempo transcurrido y el surgimiento de instituciones de investigaci�n aplicada, contin�an siendo negativas (la desertificaci�n, en muchos casos, es el resultado de dicho inadecuado uso).

10.4. Evoluci�n de las Existencias Pecuarias

Con igual objetivo que el punto anterior, a continuaci�n se describe la evoluci�n de las existencias pecuarias principales en cuanto a la utilizaci�n de la superficie denominada "praderas y pastos permanentes". La informaci�n de base es la contenida en el Cuadro N�5, elaborado a partir de los Anuarios FAO de Producci�n.

Del contenido del Cuadro puede inferirse que entre los lapsos 1961-65 y 1994-96  crecieron significativamente s�lo las existencias de Bovinos, constituyendo las de este �ltimo per�odo un hato 85,2% superior respecto al del per�odo 1961-65, totalizando alrededor de 344,4 MILL de cabezas. Entre los mismos lapsos, la existencia de Caballares registr� un leve aumento (1,5%) de 183 mil cabezas (incluyendo mulas y asnos), mientras que las de Ovinos y Caprinos disminuyeron hasta constituir en el lapso 1994-96 alrededor de 76,6% y 96,2% de las respectivas existencias del promedio anual del lapso 1961-65. En 1996, en t�rminos absolutos, las existencias de las especies destacadas en el ya citado Cuadro fueron las siguientes:

ESPECIES
EXISTENCIAS (Miles de cabezas)
Bovinos
Caballar
Caprinos
Ovinos
348.216
38.764
36.976
93.925

Fuente: extra�dos del Cuadro N�5, elaborado en base a la informaci�n contenida en los Anuarios FAO de Producci�n.

Cabe recordar lo ya dicho respecto a que entre los per�odos considerados en este an�lisis, la superficie denominada "tierra bajo praderas y pastos permanentes" aument� en 97,6 MILL de ha, mientras que las existencias de Bovinos se incrementaron en aproximadamente 154,4 MILL de cabezas pero las de Ovinos y Caprinos disminuyeron en alrededor de 31,4 MILL, o sea un aumento equivalente a una cantidad ligeramente superior a las 105,4 MILL de unidades Vacas.

La existencia de ganado Caballar se increment� levemente. Por consiguiente, la relaci�n ha/existencias mejor� ligeramente estim�ndose en 2,21 ha/cabeza, mientras que en el per�odo 1961-65 fue aproximadamente 2,25 ha/cabeza. En realidad, en ambos casos, la relaci�n es m�s amplia por cuanto la superficie bajo "praderas y pastos permanentes" no incluye la superficie denominada "terrenos forestales y montes abiertos", ni la superficie con rastrojos (de cosechas de granos, principalmente) utilizadas en la ganader�a. Por otra parte, el hecho de que las existencias pecuarias consideradas no incluyen otras especies de importancia en algunos Pa�ses de la Regi�n, a nivel global no modifica la citada estimaci�n en raz�n de la magnitud de las mismas.

10.5. Evoluci�n de la Magnitud de Poblaci�n Agr�cola

En los anuarios de la FAO se considera Poblaci�n Agr�cola a "todas las personas que dependen de la agricultura para su subsistencia. Comprende todas las personas activamente ocupadas en la agricultura y sus familiares a cargo que no trabajan".

La informaci�n destaca que en el a�o 1965 la Poblaci�n Agr�cola en la Regi�n fue estimada (V�ase el Cuadro N�4) en aproximadamente 110,0 MILL de personas: 63,8% en Sudam�rica y 36,2% en Norte, Centroam�rica-Caribe, y que la misma evolucion� seg�n las magnitudes siguientes:

AÑOS
CANTIDAD (en Miles)
1950
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1990
1991
1992
1995
1996
86.850
94.663
103.059
109.966
115.871
116.610
115.006
116.571
116.360
116.238
116.086
106.802
105.762

Fuente: extra�das del Cuadro N�4, elaborado en base a la informaci�n contenida en los Anuarios FAO de Producci�n.

De esta informaci�n puede inferirse que en el lapso 1965-1992 la Poblaci�n Agr�cola creci� a una tasa media a.a. 0,19%, mientras que la superficie bajo actividades productivas agropecuarias creci� a una tasa media a.a. 0,71%, con acentuada disminuci�n de los requerimientos de mano de obra por unidad de volumen producido, siendo ello consecuencia de los cambios introducidos en los m�todos de producci�n entre los a�os extremos de la serie analizada y, adicionalmente, debido a la disminuci�n de la superficie cultivada o plantada con especies cuyos manejos, incluidas las cosechas, demandan una alta participaci�n de mano de obra.

A partir del a�o 1993 el ritmo de disminuci�n de la poblaci�n agr�cola aument�, lo que implic� entre los a�os 1992 y 1996 una p�rdida en el sector de 10,3 MILL de personas.

La disminuci�n de la cantidad de personas ocupadas en el sector agr�cola, en t�rminos absolutos, explica la mayor proporci�n de la migraci�n rural hacia los centros urbanos, as� como a otros centros rurales en los cuales se encuentran localizadas plantas industriales o centros de servicios en general.

Cabe se�alar que entre los a�os 1960 y 1996 la relaci�n (%) Poblaci�n Agr�cola/ Poblaci�n Total pas� de 47,8% a 21,8%.

La FAO estim� para el a�o 1990 en aproximadamente 41,06 Millones la cantidad de poblaci�n econ�micamente activa en la agricultura (32,6% en Brasil; 22,7% en M�xico; 7,0% en Colombia; 5,9% en Per�; 4,4% en Hait�; 3,3% en Guatemala; 2,9% en Argentina; y 21,2% distribuido entre el resto de los Pa�ses de la Regi�n considerada) y en 40,36 Millones la cantidad hacia el a�o 2010.

10.6. Evoluci�n de los Rendimientos Unitarios (kg/ha)

Comparando los rendimientos unitarios obtenidos, a nivel de los principales cultivos, entre los correspondientes a los lapsos 1961-65 y 1994-96 (V�ase el ya citado Cuadro N�1), pueden observarse los significativos incrementos logrados en la casi totalidad de ellos, tanto en Norte, Centroam�rica y El Caribe, como en Sudam�rica, atribuibles, como ya se dijo, a la incorporaci�n de tecnolog�as externas a la Regi�n, sin previo an�lisis de sus implicancias sobre el desarrollo sustentable del sector.

Por otra parte, comparando los rendimientos medios obtenidos en la Regi�n durante los lapsos 1990-92 y 1994-96, con el rendimiento promedio obtenido en los Estados Unidos de Norte Am�rica en el per�odo 1994-96, y asumiendo a este �ltimo como INDICE USA=100, puede observarse (V�ase el Cuadro N�3): por un lado, el mejoramiento de la relaci�n en el lapso 1994-96 respecto al del per�odo 1990-92 y, por otro lado, que excepto en los casos del Girasol, Soja, Trigo y Ca�a de Az�car los rendimientos de los cultivos realizados en los EEUUNA son muy superiores a los niveles obtenidos en el conjunto de los Pa�ses de la Regi�n.

Si bien en el caso de la comparaci�n de los rendimientos a nivel de subconjuntos de productos los resultados est�n determinados en parte por la composici�n de aqu�llos, tanto en t�rmino de las especies que los componen como del peso relativo de cada una de ellas en cada subconjunto, lo cierto es que los resultados no se alejan demasiado cuando las comparaciones se realizan entre productos.

As�, por ejemplo, el rendimiento promedio del per�odo 1990-92 para el subconjunto Cereales Total result� en Am�rica Latina muy inferior al alcanzado en la producci�n de la agricultura Norteamericana, situ�ndose en un nivel 45 respecto al nivel 100 asignado a �sta (INDICE USA=100,0), mientras que dos de los principales componentes de dicho subconjunto se situaron en los niveles siguientes:

PRODUCTO
PROMEDIO ANUAL 1990-92 (kg/ha)
INDICE USA=100
TRIGO
MAIZ
TOTAL DE CEREALES
2.124
2.112
2.195
83,4
28,1
45,0

Fuente: elaborado en base a la informaci�n contenida en los Anuarios FAO de Producci�n.

Dicha situaci�n de rendimientos unitarios inferiores se da en todos los productos analizados, con excepci�n del Girasol. En s�ntesis, en el resto de los subconjuntos y productos la comparaci�n dio los resultados siguientes:

PRODUCTOS
PROMEDIO ANUAL 1990-92 (kg/ha)
INDICE USA=100
Raíces+ Tubérculos
Papas
Batatas
Legumbres Secas Total
Soja
Girasol
Algodón (Sin desmotar)
Tomates
Caña de Azúcar

11.332
12.756
7.516
610
1.944
1.521


1.341
22.832
62.140

34
37
46
34
82
105


69
40
81

Fuente: extra�do del Cuadro N�3, elaborado en base a la informaci�n contenida en los Anuarios FAO de Producci�n.

En los rendimientos unitarios inciden, adem�s de la calidad de los suelos, las diferencias existentes entre los m�todos de producci�n usados en cada subconjunto comparado. Dichas diferencias se encuentran principalmente en la calidad gen�tica de la semilla utilizada, en el uso y forma de uso de fertilizantes y mejoradores, en el uso de medios para la protecci�n de cultivos y animales, etc.pero bajo criterios de desarrollo social y ambientalmente sostenibles, �qu� implican en realidad las diferencias de rendimientos entre los subconjuntos intervenidos?; �Cu�l es el impacto sobre los persistentes elementos de los ecosistemas intervenidos?; �Cu�l es el impacto sobre la calidad biol�gica de los alimentos? y, por lo tanto, �sobre el consumidor?.

Comparativamente, los ecosistemas de Am�rica Latina exhiben, en general, menores manifestaciones de intervenci�n que los localizados en los Estados Unidos de Norte Am�rica, y los alimentos que producen son biol�gicamente superiores a los de �ste.

11. La Poblaci�n y Algunos Aspectos Ambientales y Socioecon�micos Globales

11.1 Introducci�n

Por razones hist�ricas y antropol�gico - sociales, lo rural implica no s�lo una localizaci�n geogr�fica al interior de un Pa�s, que se explica generalmente en t�rminos de relaciones sociales, de dotaci�n de servicios esenciales, de dispersi�n de la poblaci�n contenida en sus �reas, de producciones espec�ficas de las mismas bajo diversos conjuntos tecnol�gicos y de otras variables usadas secundaria y complementariamente.

Pero adem�s de lo dicho creemos que implica, principalmente, culturas que a nivel de los Pa�ses de Am�rica Latina y El Caribe muestran elementos en com�n que determinan grados de semejanzas significativamente mayores que cuando se comparan entre s� las culturas urbanas de los mismos Pa�ses.

Por lo dicho, las �reas perif�ricas de los centros urbanos en las que se asientan inmigrantes provenientes de las �reas rurales adquieren caracter�sticas rurales cuyas persistencias dependen de la capacidad de absorci�n de tales centros. La historia reciente pareciera demostrar que los niveles de tal capacidad de absorci�n son inversamente proporcionales a os niveles de "modernizaci�n" asumidos tanto en las industrias, como en el comercio y en los servicios p�blicos. Ello, en raz�n de que a medida que se incrementan los niveles de "modernizaci�n" disminuyen los requerimientos de mano de obra permanente y a�n la transitoria.

11.2. Urbanizaci�n de la Poblaci�n Rural

En general, el proceso denominado "urbanizaci�n de la poblaci�n rural", que simplemente implic� transferencias de poblaci�n rural a los centros urbanos, pareciera llevar como variable propia el desempleo y como efecto de dif�cil superaci�n una disminuci�n de la CALIDAD DE VIDA, a la par que un significativo incremento de la PEA incorporada al sector informal de la econom�a; denominaci�n que encubre grados crecientes de desocupaci�n y otros efectos cualitativos de alta significaci�n.

En el Cuadro N�8 se muestra la evoluci�n de la Poblaci�n Total, Urbana y Rural en el per�odo 1960-1992. Como puede inferirse, la poblaci�n total del a�o 1992 fue 111,2% superior a la del a�o 1960, o sea que creci� a una tasa media a.a. 2,36%, compuesta por los parciales siguientes:

SUBPERIODOS
TASAS (%)

1960 - 1970
1970 - 1980
1980 - 1992
1960 - 1992
Total Urbana Rural
2,76
2,30
2,09
2,36
4,37
3,59
3,11
3,65
0,96
0,29
(0,176)
0,32

Como puede observarse, en el per�odo analizado el proceso de urbanizaci�n de la poblaci�n mantuvo un ritmo de crecimiento altamente significativo, mientras que el de la poblaci�n rural tendi� a disminuir levemente desde 1980. A nivel de la Regi�n, en el a�o 1992 la poblaci�n urbana constituy� 73,2% de la poblaci�n total. Los Pa�ses con mayor proporci�n de Poblaci�n Urbana fueron los siguientes: Venezuela (93,7%), Argentina (86,8%), Chile (86,6%), Uruguay (85,8%), Brasil (77,3%), M�xico (73,7%) y Colombia (73%).La Poblaci�n Urbana de los citados Pa�ses constituy�, en conjunto, 83,6% de la Poblaci�n Urbana Total de la Regi�n y 61,2% de la Poblaci�n total de �sta.

En t�rminos absolutos, entre los a�os 1960 y 1992, la poblaci�n urbana de Am�rica Latina pas� de 101,7 MILL a 320,8 MILL y la rural de 105,7 MILL a 117,2 MILL de habitantes, respectivamente.

El proceso de "urbanizaci�n de la poblaci�n rural" implic� e implica procesos de descampesinizaci�n, proletarizaci�n, marginaci�n de poblaci�n, entre otras denominaciones usadas por los estudiosos del tema para designar al efecto principal o globalizador de la expulsi�n de las unidades de producci�n "no viables", asociado ello a la falta de oportunidades de empleo en el medio rural para los peque�os productores y miembros de sus familias, as� como a la disminuci�n del tiempo de ocupaci�n de la mano de obra transitoria, tanto por los crecientes niveles de mecanizaci�n como por los cambios operados en el uso de la tierra y la consolidaci�n del proceso de concentraci�n de la misma en pocos titulares de derecho.

De mantenerse la tendencia actual en cuanto a la estructura agraria y a la organizaci�n de la producci�n, puede asumirse que la expulsi�n de poblaci�n rural del sector agropecuario y de los centros de servicios asociados a �ste presenta caracter�sticas de un proceso irreversible.

Si bien el proceso de "urbanizaci�n de la poblaci�n rural" desarrollado entre los a�os 1950 y 1980 no gener� problemas de desocupaci�n agudos en raz�n de que "fue reflejo de una vigorosa demanda de trabajo productivo" (29), no ocurri� ni ocurre lo mismo con las migraciones rurales a partir de la d�cada de los a�os '80 que muestran crecientes niveles de desocupaci�n, desempleo, precarizaci�n y terciarizaci�n (que en alta proporci�n implica, desempleo disfrazado). Bajo tales circunstancias, las migraciones dan lugar a una pseudo integraci�n de la poblaci�n rural en el medio urbano, expresada en la generaci�n de m�ltiples y graves problemas que, de no ser superados en el mediano plazo, podr�an derivar en imprevisibles consecuencias de luchas sociales.

Como consecuencia de lo expresado en �ste y en otros puntos, la Poblaci�n Econ�micamente Activa (PEA) ocupada en el sector pas� de 40,6% a 25% entre los a�os 1970 y 1992, mientras que en t�rminos absolutos pas� de 36,8 MILL a 40,9 MILL de personas, lo que implica que la generaci�n de empleo en el sector se manifest� a una tasa a.a. 0,48%, contribuyendo al aumento de la desocupaci�n global. La citada PEA incluye tanto la poblaci�n ocupada en forma permanente como temporaria.

Lamentablemente no existen trabajos cuyos resultados informen acerca de la efectiva desocupaci�n en el sector agropecuario, pero algunas estimaciones realizadas en Pa�ses representativos de diferentes tecnolog�as agr�colas posibilitan suponer niveles que, en la mayor�a de ellos, fluct�an entre 30% y 50% de la PEA ocupada.

Una de las evidentes consecuencias de la persistencia del proceso de migraci�n de la poblaci�n rural expulsada de peque�as unidades de superficie, es la significativa disminuci�n de la producci�n con destino al autoconsumo y al consumo de la poblaci�n de bajos ingresos, disminuyendo la disponibilidad de algunos productos b�sicos y contribuyendo al aumento del nivel de subalimentaci�n y mal nutrici�n.

12.  El Sector Agr�cola y el Medio Ambiente.

Tudela et. al. (7) expresa que dada la magnitud de las superficies involucradas en las actividades productivas del Sector, �stas resultan ser las de mayor incidencia en el medio ambiente de la Regi�n.

FAO (30) estima que en la Regi�n est� localizada la mayor reserva mundial de suelos con capacidad de uso agr�cola:alrededor de 693 MILL de hect�reas, por lo que la superficie bajo cultivos anuales y permanentes en el a�o 1995 constitu�a alrededor de 23,7% del potencial informado por la FAO. Esta Organizaci�n asume que en el a�o 2000 la superficie bajo cultivo constituir� alrededor de 39% del potencial estimado y que la fuerza de trabajo en el sector crecer� a una tasa a.a. promedio 0,6%.

Los supuestos en los que se basan dichas estimaciones implican sustanciales incrementos en el uso de fertilizantes, maquinarias y plaguicidas, respondiendo por lo tanto a criterios de racionalidad "modernizante". Teniendo en cuenta lo ocurrido hasta 1995, puede asumirse que ambas metas estar�n por debajo de lo estimado, no as� en lo concerniente al proceso de concentraci�n de la tierra y a la "modernizaci�n" de la agricultura con sus consecuencias obvias sobre el medio ambiente.

Teniendo en cuenta lo dicho en el p�rrafo anterior y considerando que el 8% de las explotaciones agr�colas de Am�rica Latina concentran 80% de la superficie total de las tierras censadas en la Regi�n (31), con bajo aprovechamiento del potencial de los suelos, puede suponerse que correctamente utilizado �ste posibilitar�a alimentar adecuadamente una poblaci�n seis veces superior a la existente en el a�o 1975 en Am�rica Central y 57 veces mayor a la estimada en Am�rica del Sur en dicho a�o, incluyendo en ello la soluci�n de los problemas de subalimentaci�n que afectan a m�s de 60 MILL de personas en la Regi�n. El potencial existente posibilita inferir las amplias posibilidades de superaci�n de los problemas que hacen a la Calidad de Vida, o sea a uno de los principales desde el punto de vista Ambiental.

El citado estudio (31) estim� que hacia el a�o 2000 algunos Pa�ses de la Regi�n no estar�an en condiciones de responder satisfactoriamente a los requerimientos alimentarios de sus respectivas poblaciones, si bien con diferentes grados de restricciones. Dichos Pa�ses son los siguientes:

* Pa�ses capaces de alimentar a menos de la mitad de la poblaci�n en el a�o 2000 y con capacidad limitada para importar alimentos; Antigua, Antillas Holandesas, Barbados, Guadalupe, Hait�, Islas de Barlovento, Martinica.

* Pa�ses capaces de alimentar desde el 50% al 99% de la poblaci�n en el a�o 2000 y con capacidad limitada para importar alimentos; Bahamas.

* Pa�ses capaces de alimentar a menos de la mitad de la poblaci�n en el a�o 2000, pero con capacidad para importar alimentos; El Salvador.

* Pa�ses capaces de alimentar desde el 50% al 99% de la poblaci�n en el a�o 2000, pero con capacidad para importar alimentos; Guatemala, Jamaica, Rep�blica Dominicana, Trinidad y Tobago.

En t�rminos absolutos (Ver Cuadro N�7), el moderado incremento de las �reas usadas en la agricultura contrasta con el r�pido aumento de la superficie en praderas y pastos permanentes (34,3 MILL y 97,6 MILL de hect�reas respectivamente). Teniendo en cuenta ello y la incorrecta pr�ctica de expansi�n de la frontera agr�cola ("hacia afuera"), puede asumirse que hacia el a�o 2000 la superficie considerada en praderas y pastos permanentes podr�a abarcar alrededor de 650 MILL de hect�reas, en detrimento de la superficie en Bosques, con las obvias consecuencias ambientales. Cabe recordar que los citados incrementos ocurrieron entre los a�os 1961 y 1992 y que en el mismo lapso la superficie en bosques sufri� una disminuci�n estimada en 180,3 MILL de hect�reas.

No existe duda alguna que gran parte de dicho proceso de deforestaci�n podr�a haber sido obviado si los decisores en las actividades del sector hubieran asumido criterios de manejo social y ambientalmente sostenible.

13.  El Desarrollo Sostenible: Algunas Consideraciones Necesarias

El Desarrollo Sostenible, como cultura y pr�ctica, se encuentra presente en Am�rica Latina desde sus primeras organizaciones sociales suficientemente conocidas, de las cuales a la fecha existe informaci�n respecto al quehacer hist�rico de las poblaciones que habitaron y parcialmente a�n habitan M�xico, Bolivia, Per�, Ecuador, Chile, Colombia, Guatemala, Brasil, Paraguay, por s�lo citar algunas de las que persisten rodeadas de culturas que les resultan extra�as.

Como ya dijimos, la invasi�n Espa�ola primero y luego la perpetrada desde otros pa�ses europeos interrumpen e inician la destrucci�n de los procesos de desarrollo que ten�an en marcha los Pueblos en territorios de la hoy Am�rica Latina, imponiendo la construcci�n de una nueva Formaci�n Social.

A partir de ello se inician procesos de explotaci�n de los recursos naturales renovables y no renovables, respondiendo a demandas de los mercados externos y determinando, en consecuencia, una creciente dependencia respecto a los procesos de desarrollo del sistema capitalista y creando al interior de los territorios invadidos enclaves extractores y/o productores de bienes caracterizados por no estar integrados ni actuar como dinamizadores del crecimiento en el resto del territorio; siendo al mismo tiempo generadores de marginalidad social, de agotamiento de los recursos no renovables y de destrucci�n de ecosistemas que durante siglos hab�an sido considerados altamente productivos.

La bibliograf�a m�s difundida en los �ltimos tiempos expresa que si bien la idea del desarrollo sostenible se encuentra presente en el siglo XVIII en escritos de LINNEO (1707-1778) y de BUFFON (1707-1788, Historia Natural y las Epocas de la Naturaleza, entre otras), entre otros cient�ficos que intentaban comprender y categorizar la naturaleza, marcando los or�genes de aqu�lla, la adopci�n de dicha idea en el vocabulario de los planificadores del desarrollo es relativamente reciente (32).

Dicha adopci�n, as� como el hoy generalizado llamamiento al desarrollo sostenible se instal� por el creciente reconocimiento de que las amenazas ecol�gicas m�s preocupantes surg�an de las acciones de los seres humanos. Para algunos Pueblos este reconocimiento resulta tard�o, mientras que para el resto de los Pueblos existen esperanzas. Pero es necesario recuperar sin limitaciones las lecciones de la historia. Y para este caso, en particular, las generadas por la relaci�n Sociedad - Naturaleza en tiempos de los Pueblos antes de la llegada de C. Col�n.

Hoy existen numerosas definiciones de Desarrollo Sostenible, aunque es dif�cil encontrar diferencias sustantivas entre ellas. Generalmente no las hay. Pero la que tiene como base el reconocimiento m�s amplio de la problem�tica ambiental es la dada en "Nuestro Futuro Com�n" (33): Desarrollo que "satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias".

En "Nuestra Propia Agenda" (34) se destaca que este concepto involucra un desarrollo sustentable en el largo plazo en t�rminos econ�micos, sociales y ecol�gicos, o sea capaz de mantener la productividad de los sistemas naturales. Destaca, adem�s, que "en un pasado se ha concentrado la atenci�n en la factibilidad y eficiencia econ�mica, sin privilegiar consideraciones sociales y a veces deteriorando la naturaleza". Aunque parezca obvio, puede resultar necesario se�alar que dicho pasado no engloba, en general, a la conducta de las Formaciones Sociales que exist�an en tiempos del desembarco de C. Col�n, y que el juicio sobre el deterioro ocasionado a la naturaleza es bastante ben�volo, a�n con el presente.

El documento citado (34) informa como l�neas maestras de avance hacia el desarrollo sustentable las siguientes: erradicaci�n de la pobreza, aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, ordenamiento ambiental del territorio, desarrollo tecnol�gico compatible con la realidad social y natural, una nueva estrategia econ�mico - social, la organizaci�n, movilizaci�n y participaci�n social y reformas en el Estado.

Pr�cticamente, la totalidad de las m�s importantes organizaciones internacionales de asistencia t�cnica y/o financiera tienen en sus respectivas agendas proposiciones sobre desarrollo sostenible, duradero, sustentable, etc., con significados semejantes total o parcialmente respecto a la acu�ada por la Comisi�n Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en su informe del a�o 1987, conocido como informe BRUNTLAND (elaborado por la Comisi�n Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo-CMMAD, en el transcurso de tres a�os y dado a conocer y publicado en abril del a�o 1987. Cabe se�alar que el 31 de diciembre del mismo a�o ces� oficialmente la actividad de dicha Comisi�n) en honor a la presidente (Sra. Gro Harlem Bruntland, en ese entonces primera ministra de Noruega) de dicha Comisi�n. La definici�n dada por la citada Comisi�n es la siguiente: "Un desarrollo sostenible es aqu�l que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin socavar la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas" (35). Esta definici�n abarca el concepto de las necesidades; y �la idea de las restricciones que imponen la tecnolog�a y la sociedad a las capacidades del medio ambiente para satisfacer las necesidades� (40).

Partiendo de la antedicha definici�n de Desarrollo Sostenible, as� como de la base conceptual de �ste, se puede asumir que el Objetivo Central del mismo es elevar la Calidad de Vida de la Poblaci�n mediante la maximizaci�n a largo plazo del potencial productivo de los ecosistemas, usando para ello adecuadas tecnolog�as y posibilitando la activa participaci�n de aqu�lla tanto en las decisiones fundamentales del Plan como en la implementaci�n del mismo. Este es el marco en el que se encuentran contenidas las notas del presente documento.

Por lo tanto, el objetivo del Desarrollo Sostenible esla CALIDAD DE VIDA, y los instrumentos son el uso racional de los recursos naturales, las adecuadas tecnolog�as y la democratizaci�n del proceso de desarrollo.

La Comisi�n de Desarrollo y Medio Ambiente de Am�rica Latina y El Caribe (34) consider� que la Calidad de Vida es "un concepto central de la problem�tica del medio ambiente y del desarrollo Sustentable�. Exige, entre otros elementos, la m�xima disponibilidad de la infraestructura social y p�blica para actuar en beneficio del bien com�n y para mantener el medio ambiente sin mayores deterioros y contaminaci�n". Completa la definici�n se�alando que "la calidad de vida es, adem�s de meta del desarrollo, un concepto ordenador para determinar prioridades ambientales".

Lamentablemente, la Agenda 21 (35) no particulariza sobre este objetivo, si bien algunos de sus Cap�tulos involucran componentes del mismo.

Por su pertinencia respecto a la primera parte de las notas contenidas en este documento, se considera necesario incluir en este punto algunos de los conceptos de �Nuestro Futuro Com�n� en relaci�n a lo que en la Gu�a (40) se denomina �La Protecci�n de los Pueblos Ind�genas y Tribales�. Los principales son los siguientes:

�Los recursos ambientales no pueden separarse de los Humanos. Los conocimientos que poseen las poblaciones ind�genas y tribales sobre supervivencia duradera son un recurso tan valioso como los �rboles, las cosechas y la propia tierra.

En muchas zonas quedan todav�a pueblos ind�genas o tribales. Su aislamiento, con frecuencia ha contribuido a la preservaci�n de su modo de vida, en estrecha armon�a con el entorno natural. ... . Es mucho lo que puede aprenderse de sus conocimientos sobre gesti�n duradera de complejos sistemas ecol�gicos.

La posible extinci�n de sus culturas equivale a la p�rdida de un recurso mundial.

El desarrollo influye en esos pueblos de muchas maneras. Experimentan profundas dificultades en la tarea de integrarse con el resto del mundo, y al mismo tiempo, tienen derecho a compartir todos los beneficios resultantes de la integraci�n.

Los encargados de promover pol�ticas que afectan a pueblos ind�genas y tribales tienen que establecer exactamente la diferencia entre la exclusi�n de dichos pueblos de lo que les corresponde por derecho, y la destrucci�n de sus formas de vida.

El punto de partida ... es el reconocimiento de sus derechos naturales a la tierra y los dem�s recursos naturales que constituyen el sustento de sus formas de vida, aunque ellos definen sus derechos a la tierra en t�rminos diferentes a los que prevalecen en los sistemas de ordenamiento jur�dico. ... . Es nuestro deber proteger (sus propias instituciones para regular sus derechos y obligaciones) ... en vez de insistir en imponer las nuestras.

Mediante acuerdos de comercializaci�n se puede garantizar que los productos comunitarios se vendan a precios justos. ...�.

La evaluaci�n de la realidad, tomando como indicadores los impl�citos en la Gu�a sobre Nuestro Futuro Com�n nos exime de efectuar comentarios al respecto.Lo mismo ocurre respecto a otros contenidos de la Gu�a  relacionados con los Recursos Naturales en general y, en particular, con el suelo, el agua, los agroqu�micos (fertilizantes y pesticidas) y los bosques. Teniendo en cuenta que la actual �revoluci�n agr�cola� tiene como instrumentos de alta significaci�n el uso de agroqu�micos, cabe destacar las reflexiones sobre este tema contenidas en la Gu�a sobre Nuestro Futuro Com�n:

�La escorrent�a del nitr�geno y los fosfatos que quedan como residuos de un uso abusivo de los fertilizantes, da�a los recursos h�dricos.

Las personas expuestas continuamente y por largo tiempo a pesticidas y substancias qu�micas que llegan a ellas en forma de residuos en los alimentos, en el agua y el aire, resultan afectadas. ... .

En los pa�ses en desarrollo se producen cerca de 10.000 muertes al a�o por envenenamiento con pesticidas, y unas 400.000 personas m�s sufren de enfermedades relacionadas con ellos.

Las substancias qu�micas viajan a trav�s de la cadena alimenticia y se diseminan en �reas muy distantes de los lugares donde se utilizaron originalmente. ... .

Los insectos que se alimentan de organismos nocivos son aniquilados.

Las plagas del campo se desarrollan biol�gicamente y se hacen resistentes a los pesticidas. Ha aumentado brutalmente en el mundo el n�mero de plagas resistentes a los pesticidas.

En algunas zonas donde se utilizan s�lo cantidades peque�as de substancias qu�micas, es elevada su tasa de eficacia y son menores los da�os que se infligen al medio ambiente. ...�. 

El documento Nuestro Futuro Com�n, juntamente con el denominado Nuestra Propia Agenda (resultado del trabajo de la Comisi�n de Desarrollo y Medio Ambiente de Am�rica Latina y El Caribe, publicado en el a�o 1990) y los numerosos documentos oficiales de los Pa�ses participantes, as� como los elaborados por Organizaciones No Gubernamentales, sirvieron de base para las discusiones y la adopci�n de Acuerdos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (realizada en R�o de Janeiro-Brasil, entre el 3 y el 14 de junio de 1992, finalmente dadas a conocer en la AGENDA 21), que sesion� con la participaci�n oficial de 172 Estados miembros, 102 dos de ellos representados por los respectivos Jefes de Estado y de Gobierno.

El Cap�tulo 14 de la Agenda 21 trata espec�ficamente los temas concernientes al �Fomento del Desarrollo Agr�cola y Rural Sostenible�. En el mismo est�n definidas �reas de Programas; de ellas destacamos las siguientes:

�Estudio, planificaci�n y programaci�n integral de la pol�tica agr�cola en vista del aspecto multifuncional de la agricultura, sobre todo en lo que respecta a la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible. Los objetivos fijados para esta �rea son los siguientes: a) para 1985, ... , establecer un programa con el fin de integrar el desarrollo ambiental y sostenible con los an�lisis de pol�ticas para el sector alimentario y agr�cola, formulando y aplicando las pol�ticas macroecon�micas pertinentes; b) mantener y desarrollar, ... , incluidos programas y medidas para mejorar la producci�n sostenible de alimentos y la seguridad alimentaria en el marco del desarrollo sostenible, a m�s tardar en 1998; y c) ...�.

�Asegurar la participaci�n popular y fomentar el desarrollo de los recursos humanos para la agricultura sostenible. Entre los objetivos se destacan: a) fomentar una mayor conciencia de la opini�n p�blica respecto del papel de la participaci�n popular ..., en particular ..., poblaciones ind�genas, ... y peque�os agricultores, en el desarrollo agr�cola y rural sostenible; b) garantizar el acceso equitativo de la poblaci�n rural, en particular ..., los peque�os agricultores, los campesinos sin tierra y las poblaciones ind�genas, a los recursos agr�colas, h�dricos y forestales, as� como a las tecnolog�as, la financiaci�n, comercializaci�n, elaboraci�n y distribuci�n de los productos; c) reforzar ... y los servicios de extensi�n y ...�.

�Conservaci�n y rehabilitaci�n de tierras. Sus objetivos son los siguientes: a) para el a�o 2000, iniciar estudios nacionales sobre recursos de tierras, ..., la extensi�n y la gravedad de la degradaci�n de las tierras, ...; b) preparar y poner en pr�ctica pol�ticas y programas amplios para la recuperaci�n de las tierras degradadas y la conservaci�n de las zonas en peligro, as� como mejorar la planificaci�n general, la gesti�n y la utilizaci�n de los recursos de tierras y conservar la fertilidad del suelo para lograr un desarrollo agr�cola sostenible�.

�Agua para la producci�n de alimentos y el desarrollo rural sostenibles. Sus principales objetivos hasta el a�o 2000 son los siguientes: a) el suministro diario de un m�nimo de 40 litros de agua salubre para toda persona en las zonas urbanas; b) el suministro de saneamiento para el 75% de los habitantes de zonas urbanas; c) la vigencia de normas para la eliminaci�n de desechos municipales e industriales; d) la recolecci�n, reciclaje o la eliminaci�n del 75% de los desechos s�lidos de las zonas urbanas en condiciones ambientalmente satisfactorias; e) el acceso garantizado de las poblaciones rurales a fuentes de saneamiento y agua salubre ...�.Ello implica que en la gesti�n de recursos h�dricos deber� reconocerse la importancia de proteger la integridad de los ecosistemas acu�feros y de preservarlos mediante la conservaci�n de las cuencas hidrogr�ficas.

�Gesti�n y control integrados de las plagas de la agricultura. Entre los objetivos se destacan los siguientes: a) para el a�o 2000, mejorar y establecer servicios de protecci�n fitosanitaria y zoosanitaria, ..., y aplicar el C�digo de Conducta para la Distribuci�n y la Utilizaci�n de Plaguicidas; b) mejorar y aplicar programas para poner al alcance de los agricultores las t�cnicas de lucha integrada contra las plagas, ...; c) a m�s tardar en 1998, establecer redes operativas e interactivas entre agricultores, investigadores y servicios de extensi�n para fomentar y desarrollar t�cnicas de luchas integrada contra las plagas�.

Los otros Programas incluidos en este Cap�tulo 14 de la AGENDA 21 son los siguientes:

�Mejorar la producci�n agr�cola y los sistemas de cultivo mediante la diversificaci�n del empleo agr�cola y no agr�cola y la creaci�n de infraestructura;

Planificaci�n de los recursos de tierras, informaci�n y educaci�n para la agricultura;

Conservaci�n y utilizaci�n sostenible de recursos fitogen�ticos para la alimentaci�n y la agricultura sostenibles;

Conservaci�n y utilizaci�n sostenible de recursos zoogen�ticos para la agricultura sostenible;

Nutrici�n sostenible de plantas para aumentar la producci�n de alimentos;

Transici�n a la energ�a rural para mejorar la productividad; y

Evaluaci�n de los efectos sobre animales y plantas de la radiaci�n ultravioleta causada por la destrucci�n de la capa de ozono estratosf�rico�.

Alrededor de un a�o despu�s de la realizaci�n de la Cumbre para la Tierra, en Salvador, Bah�a (Brasil) entre el 15 y 16 de julio de 1993 se desarroll� la III Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. El desarrollo de la agricultura en el marco del desarrollo sostenible estuvo entre los principales temas de la reuni�n. De las recomendaciones (41) de la Cumbre se destacan:

La necesidad de ratificar el compromiso pol�tico expresado en los principios de la Declaraci�n de R�o (Cumbre para la Tierra);

La necesidad de revisar las leyes y normas del sector en el marco de los acuerdos de R�o para lograr un ordenamiento territorial y de los recursos naturales que respondan a las demandas actuales;

La obligaci�n de la defensa del patrimonio biol�gico de la Regi�n no s�lo por razones de preservaci�n de su integridad, sino tambi�n como bien de producci�n, asegurando el aprovechamiento sostenible de estos recursos;

La conveniencia de que los objetivos y criterios de sostenibilidad sean incorporados expl�citamente en el dise�o y manejo de la pol�tica macroecon�mica y comercial;

La necesidad de una profunda renovaci�n tecnol�gica, adecuada a la agricultura sostenible;

El establecimiento de estrategias regionales para normar reg�menes de patentes de los recursos vivos, ... y lograr esquemas de transferencia internacional de tecnolog�a m�s equitativos entre el Norte y el Sur;

Asumir un fuerte y decidido compromiso en cuanto al control del uso de plaguicidas.

Posteriormente, los d�as 7 y 8 de diciembre de 1996 en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) se realiz� la Cumbre de las Am�ricas sobre Desarrollo Sostenible. En el documento resultante de la misma, los Jefes de Estado y de Gobierno asumieron el compromiso de poner en ejecuci�n el Primer Plan de Acci�n del Hemisferio sobre Desarrollo Sostenible con base en los principios de la Declaraci�n de Santa Cruz de la Sierra con el prop�sito de superar los m�s apremiantes problemas que afrontan nuestros pueblos y asegurar un nivel de vida adecuado y digno para las generaciones presentes y futuras.  El contenido de la Declaraci�n de la Cumbre constituye una nueva ratificaci�n del compromiso asumido en la Cumbre para la Tierra, de junio de 1992.

La contrastaci�n de las caracter�sticas y de la situaci�n actual del sector, con las que deber�an ser las resultantes de los impactos ocasionados por la implementaci�n de los compromisos asumidos en los Acuerdos firmados en el transcurso de la d�cada de los noventa,  en general, exime de comentarios por la ausencia de cambios significativos.

Un tema aun ausente es el de la Soberan�a Alimentaria, como una valor superior al de la denominada Seguridad Alimentaria.

14. Sector Agropecuario y Producto Bruto Interno (PBI)

La participaci�n del PBI agr�cola en el PBI total de la Regi�n disminuy� de 20,3 % a 17,9% y a 14,3% entre los a�os 1950-52, 1959-61 y 1970, manteni�ndose aproximadamente constante desde fines de la d�cada de los a�os '70 hasta los primeros a�os de los '80, a partir de lo cual asumi� valores que fluctuaron entre 9,6% y 10,1% (Ver Cuadro N�9).

CUADRO N�9
AMERICA LATINA
EVOLUCION DEL VALOR AGREGADO SECTORIAL
(en millones de d�lares de 1990)
(a�os 1986-1995)

Sector
1986
1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995
Agropec. 89325 95392 97135 97225 98771 101389 103844 104146 109751 113101
Industrial 361355 371461 369131 369057 363639 375028 382229 398569 420432
417931
Servicios 483714 498001 501067 504257 509218 529771 548450 568982
595828 591525
Total 934394 964854 967333 970539 971628 1006188 1034523 1071697 1126011 1122557

Agrop.: Sector Agropecuario, Forestal y Pesquero.

Industrial: Miner�a y Explotaci�n de Canteras; Manufacturas; Construcci�n; Electricidad, Gas y Agua.

Servicios: Comercio al por mayor y al por menor; Transporte y Comunicaciones; Servicios Financieros; Gobierno; Otros Servicios

Fuente: BID. Progreso Econ�mico y Social en Am�rica Latina. Informe 1996. Washington, D.C., USA, noviembre 1996.

En los lapsos 1970-80, 1980-90 y 1990-95 el PBI agr�cola creci� a tasas medias anuales 3,5%, 2,0% y 2,7%, respectivamente, que resultaron inferiores a los ritmos de crecimiento de los otros sectores de la econom�a, y al de �sta en su conjunto, en los per�odos extremos, mientras que en el per�odo intermedio result� superior.

El citado tipo de evoluci�n del PBI agr�cola se dio en el marco de un significativo incremento de la superficie incorporada a la producci�n (V�ase el Cuadro N�7) , as� como de una amplia difusi�n de la tractorizaci�n (Ver Cuadro N�6), una leve expansi�n de la superficie bajo riego y un mayor uso de fertilizantes y pesticidas como instrumentos de la "modernizaci�n" imitativa de los Pa�ses industrializados que, como ya dijimos, conlleva una significativa disminuci�n de la mano de obra requerida para la producci�n.

La citada difusi�n de la tractorizaci�n implic� pasar de una relaci�n ha/tractor de aproximadamente 261 hect�reas (media del lapso 1961-1965) a 109 hect�reas (a�o  1995); mientras que el mayor uso de agroqu�micos implic� pasar de un gasto anual de m�s de 1.200 MILL de d�lares en pesticidas a poco m�s de 2.800 MILL de igual moneda en el a�o 1992.

En el Cuadro N�10 se muestra la evoluci�n de las Exportaciones e Importaciones en el per�odo 1986-1995. Como puede  observarse, las importaciones manifiestan un comportamiento m�s din�mico que las exportaciones (en MILL de U$S), superando a �stas en t�rminos absolutos  a partir del a�o 1992 seg�n la informaci�n disponible hasta el a�o 1995, en un marco general de p�rdida de poder adquisitivo de las exportaciones de la Regi�n (V�ase el Cuadro N�11) y de un incremento de la importaci�n de alimentos como procesos continuos. Los analistas del comercio internacional coinciden en sostener la afirmaci�n del alto grado de vulnerabilidad que enfrentan los Pa�ses de la Regi�n cuyas econom�as est�n basadas principalmente en los resultados de la agroexportaci�n.

CUADRO N�10
AMERICA LATINA
BALANZA COMERCIAL, EXPORTACIONES E IMPORTACIONES DE BIENES
(FOB, en millones de d�lares)
(a�os 1986-95)

Items
1986
1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995
Bza.Com. 17762 21452 24903 29445 30380 12278 -6075 -9860 -15454 -706
Exportac. 87389 99868 115443 128510 141675 141754 150743 161956 187692 227047
Importac. 69627 78415 90539 99065 111295 129475 156818 171815 203146 227753

Fuente: BID. Progreso Econ�mico y Social en Am�rica Latina. Informe 1996. Washington, D.C., noviembre 1996

Cuadro N�11
Am�rica Latina: Indices del tipo de cambio Real
Efectivo de las Exportaciones
(Elaborado sobre la base de �ndices de precios al consumidor)

Países
1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995*
Argentina 122.4 129.7 143.1 100.0 83.3 77.5 74.4 78.4 86.7
Bolivia 69.8 74.1 71.9 100.0 108.3 116.3 120.0 125.1 127.5
Brasil 156.8 143.2 108.4 100.0 118.5 127.7 115.4 92.9 71.2
Chile 96.3 102.0 96.4 100.0 98.9 95.3 96.6 96.5 93.0
Colombia 85.2 86.5 88.8 100.0 101.0 90.0 87.0 74.8 73.3
Costa Rica 99.6 104.0 98.0 100.0 108.3 103.0 100.7 101.0 98.4
Ecuador 78.8 92.3 94.6 100.0 95.2 94.7 84.0 78.2 77.4
El Salvador 99.7 86.9 82.8 100.0 98.4 98.2 87.4 83.9 81.9
Guatemala 84.1 85.0 85.4 100.0 87.9 87.0 88.2 85.1 82.6
Haití ** 88.2 93.1 96.4 100.0 92.8 96.2 110.2 97.7 86.0
Honduras 60.3 60.4 56.1 100.0 107.9 102.2 112.6 125.3 113.1
México 135.2 110.0 103.2 100.0 91.1 84.1 79.8 81.9 120.5
Nicaragua 3.1 125.4 150.0 100.0 104.6 104.9 108.3 113.3 118.0
Paraguay *** 93.1 96.5 101.9 100.0 86.9 90.6 92.2 97.4 108.9
Perú 189.8 195.8 122.1 100.0 82.1 80.9 83.3 84.4 86.2
R.Dominicana 130.2 151.0 109.2 100.0 100.6 101.3 96.8 95.4 93.5
Uruguay 80.6 86.7 86.3 100.0 88.1 84.1 74.2 76.6 79.3
Venezuela 83.9 81.2 96.1 100.0 93.3 88.5 88.9 92.5 74.3

Fuente: CEPAL, sobre la base de cifras del Fondo Monetario Internacional.

a: corresponde al promedio de los �ndices del tipo de cambio real de la moneda de cada pa�s con respecto a las monedas de los principales pa�ses con que cada pa�s tiene intercambio comercial, ponderados por la importancia relativa de las exportaciones hacia esos pa�ses. Las ponderaciones corresponden al per�odo 1989-1993.

* promedio enero a septiembre.; ** a partir de 1987 se us� el tipo de cambio comercial; *** se us� el tipo de cambio libre o paralelo.

15.  Acerca de la Cultura

Cada Pa�s de la Regi�n posibilita identificar un conjunto de Culturas sin una s�ntesis que exprese la superaci�n de los conflictos que dicha coexistencia ocasiona y s�, en cambio, con severas restricciones que impiden la integraci�n entre ellas. Esto se manifiesta, generalmente, en la marginaci�n de los grupos aut�ctonos tanto en el tratamiento y toma de decisiones tendientes a la superaci�n de la problem�tica de sus respectivos Pa�ses, como en lo concerniente a los reducidos �mbitos territoriales que ocupan. M�s a�n, a la fecha subsisten grupos �tnicos que se autoconsideran naciones dominadas, aunque con ciertos grados de libertades en el interior de los Estados Nacionales que los contienen, realizando de vez en cuando actos de reclamos de reconocimiento de sus soberan�as y derechos territoriales.

Si a lo ya dicho en la primera parte del presente documento se agrega que la mayor�a de la poblaci�n aut�ctona localizada en el medio rural practica una agricultura de subsistencia y constituye una parte predominante de la clase social denominada gen�ricamente campesina, hist�ricamente marginada de todo proyecto nacional que tienda a la incorporaci�n de los productores a los beneficios del incremento de la producci�n destinada al mercado externo, resulta f�cil comprender la vigencia de las relaciones de dependencia al interior de los Pa�ses, las que determinan apropiaciones de parte de los ingresos del sector campesino por los beneficiarios de los proyectos de desarrollo hist�ricamente implementados.

Las aludidas apropiaciones resultan tanto por el lado de los bajos salarios pagados a la mano de obra transitoria (resultado, quiz�s, de la oferta de mano de obra cada vez m�s numerosa), como por el lado de los bajos precios determinados para los productos generados principalmente para el mercado interno de menores recursos.

A la par de lo expresado, la hist�rica exclusi�n de los campesinos respecto a la colocaci�n de productos agropecuarios en el mercado externo, gener� la permanente expulsi�n de aqu�llos hacia �reas con suelos de menor capacidad de uso agr�cola y carentes de la necesaria infraestructura (socio � econ�mico - t�cnico- financiera) de apoyo. A la vez, este hecho ocasion� y ocasiona la expansi�n de la agricultura migratoria y "minera" (esta �ltima, predominantemente, en suelos de pendientes fuertes, f�cilmente erosionables y de escasa profundidad), con los obvios impactos negativos sobre el medio ambiente.

Como se ver� m�s adelante, el sector agr�cola de la Regi�n est� integrado b�sicamente por dos conjuntos de productores netamente diferenciados (sin que lo dicho implique desconocer la existencia de subconjuntos al interior de ellos), que expresan el resultado, o la s�ntesis, del predominio de los proyectos de desarrollo impuesto sobre los de desarrollo propio de las comunidades aut�ctonas. Y esto, a�n en el caso de los denominados "pueblos nuevos" (36). Los dos conjuntos principales son generalmente denominados "Campesinos" y productores "modernos", respectivamente. El primero de ellos se considera funcional del segundo, en particular, y respecto a la econom�a en su conjunto. Por consiguiente, la dimensi�n del primer grupo depende de las necesidades del segundo, y �stas son cada vez menores y explican parte del proceso de migraci�n rural - urbana.

16.  M�todos de Producci�n Agropecuaria en Am�rica Latina

La producci�n agr�cola al interior de cada Pa�s de la Regi�n fue siempre heterog�nea desde el punto de vista social, tecnol�gico y productivo, y no obstante los acentuados procesos de concentraci�n de la tierra (realizados y en realizaci�n en la mayor�a de los Pa�ses de Am�rica Latina) dicha heterogeneidad persiste.

La heterogeneidad se expresa en la pluralidad de sistemas agrarios, la que es debida a la funcionalidad econ�mica, social y pol�tica de cada uno de ellos en la estructura nacional.

El desarrollo del capitalismo en el agro de la Regi�n dio lugar a la formaci�n de tres segmentos b�sicos, social y tecnol�gicamente diferenciados, cuyos criterios operativos en cuanto al uso de los recursos y a las estrategias productivas responden a diferentes racionalidades. La din�mica del conjunto de los tres segmentos b�sicos, articulados bajo una misma l�gica que condiciona sus respectivas evoluciones, tiende a mantener la heterogeneidad del sector. Cada segmento b�sico de unidades de producci�n est� definido por el patr�n tecnol�gico asumido en la actividad propia de ellas. Tales tipos, globalmente, son los siguientes:

* Tipos "Tradicionales" o "Campesinos"

Bajo esta denominaci�n gen�rica se incluye a los estratos rurales de menores ingresos. Se caracteriza, b�sicamente, por el hecho de que qui�nes realizan el trabajo productivo son los mismos que toman las decisiones respecto a ello. En este tipo de unidad productiva se da una cierta correspondencia entre la unidad de fuerza de trabajo familiar, la unidad de producci�n y la de consumo. La fuerza de trabajo involucrada proviene s�lo excepcionalmente de fuera del grupo familiar, siendo frecuentes las situaciones de subempleo y de desocupaci�n.

La implementaci�n del programa de producci�n en este tipo de unidades implica baja disponibilidad de recursos y alta intensidad de mano de obra, as� como la aplicaci�n de conocimientos emp�ricos y el predominio de uso de energ�as animadas y renovables. Estas, en un alto n�mero de casos, constituyen alrededor de 90% o m�s de la energ�a total consumida en la producci�n.

Por insuficiencia de excedentes econ�micos y/o de los conocimientos necesarios para la incorporaci�n de maquinaria y equipos que usan combustibles l�quidos o energ�a el�ctrica, o por no son compatibles con la cultura y requerimientos, recurren al uso de la energ�a animal y humana, a la energ�a solar, a la e�lica, o a la de la biomasa; todas ellas captables internamente en la unidad de producci�n.

La preparaci�n de los suelos, las labores culturales y la cosecha se realizan mediante el uso de fuerza de tracci�n humana y/o animal. Algunos agraristas califican a este tipo de unidades como "atrasadas", sin tener en cuenta que en un n�mero significativo de casos son de alta eficiencia en el uso de los recursos y en la preservaci�n de la capacidad productiva de los suelos.

Al respecto, F.Tudela et.al. (7) expresan que los sistemas productivos campesinos de tipo tradicional son considerados "ineficientes" por quienes "se limitan a considerar el indicador de los rendimientos por hect�rea", obviando el hecho de que "una contabilidad m�s ajustada tendr�a que considerar la relaci�n entre los insumos para la producci�n y el producto final obtenido". Ejemplifican con el caso de la relaci�n energ�tica en la producci�n de ma�z:, que en la agricultura comercial estadounidense es 2,64 mientras que en la producci�n campesina mexicana es 14, o sea que las milpas mexicanas resultan 5,3 veces superiores en t�rminos de eficiencia energ�tica. Las investigaciones implementadas por el IDEE/FB (23) muestran relaciones a�n m�s amplias en numerosos cultivos, al comparar las intensidades energ�ticas resultantes en los tres tipos b�sicos de productores, seg�n patr�n tecnol�gico aplicado.

Tudela et.al agregan que no debe olvidarse que los campesinos, adem�s de trabajar con baja cantidad de insumos, ocupan los suelos de menor capacidad de uso agr�cola, por lo que los resultados obtenidos pueden ser sorprendentemente buenos y por lo general sostenibles a largo plazo, debido a la estabilidad de los agroecosistemas y a la racionalidad de las estrategias productivas m�ltiples implementadas.

Cabe se�alar que bajo este tipo "tradicional" existen tambi�n unidades de producci�n de tama�o mediano y grande, manejadas con mano de obra asalariada o bajo formas mixtas de remuneraci�n del trabajo. Este tipo (en realidad subtipo) se presenta, predominantemente, como unidad de producci�n pecuaria. Si bien el nivel tecnol�gico presente en este subtipo corresponde al tipo "tradicional", las motivaciones de los titulares de �stas son diversas y generalmente responden a diferentes racionalidades. Tienden a desaparecer como tales.

En un documento (9) se sostiene que despu�s de los a�os '60 se desarroll� en el espacio rural latinoamericano un amplio proceso de expansi�n, tecnificaci�n productiva y de modernizaci�n agr�cola que abarc�, en gran medida, a las explotaciones tradicionales y a las propiedades familiares, las que experimentaron importantes transformaciones tanto en su organizaci�n econ�mica como en su integraci�n al mercado y en sus relaciones sociales. Dicho proceso implic� "una transformaci�n del anterior dualismo latifundio/minifundio en un nuevo sistema bipolar de grandes empresas comerciales modernas y actividades campesinas de peque�a escala".

Las unidades de producci�n "Tradicionales" o "Campesinas" producen casi exclusivamente para el mercado interno. (28).

Cabe destacar que no todos los productores denominados "campesinos" (por origen) se encuentran contenidos bajo el tipo de unidades de producci�n "Tradicionales" o "Campesinas", pero al igual que las unidades de producci�n grandes incluidas bajo este tipo, num�ricamente carecen de significaci�n. Quiz�s su importancia mayor radique en la incidencia pol�tico - social sobre su sector de origen.

Generalmente, en numerosos documentos se argumenta que los titulares de la peque�a agricultura "son pobres pero ineficientes� (Schultz, 1964; Figueroa, 1984, entre otros) (37) y a partir de all� surgen recomendaciones de "educaci�n" que deber�an ser aplicadas a aqu�llos para "ayudarlos" a superar la situaci�n de extrema pobreza que afecta a una significativa porci�n de ellos, atribuyendo el fracaso de las reformas agrarias realizadas en numerosos Pa�ses de la Regi�n, a la racionalidad econ�mica predominante en el conjunto "Campesino".

Pero lo cierto es que dichas Reformas Agrarias no modificaron ni la escasez de tierras, ni las dificultades de acceso al mercado y al cr�dito, ni la ausencia de un adecuado sistema de comunicaci�n sobre alternativas tecnol�gicas viables (como ejemplo de no viable puede citarse el caso de la denominada Revoluci�n Verde), entre otras restricciones que secularmente afectan a la peque�a agricultura.

Antes de caracterizar el segundo tipo b�sico de M�todo de Producci�n Agropecuario, un breve comentario sobre la denominada "Revoluci�n Verde", por sus implicancias respecto al subsector "Campesino" o de "Peque�os Agricultores".

Dicha revoluci�n implica la adopci�n de un paquete tecnol�gico cuyo objetivo es maximizar a corto plazo los rendimientos unitarios de los cultivos comerciales. Este paquete est� integrado por semillas gen�ticamente mejoradas, fertilizantes, pesticidas, plaguicidas y agua para riego. Tiene su origen en los trabajos de la Fundaci�n Rockefeller realizados en M�xico a partir del a�o 1943, y su modelo excluye consideraciones sobre la evoluci�n de los agroecosistemas y todo an�lisis de sustentabilidad de �stos (7), as� como de las relaciones sociales de producci�n, la organizaci�n del sistema productivo, las modalidades de tenencia de la tierra, la dimensi�n cultural de los procesos, los aspectos institucionales y pol�ticos que sirven de marco a la producci�n, entre otros aspectos.

En M�xico, la Fundaci�n Rockefeller concentr� sus esfuerzos en ma�z, trigo, cebada y sorgo. Las consecuencias de la adopci�n del modelo fueron largamente criticadas por los perjuicios ocasionados a los campesinos, al orientarlos hacia la producci�n comercial de especies que formaban parte de la agricultura de subsistencia. Desde el punto de vista institucional, por lo que representan, se destacaron las cr�ticas provenientes del Instituto de Investigaci�n de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social (UNRISD), con sede en Ginebra (Suiza), hechas p�blicas en 1972. Pero ya desde 1941 numerosos investigadores alertaron sobre las consecuencias sociales negativas del modelo, con �nfasis cuando hacia mediados de la d�cada de los a�os '60 se promovi� la producci�n comercial de ma�z entre los agricultores de subsistencia. Los promotores respond�an las cr�ticas sosteniendo que los efectos negativos constitu�an el "ineludible costo social del progreso cient�fico y de la modernidad" (7).

Las antedichas cr�ticas al modelo se situaban en el marco socioecon�mico del problema que generaba. "Sin embargo, los problemas ambientales que genera dicha orientaci�n agron�mica, aunque son de una magnitud nada despreciable, no han recibido una atenci�n proporcional a su importancia" (7). Por ejemplo, la p�rdida en diversidad biol�gica, en el manejo m�ltiple de especies, el abandono de etnociencias campesinas que posibilitaba dicho manejo, el aumento de la dependencia para satisfacer requerimientos de consumos en las unidades de producci�n campesinas, el aumento de la vulnerabilidad de la Calidad de Vida de la poblaci�n involucrada directamente en la implementaci�n del modelo, los impactos negativos de la artificializaci�n de los ecosistemas sobre la fauna capturada para el autoconsumo en las explotaciones, la disminuci�n de la calidad biol�gica de los alimentos consumidos en ellas, la disminuci�n de la capacidad de uso de los suelos tanto por la inadecuada mecanizaci�n de las labores, como por los impactos sobre �stos causados por los agroqu�micos, etc., entre tantos otros impactos ambientales negativos, si bien algunos de ellos pueden ser tipificados como socioecon�micos en an�lisis parciales.

F.Tudela et.al. (7) destacan que "�el pensamiento neoliberal parece haber asimilado hoy el paradigma de la Revoluci�n Verde. Se produce as� una contradicci�n te�rica insalvable entre la defensa de las virtudes autorreguladoras de los mecanismos del mercado, concebidos como "NATURALES", y el fomento de agroecosistemas totalmente artificializados, que s�lo pueden perdurar sobre la base de constantes subsidios e intervenciones humanas"�.

La Revoluci�n Verde, iniciada en M�xico, se encuentra hoy expandida en casi la totalidad de los Pa�ses de la Regi�n.

* Tipo "Mixto" o "Intermedio"

Bajo esta denominaci�n se incluyen unidades peque�as o medianas de producci�n, basadas predominantemente en el trabajo familiar. Sus productos tienen como destino principal el mercado y cuentan con una dotaci�n de recursos superior a la disponible en las unidades de tipo "tradicional".

Numerosos titulares de este tipo de unidades disponen de tractores y/o de maquinarias en propiedad. Seg�n sea la disponibilidad de recursos y la organizaci�n de la producci�n puede encontrarse las situaciones siguientes:

-  Explotaciones que en la preparaci�n de los suelos y la ejecuci�n de las labores culturales utilizan exclusivamente tracci�n animal e implementos manuales, mientras que en la cosecha (de granos y algod�n, por ejemplo) utilizan tracci�n mec�nica.

-  Explotaciones que en la preparaci�n de los suelos y en la mayor�a de las labores culturales utilizan maquinarias y equipos a tracci�n mec�nica, pero usando adem�s mano de obra en deshierbes y otras labores de mantenimiento y defensa de los cultivos. En la cosecha utilizan tracci�n mec�nica. Adem�s, ocasionalmente, en los cultivos aplican agroqu�micos (plaguicidas, pesticidas, fertilizantes o mejoradores org�nicos de los suelos y, con menor frecuencia, herbicidas).

- Explotaciones que combinan el uso de la tracci�n mec�nica y de la tracci�n animal tanto en la preparaci�n de los suelos como en la realizaci�n de las labores culturales. La preparaci�n de los suelos, en general, la realizan mediante tracci�n mec�nica propia o contratada; mientras que las labores culturales, casi siempre, son implementadas con tracci�n animal.

Desde el punto de vista econ�mico son unidades relativamente estables y con niveles de productividad e ingresos que, bajo condiciones normales, posibilitan procesos de capitalizaci�n.

Comparadas con las unidades "tradicional", las de tipo "mixto" utilizan m�s energ�a por unidad de superficie, combinando en proporciones variables las energ�as animadas (humana y animal) con las inanimadas (mec�nica y qu�mica), lo que implica un mayor consumo de combustible f�sil. Utilizan menor tiempo en la realizaci�n de cada labor, obtienen mayores rendimientos unitarios y requieren insumos producidos fuera de la explotaci�n y, en algunos casos, de procedencia externa al Pa�s.

En los estudios realizados por el IDEE/FB en Bolivia, Venezuela y Nicaragua, entre otros Pa�ses de la Regi�n, en general, comparadas con las �tradicional�, las unidades de este tipo consumen m�s energ�a por unidad de producci�n (en Kilo equivalente de petr�leo-kep, por tonelada de producto obtenido).

* Tipo "Moderno"

Las explotaciones de este tipo corresponden a las identificadas como explotaciones de agricultura empresarial", o manejadas bajo criterios "comercial moderno", o a las sujetas a un "moderno capitalismo agrario". Estas unidades de producci�n tienen como titulares a los denominados "empresarios agr�colas".

Las explotaciones de este tipo, en general, son manejadas bajo criterios que responden a objetivos de corto plazo (m�xima ganancia).

La mano de obra utilizada es predominantemente asalariada y la producci�n obtenida tiene como principal destino el mercado externo y/o la satisfacci�n de requerimientos de los sectores de poblaci�n de mayores ingresos (nacionales y/o externos). Los titulares de estas explotaciones tienen estrechas vinculaciones con las fuentes de cr�dito, asistencia t�cnica y tecnolog�a, estando algunas veces asociadas en la conducci�n de ellas.

La viabilidad de este tipo de explotaciones en Am�rica Latina est� determinada por la naturaleza del modelo socioecon�mico vigente y se encuentra en plena etapa de expansi�n, a expensas tanto de las peque�as y medianas explotaciones como de nuevas �reas por expansi�n (hacia afuera) de la frontera agropecuaria, en detrimento de �reas boscosas. La viabilidad de este tipo de explotaciones no cambiar�a si se modificara la forma actual de titularidad pasando, por ejemplo, a formas asociativas que maximicen el n�mero de beneficiarios de la alta rentabilidad que posibilitan.

En este tipo de explotaciones pueden identificarse diversas situaciones, pero en todas ellas exhiben un alto grado de utilizaci�n de maquinarias a tracci�n mec�nica e insumos externos a las mismas; as� como una alta inversi�n de capital por unidad de superficie y elevados requerimientos de energ�a externa al propio sector. Una cantidad de escasa significaci�n respecto al total de las explotaciones de este tipo incorpora, a�n cuando parcialmente, la variable ambiental en la planificaci�n de la producci�n, tendiendo en consecuencia a mantener o incrementar la productividad natural (barbechos, rotaciones de cultivos, pr�cticas de manejo en la superficie bajo bosque, pr�cticas de conservaci�n de los suelos, las aguas, etc.).

Desde el punto de vista energ�tico, los estudios muestran que m�s de 90% de la energ�a consumida en las explotaciones de este tipo es de origen inanimado. El uso de energ�a animal se encuentra pr�cticamente ausente, mientras que el de energ�a humana se aplica en el manejo de maquinaria e insumos, adem�s de algunas labores manuales no realizables por medios mec�nicos. Por consiguiente, exhiben un alto consumo de energ�a f�sil y una significativa disminuci�n de los tiempos empleados en las labores culturales en general. Utilizan semilla gen�ticamente mejorada, fertilizantes, pesticidas, plaguicidas, herbicidas, riego (en proporci�n significativa), secado artificial y transporte automotor (dentro y fuera de la explotaci�n). Todo ello implica un incremento en el uso de energ�a por unidad de producto obtenido, aunque tambi�n un aumento en los rendimientos unitarios de los cultivos.

Como puede inferirse del an�lisis de los tres tipos b�sicos considerados, el pase de las explotaciones de tipo "tradicional" o del tipo "mixto" a "moderno" implica, o conlleva, un mayor uso de insumos y, en el caso de Am�rica Latina, generalmente importados de fuera del Pa�s.

Pero tambi�n implica optar por una mayor productividad de la mano de obra, o por un incremento de los rendimientos unitarios basado en fuertes subsidios energ�ticos, o por la toma de decisiones respecto a la pol�tica demogr�fica para el medio rural, o por una pol�tica sobre el uso de los recursos naturales relativamente escasos; todo lo cual no necesariamente se expresa o se basa en una pol�tica de desarrollo rural, social y ambientalmente sostenible. S�, por lo contrario, la mayor�a de las veces implic� la destrucci�n de valiosos ecosistemas desde el punto  de vista de su potencial productivo agropecuario, cuando no la introducci�n de graves alteraciones en el medio ambiente global.

Por consiguiente, la definici�n de "moderno" no implica por s� lo mejor, como tampoco la denominaci�n de "tradicional" es sin�nimo de atraso. Ambas responden a diferentes racionalidades que pueden ser antag�nicas o complementarias entre s�, dependiendo ello del modelo de desarrollo nacional en el cual se encuentren inscriptas.

Teniendo en cuenta los actuales condicionantes y determinantes del desarrollo de los Pa�ses de la Regi�n, seguramente hacia el futuro no lejano deber�n adoptarse modelos que abarquen los tres tipos b�sicos de explotaciones que fueron explicitados, lo que no implica que necesariamente deban subsistir las diferencias de ingresos que condena a los titulares de uno de los tipos a la pobreza permanente, mientras a los otros tipos posibilita grados diferenciales de acumulaci�n y poder.

17. Del GATT a la Organizaci�n Mundial del Comercio:
Liberalizaci�n del Comercio

La liberalizaci�n del comercio agr�cola a partir del Acta Final de la Ronda Uruguay, fechada 15 de abril de 1994, podr�a tener un impacto mayor en los precios de los productos y en las perspectivas de la agricultura en los Pa�ses denominados en "v�as de desarrollo".

Muchos pa�ses industrializados protegieron y protegen sus sectores agr�colas mediante los precios; de esta manera estimulan las respectivas producciones y generan excedentes. La inundaci�n del mercado, con dichos excedentes, ha disminuido de modo particular los precios de los productos muy protegidos (por ejemplo, productos l�cteos y carne bovina), generalmente involucrados en los mercados internacionales m�s peque�os.

Los Tratados que forman parte de dicha Acta Final de la Ronda Uruguay suponen, a corto plazo, que los precios m�s altos redistribuir�n la riqueza en todo el mundo y que los pa�ses en "v�as de desarrollo", exportadores de alimentos, se beneficiar�n. Por ejemplo, algunos economistas estiman que s� los pa�ses industriales levantaran las barreras contra la exenci�n arancelaria, las ganancias de los Pa�ses en "v�as de desarrollo" por concepto de exportaci�n de frutas y vegetales podr�an ascender de 24 a 36%; lo que posibilitar�a aumentar los salarios rurales y demorar la migraci�n, contribuyendo a mejorar las situaciones informadas en el Cuadro inserto a continuaci�n:

CUADRO N�12
AMERICA LATINA
FUERZA DE TRABAJO Y POBREZA

PAISES
FUERZA DE TRABAJO
(% DE LA POB.TOTAL)
FUERZA DE TABAJO (%)
POBLACION
EN LA POBREZA ABSOLUTA
(% TOTAL)
1989/91 1965 1989/
1991
1965 1989/
1991
1965 1989/
1991
TOTAL
1977/
1989
RURAL
1977/
1989
BARBADOS 46   4   26   70    
BELICE 31                
COSTA RICA 37 47 24 19 30 34 46    
CUBA 44 33 24 25 29 42 47    
EL Salvador 41 58 10 16 35 26 55 27 32
GUATEMALA 34   25   32   43 71 74
HAITI 41 77 50 7 6 16 44 74 78
HONDURAS 39 68 36 12 17 20 47 46 55
JAMAICA 45 37 25 20 12 43 63    
MEXICO 30 49 22 22 31 29 47    
NICARAGUA 35 58 10 16 35 26 55 20 19
PANAMA 36 46 12 16 21 38 67 26 30
R.DOMINIC. 30 59 46 14 15 27 39 44 43
Tri. y Tob. 38 20 10 35 41 45 49   39
ARGENTINA 38 18 13 34 34 48 53    
BOLIVIA 31 54 47 20 19 26 34   85
BRASIL 43 49 28 20 25 31 47    
COLOMBIA 45 45 1 21 31 34 68    
CHILE 37 27 18 29 30 44 52    
ECUADOR 35 55 30 19 24 26 46 56  
GUYANA 36   27   26   47   65
PARAGUAY 45 54 48 20 21 26 31 39  
PERU 40 49 35 19 12 32 53   50
SURINAM     20   20   60    
URUGUAY 40 20 15 29 18 51 67    
VENEZUELA 37 30 12 34 32 46 56    

Fuente: Elaborado en base a informaci�n del PNUD. Informe sobre el Desarrollo Humano 1994. Nota: sin modificaciones para la totalidad de los pa�ses en los posteriores Informes sobre el tema..

La �ltima Ronda Uruguay, concluida el 15 de abril de 1994, con la presencia de Ministros de 115 Pa�ses cerr� "formalmente siete a�os de negociaciones", mediante la firma del conceptuado como el "m�s amplio Tratado de apertura comercial de la historia del "comercio mundial".

Resta la aprobaci�n de algunas Legislaturas Nacionales, pero se estima que las negociaciones de la Ronda Uruguay finalizaron y con ellas el GATT, dando lugar a la constituci�n de la Organizaci�n del Comercio Mundial (WTO-World Trade Organitation).

A corto plazo, se acepta que los previsibles beneficios dela nueva Organizaci�n Mundial ser�n de escasa significaci�n y circunscriptos a algunas rebajas arancelarias, asignaci�n de nuevas cuotas de exportaci�n � incremento de la magnitud de las cuotas actuales de exportaci�n.

A mediano plazo, se supone que los impactos posibiliten el aumento de vol�menes de producci�n para el mercado (solvente) externo, pero para llegar a resultados que pudieran considerarse de liberalizaci�n del comercio mundial se estima que "falta mucho y (que) para transitar ese camino, naci� el WTO".


ANEXOS - CUADROS

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Tierras arables o de labranza: son las que se encuentran bajo cultivos temporales, incluyendo las praderas temporales para corte o pastoreo, las usadas en huertas y las que est�n temporalmente en barbecho o no cultivadas.Tierras destinadas a cultivos Permanentes: las tierras cultivadas, que no necesitan ser replantadas luego de cada cosecha (ej.: cacao, caf�, hevea, frutales). Excluye la dedicada a �rboles para producci�n de le�a o madera.Praderas y Pastos Permanentes: son las tierras usadas permanentemente para forrajes herb�ceos, cultivados o no (silvestre).Terrenos Forestales y Montes Abiertos: abarca las tierras ocupadas con especies nativas y ex�ticas, sea que est�n usadas con fines productivos o no. Incluye las superficies en las cuales se han talado los bosques, pero que se espera ser�n repoblados en un futuro previsible.Otras Tierras: comprende las no utilizadas, aunque potencialmente productivas; las superficies edificadas; los terrenos bald�os, parques, jardines, carreteras, caminos, tierras incultas y otras no incluidas en las anteriores categor�as.

Fuente: FAO. Anuario de Producci�n, Vol. 30, Roma, Italia, 1976.

( ) CCDH. A�o 7, N� 82. Noticias del GATT. �Qu� se firmo...?, P�g. 14-15.

Ing. Arq. Guillermo Gallo Mendoza - La Ocupación del Espacio y sus...

La s�ntesis presentada en este documento no es exhaustiva, ni sus partes exponen s�lo informaci�n in�dita acerca de la caracterizaci�n socio - econ�mica y cultural del sector rural Latinoamericano y Caribe�o, as� como tampoco respecto a la problem�tica que enfrenta el desarrollo rural integral, en el marco del desarrollo social y ambientalmente sostenible.

Pretende, s�, servir de base para discusiones que posibiliten una comprensi�n reflexiva de las interrelaciones entre variables que generalmente son tratadas en forma independiente, distorsionando resultados y conclusiones del an�lisis de la citada problem�tica, as� como generando la elaboraci�n de insatisfactorias pol�ticas, programas y proyectos tendientes a la superaci�n de ella.

A la par de lo antedicho, se presentan algunas definiciones y discusiones sobre el alcance de los principales subt�tulos de estas notas por cuanto, en general, se apartan de las tradicionalmente difundidas.

Al final de las notas se presenta una bibliograf�a que consideramos adecuada para los interesados en profundizar en el conocimiento de lo expresado en ellas.

El sector Agr�cola en tiempos de la Invasi�n

Si bien en este punto nos referimos principalmente a la situaci�n imperante en el sector agr�cola en tiempos de la invasi�n Espa�ola, en el caso de algunas Regiones se insertan algunas referencias a los tiempos que la precedieron, as� como informaci�n complementaria para contribuir a la comprensi�n del significado de la invasi�n en el posterior desarrollo del sector rural en el espacio Latinoamericano (incluye el Caribe) y en la caracterizaci�n actual del mismo bajo criterios de desarrollo social y ambientalmente sostenible.

A nivel de �rea cultural la situaci�n fue la siguiente:

1. Area Cultural Mexicana

En la Altiplanicie el Ma�z, y el Frijol negro constitu�an alimentos b�sicos, por lo que ocasionales d�ficits de ellos generaban grandes movimientos de poblaci�n como los ocurridos en los a�os 1454 y 1506 por sequ�as. Adem�s, se cultivaban Tub�rculos tropicales (Mandioca, �ame, Batatas, entre otros) y Frutales (en especial Palmeras y Pitahayas).

Los m�todos de producci�n aplicados en la Altiplanicie eran diferentes a los usados en el Golfo de M�xico. En la primera predominaba el cultivo con azada y el uso de riego, as� como la incorporaci�n de nutrientes a trav�s de excrementos humanos y, en superficies con fuertes pendientes, se constru�an terrazas para posibilitar el cultivo.

En cambio, en el �rea del Golfo o Coste�a se aplicaba el m�todo de roza. Los suelos se trabajaban con un bast�n-pala terminado en una hoja triangular. En las orillas pantanosas del Lago de Xochimilco se cultivaba sobre "chinampas" (especie de islotes cercados con estacas y separados entre s� mediante canales angostos).

Para alimentaci�n humana la carne era obtenida de dos animales dom�sticos: Pavo y Perro.

La Vainilla era cosechada en el �rea de los TOTONACAS (o Totonecas, habitaban en los hoy Estados Veracruz y Puebla), y el Cacao, considerado como la bebida de los se�ores, era cultivado por los MAYAS. Entre las bebidas fermentadas se destacaba la Cerveza de Ma�z (chicha) y el Vino de Agave (pulque), obteni�ndose adem�s Tequila de otra especie de Agave.

La producci�n de Tabaco se usaba para fumar, preparado como puro, pero tambi�n era utilizado para el �xtasis, en p�ldoras. Adem�s, en el mismo estado se usaba el Peyote (extra�do de una especie de Cactus).

El arte de tejer hab�a alcanzado un desarrollo equivalente al del Per�, utilizando la fibra de Agave en la Altiplanicie y el Algod�n en la Costa del Golfo, donde de otra agave se obten�a la fibra (denominada) "henequ�n". Utilizaban un colorante extra�do de una Cochinilla cultivada por los ZAPOTECAS (habitaron en el hoy E� de Oaxaca, probablemente originarios de Veracruz).

En el �rea con predominio de cultura MAYA los espa�oles encontraron en el a�o 1518 la Cr�a de Abejas en calabazas, ollas o cilindros de madera. En la Isla Cozumel y luego en todo Yucat�n se celebraban anualmente dos fiestas de la miel. A partir de �ste producto se preparaba una bebida alcoh�lica denominada balch�. El conocimiento previo informaba que la abeja hab�a sido domesticada en el Valle del Nilo, Egipto, 3.000 a�os a.C., desconoci�ndose hasta hoy la probable fecha de su domesticaci�n en Am�rica.

Los AZTECAS (habitaron en el Centro y Sur de M�xico. Cultivaban, principalmente, ma�z, pimiento, vainilla, tomate, tabaco, cacao y algod�n) regulaban el nivel de las aguas de los Lagos mediante canales y diques.

En tiempos de la invasi�n las principales culturas eran las siguientes:

a) Los AZTECAS, en la Altiplanicie Central de M�xico. Esta fue invadida por Cort�s en el a�o 1519. Originalmente, el Valle estaba casi totalmente cubierto por dos Lagos. Los espa�oles iniciaron el desag�e del Valle mediante un tajo en las rocas, dividiendo las aguas en cinco Lagos de poca profundidad y extensi�n fluctuante.

Alejandro de Humbolt dec�a que "los conquistadores destruyeron los antiguos bosques sin plantar nuevos y por desecaci�n artificial de los lagos perjudicaron mucho la vegetaci�n de la planicie. Es obvio que la infertilidad y la carencia de una vegetaci�n exuberante aumentaron visiblemente en el Valle de Tenochtitl�n (ciudad fundada en 1325, en las Islas del Lago de M�xico; destruida por Hern�n Cort�s en 1521) desde la conquista espa�ola".

b) Los MAYAS, en la Llanura Mexicana de la Costa del Golfo y la Sierra Madre Oriental. Tambi�n se encontraban poblaciones TOTONACAS, que seg�n la historia proven�an de la Altiplanicie y en los hoy Estados de Veracruz y Tabasco se encontraba la cultura OLMECAS ("habitantes de la Regi�n del Hule").

c) Los MAYAS, en la Pen�nsula de Yucat�n. Cuando llegaron los Espa�oles, o sea alrededor de 1.506, esta cultura se encontraba en decadencia.Herbert Spinden consideraba a los AZTECAS "los romanos" y a los MAYAS "los griegos" del que denominaron "Nuevo Mundo". Colocaba a estos �ltimos a la altura de los pueblos m�s avanzados del "Viejo Mundo", no obstante disponer de limitada informaci�n por la destrucci�n casi total de los libros MAYAS, realizada en el a�o 1.531 por orden del primer Obispo de M�xico, Juan Zam�rraga. En el a�o 1.525 Cort�s encontr� la Regi�n casi deshabitada.

En tiempos de la invasi�n la Altiplanicie �rida de M�xico Septentrional y la Sierra Madre Occidental estaba habitada por recolectores y cazadores n�madas.

Posiblemente, entre los a�os 6.500 y 6.000 a.C. (Per�odo Arcaico) se realizaron los primeros cultivos en M�xico y entre los 1.900 y 2.000 a�os a.C. (Per�odo Pre-Cl�sico Inferior) se produjo la difusi�n del Ma�z en Centro y Norteam�rica.

2. Area Cultural Colombiana

Se extend�a desde Nicaragua hasta el Ecuador y era la Regi�n de los Pueblos CHIBCHA, considerados maestros de la elaboraci�n de objetos de plata, oro y cobre, adem�s de la aleaci�n entre los dos �ltimos. Difundieron la t�cnica del vaciado "de la cera perdida" y el dorado por medio de jugos vegetales, que se difundieron en M�xico y Per�. Los intercambios entre los respectivos grupos culturales se realizaba utilizando grandes balsas a vela.

En la regi�n se cultivaba Cacao, Maiz, �rboles Frutales (Palma Pejivalle y Pl�tano, entre otros), Papa, Batata y Quinoa (pseudo cereal). Trabajaban la tierra con palas de madera y cultivaban Algod�n o Mandioca en los Valles m�s bajos de clima c�lido.

Los TIMOTE, que habitaban la Cordillera de M�rida, conoc�an el cultivo sobre terrazas. Efectuaban trueques de Sal y Oro por Hojas de Coca. Cultivaban Tabaco no para fumar sino para el consumo de los sacerdotes.

En la planicie de la Costa del Caribe constru�an grandes tanques y encauzaban lechos de los r�os con murallas de piedra. Esto �ltimo para evitar la erosi�n ocasionada por las avenidas de las corrientes.Con el agua que acumulaban en los tanques atenuaban la escasez de �sta en los lapsos en que disminu�an los caudales en los r�os.

3. Area Cultural Peruana

El Imperio INCA (entre los siglos XIII y XVI; abarcaba desde Colombia hasta Chile; capital, Cuzco. El territorio estaba dividido en cuatro provincias, unidas por carreteras) se encontraba en pleno desarrollo en tiempos de la ocupaci�n del espacio Andino por los Espa�oles, o sea en situaci�n opuesta al Imperio MAYA que pr�cticamente hab�a desaparecido y su Pueblo estaba en estado de disoluci�n social.

Hist�ricamente, los INCAS fueron precedidos por los COLLAS, QUECHUAS y UNCAS, y a la vez los COLLAS fueron precedidos por los UROS cuya lengua se aproximaba a la ARAWAK. Las investigaciones revelan que la cultura INCAICA fue precedida por otra de alto nivel, atribuyendo la misma al Pueblo COLLA.

Dichas investigaciones revelan que, en tiempos preincaicos, en la Costa Peruana se cultivaba Ma�z, Mandioca, Frijoles, Calabazas (cultivadas ya hacia el 3.300 a.C.), Batatas, Man� y Algod�n (hacia el 3.500 a.C. era ya cultivado en Chilca y Anc�n y utilizado para tejer redes de pesca y telas en general), adem�s de muchas plantas Frutales, Algarrobos y Palos de Balsa que produc�an madera para la construcci�n, pero la agricultura adquiri� importancia reci�n despu�s del 2.500 a.C., mientras que el Ma�z se difundi� alrededor del 1.900 a.C..

Los resultados de las investigaciones tambi�n informan acerca de la existencia de manadas de Ciervos que habitaban los montes bajos circundantes, as� como de una abundante poblaci�n de Peces y Focas.

La superficie cultivada era ampliada mediante la incorporaci�n del riego por medio de avanzadas obras de ingenier�a, las que fueron destruidas por el INCA Pachacutec para dominar al Imperio CHIMU (los Chim�es formaban un E� al norte del Per� hasta que fue tomado por los Incas en el a�o 1400) .La tierra era fertilizada mediante la incorporaci�n de pescados o de guano recolectado en las islas cercanas a la Costa.

En el cultivo utilizaban palas en forma de canalete. Estas, en general, eran de madera o ten�an una hoja de cobre con un casquillo en el que se introduc�a el cabo de madera. El �nico animal dom�stico era el Perro, de razas distintas a las del perro europeo.

Per� fue el Pa�s que desarroll� los m�s avanzados m�todos de construcci�n de Terrazas para cultivo, dotadas de ingenioso sistema de riego, muchas de las cuales se encuentran a�n bajo uso.Las terrazas y el riego posibilitaron el control de pisos ecol�gicos.

El Ma�z se cultivaba hasta los 3.500 metros snm, la Quinua, la Papa y la Oca (tub�rculo) hasta los 4.300 metros. Seg�n Huaman Poma (escritos de comienzos del siglo XVII), el m�todo de producci�n comenzaba en julio con la fertilizaci�n de los suelos (utilizando el esti�rcol de llama) y la limpieza de los canales de riego. En agosto se cultivaba utilizando la Taclla, o sea el bast�n de sembrar perfeccionado por medio de un pedal amarrado y un mango fuertemente encorvado. En septiembre o diciembre, seg�n la especie, se hac�an los agujeros para la siembra propiamente dicha y las mujeres depositaban en ellos la semilla de ma�z o la papa semilla, emparejando luego la tierra con una cuchilla de palo.

Para la escarda y la cosecha se usaban azadas de hoja plana de madera.

Bajo vigilancia del Estado capturaban Vicu�as y Guanacos, mientras que las Llamas y Alpacas ya hab�an sido domesticadas (3.500 y 1.500 a�os a.C., respectivamente). Luego de la esquila los ejemplares capturados eran puestos en libertad. El esti�rcol (taquia) de Llama es a�n hoy una importante fuente de energ�a en la Puna.

En general, el MODO DE PRODUCCION ANDINO se caracterizaba por:

a) ausencia de propiedad privada sobre la tierra;

b) presencia de un poder central regulador y ejecutor de grandes obras para riego;

c) aparici�n del excedente apropiado por el Estado para su distribuci�n entre ciertas clases sociales, y

d) existencia de tributo en forma de trabajo, especies o productos.

Pero cabe tambi�n  destacar que el Estado estableci� una serie de pol�ticas demogr�ficas consistentes en el movimiento de Poblaci�n de un h�bitat a otro, tendientes a la obtenci�n de objetivos socioecon�micos necesarios para la consolidaci�n del Estado y la reproducci�n de la sociedad INCA. Estos movimientos se denominaron MITIMAES, distingui�ndose cuatro clases:

a) grupos de hombres enviados a ocupar puestos militares en las fronteras;

b) establecimiento de colonias de hombres y mujeres, trasladados desde �reas densamente pobladas a �reas despobladas o con baja densidad, tendiendo as� a una racional distribuci�n de recursos humanos y naturales;

c) traslado de personal t�cnico para atender necesidades de Poblaciones incorporadas al Estado INCA, y

d) traslado de la totalidad de la Poblaci�n de un h�bitat a otro.

Las plantaciones de Coca y los yacimientos de Oro eran de propiedad excluyente del INCA.

En el Modo de Producci�n Andino la organizaci�n para la producci�n implicaba que en el seno de las Comunidades Rurales los Pastos eran explotados en com�n mientras que las tierras de cultivo eran distribuidas peri�dicamente, te�ricamente con frecuencia anual, en unidades dom�sticas de tama�o suficiente como para asegurar la subsistencia de la familia.

La repartici�n peri�dica de parcelas ten�a como objetivo el posibilitar ajustes considerando la evoluci�n demogr�fica. La unidad de producci�n pod�a estar integrada por parcelas no continuas, localizadas en sectores definidos por sus caracter�sticas ecol�gicas, necesidades de rotaci�n de cultivos o actividades, entre otros determinantes.

Cada Comunidad se esforzaba por controlar el m�ximo de pisos ecol�gicos, extendiendo dicha acci�n en lo vertical y horizontal. La principal restricci�n en dicho control era el tama�o del grupo (n�mero de miembros de la Comunidad).

As�, por ejemplo, unos miembros cuidaban los reba�os en la Puna, o explotaban las salinas. En los pisos de menor altura, debajo de los campos de Ma�z, a tres o cuatro d�as de camino, se encontraban las tierras calientes en las cuales otros miembros cultivaban Algod�n y Aj�. M�s abajo a�n, en la Ceja de Selva, se produc�a la Coca, mientras que la Madera, Miel, Pluma, etc., eran obtenidas de la Selva por otros miembros de la Comunidad.

Este modelo, tambi�n conocido como "Archipi�lago Verde", estuvo profundamente arraigado en las Sociedades Andinas desde antes del establecimiento del Imperio INCA, si bien con �ste se expandi� considerablemente.

A modo de s�ntesis de la racionalidad Andina asumimos lo expresado por un excelente investigador (3), respecto a que el proceso de desarrollo hist�rico implica la transformaci�n de un espacio f�sico - natural en un espacio socio - econ�mico a trav�s de ciertas estrategias sociales que se plasman en relaciones sociales para conformar estructuras sociales. Teniendo en cuenta estas �ltimas pueden identificarse, entre otras, las estrategias sociales siguientes:

a) la principal se refiere a la ocupaci�n simult�nea de diversos pisos ecol�gicos, lo que implica el manejo de pisos complementarios continuos y/o  discontinuos; mientras que las restantes estrategias se refieren a:

b) la subdivisi�n de las superficies, tanto para uso pecuario como para cultivos, tiene en cuenta la existencia de �reas para producci�n bajo secano y riego respectivamente, de  manera tal que cada unidad dom�stica pueda tener acceso a diversos recursos;

c) el desarrollo de conocimientos y sabidur�a aplicados a la transformaci�n completa del espacio f�sico - natural, sin romper un razonable balance ecol�gico;

d) la organizaci�n de base fundada en Comunidades que se organizaban entre s� con objetivo de autosuficiencia en un espacio f�sico - natural, generando un espacio socio - econ�mico que podr�a dar lugar a la constituci�n de una autoridad supracomunal;

e) la organizaci�n de la reciprocidad y redistribuci�n; y

f) la creaci�n de flujos econ�micos intra e intercomunales, regulados por la autoridad supracomunal mediante mecanismos de incentivos y redistribuci�n de productos que tend�an a equilibrar y asegurar el bienestar de la poblaci�n humana.

4. Los Cultivadores Sudamericanos

Este grupo est� integrado por tres grandes grupos �tnicos: TUPI, ARAWAK y CARIBE, que habitaron en la casi totalidad de la Regi�n Selv�tica Tropical bajo modelos que implicaron frecuentes migraciones masivas.

Los tres grupos vinieron de la Altiplanicie de GUAYANA o de las Costas vecinas. Se supone que las migraciones fueron motivadas por diversas causas: religiosas, guerreras, b�squeda de tierras para cultivos, etc. En el caso del grupo TUPI GUARAN� (tambi�n denominados peyorativamente CHIRIGUANO), que lleg� hasta las fronteras del Imperio Incaico, predominaron las dos primeras causas, mientras que en el del grupo ARAWAK la motivaci�n fue la necesidad de tierras para la producci�n de alimentos, por lo que sus migraciones fueron lentas y pac�ficas.

Los Pueblos m�s meridionales del grupo ARAWAK se establecieron en el PARAGUAY superior y en el norte del GRAN CHACO. Su expansi�n territorial e influencia sobrepas� a las mostradas por el resto de los Grupos Etnicos de Am�rica.

Los Pueblos del grupo ARAWAK, al establecerse en tierras frecuentemente expuestas a inundaciones, constru�an sus moradas y establec�an sus cultivos sobre elevaciones naturales o artificiales. Expresiones de esta tecnolog�a precolombina fueron descubiertas en la Provincia de MOJOS (MOXOS), Bolivia, y en la Regi�n Pantanosa del Paraguay Superior (XARAYES), atribuy�ndose tambi�n a este grupo la construcci�n del canal que une el ORINOCO con el RIO NEGRO.

Las investigaciones informan que el Ma�z fue introducido en las �reas ocupadas por los citados Pueblos en el transcurso del primer milenio a.C., como complemento y/o sustituto de la Mandioca que era cultivada desde los 5.000 a�os a.C. en el Orinoco superior.

Imputable a los ARAWAKOS es la transformaci�n de la Mandioca amarga y venenosa en un alimento de primer orden; como tambi�n lo es la introducci�n de los cultivos de Ma�z y Tabaco, especialmente este �ltimo que era desconocido entre los Pueblos de la Am�rica Occidental. Tambi�n cultivaban Batatas, �ame (tub�rculo), Frijoles, Aj�, Algod�n, Ca�as para la preparaci�n de flechas y una diversidad de plantas no originarias de Am�rica, tales como los Pl�tanos y la Ca�a de Az�car.

En el centro del Brasil los Pueblos Ind�genas se alimentaban con productos obtenidos de la caza y la recolecci�n de vegetales y frutos silvestres, mientras que en la hoy agr�cola Pampa H�meda de Argentina no se practicaban cultivos y sus habitantes viv�an de la recolecci�n, la caza y la pesca, abundando los Guanacos y Venados. 

5. La Poblaci�n de las Antillas

En tiempos de la invasi�n la Poblaci�n de las Antillas estaba compuesta principalmente por ARAWAKOS (llamados Lucayos en las Islas Bahamas y Ta�nos en las Antillas Mayores), originarios de SUDAMERICA, pero en las Antillas Menores �stos hab�an sido desplazados por los CARIBES que procuraban extender sus dominios sobre Puerto Rico, Cuba y Hait�.

Los ARAWAKOS, como ya se dijo, eran agricultores pac�ficos. En las Islas cultivaban Mandioca, Maiz, Batatas, Man�, Frijoles, Tabaco, Algod�n, Guayaba, Papaya y Anona, utilizando la Fibra del Sisal para la producci�n de cuerdas. En la preparaci�n de la superficie para los cultivos rozaban el monte utilizando hachas de piedra y para cavar usaban palos terminados en punta endurecida al fuego. Para el transporte de sus productos con destino al comercio utilizaban embarcaciones con tripulaciones de hasta 80 remeros, extendiendo sus acciones hasta YUCATAN.

Los CARIBES ten�an sus bases en las Islas GUADALUPE, MARTINICA y DOMINICA. En el cultivo utilizaban el mismo m�todo que los ARAWAKOS.

A nivel de cada una de las principales Islas la situaci�n era la siguiente:

5.1. Islas de las Antillas Mayores

a) Las Bahamas: o Lucayas, es un archipi�lago de veinte islas que estaban habitadas por pueblos ARAWAK que cultivaban Algod�n y Agave sisal. El 12 de octubre de 1492 los Espa�oles divisaron la Isla Guanahan� o San Salvador, pero su ocupaci�n permanente por Europeos ocurri� reci�n en el a�o 1.646 cuando los Ingleses fundaron una colonia e iniciaron la extracci�n de sal.

b) Haití: en la Navidad de 1.492 C.Col�n lleg� a la costa septentrional de la Isla que era conocida con el nombre (ind�gena) de Hait� o Quisqueya, bautiz�ndola con el nombre de LA ESPA�OLA y denominando fuerte de LA NAVIDAD a la primera colonia Europea en el "nuevo mundo".

c) La destrucci�n del fuerte LA NAVIDAD dio lugar a la fundaci�n de LA ISABELA, tambi�n en la costa septentrional pero hacia el este del primer fuerte. En el sur de la Isla, en el a�o 1.496 se descubri� la existencia de oro motivando la fundaci�n en la costa meridional, por Bartolom� Col�n, de la nueva Ciudad de SANTO DOMINGO como base de operaciones para la explotaci�n de los yacimientos.Los Ind�genas pasaron a constituir la mano de obra esclava

Esta ciudad se constituy� en Capital de la Isla, la que pas� a ser denominada LA ESPA�OLA o SANTO DOMINGO, indistintamente.En 1.659 Francia tom� posesi�n de la parte occidental de la Isla (la actual HAITI) e implement� un sistema de grandes plantaciones agr�colas con predominio de la Ca�a de Az�car. Adem�s en ellas, desde el a�o 1.727 se cultivaba y exportaba tabaco, cacao, algod�n y caf�.

La otra parte de la Isla (la hoy REPUBLICA DOMINICANA) qued� en poder de Espa�a.

El nombre de Hait� se generaliz� reci�n a partir de la consolidaci�n de su independencia en el a�o 1.804 y en el a�o 1.844 quedaron separadas las dos regiones culturales (la de habla espa�ola, SANTO DOMINGO y la de habla francesa, HAITI).

En tiempos de C. Col�n la poblaci�n ARAWAK, o TAINA, fue estimada entre 1 MILL y 3 MILL de personas (recientemente, en 1996, la poblaci�n fue estimada por Naciones Unidas en 8 Millones de habitantes). El pescado y los frutos silvestres constitu�an el principal alimento. Para la habilitaci�n de suelos a la actividad agr�cola rozaban el bosque utilizando hachas de piedra.La tierra era trabajada mediante un palo de punta endurecida al fuego. El principal cultivo era el de la yuca y complementariamente batatas, ma�z, man�, frijoles, tabaco y algod�n. En parte de la superficie asignada a este �ltimo cultivo utilizaban sistemas de riego.En 1.493 C. Col�n  introdujo animales dom�sticos, aves de corral y cultivos del "viejo mundo", principalmente Ca�a de az�car.

c) Cuba: ocupada por C. Col�n en el a�o 1.492, fue bautizada en el a�o 1.516 con el nombre de Fernandina y posteriormente denominada Santiago.Sus primeros habitantes Europeos fueron colonos Espa�oles asentados en Hait�, quienes fundaron en Cuba la Poblaci�n llamada Nuestra Se�ora de la Asunci�n, como centro para la explotaci�n de yacimientos aur�feros.

Predominaba la poblaci�n ARAWAK, encontr�ndose tambi�n peque�os grupos de una poblaci�n primitiva denominada Guanahatabeyes o Ciboneyes. Estos �ltimos no conoc�an la agricultura, mientras que los Arawakos eran agricultores y utilizaban m�todos de producci�n similares a los ya citados en relaci�n a las otras Islas.

d) Jamaica: la Isla estaba habitada por ARAWAKOS. Fue explorada por C.Col�n entre 1.503 y 1.504, pero la ocupaci�n por espa�oles, encabezados por D.Col�n, se realiz� reci�n a partir del a�o 1.509, y en 1.655 pas� al dominio ingl�s.Los cultivos y los m�todos de producci�n utilizados por los ARAWAKOS eran iguales a los citados anteriormente.

e) Puerto Rico: es la m�s peque�a de las Antillas Mayores. Estaba habitada por ARAWAKOS.La base de la alimentaci�n proven�a de cultivos de azada, principalmente yuca.Las Casas estim� la Poblaci�n en 800 mil personas (recientemente, Naciones Unidas inform� una poblaci�n de 3,65 Millones de habitantes). Si bien el primer Gobernador de la Isla fue designado en el a�o 1.500, la ocupaci�n Espa�ola se inici� en el a�o 1.508 para la extracci�n de oro.

5.2. Islas de las Antillas Menores

a) Islas V�rgenes: situadas a continuaci�n de Puerto Rico, estaban habitadas por ARAWAKOSen fase de extinci�n, desplazados por CARIBES.

b) Islas de Barlovento: forman un puente con la tierra firme de Sudam�rica.El archipi�lago est� integrado por las Islas San Crist�bal, Montserrat, la parte occidental de Guadalupe, Dominica, Martinica, Santa Luc�a, San Vicente, Las Granadillas y Granada, en occidente; y Barbuda, Antigua, la parte oriental de Guadalupe y Mar�a Galante, en oriente. Al igual que las Islas V�rgenes, originariamente estuvieron casi en su totalidad habitadas por ARAWAKOS, luego desplazados por CARIBES.

c) Trinidad y Tobago: incluidas a veces como Islas de Barlovento y otras como Islas de Sotavento se encuentran muy cercanas a la Costa Sudamericana (16 km). Hacia fines del siglo XVI los ARAWAKOS hab�an logrado expulsar a los CARIBES que habitaban estas Islas.

d) Islas de Sotavento: el conjunto est� integrado por Margarita, Tortuga, Curacao, Aruba y Bonaire. Las hoy pertenecientes a Holanda constitu�an territorio ARAWAK mientras que el resto, hoy perteneciente a Venezuela, estaba habitado por los CARIBES.

6. Consecuencias de la Invasi�n (en el corto y mediano plazo)

Cualitativamente, se encuentra suficientemente demostrado el impacto negativo de la ocupaci�n del "Nuevo Mundo" ocurrida entre los siglos XV y XVI, principalmente, en la que participaron numerosas naciones del "Viejo Mundo".Dicho impacto puede sintetizarse en lo siguiente:

* la totalidad de la poblaci�n nativa fue sometida a la esclavitud y sufri� las consecuencias de la violenta interrupci�n del proceso de desarrollo propio de cada pueblo.

* los sistemas agrarios fueron modificados con efectos negativos para los actores involucrados directamente en la producci�n e indirectamente (en t�rminos relativos) en el consumo.

* los ecosistemas intervenidos experimentaron fuertes transformaciones que implicaron disminuciones cuali - cuantitativas en la oferta natural de recursos, ingresando algunos de sus componentes en un proceso de extinci�n, principalmente en el caso forestal.

* el desarrollo de las Comunidades Rurales, que se realizaba basado en modelos aut�ctonos, fue reemplazado por otros basados en modelos impuestos y generados desde bases culturales muy diferentes.La introducci�n de los modelos impuestos implic�:

* el uso de mano de obra esclava;

* establecimiento de severas restricciones a las posibilidades de obtenci�n de excedentes generados por la actividad productiva en las Comunidades tributarias;

* implificaci�n de ecosistemas bajo el pretexto de una mayor eficiencia;

* ruptura de la arm�nica relaci�n sociedad - naturaleza que existi� hasta el momento de la consolidaci�n de la invasi�n;

* concentraci�n de la tierra en pocos titulares;

* significativo aumento de la cantidad de minifundios, como contracara funcional del latifundio;

* crecientes grados de subalimentaci�n y mal nutrici�n;

* estricta subordinaci�n de las posibilidades de desarrollo, a los intereses de los concentradores de los recursos naturales;

* difusi�n de enfermedades desconocidas hasta la invasi�n, que ocasionaron sustantivas disminuciones en la cantidad de habitantes en todas las regiones del "Nuevo Mundo", entre otros efectos negativos que no pudieron ser compensados por efectos positivos.

* suicidio colectivo de Comunidades sometidas a la esclavitud.

* la destrucci�n de la documentaci�n testimonial del estado de desarrollo en que fueron encontrados los Pueblos del "Nuevo Mundo", por los conquistadores Europeos.

* el establecimiento y funcionamiento de subsistemas productivos altamente dependientes de las demandas del mercado externo, que determin� la alta dependencia de pocos productos.

* el agotamiento de las  posibilidades productivas de numerosos recursos naturales, especialmente los contenidos en ecosistemas forestales, debido a la implementaci�n de altas tasas de extracci�n de los mismos, superiores a sus tasas de reproducci�n.

* la ausencia de procesos que puedan ser caracterizados como de desarrollo rural social y ambientalmente sostenible, sin que esta afirmaci�n pretenda desconocer la existencia de algunas excepciones puntuales a nivel de micro�reas.

Cuantitativamente, a simple t�tulo de ejemplo, el impacto puede sintetizarse en lo siguiente:

* en el a�o 1.521, destrucci�n de la ciudad de Tenochtitl�n (habitada por 300 mil habitantes), que implic� la p�rdida de vidas humanas y de infraestructura construida mediante avanzados conocimientos cient�ficos y tecnol�gicos en el manejo del agua, adem�s de la riqueza hist�rica contenida en la Ciudad.

* en el a�o 1.531, destrucci�n de pr�cticamente todos los libros de la cultura MAYA, de los cuales s�lo se salvaron tres C�dices con muy limitada informaci�n. Se supone que los libros destruidos conten�an una rica historia cient�fica y tecnol�gica, as� como la historia de una civilizaci�n a la cual algunos investigadores sit�an entre las m�s avanzadas de la humanidad en aquellos tiempos.

* extracci�n, hasta el agotamiento de las reservas, de recursos naturales no renovables, como el caso del oro en Puerto Rico por ejemplo, as� como de recursos naturales renovables pero extinguibles por extracci�n "minera", como el caso de las perlas en las Islas de Sotavento por agotamiento de los bancos de madreperlas, o el caso de las esponjas que se extra�an en LAS BAHAMAS.

* exterminio de poblaciones, como por ejemplo la existente entre el Istmo de Tehuantepec al sur y los poblados permanentes al norte, pero excluyendo YUCATAN, la que en el a�o 1.519 totalizaba alrededor de 11 MILL.En el a�o 1.548 se hab�a reducido a 6,3 MILL y en el 1.565 a 4,4 MILL, alcanzando su nivel inferior en el a�o 1.607 en que totaliz� unos 2,0 MILL de habitantes.

Una situaci�n similar se present� en Hait�. Las Casas estim� su poblaci�n ARAWAK en alrededor de 3 MILL de habitantes y si bien otras estimaciones de la �poca la sit�an en aproximadamente 1 MILL, lo cierto es que ya hacia 1.517 la poblaci�n ind�gena fue estimada en unas 14 mil personas.

Posteriormente, en el a�o 1.687 Hait� estuvo habitada s�lo por 4.400 blancos y 3.580 negros, y en el a�o 1.789, cuando la parte occidental de la Isla se Independiz� de la Metr�poli, la Poblaci�n se estim� en 31 mil blancos y unos 500 mil negros.

* en Cuba, se estima que la introducci�n de esclavos con destino a las plantaciones de ca�a de az�car totaliz�, entre los a�os 1.780 y 1.880, alrededor de 1 MILL de personas, adem�s de cerca de 150 mil chinos que ingresaron contratados. El ingreso de trabajadores espa�oles, contratados, se inici� en el a�o 1.880 y ya en el 1.885 la zafra azucarera ocupaba 45 mil operarios de dicha nacionalidad.

* la especializaci�n impuesta a Cuba como productora de az�car destinada al mercado estadounidense, de manera similar a lo ocurrido en otros Pa�ses de la Regi�n, ocasion� profundas transformaciones en la estructura agraria y agroindustrial que implicaron niveles crecientes de vulnerabilidad y dependencia, adem�s de la concentraci�n en pocas manos de los recursos e infraestructura aplicados a la producci�n.

* en Puerto Rico, Las Casas estim� en el a�o 1.510 que la poblaci�n ARAWAK estaba integrada por unas 800 mil personas.Los espa�oles pretendieron utilizarlas como esclavos en la extracci�n de oro ocasionando numerosos intentos de rebeli�n que fueron cruentamente sofocados.

El n�mero de habitantes se redujo a tal nivel que los espa�oles debieron "importar" esclavos desde otras Islas (por ejemplo, negros de Santo Domingo), y ya hacia el a�o 1.536, en que se detuvo la extracci�n de oro por agotamiento de reservas, fueron liberados los �nicos ind�genas sobrevivientes de la esclavitud: alrededor de 70 personas. Cuando la Isla fue arrebatada a Espa�a estaba habitada por unos 590 mil blancos, 300 mil mulatos y 59 mil negros.

* los descubrimientos arqueol�gicos en los paisajes Sudamericanos posibilitan suponer razonablemente que en  tiempos de la invasi�n estaban densamente poblados.Se estima que el Per� estaba habitado por alrededor de 12 MILL de personas (en el a�o 1996 la poblaci�n fue estimada en 24 Millones de habitantes) reciente.

* Fernando Tudela et.al. (7), al referirse al colapso demogr�fico que impact� a la poblaci�n del "Nuevo Mundo" entre los a�os 1.492 y los primeros del  siglo XVIII, expresa que la conciencia colectiva no ha conseguido hasta ahora asimilar la verdadera magnitud del suceso que puede ser considerada como la mayor cat�strofe demogr�fica de nuestra era.Fundamenta ello a partir de lo que considera el "intento m�s sistem�tico de cuantificaci�n de la poblaci�n aborigen en el momento del contacto, basado sobre todo en los trabajos de W. Borah",  que informa los resultados, siguientes:

REGIONES
HABITANTES (10º)
Norteamérica
4,4
México
21,4
Centroamérica
5,65
Caribe
5,85
Area Andina
11,5
Tierra Bajas
Sudamericanas
8,5
TOTAL
57,3

* Otros autores sit�an el total de poblaci�n del "Nuevo Mundo" en un orden de magnitud de m�s de 100 MILL de habitantes. Sea que se tome �sta, o la cifra anterior, lo cierto es que la poblaci�n del "Nuevo Mundo" no era cuantitativamente inferior a la de Europa (en el siglo XVI alcanz� una magnitud de 60 MILL de habitantes), pero en el transcurso del mismo siglo la poblaci�n del "Nuevo Mundo", que sobrevivi� a la invasi�n, constitu�a escasamente alrededor de 5 a 10% de la estimada para el a�o 1.492.

* por solo citar algunos ejemplos del llamado colapso demogr�fico tomaremos lo ocurrido en La Espa�ola cuya poblaci�n en el a�o 1.492, seg�n sea el autor que se tome como referencia, se estimaba entre 1 y 3 MILL de habitantes, mientras que en el a�o 1.542 quedaban s�lo alrededor de 500 ARAWAK; en Nicaragua la poblaci�n disminuy� de 600 mil habitantes a 45 mil en el a�o 1.550; la de M�xico pas� de poco m�s de 20 MILL a 1 MILL hacia fines del siglo XVI; y hacia 1.520 la Mixteca Alta Oaxaque�a ten�a todav�a alrededor de 700 mil habitantes, pero en el a�o 1.670 hab�a disminuido a menos de 30 mil personas.

La explicaci�n de semejante colapso a trav�s de lo que W. Borah denomin� "la unificaci�n microbiana del mundo", atribuyendo la mayor porci�n de las p�rdidas en vidas humanas a las enfermedades introducidas por los conquistadores en el "Nuevo Mundo", resulta demasiada simple y elusiva de los efectos ocasionados por el sometimiento a la esclavitud, la disminuci�n de la ingesta de alimentos y las guerras entre los Pueblos del "Nuevo Mundo" (incrementadas y estimuladas por los conquistadores como parte de una estrategia de dominaci�n), entre otras causas concurrentes al colapso demogr�fico ocurrido en tiempos de la ocupaci�n, o del "encuentro entre dos mundos" como prefieren designar al hecho algunos autores.

* En F. Tudela et. al. (7) se describe lo que los autores denominaron "explosiones demogr�ficas de la fauna y la flora europeas", a partir del segundo viaje de C. Col�n, en el a�o 1.493.Ellos explicitan la "formidable expansi�n del ganado vacuno" por la calidad de las forrajeras nativas, ejemplificando lo ocurrido en M�xico donde algunos propietarios llegaron a tener m�s de 150 mil vacas, generando un alud de reclamos por la invasi�n de milpas por el ganado.

El aumento de las existencias pecuarias fue tal que el precio de la carne se aproxim� a 0 alrededor del a�o 1.540 y la faena se realizaba principalmente para la obtenci�n del sebo utilizado en la elaboraci�n de velas, mientras el cuero se exportaba y el resto de las reses (carne, huesos, etc.) era abandonado en el campo.

La ganader�a vacuna se expandi� tambi�n en los Llanos venezolanos y colombianos; as� como en San Pablo, en la desembocadura del R�o San Francisco y en la Regi�n de Bah�a, en Brasil; y en la provincia de Buenos Aires en Argentina.Los Cam�lidos (Auqu�nidos), nativos de la regi�n Andina, quedaron s�lo en las zonas de mayor altitud desplazados por el ganado vacuno y el ovino. En cuanto a expansi�n, lo mismo ocurri� con el ganado caballar, los porcinos y los conejos europeos.

* la expansi�n de las existencias de ganado vacuno se detuvo e incluso revirti� a partir de alrededor del a�o 1.570, "la ganader�a vacuna se redimension� en forma dr�stica y sufri� un estancamiento que se prolong� hasta mediados del siglo XX".

* el documento de referencia (7) expresa que "el �xito biol�gico de algunas especies de la flora europea trasplantada no fue menos espectacular que el de la macrofauna domesticada". Tal el caso, por ejemplo, de las forrajeras europeas y africanas, pero tambi�n de numerosas malezas.

* "las Salic�ceas europeas se hibridaron con el �nico Salix nativo y ocuparon todos los valles fluviales de la Patagonia. Estudios realizados hace sesenta a�os determinaron que no m�s de la cuarta parte de las plantas silvestres de La Pampa es de origen nativo".

* retornando al colapso demogr�fico, se estim� (7) que hacia el a�o 1.750 la poblaci�n de todo el continente Americano no exced�a un orden de magnitud de 12 MILL de habitantes, mientras que hacia 1.850 la poblaci�n de Am�rica Latina habr�a sido de 33 MILL y la residente en los territorios estadounidenses y canadienses habr�a alcanzado una magnitud aproximada a los 26 MILL de habitantes.

Particularmente, en relaci�n al territorio estadounidense, en el siglo XIX la poblaci�n ind�gena continu� el colapso demogr�fico fundamentalmente por la sustantiva disminuci�n de su principal sustento: los b�falos, ya que de las 50 MILL de cabezas estimadas a principios del siglo quedaron s�lo alrededor de 1.000 cabezas hacia fines del mismo siglo.

7. El Sector Agr�cola Post Invasi�n

7.1 Introducci�n

El Maiz, el Frijol y la Calabaza parecen ser las especies que primero domestic� el hombre americano (en Mesoam�rica), lo que habr�a ocurrido entre los a�os 7.000 y 3.000 a.C., mientras que a partir de este �ltimo a�o tuvo lugar la domesticaci�n de los Tub�rculos en la Zona Andina.

Los sistemas alimentarios estuvieron basados en pocas especies, generalmente Ma�z, Ra�ces, Tub�rculos, Yuca, Camote y Frijoles."La extraordinaria variedad de plantas �tiles, alimenticias, medicinales u ornamentales, cultivadas o fomentadas por los Ind�genas Americanos y sus sucesores, los tradicionales campesinos Ind�genas y Mestizos, no tiene parang�n en otros continentes. Los conquistadores encontraron casi intacta la biodiversidad flor�stica que se hab�a generado en Am�rica durante un largo per�odo de evoluci�n biol�gica en condiciones que combinaban el aislamiento con un espectro muy amplio de situaciones ambientales". (7)

Como puede inferirse de lo hasta aqu� expresado, la agricultura constituy� una actividad central en las sociedades prehisp�nicas, las que hab�an desarrollado tecnolog�as que hicieron posible la pr�ctica del policultivo. Dichas tecnolog�as implicaron escasos subsidios energ�ticos externos a la unidad de producci�n y una utilizaci�n razonablemente sostenible de los ecosistemas intervenidos. (23)

El citado avance tecnol�gico posibilit� el normal desarrollo de las actividades productivas agr�colas en los pisos de P�ramo/Puna comprendidos entre los 3.200-4.500 metros sobre el nivel del mar (3), (4), (7) y (23). La utilizaci�n de una gran cantidad de pisos ecol�gicos cumpli� un papel similar al del posterior manejo productivo de los valles fluviales.

7.2 La Introducci�n de Especies de la Fauna y la Flora europeas

Como se dijo en otra parte de este documento, la introducci�n de algunos ejemplares bovinos dio lugar en pocos a�os a una significativa presencia de existencias de esta especie y al desarrollo de una actividad que afect� negativamente tanto a la agricultura prehisp�nica como a la ganader�a basada en especies nativas.

Un hecho similar fue protagonizado por pastos europeos y africanos que ocuparon una amplia porci�n de la superficie americana. Muchas especies introducidas, deseables e indeseables, se difundieron ampliamente debido a la movilidad de las existencias pecuarias cimarronas, aprovechando la existencia de nichos ecol�gicos vacantes (definidos como un espacio vital que ofrece condiciones de vida que una especie necesita).

Adem�s de las especies pecuarias (bovinos, ovinos, caballares, porcinos y aves de corral), los conquistadores introdujeron numerosas especies vegetales funcionales a sus objetivos y que implicaron adem�s profundas modificaciones en las estructuras agrarias de los Pueblos abor�genes.Entre aquellas se destacaron la ca�a de az�car y el caf� que, por los m�todos de producci�n utilizados, determinaron la existencia de mano de obra esclava en los primeros tiempos, con escasos grados de libertad en los siguientes y con significativos movimientos migratorios "golondrinas" hasta hoy.

A t�tulo de ejemplo respecto al significado de la introducci�n de especies funcionales a los intereses de los conquistadores puede citarse el caso de la ca�a de az�car. Introducida en el segundo viaje de C. Col�n, su cultivo experiment� una fuerte expansi�n a partir de la invasi�n y sometimiento de Egipto por los Turcos (a�o 1.517), que signific� la eliminaci�n de dicho Pa�s como productor y un significativo incremento en el precio del az�car.

Posteriormente, la rebeli�n de los esclavos en Hait� y la guerra con Francia, que ocup� casi toda la �ltima d�cada del siglo XVIII y los primeros a�os del XIX, hasta la Independencia, incentiv� el cultivo de la ca�a en Cuba cuya producci�n sustituy� a la de Hait� en el mercado mundial.En dicho per�odo se exportaba az�car, tabaco y caf�.

Otro ejemplo puede ser el caso del Sur Mexicano, que en la �poca colonial exportaba algod�n, cochinilla (vive en la especie vegetal Opuntia coccinell�fera), az�car y cacao, pero que hacia el a�o 1.880 introdujo el cultivo del caf� en sustituci�n del a�il (arbusto leguminoso, de flores con sustancias colorantes) y de la cochinilla cuyos productos (colorantes) hab�an sido reemplazados por las anilinas alemanas.

Un ejemplo del inadecuado m�todo de producci�n aplicado est� dado por el cultivo del pl�tano implementado en �reas de la Costa del Atl�ntico pertenecientes a Guatemala, Honduras, Costa Rica y Panam�, que ocasion� el abandono de aqu�llas por agotamiento de los suelos luego de unos 20 a�os de explotaci�n.

La introducci�n de especies de la flora fue acompa�ada de cambios en los m�todos de producci�n que implicaron la incorporaci�n del arado, el uso de animales en la tracci�n, la pala, el pico, la hoz, entre otros instrumentos manuales, hasta llegar a los instrumentos materiales que forman parte de los m�todos de producci�n "modernos" y "avanzados".

La particular localizaci�n, as� como las caracter�sticas organizativas y de producci�n de algunos Pueblos Ind�genas, posibilitaron a �stos el desarrollo de estrategias de sobrevivencia, algunas de las cuales implicaron una cierta continuidad de sus propios proyectos de desarrollo, si bien muy parciales. Esto es particularmente notable en el caso AYMARA.

Los m�todos de producci�n implementados como parte, o condicionados por dichas estrategias, posibilitaron la continuidad en el uso de diversos componentes materiales de la tecnolog�a de los Pueblos Ind�genas, o sea la persistencia en el uso de m�todos de producci�n compatibles con las caracter�sticas ambientales.

En el Cuadro N� 1 se presenta un listado de las especies utilizadas en el per�odo Prehisp�nico que, si bien no es exhaustivo, ilustra de manera suficiente sobre la diversidad encontrada por los conquistadores. En el mismo se inserta un listado de las principales especies introducidas en aquellos tiempos.

7.3 La Introducci�n de Instrumentos Agr�colas

Siegfried Giedion(1) responde su propia pregunta acerca de �qu� significa la mecanizaci�n para el hombre?, diciendo: "la mecanizaci�n es un agente, como el agua, el fuego o la luz. Es ciega y carece de direcci�n propia. Como las fuerzas de la naturaleza, la mecanizaci�n depende de la capacidad del hombre para hacer uso de ella y para protegerse a s� mismo contra sus peligros inherentes. Controlar la mecanizaci�n exige una superioridad sin precedentes sobre los instrumentos de producci�n. Requiere que todo est� subordinado a las NECESIDADES HUMANAS".

Cuadro N�1
Especies Cultivadas y/o Aprovechadas(*) en el "Viejo Mundo"
antes de la Conquista (nombre com�n)

ANTES DE LA CONQUISTA
VEGETALES
ANIMALES
Achiote
Aguacate
Ají
Algodón
Anonas
Añil
Avellana
Batatas
Cacao
Calabaza
Fresa silvestre
Frijoles
Granadillas
Guayaba
Henequén
Hevea (caucho)
Jenjibre
Jocote
Maguey (Agave atrovirens y Agave tequila)
Maíz
Mamey zapote
Maní
Níspero (chico zapote)
Opuntias o tunas
Papa
Papaya
Pimiento
Piña
Piñones de araucaria
Pitahayas
Sisal
Tabaco
Tomate
Vainilla (de orquídea silvestre)
Yuca
Zapote
Agutí (roedor)
Alpaca (domesticada)
Anta (o alce, o tapir)
Ciervos
Coccus cacti (1)
Guanaco
Llama (domesticada)
Pavo (domesticado)
Perro (tres tipos Vicuña diferentes a los europeos)

INTRODUCIDOS POR LOS CONQUISTADORES (**)

VEGETALES
ANIMALES
Acacias
Avena
Alfalfa
Café
Caña de azúcar
Durazno
Mango
Plátano

Trigo
Vid
Aves de corral Bovinos *
Caballares Ovinos, Caprinos **
Porcinos

• Domesticados hacia el año 5500 aC en Grecia y Turquía.
• Domesticados hacia el año 7500 aC en Irán.

Antes de la Conquista
(*) Principales
(**) Inicialmente

(1) El coccus cacti es un insecto que posibilita la obtenci�n de un tinte llamado grana cochinilla. Parasita las mopaleras (la ya citada especie vegetal Opuntia coccinell�fera).

Y finaliza diciendo: "Sin duda, la mecanizaci�n puede ayudar a eliminar el trabajo esclavizante y a conseguir mejores niveles de vida; sin embargo, en el futuro tendr� que ser controlada de alg�n modo si se quiere permitir una forma de existencia m�s independiente".

Lo expresado por Giedion hacia mediados del siglo XX tiene valor retroactivo y podr�a situarse por ello en lo ocurrido a partir de la ocupaci�n Europea del "Nuevo Mundo". En efecto, en el per�odo prehisp�nico los Pueblos Ind�genas hab�an alcanzado un alto nivel tecnol�gico en las actividades productivas agr�colas, compatible con el hoy denominado desarrollo social y ambientalmente sustentable o sostenible.

Prueba de ello, por ejemplo:

* el uso del "HUYSU" (24) en la preparaci�n de los suelos, que minimiza el riesgo de erosi�n y se adapta a cualquier sitio y tipo de suelo; 

* la construcci�n de Andenes y Camellones para habilitar al cultivo �reas que presentan serias restricciones (los Andenes posibilitan el control de diferentes pisos ecol�gicos y los Camellones el uso de zonas inundables, entre otras ventajas).

Los Camellones, en el per�odo Prehisp�nico, formaron parte del m�todo de producci�n agr�cola utilizado por Pueblos Ind�genas en la sabana de Mojos, por ejemplo.

* la construcci�n de "Campos-Lomas" (19) y otras variedades que responden a la tecnolog�a utilizada para el uso de superficies anegadizas, de la cual se encuentran evidencias en la citada sabana de Mojos (Bolivia) involucrando alrededor de 2.700 hect�reas (cabe destacar que los MOJOS ten�an herramientas cortantes y de aserrar hechas de hueso);

* y el uso de otra serie de instrumentos manuales (5).

Durante el per�odo de la Colonia fueron introducidos el Arado de Palo a tracci�n animal, la Hoz, la Chontilla, la Pala, el Pico, entre otros.

Si bien el Arado de palo posibilit� la labranza de mayores extensiones en menor tiempo, respecto a los instrumentos manuales, en cambio result� incompatible con el mantenimiento de los Andenes y Camellones, los que resultaron da�ados, destruidos y luego abandonados.

Este hecho implic� tambi�n el abandono, casi total, de los sistemas de riego construidos, as� como de las t�cnicas de protecci�n contra la erosi�n y, lo que es m�s grave a�n, la destrucci�n del sistema de producci�n que integraba el aprovechamiento de diversos pisos ecol�gicos. Esto �ltimo ejemplifica lo ocurrido en las �reas ocupadas por los Pueblos Andinos, pero puede ser aplicado en general a las �reas semejantes del "Nuevo Mundo".

En numerosas �reas la introducci�n del Arado con tracci�n animal respondi� a la necesidad de los conquistadores de satisfacer demandas de la poblaci�n del "Viejo Mundo" por determinados productos. Tal el caso ya citado del az�car de ca�a que hacia la finalizaci�n del siglo XIX suministraba alrededor de 1/5 parte de las calor�as consumidas por la poblaci�n inglesa, mientras que en el siglo XI era un producto pr�cticamente desconocido en Europa. La ca�a de az�car fue introducida en Europa por los Cruzados a su regreso.

En lo inmediato, con el arado y los nuevos cultivos cambi� la composici�n tradicional de la oferta de alimentos, con obvias consecuencias sobre la Poblaci�n del "Nuevo Mundo", ya que contribuy� a un per�odo de subalimentaci�n y mal nutrici�n que formaron parte de las causas del ya citado colapso demogr�fico que sucedi� a la conquista.

En aquellos tiempos los sobrevivientes de la invasi�n seguramente habr�an aprobado la sentencia de Giedion (1) al referirse a la "ilusi�n del progreso", cuando dijo: "Nos hallamos ante un gran mont�n de palabras y de s�mbolos mal utilizados, y junto a �l un inmenso almac�n repleto de nuevos descubrimientos, inventos y potencialidades, todos los cuales prometen una vida mejor. Nunca ha pose�do la humanidad tantos instrumentos para abolir la esclavitud, pero las promesas de una vida mejor no han sido mantenidas" y es posible "que las generaciones futuras designen a este per�odo como una �poca de barbarie mecanizada, que es la m�s repulsiva de todas las barbaries". M�s adelante volveremos a referirnos a las implicancias de la barbarie mecanizada.

8. Cambios en los Procesos de Desarrollo

Como se dijo, el desarrollo de las Comunidades rurales basado en modelos aut�ctonos fue sustituido por modelos impuestos por los conquistadores, implementados a partir del uso de mano de obra esclava, la abolici�n de los derechos de propiedad de las Comunidades, la concentraci�n de la tierra bajo regimen legal propietario y una orientaci�n definidamente mercantil de la producci�n.

La persistencia de algunos sistemas de propiedad y trabajo comunal s�lo fue posible en los casos en que ellos resultaban funcionales al sistema de propiedad y trabajo de los conquistadores, lo que no implic� la conservaci�n de la totalidad de las tierras en la organizaci�n Comunal, por cuanto el despojo y el establecimiento de diversas clases de servidumbres a sus ex-titulares fue pr�cticamente la norma en tiempos de la Colonia (25).

Como expresan F. Tudela et. al (7), los conquistadores y sus descendientes, as� como los beneficiarios directos de la desestructuraci�n de la organizaci�n de los Pueblos Ind�genas, "desarrollaron una econom�a mercantilista" caracterizada por la capacidad de f�cil y r�pida acumulaci�n de capital y orientada hacia los mercados externos y la demanda de los sectores sociales dominantes en la Colonia.

Ello dio lugar al establecimiento de "enclaves productivos centrados en alg�n producto espec�fico".En los inicios de la Colonia fueron los metales preciosos (fundamentalmente el oro, luego la plata), destac�ndose las extracciones realizadas en los yacimientos mineros de Potos� (Bolivia), Zacatecas y Guanajuato (M�xico), pero tambi�n las implementadas en el Caribe en las primeras d�cadas de ocupaci�n por Espa�a hasta el agotamiento de las reservas. Las estimaciones de Lynch, citadas por F. Tudela (7) informan que en el a�o 1.594 los metales preciosos constitu�an 95,6% del total de las exportaciones desde el "Nuevo Mundo" a Espa�a.

La actividad minera implic�, adem�s de su contribuci�n al exterminio de la Poblaci�n Ind�gena, una demanda altamente significativa de vigas de madera y le�a, cuyas extracciones de los bosques nativos implicaron la deforestaci�n de extensas superficies y sus obvias consecuencias sobre la biodiversidad de los ecosistemas forestales y el deterioro de la capacidad productiva de los suelos, particularmente significativas en los Pa�ses del Caribe.

El agotamiento de los yacimientos de los metales preciosos que hab�an posibilitado una f�cil acumulaci�n de riqueza, ocurrido en los primeros a�os del siglo XVII, hizo que los Europeos centraran su inter�s en los negocios extractivos y productivos forestales y agr�colas, incluyendo la recolecci�n de especies vegetales clasificadas como medicinales. Una de estas �ltimas, la zarzaparilla (arbusto sudor�fico y depurativo), constituy� hacia fines del siglo XVI el principal producto de exportaci�n de Centroam�rica.

Reiterando, el segundo proceso de acumulaci�n implementado por Espa�oles y Europeos en general, estuvo basado en sistemas de haciendas y de plantaciones, con mano de obra esclava y/o sujeta a diversas clases de servidumbres.

La esclavitud predomin� en las plantaciones cuyas producciones ten�an como principal destino los mercados europeos. Tales los casos, por ejemplo, de las plantaciones de ca�a de az�car y pl�tanos que iniciaron sus procesos de expansi�n en el "Nuevo Mundo" a partir de los a�os 1.493 y 1.516, respectivamente, si bien en algunos Pa�ses de la Regi�n la introducci�n y expansi�n se produjo reci�n hacia fines del siglo XIX. En puntos anteriores nos hemos referido a los procesos de expansi�n de dichos cultivos en el Caribe y en Centroam�rica.

El cultivo de la ca�a de az�car se expandi� en Brasil en los siglos XVII y XVIII generando deforestaciones, abandono de suelos por agotamiento de nutrientes, procesos de desertificaci�n y grandes movimientos de poblaci�n determinados por las necesidades del cultivo.Los procesos de desertificaci�n fueron potenciados por los libres desplazamientos de las existencias bovinas (especie domesticada hacia el a�o 5.500 a.C. en Grecia y Turqu�a) y caprinas (domesticada hacia el a�o 7.500 a.C. en Ir�n) diseminadas en el Nordeste Brasile�o.

En Centroam�rica, adem�s de la ya citada zarzaparilla, desde mediados del siglo XVI hasta diversos momentos del siglo XVII se destacaron las producciones de b�lsamos, cacao (sus granos se utilizaban como moneda en actos de intercambios), �ndigo y grana cochinilla.El auge del cacao se sit�a hacia el a�o 1550, pero termin� de manera abrupta como casi todos los cultivos destinados a la generaci�n de productos para el mercado externo europeo, de aquellos tiempos.

El establecimiento de sistemas campesinos de subsistencia y la persistencia de los sistemas de propiedad y trabajo comunal fueron la contracara funcional a las econom�as mercantilistas.

Existen pocos estudios sobre las implicancias econ�micas de los citados sistemas, destac�ndose los realizados por el CIDA en siete (7) Pa�ses de Am�rica Latina en la d�cada de los a�os 60 (25).

En el siglo XIX los sistemas de haciendas y plantaciones ensayaron la expansi�n de cultivos tempranamente introducidos en los Pa�ses del Caribe, destac�ndose entre ellos el caso del caf�, originario de Etiop�a (la actual forma de utilizaci�n fue adoptada en el siglo XIII).Como resultado de ello, en la tercera d�cada del citado siglo se incorporaron como exportadores otros Pa�ses de la Regi�n (Venezuela y Costa Rica), pero el auge se manifest� reci�n hacia fines de dicho siglo (7), destac�ndose Brasil.

En dicho Pa�s, la poblaci�n de San Pablo creci� entre 1890 y 1930 de 70 mil a casi un mill�n de habitantes. Diversos autores se�alan el negativo impacto ambiental ocasionado por la sustituci�n del cultivo del caf� bajo sombra, por el caf� caturra sin sombra, realizado adem�s "en detrimento de su calidad".

En el siglo XIX y en las primeras d�cadas del XX las econom�as de numerosos pa�ses de Am�rica Latina y del Caribe depend�an de la exportaci�n de uno o de muy pocos productos, determinando significativos impactos sobre ellos los cambios ocurridos en los mercados de destino. Muchos de dichos productos eran obtenidos a partir de recursos no renovables, fundamentalmente mineros.

En s�ntesis (7), la orientaci�n productiva predominante en los Pa�ses de la Regi�n gener� las condiciones necesarias para contribuir a un sensible deterioro ambiental, manifiesto en procesos de deforestaci�n, erosi�n, desertificaci�n, p�rdidas de biodiversidad, dilapidaci�n y desaprovechamiento de recursos renovables y no renovables. Algunos de dichos procesos, mitigados en t�rminos de sus respectivos alcances globales en raz�n de haberse desarrollado en enclaves productivos y a la utilizaci�n de m�todos de producci�n con bajos requerimientos energ�ticos.

Del mal manejo de los recursos existen innumerables ejemplos, pero los m�s evidentes y conocidos son los del guano (de gaviotas, cormoranes, pel�canos, etc., alimentados con anchovetas o sardinas), cuya exportaci�n gener� alrededor de las 3/4 partes de las divisas obtenidas por el Per� hacia mediados del siglo XIX, estim�ndose que entre 1.840 y 1.880 este Pa�s export� alrededor de 12 MILL de toneladas de dicho fertilizante natural.

La intensidad de la extracci�n agot� dicho recurso sin que se previera la constituci�n de un capital sustitutivo generador de renta. Un caso similar es el del salitre (tambi�n fertilizante) localizado en la provincia de Tarapac� y cuyo control dio lugar a la guerra del Pac�fico (1879-1883) que concluy� con la incorporaci�n de la citada Provincia a la Rep�blica de Chile.

De la exportaci�n de sus nitratos el Estado Chileno lleg� a obtener alrededor de 2/3 de sus ingresos. Luego, los fertilizantes sint�ticos desplazaron al natural. O sea, la historia de los productos es similar a la ya explicitada en relaci�n a otros productos coloniales (zarzaparilla, grana cochinilla, a�il, etc.).

9. Algunos Cambios en los "Programas" de Producci�n hasta las primeras
d�cadas del Siglo XX

9.1 En las Antillas Mayores

En general, las Antillas Mayores (Hait�, Santo Domingo, Cuba, Jamaica y Puerto Rico) comparten las consecuencias de haber sido los primeros territorios ocupados por Espa�a, principalmente, y otros Pa�ses del Viejo Mundo.

O sea, la esclavitud y el exterminio de sus Pueblos Ind�genas, seguidas por una similar pr�ctica respecto a la poblaci�n africana introducida en el "Nuevo Mundo" como mano de obra esclava; el agotamiento de los yacimientos de oro; la deforestaci�n de la pr�cticamente totalidad de sus ecosistemas forestales; la consecuente p�rdida de biodiversidad; el colonialismo; la independencia (en algunos casos) tard�a y en peque�as fracciones de territorio; la persistencia de los sistemas de plantaciones; la alta vulnerabilidad de sus econom�as como consecuencia de la dependencia de pocos productos que concurren a mercados de dudosa transparencia; entre otras consecuencias que dificultan sus respectivas realizaciones.

i) Hait�/Santo Domingo, que desde los �ltimos a�os de la segunda d�cada del siglo XVI dependieron de la ca�a de az�car, agregando en las primeras d�cadas del siglo XVIII exportaciones de productos de la ganader�a, tabaco, cacao, algod�n y caf� y, a ellos, henequ�n y pl�tano en el siglo XX, contin�an hoy recibiendo los impactos negativos de dicha dependencia, sobre todo Hait� cuya organizaci�n productiva muestra mayor debilidad.

ii) Cuba fue asiento de la introducci�n y expansi�n de las existencias pecuarias introducidas en los primeros a�os de ocupaci�n Espa�ola y de la implantaci�n, desde los inicios de la segunda d�cada del siglo XVI, del cultivo de la ca�a de az�car. La expansi�n de �ste ocurri� desde mediados del siglo XVII y en los comienzos del siglo XIX sustituy� a Hait� como exportador de az�car. 

La expansi�n del citado cultivo, adem�s de los de tabaco y caf�, restringi� severamente las posibilidades de producci�n de otros productos de la agricultura para el consumo interno, por lo que debi� importar cereales, carne salada, etc.

Luego de su independencia de los EE.UUNA (ocurrida a inicios del siglo XX), Cuba increment� significativamente la exportaci�n de az�car (en su casi totalidad cruda) y de tabaco, pero disminuy� la producci�n de caf� cuyo volumen no alcanzaba a satisfacer el consumo interno, y contin�o la importaci�n de trigo, maiz, frijol, huevos, etc.

A partir de los primeros a�os de la d�cada del 1.960 increment� la producci�n de alimentos destinados al mercado interno. La evoluci�n reciente se analiza m�s adelante.

iii) Jamaica, hasta su ocupaci�n por los ingleses en el a�o 1.655, exportaba productos de la ganader�a (carne, cueros y manteca de porcinos), az�car, tabaco, cacao y madera tintorea. A partir de dicha ocupaci�n contin�o con la ganader�a y el cultivo de la ca�a de az�car, abandonando en cambio el de cacao. En el a�o 1.728 introdujo el cultivo de caf�. Posteriormente, hacia mediados del siglo XIX abandon� el cultivo de la ca�a de az�car y hacia fines del mismo siglo expandi� el cultivo del pl�tano como resultado de la instalaci�n de la United Fruit Co.

Por �ltimo, hacia fines de la cuarta d�cada del siglo XX se produjo el descubrimiento de la Bauxita que pas� a ser su principal producto de exportaci�n, manteniendo su importancia la actividad pecuaria, y hacia fines de los a�os '50 se observ� una muy significativa expansi�n del cultivo del cacao, mientras el Pa�s se convert�a en el mayor productor mundial de Bauxita (en el a�o 1.961 su producci�n constituy� alrededor de 25 % de la producci�n mundial). Contrariamente, se registr� un fuerte incremento en las importaciones de productos agr�colas necesarios para atender los requerimientos alimentarios de la poblaci�n.

iv) Puerto Rico, la introducci�n del cultivo de la ca�a de az�car se inici� en el a�o 1.516 y el de la palma cocotera en el a�o 1.549, precedidos en la Isla por el cultivo del jengibre y la introducci�n de ganado. El az�car, el jengibre y los cueros constitu�an los principales productos de exportaci�n.

En los siglos XVII, XVIII y hasta mediados del XIX los principales cultivos fueron los de tabaco, caf�, ca�a de az�car y algod�n. El caf� y el tabaco eran los principales componentes de la exportaci�n. En el a�o 1.898 lleg� a su fin el dominio Espa�ol, a partir de lo cual se inici� una fuerte expansi�n de los cultivos de la ca�a de az�car, tabaco y frutas tropicales para satisfacer demandas del mercado norteamericano.

9.2 En las Antillas Menores

La ausencia de oro en las Antillas Menores (Islas V�rgenes, Islas de Barlovento, Trinidad y Tobago � Islas de Sotavento) determin� un trato diferente por parte de los invasores. As�, las Islas V�rgenes fueron utilizadas para el comercio de esclavos y la producci�n de tabaco y az�car, adem�s de la introducci�n de ganado. Reci�n a comienzos del siglo XX se constituy� en base carbonera y petrolera, mientras que el cultivo de la ca�a de az�car dio paso a los de legumbres tempranas para el mercado norteamericano.

En las Islas de Barlovento se introdujeron los cultivos de la ca�a de az�car, tabaco, ma�z y frijoles, que se agregaron a los de yuca y algod�n. Hacia el a�o 1.626 desde las Islas se exportaba tabaco, pero ya hacia 1.650 este cultivo hab�a perdido toda relevancia y la exportaci�n estaba integrada por algod�n, cacao, a�il y jengibre.

Desde el siglo XVIII el az�car de ca�a, la melaza y el ron constituyeron la base de la exportaci�n y hacia mediados del siglo XX la ca�a de az�car continuaba siendo un cultivo importante, al igual que los cultivos de pl�tano, nuez moscada, vainilla, frutas c�tricas, algod�n, cacao, coco y maranta (tub�rculo feculento), pudiendo decirse que cada Isla del conjunto tiene una especializaci�n respecto a los citados productos, a los que debe agregarse el creciente turismo.

Hacia el siglo XVII los cultivos de ma�z, arroz y yuca, acompa�ados de la cr�a de ganado constitu�an las principales actividades productivas de la Isla de Trinidad, la que permaneci� bajo dominio espa�ol hasta que fue ocupada por los ingleses en el a�o 1797.

En la Isla de Tobago la agricultura fue organizada cuando pas� definitivamente al dominio ingl�s en el a�o 1814.

Las exportaciones de la Isla de Trinidad cobraron cierta significaci�n reci�n a partir de mediados del siglo XVIII, destac�ndose primero las de algod�n, desplazadas luego por las de az�car. Desde mediados del siglo XIX la ca�a y el cacao (hasta el a�o 1920), con la palma cocotera, los c�tricos y el caf�, se constituyeron en la base agr�cola de la Isla.

La atracci�n de los conquistadores de las Islas de Sotavento (Margarita, Tortuga, Curacao, Aruba y Bonaire, son las principales) fue la existencia de ricos bancos de madreperla, cuya productividad fue agotada por la magnitud de la extracci�n. Algunas de estas Islas sirvieron de base a las operaciones de filibusteros y bucaneros, adem�s de los tratantes de esclavos. Desde el punto de vista agr�cola fueron y son de muy escasa, a nula importancia.

9.3. En M�xico y Guyana

i) En la Pen�nsula de Yucat�n (�rea de M�xico) la resistencia MAYA al pleno dominio Espa�ol fue vencida hacia fines de la quinta d�cada del siglo XIX y, a la finalizaci�n de �ste, se redescubri� el cultivo de diferentes clases de Agaves de las que se obtienen las fibras sisal y henequ�n, que hab�an sido utilizadas por los Mayas en el per�odo Prehisp�nico. La expansi�n del cultivo se realiz� como monocultivo sustituyendo sus productos el uso del ca�amo de Manila.

La Pen�nsula de Yucat�n ejerci� el monopolio en las producciones de sisal y henequ�n hasta que el cultivo del agave fue introducido con �xito en el Oriente de Africa, Madagascar y Java, entre otras �reas tropicales. A partir de los a�os '40 del siglo XX el cultivo entr� en crisis. Otros cultivos importantes en esta �rea fueron la ca�a de az�car y el ma�z.

ii) En la hoy Guyana, desde el siglo XVIII la principal actividad productiva agr�cola consisti� en la extracci�n de maderas, incluyendo las tintoreas, actividad que se extendi� hasta el siglo XX agregando la extracci�n de Chicle (savia del Achras sapote) y el cultivo de la Palma cocotera. Hacia fines de la d�cada de los '50 se establecieron colonias Menonitas basadas en los cultivos de ma�z y arroz, y posteriormente en la producci�n l�ctea. 

iii) En la Llanura de la Costa del Golfo y la Sierra Madre Oriental. En este territorio los espa�oles desarrollaron el comercio de esclavos con destino a la actividad minera implementada en la Altiplanicie, incorporando posteriormente los aprovechamientos de madera y caucho, mientras que el descubrimiento de petr�leo desde comienzos del siglo XX transform� una significativa porci�n de su paisaje.

iv) En la Altiplanicie o Meseta Central. Desde Veracruz, la Meseta Central fue invadida por H.Cort�s en el a�o 1.519. La extracci�n de minerales fue la principal actividad econ�mica durante el per�odo colonial, acompa�ada por la agr�cola (basada tanto en especies nativas como ex�ticas, principalmente el trigo y la cebada entre estas �ltimas) y la pecuaria involucrada en ellas (cr�a de bovinos para obtenci�n de carne y para uso en tracci�n, as� como de otros animales para tracci�n y carga).

La agricultura y la ganader�a eran implementadas en extensos latifundios cuya instalaci�n implic� la concentraci�n de tierras que antes estaban distribuidas entre los Pueblos Ind�genas. La expansi�n de los latifundios (en cantidad y extensi�n) lleg� a su punto m�ximo hacia fines del siglo XIX, pero en el a�o 1.917 se inici� el proceso de reversi�n de la concentraci�n de tierras, sin que pueda asumirse que el mismo haya conclu�do.

v) En la Altiplanicie Arida de M�xico Septentrional y la Sierra Madre Occidental. En tiempos de la invasi�n la poblaci�n de la Altiplanicie estaba constituida por recolectores y cazadores n�madas y s�lo los habitantes de la Sierra Madre eran agricultores. Todos ellos resistieron la invasi�n y por consiguiente el sometimiento a la esclavitud en la actividad minera, excluyente centro de inter�s de los conquistadores.

Los siglos XVII, XVIII y hasta la tercera d�cada del XIX contin�o predominando la actividad minera y la resistencia Ind�gena, registr�ndose d�biles incrementos de la producci�n agropecuaria, funcional a la actividad principal. Luego ocurri� la guerra con los EEUUNA, introduciendo un nuevo elemento de restricci�n al desarrollo del sector agr�cola.

En las �ltimas d�cadas del siglo XIX y en las primeras del XX contin�o una intensa actividad minera acompa�ada de la cr�a de ganado vacuno. En el transcurso del primer tercio de este Siglo se construyeron significativas obras para riego que posibilitaron la expansi�n de la superficie cultivada con algod�n y trigo, principalmente, adem�s de frutales, entre otras especies, dando lugar al surgimiento de grandes centros urbanos. La colonizaci�n Menonita tuvo alto significado en el �ltimo poblamiento del territorio por Europeos.

vi) En el Noroeste de la Costa del Pac�fico. En tiempos de la invasi�n las poblaciones que habitaban este territorio cultivaban principalmente ma�z, frijoles y algod�n, y la pesca constitu�a una importante fuente de alimentos, pero ya hacia mediados del siglo XVI la poblaci�n ind�gena localizada al sur del hoy Valle de Culiac�n hab�a sido extinguida casi por completo. Como no se encontraron yacimientos metal�feros de significaci�n este territorio fue prontamente abandonado.

Los siglos XVII y XVIII fueron de lento poblamiento por Europeos, principalmente espa�oles, dedicados a las actividades de cr�a de ganado y a la miner�a. Los enfrentamientos con los antiguos habitantes del territorio fueron frecuentes pero desiguales hasta la pr�cticamente extinci�n de las Etnias Ind�genas.

Desde los inicios del siglo XX la presencia del ferrocarril dinamiz� la actividad minera y el poblamiento del territorio por ganaderos y agricultores beneficiados por la incorporaci�n de sistemas de riego. Hacia mediados de este siglo se foment� la construcci�n y habilitaci�n de obras para riego, con aguas superficiales y subterr�neas, que incrementaron significativamente la superficie regada dando lugar a un fuerte crecimiento de la poblaci�n y al fortalecimiento de grandes centros urbanos en el territorio.

vii) En el Delta del R�o Colorado. Hasta mediados del siglo XIX la influencia Espa�ola fue de escasa significaci�n, pero luego se intensific� el aprovechamiento del territorio mediante la actividad pecuaria implementada por ganaderos de los EEUUNA. En el presente siglo �sta fue reemplazada por la agricultura bajo riego, con el algod�n como principal cultivo y con fuerte participaci�n en el volumen total de la producci�n algodonera mexicana; siendo tambi�n significativas las producciones de frutales y legumbres.

viii) En Baja California. En tiempos de la llegada de los Espa�oles la poblaci�n Ind�gena viv�a de la recolecci�n, la caza y la pesca. Hasta mediados del siglo XVIII todav�a viv�an en el territorio alrededor de 50.000 habitantes, pero en la actualidad se trata de Etnias sin sobrevivientes.

Hacia fines del siglo XVI los espa�oles construyeron una Villa como centro de operaciones para la recolecci�n de perlas. Con interrupciones, esta actividad continu� hasta poco m�s de mediados del siglo XVII. Hacia fines de dicho siglo comenz� el establecimiento de los Jesuitas y ya a mediados del siglo XVIII los Ind�genas cultivaban ma�z, algod�n, frutales, vid y trigo bajo riego, pero sin escapar a los resultados del colapso demogr�fico reiteramente citado.

A comienzos del siglo XIX las Misiones y los sistemas de riego estaban en ruinas y los pocos Ind�genas sobrevivientes se encontraban dispersos, como antes de la llegada de los Espa�oles. En la segunda mitad de dicho siglo se establecieron latifundios ganaderos y se introdujo nuevamente la agricultura, destac�ndose las plantaciones de ca�a de az�car, palma cocotera, pl�tanos y otros frutales. En el siglo XX contin�o la extracci�n de perlas, la explotaci�n de minerales, la actividad ganadera, el cultivo de trigo y de vid, pero pr�cticamente sin poblaci�n Ind�gena.

ix) En las Tierras Monta�osas del Sur.La invasi�n Espa�ola a estas Tierras comenz� a continuaci�n de la ca�da del Imperio AZTECA, o sea en el a�o 1.521, implicando la apropiaci�n de extensas superficies de suelos f�rtiles que fueron organizadas en haciendas, mientras a los Indios se les permit�a el acceso a tierras que hab�an permanecido incultas.

Posteriormente, las haciendas comenzaron a avanzar sobre dichas tierras continuando con el despojo iniciado a partir de la invasi�n y estableciendo "encomiendas de tributo" y "encomiendas de servicio", seg�n el grado de libertad permitido a la poblaci�n Ind�gena.

Las tierras del Valle de Oaxaca fueron usadas en la agricultura en general, mientras que hasta los 1.400 mt. s.n.m. se implant� el cultivo de la ca�a de az�car para abastecer a la Meseta  Central, y las Sabanas de los Llanos y de la Cuenca del Centro de Chiapas fueron usadas principalmente en la actividad pecuaria cuyas existencias alcanzaron significativas magnitudes en el transcurso del siglo XVII.

En la �poca colonial, de este territorio se exportaban minerales, cochinilla, algod�n, az�car, cacao y cueros.

A comienzos del siglo XIX, luego de la Independencia, se moderniz� la extracci�n minera que estaba en manos de una empresa Inglesa, pero hacia mediados de dicho siglo esta actividad fue pr�cticamente abandonada. En las �ltimas d�cadas del mismo, desde Guatemala, colonos alemanes introdujeron en latifundios el cultivo del Caf� y ya en las primeras d�cadas del siglo XX alrededor de las 3/4 partes de la superficie implantada en Chiapas era de propiedad de norteamericanos y europeos.

La organizaci�n de los cafetales, que implic� el asentamiento de poblaciones Ind�genas que aportan la mano de obra transitoria utilizada principalmente en la cosecha, a dado lugar a una significativa deforestaci�n sin que ello haya significado un mejoramiento en la calidad de vida de los involucrados en dichas poblaciones.

La segunda guerra mundial ocasion� la incautaci�n de las superficies propiedad de Alemanes y su posterior divisi�n y distribuci�n entre trabajadores agr�colas sin tierra, o la asignaci�n a Comunidades Ind�genas.

9.4 En Centroam�rica

i) En la Regi�n del Atl�ntico.En tiempos de la invasi�n era un territorio con muy baja densidad de Poblaci�n. En algunas �reas los Ind�genas eran agricultores mientras que en otras el principal sustento proven�a de la caza y la pesca.

La llegada de los Espa�oles a la Costa de Honduras se produjo en el a�o 1.502 y, como en el resto del territorio, el centro de inter�s fue la obtenci�n de oro.

A fines del siglo XVI se produjo el desembarco del Ingl�s Francis Drake. A partir de esos tiempos los Ingleses iniciaron la extracci�n  de maderas tint�reas y �bano de las selvas lluviosas.

Aprovechando la debilidad de los Espa�oles, a comienzos de la segunda d�cada del siglo XVIII los M�squitos con el apoyo de los Ingleses declaran Estado Independiente a la Zona Costera (Reino de la Mosquitia).La alianza M�squitos - Gran Breta�a se mantuvo hasta mediados del siglo XIX, en que el pa�s europeo renunci� a la ocupaci�n de las Costas Atl�nticas de Nicaragua y de Costa Rica.

Algunas �reas de la Costa Atl�ntica de Guatemala, Nicaragua, Costa Rica y Panam� adquirieron importancia como exportadoras de pl�tanos. La implantaci�n del cultivo en gran escala, por parte de una empresa norteamericana, tuvo lugar a comienzos del siglo XX implicando la deforestaci�n de extensas superficies ocupadas por selvas.

En Honduras, el m�todo de producci�n utilizado signific� que hacia fines de la d�cada de los a�os '30 del siglo XX la empresa norteamericana abandonara las plantaciones (por insuficiencia de nutrientes en los suelos y por la presencia de plagas y enfermedades de alta significaci�n en los rendimientos) y que el Gobierno distribuyera las mismas entre algunos colonos.

ii) En la Regi�n del Pac�fico.A partir del a�o 1.513 Balboa inici� el proceso de ocupaci�n de las tierras Centroamericanas del Pac�fico.

Como en los casos ya tratados, el objetivo central consist�a en la apropiaci�n del oro y las tierras (estas �ltimas para ser redistribuidas entre los conquistadores y organizadas bajo los sistemas de hacienda o de plantaci�n), lo que siempre iba asociado a la esclavitud de los Pueblos dominados y al ingreso de habitantes de otras regiones sometidos tambi�n a la esclavitud.

A la invasi�n sigui� la introducci�n de algunas especies vegetales y de animales dom�sticos; aquellas, acompa�adas del arado y otros instrumentos utilizados en la agricultura Europea.

En tiempos de la colonia la Regi�n exportaba metales, principalmente oro y plata, adem�s de a�il y cochinilla. Como ya se expres�, la sustituci�n de estos colorantes por las anilinas Alemanas implic� la introducci�n del caf� (alrededor del a�o 1.880) con fines de exportaci�n en reemplazo de aquellos.

Pero reci�n hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX las plantaciones de caf� asumieron caracter�sticas de grandes empresas.

El cultivo se expandi� al interior localiz�ndose en �reas situadas entre los 1.200 y los 1.500 m.s.n.m. A partir de entonces las exportaciones de caf� tienen alta signifcaci�n para las econom�as de los Pa�ses Centroamericanos.

9.5. En Sudam�rica

i) En los Andes Septentrionales

La llegada de los Espa�oles a este territorio tuvo como objetivos la b�squeda de oro, y de esclavos para sus actividades en las Antillas. A ellas agreg� la recolecci�n de perlas que abundaban en la Pen�nsula de Paria. Esta �ltima actividad tendi� a disminuir sustantivamente hacia fines del siglo XVI por agotamiento de la madreperla.

Los objetivos de los Espa�oles, con parciales acompa�amientos de Alemanes, determinaron la transitoriedad de los asentamientos y la destrucci�n de las culturas aut�ctonas a trav�s del exterminio de las Etnias que habitaban este territorio.Panam� fue convertida en el punto concentrador de la oferta de esclavos.

Reci�n en la tercera d�cada del siglo XVI comenz� la fundaci�n de asentamientos permanentes, aunque lamentablemente el origen de ellos fue el de establecer bases para las expediciones hacia el interior del territorio en b�squeda de El Dorado. Los objetivos siguieron siendo los mismos, desde 1.492 en adelante.

En el interior de este territorio los Chibchas implementaban una  agricultura intensiva produciendo ma�z, papas, quinoas y batatas. Mediante el trueque con otras Etnias (por sal, coca, frutas tropicales, entre otros productos) acumulaban oro y esmeraldas.

La ileg�tima apropiaci�n de dichas riquezas, por los Espa�oles, determin� el exterminio de <>la Poblaci�n Ind�gena.

En los Andes Septentrionales los Espa�oles y, en algunas �reas, otros grupos Europeos, basados en el trabajo esclavo extra�an la corteza de quina para la exportaci�n, situaci�n que se prolong� hasta alrededor del a�o 1.880 en que se manifestaron en plenitud los efectos negativos de la extracci�n no sostenible, momento que coincidi� con una significativa disminuci�n del precio de la quinina.

Tambi�n en la primera parte del siglo XIX se hab�a abandonado la producci�n de a�il, que se exportaba desde Venezuela. Mientras tanto, como en tiempos de la Colonia, continuaban manteniendo su importancia el cacao y el az�car, complementados posteriormente con el caf�.

ii) En los Llanos del Orinoco

La penetraci�n Espa�ola - Alemana en Los Llanos se produjo reci�n entre los a�os 1.536 y 1.541, pero fracas� en su intento de apropiaci�n del territorio por la resistencia Ind�gena, lo que limit� la fundaci�n de pueblos.

De la misma manera fracasaron intentos de asentamientos de Ordenes Religiosas implementados hacia mediados del siglo XVII, cuyo objetivo era el de nuclear la poblaci�n Ind�gena en grandes pueblos.Hacia comienzos del siglo XIX no quedaba en pie ninguna Misi�n.

A mediados del siglo XVI ocurri� la introducci�n de ganado europeo en Los Llanos, constituy�ndose de all� en m�s en su principal actividad econ�mica.

iii) En la �rida Costa Occidental

Antes de la invasi�n, ocurrida hacia fines de la tercera d�cada del siglo XVI, los Ind�genas cultivaban principalmente el ma�z, adem�s de yuca, batatas, frijoles y legumbres. Pero en sus huertos produc�an tambi�n paltas (Persea gratissima) y algod�n.Los animales dom�sticos eran el perro y el conejillo de Indias. Tambi�n revest�a una significativa importancia la pesca, cuyos productos eran transferidos al Altiplano en trueque.En la agricultura usaban el guano y el riego, y constru�an terrazas.

Desde el inicio de la ocupaci�n los Espa�oles demostraron muy poco inter�s por las �reas Costeras, por cuanto solo estaban interesados en el oro del Imperio Incaico. Ello determin� el uso de los habitantes costeros como "cargadores", bajo un r�gimen de muy cruel esclavitud que pr�cticamente implic� el exterminio de los Ind�genas de las Etnias que habitaban en la Costa.

iv) En los Andes Centrales

Se considera que en tiempos Prehisp�nicos era la Regi�n de Sudam�rica con mayor densidad de poblaci�n.

La ocupaci�n Espa�ola comenz� por el Cuzco y su objetivo fue similar al reiteradamente expresado: el enriquecimiento en el menor tiempo posible. Y para ello apel� a mano de obra esclava, tanto para la actividad minera y la producci�n de coca como para el transporte de la carga en las expediciones. Y tambi�n, como en los casos ya citados, ello implic� el exterminio de los habitantes de numerosos Pueblos Ind�genas.

La derrota del Imperio Incaico y la esclavitud de sus habitantes ocasion� el abandono de peque�os centros poblados y de superficies usadas en la agricultura, y a medida que se produc�a el agotamiento de yacimientos mineros el abandono alcanz� tambi�n a las ciudades y pueblos utilizadas como asentamientos para la poblaci�n involucradas en la explotaci�n de aquellos.

Tales los casos, por ejemplo, de la Villa Imperial de San Juan del Oro abandonada por el agotamiento de los yacimientos de Carabaya, y las fluctuaciones (con clara tendencia decreciente) en cuanto a la cantidad de habitantes por las que atraves� desde la Colonia hasta tiempos recientes la ciudad minera de Potos� (en tiempos de la Colonia su poblaci�n alcanz� niveles de alrededor de 200 mil personas mientras que en la actualidad se encuentra lejos de los 100 mil habitantes), en raz�n de su total dependencia de la actividad minera.

En este territorio, desde la Colonia hasta hoy se contin�a con la extracci�n de minerales; la cr�a de auqu�nidos, cabras, ovejas y burros, usando el M�todo de Producci�n Pecuaria Tradicional, y cultivos cuyas superficies son de escasa significaci�n, con claro predominio de cebada y alfalfa (ambas ex�ticas), implementados  tambi�n mediante el uso de M�todos de Producci�n Tradicional que han incorporado solo el arado y la tracci�n a sangre. El nivel de nutrientes en los suelos cultivados obliga a establecer largos per�odos de descanso (hasta 12 a�os), luego de pocos a�os de cultivo.

Esta Regi�n es importadora de la casi totalidad de los bienes requeridos por su poblaci�n y exportadora de metales. En tiempos de la Colonia � incluso en el siglo XIX y comienzos del XX exportaba oro y plata; luego, hasta alcanzar una significativa importancia que dur� hasta mediados del siglo XX, esta�o, destac�ndose adem�s a nivel mundial como una de las principales extractoras de tungsteno y una importante abastecedora de cobre.

v) En los Paisajes Boscosos del Este

La poblaci�n TUPI GUARAN� que habit� y habita las serran�as cubiertas de bosques (o Tierras Monta�osas del Este de Bolivia) result� una barrera pr�cticamente infranqueable para los conquistadores y reci�n hacia fines del siglo XIX pudo ser dominada, inici�ndose a partir de all� el poblamiento por el hombre blanco y los Ind�genas del Altiplano.

Desde el punto de vista agr�cola su producci�n fue tradicionalmente para el autoconsumo de los productores, destac�ndose el cultivo del ma�z. Su base econ�mica comenz� a ser modificada a partir del descubrimiento de petr�leo e inicios de su extracci�n, cuyo volumen se constituy� en el principal componente del abastecimiento nacional.

Forman tambi�n parte de estos Paisajes los bosques denominados Yungas, Monta�a u Oriente, distingui�ndose tres fajas fitogeogr�ficas:

a) entre los 2.100 y los 3.500 m.s.n.m.se encuentran los denominados Bosques Nublados (bosques bajo influencia fuerte de nubes), bosques de ceja o cejas de monta�a ("Los Bosques Nublados en el Tr�pico H�medo". T.Stadtmuller. UNU-CATIE, Turrialba, febrero 1986),

b) debajo de los 2.100 y hasta los 1.200 m.s.n.m. se encuentran los llamados Bosques serranos, en los que abundan los helechos arb�reos.

Entre la ceja y los bosques serranos se encuentra el llamado �rbol de la Quina (Chinchona officinalis) y otras especies del mismo g�nero. Hasta comienzos de la sexta d�cada del siglo XX esta especie se encontraba todav�a sometida a una intensa explotaci�n destinada al abastecimiento de la industria farmac�utica, aunque ya desde el siglo XIX Java y Ceyl�n se hab�an convertido en los principales abastecedores mundiales de esta materia prima, a partir de que el bot�nico alem�n Hankarl introdujo esta especie, llevada desde Am�rica a Java.

c) por debajo de los 1.200 m.s.n.m. empieza la Selva lluviosa tropical.

No obstante el descubrimiento de oro en el Oriente y en las Yungas el poblamiento por espa�oles en tiempos de la Colonia fue lento por la resistencia de los Ind�genas que lograron destruir numerosas poblaciones mineras.

Reci�n en el siglo XX fueron establecidos grandes establecimientos para la extracci�n de oro, mientras que desde el punto de vista agr�cola, desde los tiempos prehisp�nicos a la fecha se contin�a en las Yungas con los cultivos de coca. En el siglo XX los cultivos incluyen plantaciones de caf� y de cacao, aunque en peque�a escala. Las dificultades para el transporte de la producci�n constituye a�n hoy una de las principales restricciones para la expansi�n de los cultivos.

vi) En Chile Central (desde Vallenar hasta Los Angeles)

La poblaci�n Ind�genas, los ARAUCANOS, nunca fueron muy numerosos.Usaban la azada y las principales especies cultivadas eran el ma�z, la papa y los frijoles del pa�s (Phaseolus vulgaris). Recolectaban frutos de especies nativas como la fresa silvestre (Fragaria chilensis), la avellana (Quadia heterophylla) y los pi�ones de la araucaria. Elguanaco, era el �nico animal domesticado.

A este espacio lleg� Diego del Almagro en el a�o 1.535, pero al no encontrar oro regres� al Per�. La efectiva ocupaci�n de estas tierras por los espa�oles comenz� en 1.541 bajo las ordenes de Valdivia, quien fund� en dicho a�o Santiago de la Nueva Extremadura; en el 1.544 La Serena y en el a�o 1.550 La Concepci�n. La resistencia de los ARAUCANOS impidi� el avance espa�ol m�s all� del r�o Maule. La lucha por el territorio, en la frontera sur, se extendi� hasta avanzado el siglo XIX.

La importancia del oro en la econom�a de Chile Central perdi� prontamente significaci�n, pero la miner�a de plata y cobre fue incrementando la extracci�n. No obstante ello, la actividad agr�cola fue aumentando su importancia hasta convertirse en la base de la econom�a de la Regi�n, situaci�n que se extendi� hasta el presente Siglo aunque con un significativo aporte de la miner�a de cobre.

En los primeros tiempos de la Colonia el ma�z fue el cereal de mayor importancia, mientras que superada la mitad del siglo XX fue pr�cticamente sustituido por el trigo sin que ello implique el autoabastecimiento de la demanda harinera.Los cultivos de la vid y de frutales introducidos de Europa (principalmente c�tricos) tuvieron dis�mil evoluci�n, siendo marcadamente superior la correspondiente a la vid.

La estructura de tenencia de la tierra en este territorio, como en casi todos los pa�ses del "Nuevo Mundo", limit� seriamente las posibilidades de expansi�n de la producci�n agr�cola hasta tiempos relativamente recientes.

vii) En Chile Meridional (al sur del r�o Tolten)

Si bien los espa�oles se establecieron en el territorio en el transcurso de los tiempos de la conquista, la verdadera ocupaci�n fue implementada por alemanes a partir de mediados del siglo XIX, excepto Chilo� que constituy� un asentamiento espa�ol t�pico.

En tiempos de la conquista la mayor concentraci�n de poblaci�n Ind�gena ARAUCANA o MAPUCHE (sucedi� a una cultura de cazadores y recolectores superiores que formaban parte de la Naci�n TEHUELCHE) estaba localizada entre los r�os Tolt�n y B�o B�o, estim�ndose que la asentada entre ellos totalizaba alrededor de 250.000 habitantes. 

Practicaban una agricultura de secano, pero en menor escala que la agricultura bajo riego implementada en Chile Central. Viv�an dispersos, no nucleados en Pueblos.La expansi�n de la agricultura y posteriormente de la ganader�a en sustituci�n de una sustantiva parte de aquella, cuando no el abandono de superficies luego del agotamiento de los nutrientes de los suelos, ocurri� en la segunda mitad del siglo XIX, como ya se dijo, luego de una roza depredadora del bosque nativo ordenada por el director de Colonizaci�n sobre 5.000 km� localizados en Osorno.

La ISLA CHILOEabarca alrededor de 8.500 km� y durante la Colonia la actividad de poblamiento por los espa�oles careci� de significaci�n debido a que sus recursos no posibilitaban procesos de enriquecimiento en el corto plazo. En general, los habitantes de la Isla trabajaban y trabajan parte del tiempo fuera de ella, predominantemente en ocupaciones asalariadas.

viii) En la Patagonia Occidental

Este territorio tampoco result� atractivo para los espa�oles, por lo que reci�n pasada la mitad del siglo XIX comenz� su poblamiento por alemanes y chilenos. En la �ltima d�cada de dicho siglo el descubrimiento de tierras aur�feras en las Islas LENNOX y NUEVA atrajo a numerosos aventureros que en poco tiempo agotaron los yacimientos y abandonaron sus territorios, los que fueron ocupados por la cr�a de ganado ovino, actividad que tambi�n se desarroll� en la parte continental de este territorio en la segunda mitad del siglo XIX.

ix) En el Noroeste Argentino

La mayor parte del territorio del Noroeste fue invadido por los espa�oles desde el Per�, exceptuando Cuyo que fue ocupado desde Chile.La resistencia ofrecida por los Pueblos CALCHAQUIES retard� la conquista espa�ola hasta el a�o 1665 en que fue tomada la capital, QUILMES, y la mayor parte de los sobrevivientes se dispers� hacia el Este.Se supone que los MATACOS o WICHIS descienden del Pueblo TONOCOTES.

La poblaci�n de este Territorio se encontraba bajo la influencia cultural de los Pueblos del Per�. Por consiguiente practicaban una agricultura bajo riego y avanzada tecnolog�a. Los espa�oles introdujeron nuevas especies vegetales, que se sumaron a los cultivos de ma�z y de papas, y animales dom�sticos. En Cuyo fueron introducidos frutales, principalmente duraznero y vid.

En el transcurso del �ltimo cuarto del siglo XVIII los espa�oles capturaron en Colonia del Sacramento a portugueses provenientes de las Azores y los instalaron en Mendoza y San Juan para el desarrollo de la viticultura.Durante la Colonia el vino y el aguardiente constituyeron los �nicos productos susceptibles de transporte hasta los lejanos mercados del Per�, el R�o de la Plata y el Paraguay.

C�rdoba result� importante para la actividad pecuaria bovina y mular, este �ltimo con destino principal al mercado peruano.

El Noroeste inici� la expansi�n de sus cultivos a medida que crec�a la demanda de alimentos en la Regi�n Pampeana por el proceso de colonizaci�n iniciado a partir de mediados del siglo XIX, rompiendo as� la dependencia de su oferta respecto a la actividad minera instalada en tiempos de la Colonia. Como consecuencia de dicha mayor demanda crecieron las ofertas de vino, az�car, aceite de oliva, hortalizas y frutales en general.

x) En la Pampa (pampa = llanura)

Inicialmente, este territorio no result� atractivo debido a los resultados de la resistencia aborigen, por lo que hasta fines del siglo XVI los espa�oles no insistieron en la ocupaci�n de La Pampa. Antes de ello sometieron al Pueblo GUARANI y fundaron Asunci�n (en Paraguay), posteriormente Santa Fe (en Argentina) y luego Buenos Aires (en Argentina).

A partir de dichas fundaciones se form� el concepto de frontera, o sea el l�mite entre las colonias espa�olas y el territorio que los Abor�genes manten�an bajo su dominio.La expansi�n de las colonias en este territorio se inici� reci�n en el siglo XIX por decisi�n pol�tica de la Naci�n y la llegada de contingentes, cada vez m�s numerosos, de inmigrantes europeos.

En la Pampa, hasta la llegada de los espa�oles el Pueblo QUERANDI viv�a de la caza (guanaco, ciervo pampeano y �and�) y la pesca.Con la llegada de los espa�oles se introdujo el ganado europeo, lo que implic� agregar nuevas especies a la caza. En su nuevo dominio los espa�oles se dedicaron principalmente a la cr�a de ganado, de cuya faena aprovechaban fundamentalmente el cuero.Gradualmente, las existencias de las especies pecuarias introducidas fue desplazando a las especies de la fauna aut�ctona.

Hasta mediados del siglo XIX la Pampa dependi� predominantemente, casi exclusivamente, de la ganader�a. En la porci�n Oriental de este territorio (o sea en el Uruguay), reci�n en la sexta d�cada de dicho siglo comenz� a expandirse el cultivo de trigo y maiz como consecuencia del establecimiento de una colonia de suizos - alemanes, pero todav�a hasta fines de los a�os '50 del siglo XX las exportaciones pecuarias superaron en m�s de seis veces las generadas por la agricultura.

En la Pampa Argentina la gran transformaci�n ocurri� a partir de la segunda mitad del siglo XIX, pero su consolidaci�n ocurri� a partir de 1883 con la "modernizaci�n" de las explotaciones pecuarias y la instalaci�n de la industria frigor�fica. Adem�s, hasta 1914, en poco menos de 60 a�os hab�an ingresado al Pa�s alrededor de 4,5 MILL de inmigrantes. De �stos, poco m�s de la mitad proven�an de Espa�a.

La importancia de la ganader�a en la estructura productiva de Argentina se refleja en el hecho de que hacia el a�o 1880 el valor de las exportaciones de los productos generados por este sector (de manera casi excluyente en la Pampa) constituyeron el 96 % del ingreso total por exportaciones del Pa�s. Pero con el crecimiento de la oferta de los productos de la agricultura dicha participaci�n fue disminuyendo hasta constituir alrededor de 24% en el a�o 1929.

Hasta 1883, el principal problema de los ganaderos fue el de encontrar un proceso de conservaci�n de las cualidades nutritivas y del sabor de la carne luego del largo viaje a los mercados europeos, ya que la carne seca y salada solo era aceptada por las tripulaciones de los barcos y los esclavos negros.

Al iniciarse el siglo XX se introdujo un procedimiento superior al congelado, el enfriado, que posibilit� a los frigor�ficos de capital norteamericano superar a los de capital ingl�s en la disputa por los mercados, obligando a la firma de un acuerdo que implic� la redistribuci�n de aquellos. El acuerdo dur� hasta comienzos de la segunda d�cada del siglo, a partir de lo cual se inici� un marcado dominio de los norteamericanos que, en lo inmediato, oblig� al cierre de algunos establecimientos de capital ingl�s.

La guerra salv� al resto de los establecimientos y posibilit� la firma de sucesivos nuevos acuerdos de redistribuci�n del mercado. La competencia entre los capitales de ambos pa�ses fue una constante que mostr� el sostenido avance del capital de origen norteamericano en el mercado de carnes. Esta competencia tuvo significativa incidencia en la "modernizaci�n" de las explotaciones pecuarias, que incluy� la expansi�n de la superficie cultivada con forrajeras, principalmente con alfalfa.

La crisis ganadera iniciada en 1921 di� lugar a una fuerte expansi�n de la agricultura que pas� a ocupar superficies usadas por la actividad pecuaria y dio lugar a un aumento de la presencia de las formas de tenencia "no propietario"; principalmente la forma "arrendatario".

Como resultado de ello la superficie total sembrada, que en el per�odo agr�cola 1920/21 fue de alrededor de 12,5 MILL de hect�reas, en el a�o 1930/31 pas� a totalizar poco m�s de 26,2 MILL, mientras que las exportaciones de los productos agr�colas y derivados, entre dichos per�odos, pasaron de 6,6 MILL de toneladas (a�o 1921) a 16,7 MILL (a�o 1931), con grandes fluctuaciones en los a�os intermedios, pero con una tendencia claramente definida.

Entre los a�os extremos citados en el p�rrafo anterior las existencias bovinas pasaron de 28,1 MILL a 32,2 MILL de cabezas, las ovinas disminuyeron de 46,1 MILL a 44,4 MILL, las porcinas aumentaron de 3,2 MILL a 3,8 MILL y las caballares de 9,4 MILL a 9,9 MILL.

xi) En la Patagonia Oriental

Este territorio abarca alrededor de 700 mil km�. En el a�o 1581 los espa�oles decidieron su ocupaci�n para cerrar el paso a los piratas por el Estrecho de Magallanes, pero no consiguieron su objetivo. Dos siglos y medio despu�s el Gobierno de Chile resolvi� crear un establecimiento penitenciario en este territorio instalando el Fuerte Bulnes, que poco despu�s, en el a�o 1849, fue trasladado un poco m�s al norte dando lugar a la fundaci�n de Punta Arenas.

En las �ltimas d�cadas del siglo XIX se descubri� oro en Tierra del Fuego y en el norte del estrecho de Magallanes.Esto di� lugar a un significativo flujo de poblaci�n de origen europeo, principalmente del norte. No obstante la riqueza de los yacimientos, pronto fueron agotados. Parte de sus nuevos habitantes migraron y otros se incorporaron a la caza de focas y nutrias, mientras que la actividad de cr�a de ovinos se instal� reci�n en la �ltima d�cada del siglo, localizada en Tierra del Fuego y al pie de la Cordillera.

Posteriormente, en la costa del Atl�ntico se fundaron Puerto Gallegos y Puerto Santa Cruz para el embarque de carne congelada de carnero. En diversas partes del territorio, desde fines de primera d�cada del siglo XX se viene descubriendo la existencia de petr�leo y gas natural, mientras que a 260 km de Puerto Gallegos se encuentran localizados los �nicos yacimientos carbon�feros argentinos de importancia.

El poblamiento del norte de la Patagonia por europeos se inici� en el noreste y contin�o hacia el sur a lo largo de la costa Atl�ntica. As�, colonos Galeses se establecieron en 1863 a lo largo del curso inferior del r�o Chubut y desde all� avanzaron hacia el oeste hasta las depresiones al pie de los Andes. Un poco m�s tarde, en 1884, se construy� un canal de 50 km de longitud para el riego de 20 chacras localizadas en" Colonia Roca", que funcion� irregularmente hasta su destrucci�n por una inundaci�n ocurrida en el a�o 1899, pero nunca lleg� a regar m�s de 1000 hect�reas. 

Pero el poblamiento de la Patagonia por colonos europeos y de otro origen comenz� luego, y como resultado de la operaci�n militar conocida como "Conquista del Desierto" (que finaliz� hacia fines de los a�os 70 del siglo XIX y dio lugar al surgimiento de grandes latifundios), as� como por una necesidad de defensa nacional frente a la posibilidad de un enfrentamiento militar con Chile, que dio lugar a la construcci�n del ramal ferroviario Bah�a Blanca - Neuqu�n, finalizado en el a�o 1902.

Las inundaciones por las crecientes del r�o Limay cubrieron parte de las v�as y motivaron la construcci�n de una obra reguladora en su naciente (el Lago Nahuel Huap�) y posteriormente, en el a�o 1909, a la sanci�n de una ley de riego cuya implementaci�n dio lugar a la construcci�n del Dique Contralmirante Cordero y un canal alimentador de riego hasta el extremo oriental del Alto Valle, adem�s del resto de los canales necesarios. Ello posibilit� el establecimiento de colonias agr�colas que hacia fines de los a�os '22 regaban alrededor de 45.000 hect�reas (ha), en el a�o 1929 53.000 ha, en 1945 57.000 ha y en 1968 60.000 ha divididas en poco m�s de 6.000 lotes.

Tambi�n en el siglo XX se fundaron otras peque�as colonias bajo riego, pero la principal actividad agropecuaria del territorio estuvo constituida por la cr�a de ganado ovino cuyas existencias en el a�o 1960 totalizaron m�s de 24 MILL de cabezas, de las cuales alrededor de 5 MILL correspondieron a la porci�n chilena del territorio.

La mayor porci�n del territorio fue gradualmente incorporada (principalmente entre 1879 y los a�os del primer cuarto del siglo XX) a la cr�a de ganado ovino a medida que avanzaba el exterminio de sus antiguos poseedores (con la activa y determinante participaci�n del Estado Nacional en las cruentas acciones que, en la historia de la Patagonia, constituyeron la continuidad de la llamada "Conquista del Desierto", aunque en ambos casos el "desierto" era inexistente y su superficie ten�a leg�timos poseedores): los Pueblos o Naciones Abor�genes que a la llegada de los espa�oles eran los gen�ricamente denominados TEHUELCHES (sobre los cuales se impuso luego el Pueblo ARAUCANO o MAPUCHE), los PEHUENCHES primitivos, los GUAICARAS y los ONAS. Entre las v�ctimas del exterminio se encuentran tambi�n significativas cantidades de criollos que prestaban servicios en "Estancias".

De todos estos Pueblos, cuyas magnitudes en tiempos del inicio de la ocupaci�n de sus territorios permanecen en el misterio, solo sobreviven los MAPUCHE en la agon�a de los Pueblos imposibilitados de realizar sus propios procesos de desarrollo.

xii) En el Gran Chaco

Es la denominaci�n gen�rica de las tierras bajas localizadas en el centro de Am�rica del Sur, que bajan desde el pie de los Andes (l�mite oeste) hacia las m�rgenes de los r�os Paraguay - Paran� (l�mite este). El l�mite norte de este territorio est� en las serran�as de Chiquitos y las sabanas del Mamor�, mientras que el l�mite sur se sit�a en una l�nea imaginaria que une el centro de la provincia Santa Fe con el centro norte de la provincia C�rdoba (ambas en territorio Argentino). Su superficie es de alrededor de 850.000 km�.

La primera invasi�n a este territorio ocurri� en el a�o 1522 y estuvo a cargo del portugu�s Alejo Garc�a, qui�n penetr� en b�squeda de oro acompa�ado en su misi�n por unos 2.000 GUARANIES.

No obstante el �xito, en cuanto al saqueo a Pueblos Abor�genes, fue obligado a retroceder. Posteriormente ocurrieron numerosas migraciones de Guaranies desde el Paraguay y el Paran� en b�squeda de asentamientos en el interior del Gran Chaco. Los intentos espa�oles de apoderarse del territorio fracasaron por la resistencia de los Abor�genes.

En plena �poca de la Colonia la penetraci�n en el territorio estuvo a cargo de los ganaderos, siempre en guerra con los Pueblos Abor�genes. La conquista de esta Regi�n fue lenta y reci�n en el a�o 1885 la frontera norte de la porci�n del territorio sometida a proceso de ocupaci�n, por los europeos, lleg� hasta la margen sur del r�o Bermejo, inici�ndose un largo y cruento proceso de exterminio de la poblaci�n Aborigen (�finalizado? avanzada la primera mitad del siglo XX) y de destrucci�n de recursos naturales renovables (�detenido? luego de mediados del siglo XX), con sus obvias consecuencias sobre la biodiversidad, entre otros efectos negativos.

A partir de 1885 la frontera norte del territorio ocupado sigui� avanzando y con ella la explotaci�n forestal y pecuaria mediante el uso de M�todos de Extracci�n altamente destructivos de la flora y la fauna, y M�todos de Producci�n extensivos y tecnol�gicamente atrasados, respectivamente.

Los Pueblos Abor�genes que a�n habitan en relativo aislamiento en esta Regi�n tuvieron hasta tiempos recientes como alimento importante los frutos del algarrobo, de la tusca, del cha�ar y del mistol, as� como la carne resultante de la caza de especies de la fauna aut�ctona y de la pesca.

La realizaci�n de cultivos est� determinada por las irregulares precipitaciones pluviales. Algunos grupos Abor�genes cr�an animales dom�sticos introducidos en tiempos de la Colonia.

Hacia mediados de la tercera d�cada del siglo XX se inici� una r�pida y sostenida expansi�n del cultivo del algod�n que atrajo migrantes europeos. A mediados del siglo XX la superficie sembrada con esta especie super� las 600.000 ha.

La porci�n del territorio situada al norte del r�o Pilcomayo (o Chaco Boreal) fue asiento de una primera colonizaci�n reci�n entre los a�os 1926 y 1930, radicando en su superficie unos 4.000 Menonistas de or�genes Canadiense y Ruso. Estos introdujeron la agricultura en �reas que se hab�an caracterizado por ser sedes de extracciones de especies forestales maderables. Hacia mediados de los a�os '50 la poblaci�n Menonita superaba la cantidad de 8.000 habitantes distribuidos en 73 pueblos peque�os.

xiii) En los Llanos del Mamor�

Este territorio corresponde a las tierras bajas que separan los sistemas monta�osos de los Altiplanos Brasile�os y los Andes Centrales, y coincide muy aproximadamente con la Moxitania o Gran Moxo, ocupada por los Jesuitas con sus Misiones. Se trata de una Regi�n de sabanas tropicales situadas en el noreste Boliviano, estim�ndose que antes de la llegada de los espa�oles estuvieron pobladas por unos 350.000 habitantes distribuidos en numerosos Pueblos Abor�genes.

La penetraci�n espa�ola en este territorio se realiz� hacia el a�o 1617, sin que fueran encontradas las riquezas que la motivaron. Pero luego de esa primera expedici�n la Regi�n debi� soportar frecuentes invasiones de cazadores de esclavos.

Entre los a�os 1668 y 1767 esta Regi�n fue considerada territorio misional de los Jesuitas, quienes iniciaron un proceso de construcci�n de aldeas misionales para concentrar en ellas a la poblaci�n aborigen, a fin de defenderla de los esclavistas.En el a�o 1731 hab�an 21 misiones con 35.250 abor�genes en la provincia de Moxos y 7 misiones con 12.000 en la provincia de Chiquitos. La expulsi�n de los Jesuitas dio lugar al exterminio de la poblaci�n Aborigen y los pocos sobrevivientes emigraron a los bosques.

En general, tanto los espa�oles como los posteriores esclavistas y los misioneros Jesuitas encontraron un ecosistema transformado por la poblaci�n Aborigen para solucionar los problemas generados por la sucesi�n estacional de inundaciones y sequ�as, y la predominancia de suelos pobres para la agricultura. Las investigaciones de E. Nordenskjold demostraron que esta regi�n estuvo densamente poblada, alimentada principalmente con el producto de cultivos intensivos, con manejo del agua, terraplenes y mont�culos.

En tiempos de la invasi�n los habitantes de estos Llanos (o sea, principalmente los Pueblos SIRIONOS, CHAKABOS, MOXOS y BAURES; los dos �ltimos, del Grupo ARAWAKOS, eran los m�s numerosos) se mantuvieron bastante aislados respecto a los Pueblos de los Andes Centrales, separados por las Yungas. Los Moxos y los Baures ocupaban la sabana y los otros Pueblos la selva.

En tiempos m�s recientes, siglo XIX y primera parte del XX, la econom�a de los nuevos habitantes de la Regi�n tuvo como base de sustentaci�n la cr�a extensiva de ganado vacuno, aunque con grandes restricciones de v�as de comunicaci�n con su mercado natural. Dicha restricci�n s�lo fue superada transitoriamente desde comienzos del siglo XX hasta el a�o 1913, como consecuencia del auge de la demanda por caucho de la Amazonia.

Tambi�n en ese lapso de auge los Abor�genes sobrevivientes de las anteriores invasiones fueron utilizados como mano de obra de bajo costo, al margen de la Ley. Las enfermedades del tr�pico h�medo "completaron" en la primera d�cada del siglo XX el exterminio de los Pueblos Abor�genes, iniciado en tiempos de la invasi�n.

Las actividades productivas de los nuevos habitantes de Los Llanos est�n circunscriptas, principalmente, a los cultivos desarrollados en las m�rgenes de los r�os navegables y la cr�a de ganado bovino, as� como a la extracci�n de caucho.

En el a�o 1995 la poblaci�n de los Llanos fue estimada en unas 90.000 personas, mientras que en el a�o 1974 la poblaci�n aborigen fue calculada en aproximadamente 37.400 habitantes.

xiv) En la Llanura al Este del Paran� - Paraguay

La porci�n norte de esta Regi�n es la denominada Depresi�n del Paraguay Septentrional y abarca alrededor de 100.000 km�. Contiene el Gran Pantanal. En la margen norte del Pantanal se extiende una fracci�n angosta de selva lluviosa tropical. Debido a las restricciones citadas, la escasa poblaci�n de los pueblos MBAYAS y PAYAGUAS viv�a de la caza y la pesca, mientras que en mont�culos artificiales plantaban palma akuri. Para su alimentaci�n utilizaban, adem�s de lo citado, la m�dula de la palma Caranday.

En los primeros tiempos de la invasi�n los espa�oles fundaron Asunci�n, localizada en la porci�n sur (denominada Lomerios del Paraguay y de Corrientes) de la Regi�n, y de dicha ciudad partieron las primeras exploraciones del territorio. Pero la ocupaci�n moderna del mismo se inici� desde el norte en el a�o 1772, a partir del descubrimiento de oro en los sedimentos aluviales de Cuiab�, dando lugar a la fundaci�n de la ciudad de igual nombre.

Con dicho poblamiento se inici� la cr�a extensiva de ganado vacuno que transform� al Pantanal en �rea ganadera. Cronol�gicamente, a la fundaci�n de Cuaib� sigui� la de Corumb�, que adquiri� importancia reci�n a partir de la extracci�n de caucho y su transporte fluvial por el R�o Paraguay, hasta ella, que era utilizada como centro de comercializaci�n.

A partir de la Segunda Guerra Mundial se inici� la extracci�n de minerales de hierro y manganeso en las cercan�as de Corumb�, reactivando el funcionamiento de esta poblaci�n que permanec�a casi estacionaria desde la finalizaci�n del auge de la demanda por caucho.

En la porci�n sur de la Regi�n, o "Depresi�n Meridional", se encuentran numerosos lagos y pantanos. El mayor de ellos es la Laguna del Iber�. En esta parte de la Regi�n se encuentra la palmera Cocos yatay, en serio peligro de extinci�n por cuanto sus reto�os sirven de alimento al ganado vacuno. Es abundante la poblaci�n de la especie Ilex paraguayensis (o yerba mate).

En tiempos de la llegada de los espa�oles, esta parte de la Regi�n estaba habitada por el Pueblo GUARANI. En el a�o 1732 se estim� en 140.000 la cantidad de sus miembros. Era un Pueblo cazador y pescador pero prefer�a habitar en los bosques. Cultivaba ma�z, yuca y batatas y practicaban una agricultura itinerante.

En tiempos de la Colonia cultivaban trigo, arroz y la vid (introducidos desde Europa), agreg�ndose luego la ca�a de az�car y el tabaco, as� como frutales, principalmente c�tricos y durazneros.

Asunci�n, fundada en el a�o 1537 era utilizada como base para las excursiones de los espa�oles en el resto del territorio. Desde dicha ciudad partieron los fundadores de las hoy ciudades de Santa Fe (a�o 1573) y de Buenos Aires (a�o 1580), en el territorio de la hoy R. Argentina, las que deb�an servir de apoyo a la navegaci�n de los barcos que llegaban de Europa con destino a Asunci�n.

Tambi�n en esta parte de la Regi�n los Jesuitas implementaron un din�mico proceso de nucleamiento de la poblaci�n Aborigen en Misiones, lo que implic� imponer fuertes restricciones a los encomenderos y a la consiguiente explotaci�n de la poblaci�n Aborigen.

En las Misiones, los Jesuitas introdujeron instrumentos de hierro para la labranza y, en general, modernos m�todos de producci�n agropecuaria y especies vegetales, principalmente frutales. Adem�s, establecieron estancias ganaderas en la Pampa (hoy, territorio argentino) para el abastecimiento de carne a las Misiones e iniciaron procesos de comercializaci�n de los productos obtenidos en las superficies bajo usos agr�colas en ellas, principalmente yerba mate.

A partir de mediados del siglo XVIII, con la firma del tratado de l�mites entre Espa�a y Portugal, se inici� un proceso de acelerada decadencia en las Misiones. Los Guaran�es se opusieron al tratado pero fueron derrotados por los ej�rcitos de ambos Pa�ses luego de casi seis a�os de cruentas batallas.

Como consecuencias de ello las siete Aldeas Misionales quedaron destruidas al igual que el proyecto Jesuita en la Regi�n, sobre todo con la expulsi�n de �stos en el a�o 1767. No obstante ello, en el a�o 1814 viv�an alrededor de 28.000 Guaran�es distribuidos en unas treinta peque�as Misiones, pero ya hacia el a�o 1848 los sobrevivientes no superaban la cantidad de 5.300 personas. Luego, el bosque volvi� a cubrir los antiguos campos de labranza del proyecto Jesuita.

La decadencia en la Regi�n qued� "consolidada" por la acci�n sucesiva de los corruptos administradores colonialistas, err�neas pol�ticas gubernamentales y la guerra (a�os 1865-1870) de la denominada Triple Alianza, al menos, de vergonzoso recuerdo.

Los esfuerzos de colonos europeos por establecerse en el Paraguay desde las �ltimas d�cadas del siglo XIX terminaron generalmente en el fracaso, exceptuando el caso de la colonia alemana San Bernardino que se convirti� con el correr del tiempo en un centro de la industria l�ctea. En la primera parte del siglo XX los productos de mayor importancia en la Regi�n fueron el tabaco y los c�tricos (naranjas), ambos de exportaci�n.

xv) En la Costa Brasile�a (desde el Cabo San Roque hasta R�o de Janeiro)

En el a�o 1500 se produjo el primer desembarco en la costa brasile�a habitada por TUPIS, pero a�n durante las primeras d�cadas del siglo XIX exist�an territorios ocupados por Pueblos Abor�genes libres. La resistencia de �stos fue vencida reci�n hacia mediados de dicho siglo y los sobrevivientes migraron al interior del Pa�s.

Los TUPIS practicaban una agricultura migratoria, adem�s de la caza, la pesca y la recolecci�n de frutos silvestres. Usaban hachas de piedra y azadas y cultivaban mandioca, ma�z, frijoles, man�, batatas y algod�n.

Los franceses ejercieron un intenso comercio son los Pueblos TUPIS, obteniendo de ellos maderas tint�reas, pimienta, algod�n, entre otros productos, y diversas especies de aves que transportaban a Europa, y entregando en cambio hachas (para la roza en la selva), cuchillos, tijeras, armas de fuego (que eran utilizadas por los TUPI, principalmente, en respuesta a la agresi�n de los portugueses que intentaban esclavizarlos para el trabajo en las plantaciones).

Entre los a�os 1503 y 1532, los franceses fueron en esta Regi�n casi los exclusivos interlocutores del Pueblo TUPI, pero a partir del citado �ltimo a�o se inici� una significativa invasi�n portuguesa y la consiguiente confrontaci�n armada con los franceses y sus aliados Abor�genes que fueron derrotados finalmente hacia fines del siglo XVI.

Los portugueses iniciaron la colonizaci�n mediante empresas privadas que siguieron con el comercio de maderas tint�reas, pero incorporaron la plantaci�n de ca�a de az�car. Este cambio de modelo implic� para los Abor�genes la reducci�n a la esclavitud, la muerte, o el exilio al interior del territorio, y la consiguiente sustituci�n por esclavos de raza negra. O sea, un cambio similar al ocurrido en la casi totalidad de Am�rica Latina y El Caribe.

Pero a medida que los TUPIS iban siendo v�ctimas de la pol�tica de ocupaci�n portuguesa, avanzaban desde el interior los Pueblos AIMORES, excelentes guerreros que ocasionaron grandes da�os en las plantaciones y p�rdidas de vidas humanas portuguesas y esclavos negros. Dichos Pueblos constituyeron, hasta mediados del siglo XIX, un dif�cil obst�culo a la consolidaci�n de los asentamientos portugueses, no obstante lo cual �stos avanzaron en la construcci�n de grandes haciendas.

Cabe mencionar que desde el a�o 1629 a 1654 la parte norte de esta Regi�n estuvo ocupada militarmente por los holandeses. Su permanencia fue corta pero ocasion� graves da�os a la econom�a portuguesa e implic� la destrucci�n de la ciudad de Olinda y su sustituci�n por Recife.

Desde fines de la primera d�cada del siglo XIX se inici� un largo proceso de colonizaci�n del territorio por europeos. As�, se registran asentamientos de colonos portugueses, alemanes, suizos e italianos. La zona que abarca desde Bah�a hasta Espir�tu Santo se constituy�, a partir de la primera mitad del siglo XIX, en un importante productor de cacao obtenido en grandes plantaciones monocultivadoras, desplazando en importancia a la ca�a de az�car. En el resto del territorio, tanto al norte como al sur, la ca�a de az�car mantuvo su importancia.

xvi) En San Pablo

En los inicios de la �poca Colonial la Capitan�a General de San Pablo estaba compuesta por los actuales Estados de Minas Gerais, Paran�, Goi�s, Mato Grosso (que entre los siglos XVIII y XIX se fueron separando de San Pablo) y San Pablo. Desde este �ltimo se inici� la exploraci�n al resto del territorio.

Antes de la ocupaci�n por europeos, la planicie costera y el interior estaban habitadas por GUARANIS y TUPIS nucleados en grandes Aldeas, dedicados al cultivo de especies vegetales (principalmente ma�z), la caza y la pesca.

En el a�o 1532 se inici� el proceso de subdivisi�n y privatizaci�n de las posesiones portuguesas en Brasil, dando lugar a la instalaci�n de colonias con inmigrantes europeos. La primera de ellas, San Vicente, se asent� en una isla de la que previamente hab�an sido expulsados los TUPIS. Hoy constituye uno de los suburbios de la ciudad de Santos. Dichas colonias iniciaron el proceso de cultivo de la ca�a de az�car en la faja costera de la Regi�n. 

En el interior los Jesuitas fundaron cuatro Misiones (San Pablo, Santiago, San Juan y Esp�ritu Santo) y la ruta desde la costa hasta ellas. Esta fue de gran significaci�n para el comercio. La protecci�n de los Abor�genes por los Jesuitas restringi� a las haciendas las posibilidades de obtenci�n de mano de obra esclava, por lo que los cazadores - abastecedores de ella tuvieron que internarse en el territorio en su b�squeda, lo que dio lugar a enfrentamientos con los intereses espa�oles a partir del a�o 1628, as� como al abandono de Misiones por los Jesuitas que finalmente fueron expulsados de San Pablo en el a�o 1640.

A mediados del siglo XVII y en las primeras d�cadas del XVIII los Paulistas descubrieron oro en Minas Gerais, y hacia fines de dicho siglo la poblaci�n Aborigen de San Pablo pr�cticamente estaba extinguida como consecuencia de la esclavitud, la resistencia a la invasi�n europea y las enfermedades introducidas por los miembros de �sta.

Debido a su situaci�n econ�mico - financiera, a principios del siglo XIX San Pablo deb�a recibir subsidios para el mantenimiento de su administraci�n. Los rendimientos de sus cultivos agr�colas (fundamentalmente ca�a de az�car y ma�z) hab�an decrecido considerablemente, la superficie forestal era de escaso valor y la actividad pecuaria estaba basada en la cr�a extensiva de vacunos. Adem�s, el territorio estaba distribuido entre pocos latifundistas que exportaban cueros y carne seca a las grandes concentraciones humanas del norte del Brasil. 

Pero tambi�n a principios del siglo XIX se inici� el cultivo del caf� en el valle del Para�ba, en superficies desmontadas al efecto, manteni�ndose como principal productor hasta el primer lustro del �ltimo cuarto de dicho siglo. La abolici�n de la esclavitud, declarada en el a�o 1888, coincidi� con el agotamiento de los nutrientes de los suelos y la consiguiente ruina econ�mica de la Regi�n.

Las superficies cafetaleras cambiaron a uso pecuario y agr�cola (arroz y huerta), mientras que el cultivo del cafeto pas� a ocupar superficies en el Estado de San Pablo respondiendo a las demandas del mercado externo. Esto ocurri� entre los a�os 1885 a 1900. La abolici�n de la esclavitud no afect� tanto a este, debido a que desde 1847 su Gobierno realiz� esfuerzos tendientes al poblamiento de su territorio con inmigrantes, principalmente de origen alem�n, y desde el a�o 1890 fundamentalmente de origen italiano.

En el siglo XX San Pablo se constituy�, con altibajos, en el principal mercado del caf�, pero tambi�n fue el asiento de un significativo desarrollo industrial y hacia fines de los a�os '40 constitu�a el principal centro industrial de Sudam�rica. El algod�n, el tabaco, el caf�, el cuero y la madera, entre otras materias primas de origen agropecuario, impulsaron sendas industrias que produjeron y producen para el mercado interno y la exportaci�n. Entre las fuentes de energ�a se destacaba la biomasa forestal que satisfac�a alrededor de 50 % de la demanda regional de energ�a.

La extracci�n de dicha biomasa forestal fue realizada y se realiza a�n sin el acompa�amiento de un manejo sustentable de los bosques nativos. Por otra parte, la selecci�n de especies forestales ex�ticas para extensas plantaciones ha ocasionado efectos ambientales negativos a�n no evaluados.

La tendencia hacia el agotamiento de los recursos forestales nativos motiv� el desarrollo de aprovechamientos hidroel�ctricos en la Regi�n.

En el transcurso de la cuarta d�cada del siglo XX el caf� comenz� a perder importancia inici�ndose una diversificaci�n de cultivos, principalmente con el algod�n. Cabe se�alar que San Pablo es la principal zona algodonera y arrocera del Brasil, siendo tambi�n importantes los cultivos de ma�z, naranjas, pi�as, pl�tanos y vid.

xvii) En el Brasil Meridional

Este territorio abarca los actuales Estados Brasile�os de Paran�, Santa Catarina y R�o Grande del Sur, incluyendo adem�s, a los fines estrictamente descriptivos de la Regi�n, la Provincia de Misiones (Argentina) y el este del Paraguay.

Las cinco partes componentes de la Regi�n est�n pobladas, predominantemente, por productores agropecuarios localizados en explotaciones cuyas escalas de tenencia de la tierra corresponden a los tipos de medianos y peque�os productores.

En los tiempos previos a la ocupaci�n por europeos este territorio estaba habitado por poblaci�n GUARANI-TUPIS que, como se dijo en otros puntos, eran cultivadores, cazadores y pescadores. Las Misiones Jesu�ticas, como en otras regiones, protegieron a dichas poblaciones del trato dado por los portugueses, pero �stas corrieron la misma suerte que la poblaci�n Aborigen residente en el resto de las Misiones, al ser expulsada dicha orden religiosa en el a�o 1767. 

A fines del siglo XVIII el interior del territorio de esta Regi�n permanec�a relativamente virgen, en especial sus ecosistemas forestales, pero las incursiones de los esclavistas pr�cticamente hab�an exterminado la poblaci�n Aborigen. En la costa, la producci�n agropecuaria ten�a caracter�sticas de alta precariedad. El arado era pr�cticamente desconocido. Entre los cultivos predominaban los de ma�z, frijoles, mandioca y ca�a de az�car, mientras que las carnes proven�an de la pesca y de la cr�a de ganado vacuno.

En el siglo XIX comenz� el poblamiento europeo a trav�s de la colonizaci�n, principalmente por alemanes emigrados de las zonas rurales pobres. Se introdujo el arado y la pr�ctica de la rotaci�n de cultivos. Entre el primer cuarto y mediados del citado siglo llegaron a R�o Grande del Sur alrededor de 7.500 alemanes y en los a�os siguientes dicho n�mero se increment� sustancialmente. Las colonias estaban integradas por parcelas de menos de 100 hect�reas, por lo que su poblamiento se diferencia netamente de lo ocurrido en la Pampa y en San Pablo.

Posteriormente, las corrientes migratorias estuvieron compuestas por italianos, polacos y luso - brasile�os. En las d�cadas de los a�os  '20 a  '50, del siglo XX, se desarroll� en el centro norte del E� de Paran� un nuevo e importante n�cleo cafetalero, que poco a poco fue sustituyendo una parte importante de la producci�n de San Pablo. As�, en el a�o 1959-60 el E� San Pablo export� alrededor de 15,5 MILL de sacos (de 60 kg cada uno, o sea alrededor de 930 mil tn) de caf� y el E� Paran� 19,5 MILL de sacos (aproximadamente 1,2 Millones de tn.

La incorporaci�n de Misiones (Argentina) al cultivo se realiz� mucho despu�s que el territorio del Brasil Meridional, sobre la base de latifundios y de colonos descendientes de los alemanes que hab�an llegado al Brasil. La expansi�n de los cultivos se realiz� previa roza de los bosques nativos. En el territorio paraguayo que integra esta Regi�n, reci�n a fines del siglo XIX se inici� el cultivo de la yerba de mate. En la cuarta d�cada del siglo XX se incorpor� el cultivo del tung (Aleuritis fordii) y a partir de la Segunda Guerra Mundial el cultivo del t� chino.

xviii) En Minas Gerais

Este territorio abarca alrededor de 582 mil km� y debe su nombre a su excepcional riqueza en miner�a. Antes de la llegada de los portugueses, al parecer, este territorio se encontraba pr�cticamente despoblado, pero los pocos Abor�genes que hab�an  fueron exterminados o esclavizados por aquellos.

El poblamiento del territorio se inici� desde San Pablo luego del a�o 1673. Entre fines del siglo XVII y comienzos del XVIII los exploradores descubrieron numerosas minas de oro en el sur, generando una fuerte corriente migratoria hacia ellas. La actividad extractiva de oro detuvo la cacer�a de esclavos abor�genes y su reemplazo por mano de obra esclava de la raza negra. La explotaci�n de los yacimientos dio lugar al surgimiento de pueblos y ciudades, entre los que se destaca Villa Rica fundada en el a�o 1711 y luego bautizada como Ouro Preto.

La demanda de esclavos con destino a los yacimientos de oro hizo subir la cotizaci�n de aquellos en desmedro de los requerimientos de mano de obra por las plantaciones de ca�a de az�car.

A mediados del siglo XVIII la extracci�n de oro alcanz� su m�ximo  nivel ocupando la tercera parte de la poblaci�n de Minas Gerais. Desde fines del citado siglo y hasta la segunda d�cada del siguiente la extracci�n declin� de manera persistente, pero aun hoy, avanzada la segunda mitad del siglo XX, aquella contin�a.

Adem�s, en el transcurso de la tercera d�cada del siglo XVIII se descubrieron yacimientos de diamantes, dando lugar a la fundaci�n de Diamantina. La abundancia de la exportaci�n a Europa ocasion� hacia fines de la cuarta d�cada de dicho siglo una significativa ca�da del precio.

Hacia mediados del siglo XX los diamantes brasile�os, respecto a los de origen africano, carecen de importancia en el mercado mundial.

Desde mediados del siglo XVIII, simult�neamente, mientras decrec�a la importancia de la miner�a aumentaba la de la agricultura y la ganader�a en base a la distribuci�n de tierras en unidades de tama�o mediano y peque�o. El ma�z, la ca�a de az�car y el caf� llegaron a ser sus productos principales.

xix) En Brasil Central

Esta Regi�n de las serran�as del interior del Brasil abarca los Estados Mato Grosso, Goi�s y el sur de Amazonas y Par�. A�n hoy se encuentra parcialmente colonizada, existiendo �reas no suficientemente exploradas. La colonizaci�n de los dos primeros Estados mencionados se debi� al descubrimiento de tierras aur�feras, pero antes de ello constituyeron territorios libres para la cacer�a de esclavos con destino a las plantaciones y explotaciones mineras paulistas.

La pertenencia de los Abor�genes de este territorio corresponde a los grupos ARAWAKO, TUPI, GES y CARIBE, existiendo otros peque�os grupos aislados.

El primer ingreso a este territorio se produjo por el hoy E� Goi�s, y fue realizado en el a�o 1670 por el paulista Manoel Correa en b�squeda de esclavos. En el a�o 1722 se descubri� oro, hecho que atrajo numerosos migrantes.

Tambi�n en el siglo XVII se realiz� el primer ingreso de paulistas cazadores de esclavos en el territorio del hoy E� Mato Grosso y en el a�o 1718 se descubrieron las tierras aur�feras en Cuiab�.

Debido al aislamiento en que se encontraba el hoy E� Mato Grosso respecto al resto del Brasil, la atracci�n de inmigrantes result� inferior a la manifiesta en el caso del E� Goi�s. Posteriormente, hacia mediados del siglo XVIII, la navegaci�n fluvial modific� la situaci�n del aislamiento relativo de esta Regi�n. En las dos �ltimas d�cadas de dicho siglo ocurrieron cruentos hechos de resistencia de los Abor�genes a la penetraci�n en su territorio.

En el siglo XIX se difundi� la ganader�a en Mato Grosso, mientras que Goi�s expandi� la superficie cultivada y la ganader�a.

xx) En el Noreste del Brasil

En el per�odo pre - portugu�s la costa de esta Regi�n estaba habitada por miembros del Pueblo TUPI y el interior por GES. Esta Regi�n, debido al fracaso de los portugueses en los sucesivos intentos (el primero de ellos en el a�o 1536) de instalaci�n en ella, estuvo ocupada por franceses hasta el siglo XVII. A�n en el a�o 1611 arribaron al noreste unos 500 colonos de dicha nacionalidad.

Los portugueses consiguieron ingresar en la Regi�n reci�n en el a�o 1603, estableciendo una colonia en Para�ba. A partir de ella iniciaron la cacer�a de esclavos pero fueron derrotados y la colonia fue destruida por la resistencia Aborigen. Reci�n en el a�o 1612 se establecieron definitivamente fundando una colonia fortificada: Fortaleza, actual capital del E� Cear�. En el a�o 1615 los franceses fueron obligados por los portugueses a retirarse del territorio.

El per�odo de ocupaci�n por los portugueses fue interrumpido por la ocupaci�n holandesa que abarc� desde el a�o 1641 al 1644. Los portugueses implementaron grandes plantaciones sobre la base de mano de obra esclava, pero debido a que ellas no fueron tan exitosas como en otras regiones, la importaci�n de esclavos de la raza negra no alcanz� grandes magnitudes.

Hasta mediados del siglo XIX la casi totalidad de los habitantes de la Regi�n viv�a en la costa, pero a partir de esa fecha se inici� el poblamiento del interior del territorio sin recurrir a colonos europeos. Pero las prolongadas sequ�as, frecuentes en �l, gener� fuertes corrientes migratorias hacia otras Regiones, destac�ndose las ocurridas entre los a�os 1877-1879 y 1951-1953. Se estima que en la primera mitad del siglo XX emigraron alrededor de 7,5 MILL de personas.

El Noreste fue la ruta que siguieron los extractores de caucho de la Regi�n del Amazonas, adem�s de que fue la principal proveedora de la mano de obra empleada para ello.

El territorio, en general, fue utilizado y se utiliza en la cr�a extensiva de ganado vacuno que en tiempos de sequ�a prolongada exhibe una alta mortandad. En algunas �reas se practica la agricultura, cuya expansi�n ha dado lugar a un intenso proceso de deforestaci�n acompa�ado de erosi�n de alta significaci�n.

Hasta mediados del siglo XX el principal producto agr�cola de exportaci�n fue el algod�n, por otra parte muy resistente a la sequ�a. Otro importante producto es el sisal, cultivado alrededor de Campinas del Norte. En la segunda mitad del siglo XX se inici� la construcci�n de grandes obras para riego. 

Es importante el desarrollo de la actividad minera iniciada en tiempos de la segunda guerra mundial. Se destacan las correspondientes a los yacimientos de tungsteno, las de minerales radioactivos, esquistos, oro y piedras preciosas, entre otras.

xxi) La Depresi�n del Amazonas

Esta Regi�n es una llanura y se diferencia del resto del territorio brasile�o por su vegetaci�n de selva lluviosa tropical, principalmente.

El primer ingreso europeo en este territorio ocurri� desde Quito en el a�o 1539 y estuvo a cargo de Gonzalo Pizarro. La expedici�n fue un fracaso total debido a la tenaz resistencia opuesta por los Abor�genes. Un peque�o grupo de ella, a cargo de Francisco Orellana, sigui� la corriente del Napo y lleg� hasta el Atl�ntico.

Transcurrieron 21 a�os hasta la segunda expedici�n, esta vez desde Lima y a cargo de Pedro Urs�a. Los sobrevivientes de �sta llegaron hasta la Isla Margarita (Venezuela). Los informes de ambas expediciones no entusiasmaron a portugueses ni a espa�oles. 

Reci�n en el siglo XVII ambas naciones comenzaron a aplicar esfuerzos, antagonizando en la ocupaci�n del territorio, con numerosos conflictos a partir del a�o 1638 en que se produjo el primer enfrentamiento entre los Jesuitas y los portugueses, ya que estos �ltimos se hab�an lanzado a la cacer�a de esclavos en la Regi�n.

En el transcurso de alrededor de 130 a�os, o sea hasta su expulsi�n en el a�o 1768, los Jesuitas fundaron m�s de 80 Misiones en la cuenca superior del Amazonas. A partir de la expulsi�n, los Abor�genes se dispersaron nuevamente en la selva y las Misiones quedaron en ruina y poco a poco fueron cubiertas por la vegetaci�n. Un Jesuita levant� el primer plano topogr�fico del Amazonas.

En la primera mitad del siglo XVIII, paulistas esclavistas  ingresaron en el Amazonas incrementando la ya de por s� sustantiva disminuci�n de la poblaci�n Aborigen.

En el per�odo de ocupaci�n portuguesa no ocurrieron grandes cambios respecto a las actividades econ�micas implementadas en el per�odo inmediato anterior. Por consiguiente los cultivos de la mandioca y del ma�z, realizados en los claros de la selva, continuaron siendo los principales, complementados con actividades de caza y pesca, mientras que los cultivos de la ca�a de az�car y cacao fueron implementados en extensas plantaciones con objetivos de exportaci�n. Desde el Amazonas inferior, en la primera mitad del siglo XIX se exportaron anualmente alrededor de 200 toneladas de az�car.

La cr�a de ganado fue implementada principalmente en los campos de la desembocadura del Amazonas, pero muy especialmente en la Isla Maraj�. En �sta, la existencia de equinos en el a�o 1820 fue estimada en m�s de 1 MILL de cabezas. Poco despu�s una epidemia diezm� sustancialmente dicha cantidad. Pero esta Isla contin�a siendo la principal zona ganadera de la Amazon�a. A mediados del siglo XX su existencia estuvo integrada por alrededor de 600 mil cabezas de ganado vacuno y unos 50 mil caballos.

En el transcurso de la segunda mitad del siglo XIX la Amazon�a adquiri� relevante consideraci�n por parte de los europeos, a partir del invento de la vulcanizaci�n (a�o 1842) que implic� la obtenci�n de la inalterabilidad del caucho a los cambios de temperatura. El uso que dicho invento posibilit�, sumado al del uso que ven�a siendo realizado desde el a�o 1823 en la fabricaci�n de vestidos impermeables, aument� el significado econ�mico del latex producido por algunos �rboles (del g�nero Hevea) y arbustos de la selva h�meda tropical.

La actividad vinculada al aprovechamiento de este producto atraj� una significativa masa migratoria procedente tanto del Noreste �rido, como de Bolivia, Colombia y pa�ses europeos. Esta corriente migratoria aument� significativamente la poblaci�n regional entre los a�os 1890 y 1913, alcanzando en este �ltimo a�o un orden de magnitud superior a 0,5 MILL de personas.

Dicho poblamiento implic� un aumento de la mortandad de la poblaci�n Aborigen, como consecuencia de que fue obligada a la realizaci�n de trabajos bajo un r�gimen de esclavitud.Seg�n un informe, la producci�n de 4.000 toneladas de caucho en Putumayo cost� la vida a unos 30.000 Abor�genes.

La extracci�n de latex, medida en t�rminos de producci�n de caucho, creci� desde 380 tn (en el a�o 1840) hasta 43.000 tn (a�o 1912), disminuyendo luego hasta situarse en un nivel de 19.000 tn (a�o 1940). La segunda guerra mundial incentiv� la extracci�n retornando a magnitudes entre 29.000 y 31.000 tn en el lapso 1944-1960. La contribuci�n de la Regi�n en la oferta total mundial pas� de 61 % (a�o 1893) a 5 % (a�o 1925).

La ruina de la econom�a regional basada en el caucho fue ocasionada por la reducci�n de los precios del producto. As�, entre los a�os 1910 y 1915 se redujo a 1/6 parte y en el a�o 1932 a una 1/30 parte. A su vez, el caucho hab�a implicado el abandono de los cultivos tradicionales de la Regi�n (ma�z, ca�a de az�car, cacao, entre los principales), configurando un cuadro propicio para un desenlace l�gico a continuaci�n de la crisis del caucho: la emigraci�n de la poblaci�n. En el a�o 1943, de 1,6 MILL de km� de la Amazon�a brasile�a, solo 83 km� estaban ocupados por cultivos.

A partir de la crisis del caucho, la recolecci�n de la nuez del Par�, fruto silvestre producido por el nogal de la Amazon�a (Bertholetia excelsa), pas� a ser de significativa importancia econ�mica, constituy�ndose m�s adelante en producto de exportaci�n.

Territorios de seis Pa�ses Sudamericanos integran la Cuenca del Amazonas, pero en ninguno de ellos se observan los signos del desarrollo Humano y s� las implicancias de pr�cticas meramente extractivas (maderas, caucho, nueces de Par�, plantas medicinales, tintoreas, etc) y enmarcadas en criterios que difieren en su casi totalidad de los b�sicos del desarrollo sustentable. Como una prueba de ello quedan los restos de grandes ciudades y la extinci�n de Pueblos Abor�genes, asi como de una cantidad indeterminada de especies de la flora y fauna nativas.

Dicha gran Cuenca abarca alrededor de 3 MILL de km�, poblada en el a�o 1960 por alrededor de 2 MILL de personas de las cuales el 80 % viv�a en el E� de Par� (Brasil).

xxii) En la Guayana

En los tiempos de la ocupaci�n europea, este territorio estaba habitado principalmente por los Pueblos CARIBE que cultivaban yuca y batatas, dedic�ndose adem�s a la caza y la pesca. El m�todo de producci�n que utilizaban implicaba la pr�ctica de una agricultura migratoria. Tambi�n se encontraban nucleamientos de Pueblos ARAWAK.

Ocurrida dicha ocupaci�n, los Pueblos ARAWAK fueron las primeras v�ctimas del r�gimen de esclavitud impuesto por los europeos en apoyo de las grandes plantaciones. En cambio, los CARIBES fueron usados por los holandeses como cazadores de esclavos, en un amplio territorio.

El ingreso de los ocupantes europeos se realiz� desde tres lados. Hacia fines del siglo XVI se presentaron los holandeses en los r�os de la Guayana comerciando con los Abor�genes y los Espa�oles, estos �ltimos establecidos en las riberas del Orinoco. Los holandeses introdujeron tecnolog�a de construcci�n de diques y drenajes.

Los franceses intentaron colonizar con agricultores de su mismo origen, pero sus esfuerzos culminaron en fracasos que implicaron la p�rdida de la vida de los colonos. Y, por otro lado, los ingleses, que al igual que los holandeses ten�an como proyecto cultivar los mejores suelos del territorio, utilizando trabajadores importados (principalmente chinos, hind�es y javaneses) y la tecnolog�a introducida por �stos.

La abolici�n de la esclavitud implic� el abandono de las plantaciones por los esclavos de raza negra, lo que conllev� al abandono del cultivo del algod�n y de una parte sustantiva de la superficie con ca�a de az�car, pero tambi�n conllev� la importaci�n de trabajadores europeos.

Desde mediados del siglo XIX cobr� gran importancia la extracci�n minera y las actividades conexas, destac�ndose la producci�n de hierro de alta ley y, cerca de sus yacimientos, los de bauxita y manganeso.

10. EL SECTOR AGRICOLA EN TIEMPOS RECIENTE

10.1 Introducci�n

Globalmente, la crisis de los a�os '30 implic� que entre los a�os 1929 y 1934 las exportaciones de los Pa�ses de Am�rica Latina a los Estados Unidos de Norteam�rica se redujeran a la quinta parte y las destinadas a Gran Breta�a a un tercio de sus respectivos valores totales, debido a disminuciones tanto en los vol�menes de producci�n como en los precios de los productos, ocasionando un brusco deterioro en los t�rminos de intercambio.

Dicha crisis encontr� a los Pa�ses de la Regi�n en diferentes estadios de crecimiento industrial, destac�ndose los alcanzados por Argentina, Brasil y M�xico, si bien en un marco general de marcado predominio del sector primario.

Entre 1930 y 1980 se produjeron profundas modificaciones en el sistema productivo agr�cola de la Regi�n, evidenciados en sustantivos cambios en los usos de los suelos. Ellos se manifestaron en:

a) la expansi�n "hacia afuera" de la frontera agropecuaria, incorporando extensas superficies al cultivo de especies de ciclo corto;

b) el aumento de las existencias pecuarias, que demandaron una expansi�n de la superficie asignada a esta actividad;

c) la deforestaci�n de suelos con capacidad de uso agr�cola y no agr�cola, en parte para el cambio de uso (forestal a agricultura) y en parte para la extracci�n de madera (26), la construcci�n de obras de infraestructura y urbanizaci�n, etc.; y

d) la expansi�n de la superficie en descanso y la de la superficie degradada por el inadecuado uso, incluyendo procesos de desertificaci�n.

Todo lo expresado se manifiesta, como continuidad potenciada, en los a�os transcurridos entre 1980 y 1994, sin que existan signos de cambios positivos y s�, en cambio, la persistencia de los determinantes y condicionantes internos y externos que inhiben las posibilidades de introducci�n de los cambios necesarios para el desarrollo del sector en un marco social y ambientalmente sustentables.

M�s a�n, como acertadamente explicitan los autores de NUESTRA PROPIA AGENDA (27), comienzan a manifestarse fuertemente los "efectos de las pol�ticas de ajuste" implementadas pr�cticamente en toda la Regi�n. Tales efectos, en el sector, implican principalmente lo siguiente:

* "Invasi�n de �reas protegidas con prop�sitos de extracci�n ilegal de especies valiosas.

Depredaci�n y riesgo de p�rdida de especies ecol�gicamente valiosas.

Conversi�n de �reas a actividades agr�colas y ganaderas.

* Ausencia o deterioro de obras de protecci�n y/o correcci�n de procesos de sedimentaci�n, destrucci�n de cauces, etc.

Incidencia exagerada de fen�menos naturales extraordinarios.

Deterioro de infraestructura f�sica por azolvamiento de presas, etc.

* Incrementos de la presi�n sobre �reas en laderas y de frontera con prop�sitos de extracci�n de le�a y realizaci�n de cultivos.

* Intensificaci�n de cultivos no tradicionales, para la obtenci�n de productos destinados a la exportaci�n.

Desplazamiento de productos que aportan a la dieta popular.

Artificializaci�n excesiva y sobreuso del suelo con consecuencias en erosi�n y contaminaci�n por plaguicidas,herbicidas y agroqu�micos en general.

* Avances en fronteras agr�colas con los prop�sitos indicados en el punto anterior y para expansi�n ganadera o aprovechamiento maderero.

Presi�n sobre bosques con fines madereros sin consideraci�n de aptitud de suelos

Deterioro de ecosistemas fr�giles y riesgos de p�rdidas de especies valiosas

Deforestaci�n de cuencas, con aceleraci�n de los procesos de erosi�n y sedimentaci�n"

En la Figura N�1 se transcribe la Sinopsis incluida en Nuestra Propia Agenda respecto a los eventuales efectos de las pol�ticas de ajuste.

10.2. Evoluci�n del Uso de la Tierra

Seg�n la informaci�n de la FAO (28), entre el per�odo 1961-65 y el a�o 1992 la superficie considerada "terrenos forestales y montes abiertos" disminuy� aproximadamente 180,3 MILL de hect�reas, o sea a un ritmo promedio de poco m�s de 6,2 MILL de hect�reas/a�o; estimando que la mayor tasa anual de deforestaci�n correspondi� al quinquenio 1971-1976: 15,5 MILL ha/a�o.

Por otra parte, entre los a�os extremos citados la superficie considerada "tierras arables o de labranza" �y con cultivos permanentes� (1) se increment� en alrededor de 34,3 MILL de hect�reas, o sea a raz�n de 1,2 MILL de ha/a�o y las denominadas "praderas y pastos permanentes" (1) aumentaron en alrededor de 97,6 MILL ha, o sea a una media de aproximadamente 3,4 MILL de ha/a�o. Por lo tanto, de la superficie total deforestada (como ya se explicit�, 180,3 MILL de ha), poco m�s de 131,9 MILL de ha fueron incorporadas a las actividades de la agricultura y la ganader�a. Finalmente, bajo el t�tulo "otras tierras" (1) se registr� un incremento de aproximadamente 7,1 MILL de ha (v�ase el Cuadro N�7).

Contrastando la informaci�n correspondiente a la deforestaci�n, con la concerniente al aumento de la superficie bajo uso actual y potencialmente incorporables a la producci�n del sector, aparecen alrededor de 41,3 MILL de ha deforestadas no incorporadas a �ste. En el Cuadro N�7 se presenta la informaci�n tanto a nivel del total de Am�rica Latina y el Caribe, como la nivel de los conjuntos Norte-Centroam�rica-Caribe y Sudam�rica.

En relaci�n a la superficie arable o de labranza y superficies con cultivos permanentes, el total del a�o 1971 result� 26,5% mayor respecto a la superficie promedio del per�odo 1961-65, mientras que las de los a�os 1992 y 1995 resultaron superiores a la del a�o 1971 en 2,2% 11,3%, respectivamente, situ�ndose sus magnitudes por debajo de los valores alcanzados en parte del �ltimo lustro de los a�os 80. Cabe destacar que la FAO estim� en 693 Millones de hect�reas la superficie de tierras potencialmente cultivables; de ellas alrededor de 23,7% se encontraban ocupadas por cultivos y barbechos en el a�o 1995.

10.3 Evoluci�n de la superficie cultivada

Para explicar los cambios ocurridos en el uso de la tierra, a continuaci�n se describe lo sucedido en cuanto a la evoluci�n de la superficie cultivada, por grupo de productos en unos casos y por producto en otros, utilizando para ello los resultados contenidos en el Cuadro N�1 elaborado en base a la informaci�n de la FAO (28).

Del an�lisis de dicho Cuadro puede inferirse que la superficie promedio ocupada por cultivos en el lapso 1994-96 es superior a la del promedio anual del per�odo 1961-65 en aproximadamente 41,4 MILL de ha.

En cuanto al aumento o disminuci�n de la superficie ocupada por los grupos de cultivos y por las especies consideradas individualmente en el citado Cuadro, entre los promedios de los lapsos mencionados en el p�rrafo anterior el comportamiento fue el siguiente:

GRUPOS DE CULTIVOS O ESPECIE
DIFERENCIA DE SUPERFICIE
ENTRE LOS PROMEDIOS 1994-96 Y 1961-65 (Miles de ha)
Algodón
Cacao
Café
Caña de azúcar
Girasol
Legumbres secas
Maíz
Maní
Pimiento (fresco)
Raíces y tubérculos
Ricino
Sésamo
Soja
Tabaco
Todo tipo de calabazas
Tomate
Trigo
Total de cereales
(1.635)
568
(994)
3.816
1.914
2.849
6.799
(481)
66
656
(254)
(158)
18.211
(6)
80
95
720
9.127

Fuente: FAO. Anuario de Producción, Vol. 30, Roma, Italia, 1976.

Fuente: extra�do del Cuadro N�1, elaborado en base a la informaci�n contenida en los Anuarios FAO de Producci�n.

La participaci�n de la superficie cultivada en la Regi�n, en relaci�n a la superficie cultivada en el Mundo, aument� significativamente en numerosos casos, principalmente en el de los cultivos cuyos productos est�n dirigidos principalmente al mercado externo, disminuyendo en cambio la de los cultivos orientados fundamentalmente al consumo interno (v�ase el Cuadro N�2), as� como aqu�llos cuyos productos est�n siendo reemplazados por otros generados en el mismo sector primario o en el industrial. En s�ntesis, la evoluci�n de la participaci�n de los grupos de cultivos o de especies, en cuanto a superficie cultivada respecto a la total mundial correspondiente, fue la siguiente:

GRUPOS DE CULTIVOS O ESPECIE
SUPERFICIE CULTIVADA EN LA REGION
SUPERFICIE CULTIVADA EN EL MUNDO (%)

Algodón
Cacao
Café
Caña de azúcar
Girasol
Legumbres secas
Maní
Pimiento (fresco)
Raíces y tubérculos
Ricino
Sésamo
Soja
Todo tipo de calabazas
Tomate
Total de cereales
1961/65 1979/81 1994/96
13,40
21,87
68,18
47,02
15,40
9,36
5,19
13,44
7,14
27,99
6,94
1,41
2,60
11,00
5,91

16,06
25,78
58,87
46,33
13,77
13,66
4,38
8,85
9,39
30,60
6,32
22,23
17,13
11,08
6,98

8,10
25,00
54,51
44,79
14,70
13,08
2,09
10,01
8,62
8,75
3,47
30,00
18,31
8,99
7,02

Fuente: extra�do del Cuadro N�2, elaborado en base a la informaci�n contenida en los Anuarios FAO de Producci�n.

Cabe se�alar que el volumen total de la producci�n de los productos mencionados en el Cuadro N�2 citado creci� 129,1% y la superficie total aument� s�lo 40,7% entre los promedios de los lapsos 1961/65 y 1994/96.  Este evidente y sustantivo incremento de la productividad por unidad de superficie fue debido tanto a cambios en los usos de los suelos como a la incorporaci�n de tecnolog�as maximizadoras de los rendimientos.

Cabe destacar que la tasa de crecimiento de la superficie cultivada (acumulativa anual promedio) a nivel de cada conjunto y especie destacada en el Cuadro N�2, calculada entre los a�os 1976 y 1992, result� en casi la totalidad de ellos inferior a la de crecimiento de la poblaci�n. Ello, a nivel de Mundo y Regi�n.

Las excepciones de tal comportamiento est�n dadas por los casos de la Soja, Girasol, Tomate, Pimiento, Calabazas, Ca�a de Az�car y Caf�; en algunos cultivos la excepci�n se da a nivel del Total Mundo y en otros a nivel del Total Regi�n, present�ndose algunos que abarcan ambos niveles.

La tasa anual de crecimiento demogr�fico considerada fue la correspondiente al per�odo 1960-1992: a nivel Total Mundial 1,8% y a nivel Total de la Regi�n 2,2 %. Cabe se�alar que la superficie cultivada bajo riego en la Regi�n aument� a una tasa media a.a. 1,64% entre 1961 -1965 y 1991, aumentando su participaci�n en el total de la superficie regada a nivel de Mundo: en el per�odo 1961-1965 contribuy� 5,3% y en el a�o 1991 6,5% de este �ltimo total.

Por otra parte, el Parque de Tractores agr�colas (V�ase el Cuadro N�6) estimado para el a�o 1995 result� 98% superior al que exist�a en el per�odo 1961-1965, mientras que la superficie total de tierras arables o de labranza (incluyendo las superficies con cultivos permanentes) aument� entre ambos extremos s�lo 40,7% (V�ase el Cuadro N�7 ya citado), a lo que debe agregarse el aumento de la potencia media (CV) del parque y una disminuci�n del n�mero de labores en los m�todos de producci�n mecanizados, confluyendo a explicar el sostenido proceso de migraci�n rural - urbano observado hasta la fecha en pr�cticamente todos los Pa�ses de la Regi�n, con las consecuencias obvias tanto desde el punto de vista cultural como de la Calidad de Vida de la poblaci�n involucrada en los movimientos migratorios.

Lo dicho respecto a la relaci�n entre parque de tractores y superficie total de tierras arables, no desconoce la existencia de otras superficies en las cuales es usado, pero incluir las mismas no modificar�a en lo sustancial lo expresado respecto a uno de los impactos negativos ocasionados por lo que pareciera ser una sobre tractorizaci�n del sector. Asimismo, tampoco implica una cr�tica en s� al proceso de mecanizaci�n, sino que procura introducir algunos elementos en b�squeda de la modificaci�n del sendero en que fue introducido. Entre esos elementos, adem�s del citado, puede agregarse el que se refiere al inadecuado uso de la mecanizaci�n cuyas manifestaciones, no obstante el tiempo transcurrido y el surgimiento de instituciones de investigaci�n aplicada, contin�an siendo negativas (la desertificaci�n, en muchos casos, es el resultado de dicho inadecuado uso).

10.4. Evoluci�n de las Existencias Pecuarias

Con igual objetivo que el punto anterior, a continuaci�n se describe la evoluci�n de las existencias pecuarias principales en cuanto a la utilizaci�n de la superficie denominada "praderas y pastos permanentes". La informaci�n de base es la contenida en el Cuadro N�5, elaborado a partir de los Anuarios FAO de Producci�n.

Del contenido del Cuadro puede inferirse que entre los lapsos 1961-65 y 1994-96  crecieron significativamente s�lo las existencias de Bovinos, constituyendo las de este �ltimo per�odo un hato 85,2% superior respecto al del per�odo 1961-65, totalizando alrededor de 344,4 MILL de cabezas. Entre los mismos lapsos, la existencia de Caballares registr� un leve aumento (1,5%) de 183 mil cabezas (incluyendo mulas y asnos), mientras que las de Ovinos y Caprinos disminuyeron hasta constituir en el lapso 1994-96 alrededor de 76,6% y 96,2% de las respectivas existencias del promedio anual del lapso 1961-65. En 1996, en t�rminos absolutos, las existencias de las especies destacadas en el ya citado Cuadro fueron las siguientes:

ESPECIES
EXISTENCIAS (Miles de cabezas)
Bovinos
Caballar
Caprinos
Ovinos
348.216
38.764
36.976
93.925

Fuente: extra�dos del Cuadro N�5, elaborado en base a la informaci�n contenida en los Anuarios FAO de Producci�n.

Cabe recordar lo ya dicho respecto a que entre los per�odos considerados en este an�lisis, la superficie denominada "tierra bajo praderas y pastos permanentes" aument� en 97,6 MILL de ha, mientras que las existencias de Bovinos se incrementaron en aproximadamente 154,4 MILL de cabezas pero las de Ovinos y Caprinos disminuyeron en alrededor de 31,4 MILL, o sea un aumento equivalente a una cantidad ligeramente superior a las 105,4 MILL de unidades Vacas.

La existencia de ganado Caballar se increment� levemente. Por consiguiente, la relaci�n ha/existencias mejor� ligeramente estim�ndose en 2,21 ha/cabeza, mientras que en el per�odo 1961-65 fue aproximadamente 2,25 ha/cabeza. En realidad, en ambos casos, la relaci�n es m�s amplia por cuanto la superficie bajo "praderas y pastos permanentes" no incluye la superficie denominada "terrenos forestales y montes abiertos", ni la superficie con rastrojos (de cosechas de granos, principalmente) utilizadas en la ganader�a. Por otra parte, el hecho de que las existencias pecuarias consideradas no incluyen otras especies de importancia en algunos Pa�ses de la Regi�n, a nivel global no modifica la citada estimaci�n en raz�n de la magnitud de las mismas.

10.5. Evoluci�n de la Magnitud de Poblaci�n Agr�cola

En los anuarios de la FAO se considera Poblaci�n Agr�cola a "todas las personas que dependen de la agricultura para su subsistencia. Comprende todas las personas activamente ocupadas en la agricultura y sus familiares a cargo que no trabajan".

La informaci�n destaca que en el a�o 1965 la Poblaci�n Agr�cola en la Regi�n fue estimada (V�ase el Cuadro N�4) en aproximadamente 110,0 MILL de personas: 63,8% en Sudam�rica y 36,2% en Norte, Centroam�rica-Caribe, y que la misma evolucion� seg�n las magnitudes siguientes:

AÑOS
CANTIDAD (en Miles)
1950
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1990
1991
1992
1995
1996
86.850
94.663
103.059
109.966
115.871
116.610
115.006
116.571
116.360
116.238
116.086
106.802
105.762

Fuente: extra�das del Cuadro N�4, elaborado en base a la informaci�n contenida en los Anuarios FAO de Producci�n.

De esta informaci�n puede inferirse que en el lapso 1965-1992 la Poblaci�n Agr�cola creci� a una tasa media a.a. 0,19%, mientras que la superficie bajo actividades productivas agropecuarias creci� a una tasa media a.a. 0,71%, con acentuada disminuci�n de los requerimientos de mano de obra por unidad de volumen producido, siendo ello consecuencia de los cambios introducidos en los m�todos de producci�n entre los a�os extremos de la serie analizada y, adicionalmente, debido a la disminuci�n de la superficie cultivada o plantada con especies cuyos manejos, incluidas las cosechas, demandan una alta participaci�n de mano de obra.

A partir del a�o 1993 el ritmo de disminuci�n de la poblaci�n agr�cola aument�, lo que implic� entre los a�os 1992 y 1996 una p�rdida en el sector de 10,3 MILL de personas.

La disminuci�n de la cantidad de personas ocupadas en el sector agr�cola, en t�rminos absolutos, explica la mayor proporci�n de la migraci�n rural hacia los centros urbanos, as� como a otros centros rurales en los cuales se encuentran localizadas plantas industriales o centros de servicios en general.

Cabe se�alar que entre los a�os 1960 y 1996 la relaci�n (%) Poblaci�n Agr�cola/ Poblaci�n Total pas� de 47,8% a 21,8%.

La FAO estim� para el a�o 1990 en aproximadamente 41,06 Millones la cantidad de poblaci�n econ�micamente activa en la agricultura (32,6% en Brasil; 22,7% en M�xico; 7,0% en Colombia; 5,9% en Per�; 4,4% en Hait�; 3,3% en Guatemala; 2,9% en Argentina; y 21,2% distribuido entre el resto de los Pa�ses de la Regi�n considerada) y en 40,36 Millones la cantidad hacia el a�o 2010.

10.6. Evoluci�n de los Rendimientos Unitarios (kg/ha)

Comparando los rendimientos unitarios obtenidos, a nivel de los principales cultivos, entre los correspondientes a los lapsos 1961-65 y 1994-96 (V�ase el ya citado Cuadro N�1), pueden observarse los significativos incrementos logrados en la casi totalidad de ellos, tanto en Norte, Centroam�rica y El Caribe, como en Sudam�rica, atribuibles, como ya se dijo, a la incorporaci�n de tecnolog�as externas a la Regi�n, sin previo an�lisis de sus implicancias sobre el desarrollo sustentable del sector.

Por otra parte, comparando los rendimientos medios obtenidos en la Regi�n durante los lapsos 1990-92 y 1994-96, con el rendimiento promedio obtenido en los Estados Unidos de Norte Am�rica en el per�odo 1994-96, y asumiendo a este �ltimo como INDICE USA=100, puede observarse (V�ase el Cuadro N�3): por un lado, el mejoramiento de la relaci�n en el lapso 1994-96 respecto al del per�odo 1990-92 y, por otro lado, que excepto en los casos del Girasol, Soja, Trigo y Ca�a de Az�car los rendimientos de los cultivos realizados en los EEUUNA son muy superiores a los niveles obtenidos en el conjunto de los Pa�ses de la Regi�n.

Si bien en el caso de la comparaci�n de los rendimientos a nivel de subconjuntos de productos los resultados est�n determinados en parte por la composici�n de aqu�llos, tanto en t�rmino de las especies que los componen como del peso relativo de cada una de ellas en cada subconjunto, lo cierto es que los resultados no se alejan demasiado cuando las comparaciones se realizan entre productos.

As�, por ejemplo, el rendimiento promedio del per�odo 1990-92 para el subconjunto Cereales Total result� en Am�rica Latina muy inferior al alcanzado en la producci�n de la agricultura Norteamericana, situ�ndose en un nivel 45 respecto al nivel 100 asignado a �sta (INDICE USA=100,0), mientras que dos de los principales componentes de dicho subconjunto se situaron en los niveles siguientes:

PRODUCTO
PROMEDIO ANUAL 1990-92 (kg/ha)
INDICE USA=100
TRIGO
MAIZ
TOTAL DE CEREALES
2.124
2.112
2.195
83,4
28,1
45,0

Fuente: elaborado en base a la informaci�n contenida en los Anuarios FAO de Producci�n.

Dicha situaci�n de rendimientos unitarios inferiores se da en todos los productos analizados, con excepci�n del Girasol. En s�ntesis, en el resto de los subconjuntos y productos la comparaci�n dio los resultados siguientes:

PRODUCTOS
PROMEDIO ANUAL 1990-92 (kg/ha)
INDICE USA=100
Raíces+ Tubérculos
Papas
Batatas
Legumbres Secas Total
Soja
Girasol
Algodón (Sin desmotar)
Tomates
Caña de Azúcar

11.332
12.756
7.516
610
1.944
1.521


1.341
22.832
62.140

34
37
46
34
82
105


69
40
81

Fuente: extra�do del Cuadro N�3, elaborado en base a la informaci�n contenida en los Anuarios FAO de Producci�n.

En los rendimientos unitarios inciden, adem�s de la calidad de los suelos, las diferencias existentes entre los m�todos de producci�n usados en cada subconjunto comparado. Dichas diferencias se encuentran principalmente en la calidad gen�tica de la semilla utilizada, en el uso y forma de uso de fertilizantes y mejoradores, en el uso de medios para la protecci�n de cultivos y animales, etc.pero bajo criterios de desarrollo social y ambientalmente sostenibles, �qu� implican en realidad las diferencias de rendimientos entre los subconjuntos intervenidos?; �Cu�l es el impacto sobre los persistentes elementos de los ecosistemas intervenidos?; �Cu�l es el impacto sobre la calidad biol�gica de los alimentos? y, por lo tanto, �sobre el consumidor?.

Comparativamente, los ecosistemas de Am�rica Latina exhiben, en general, menores manifestaciones de intervenci�n que los localizados en los Estados Unidos de Norte Am�rica, y los alimentos que producen son biol�gicamente superiores a los de �ste.

11. La Poblaci�n y Algunos Aspectos Ambientales y Socioecon�micos Globales

11.1 Introducci�n

Por razones hist�ricas y antropol�gico - sociales, lo rural implica no s�lo una localizaci�n geogr�fica al interior de un Pa�s, que se explica generalmente en t�rminos de relaciones sociales, de dotaci�n de servicios esenciales, de dispersi�n de la poblaci�n contenida en sus �reas, de producciones espec�ficas de las mismas bajo diversos conjuntos tecnol�gicos y de otras variables usadas secundaria y complementariamente.

Pero adem�s de lo dicho creemos que implica, principalmente, culturas que a nivel de los Pa�ses de Am�rica Latina y El Caribe muestran elementos en com�n que determinan grados de semejanzas significativamente mayores que cuando se comparan entre s� las culturas urbanas de los mismos Pa�ses.

Por lo dicho, las �reas perif�ricas de los centros urbanos en las que se asientan inmigrantes provenientes de las �reas rurales adquieren caracter�sticas rurales cuyas persistencias dependen de la capacidad de absorci�n de tales centros. La historia reciente pareciera demostrar que los niveles de tal capacidad de absorci�n son inversamente proporcionales a os niveles de "modernizaci�n" asumidos tanto en las industrias, como en el comercio y en los servicios p�blicos. Ello, en raz�n de que a medida que se incrementan los niveles de "modernizaci�n" disminuyen los requerimientos de mano de obra permanente y a�n la transitoria.

11.2. Urbanizaci�n de la Poblaci�n Rural

En general, el proceso denominado "urbanizaci�n de la poblaci�n rural", que simplemente implic� transferencias de poblaci�n rural a los centros urbanos, pareciera llevar como variable propia el desempleo y como efecto de dif�cil superaci�n una disminuci�n de la CALIDAD DE VIDA, a la par que un significativo incremento de la PEA incorporada al sector informal de la econom�a; denominaci�n que encubre grados crecientes de desocupaci�n y otros efectos cualitativos de alta significaci�n.

En el Cuadro N�8 se muestra la evoluci�n de la Poblaci�n Total, Urbana y Rural en el per�odo 1960-1992. Como puede inferirse, la poblaci�n total del a�o 1992 fue 111,2% superior a la del a�o 1960, o sea que creci� a una tasa media a.a. 2,36%, compuesta por los parciales siguientes:

SUBPERIODOS
TASAS (%)

1960 - 1970
1970 - 1980
1980 - 1992
1960 - 1992
Total Urbana Rural
2,76
2,30
2,09
2,36
4,37
3,59
3,11
3,65
0,96
0,29
(0,176)
0,32

Como puede observarse, en el per�odo analizado el proceso de urbanizaci�n de la poblaci�n mantuvo un ritmo de crecimiento altamente significativo, mientras que el de la poblaci�n rural tendi� a disminuir levemente desde 1980. A nivel de la Regi�n, en el a�o 1992 la poblaci�n urbana constituy� 73,2% de la poblaci�n total. Los Pa�ses con mayor proporci�n de Poblaci�n Urbana fueron los siguientes: Venezuela (93,7%), Argentina (86,8%), Chile (86,6%), Uruguay (85,8%), Brasil (77,3%), M�xico (73,7%) y Colombia (73%).La Poblaci�n Urbana de los citados Pa�ses constituy�, en conjunto, 83,6% de la Poblaci�n Urbana Total de la Regi�n y 61,2% de la Poblaci�n total de �sta.

En t�rminos absolutos, entre los a�os 1960 y 1992, la poblaci�n urbana de Am�rica Latina pas� de 101,7 MILL a 320,8 MILL y la rural de 105,7 MILL a 117,2 MILL de habitantes, respectivamente.

El proceso de "urbanizaci�n de la poblaci�n rural" implic� e implica procesos de descampesinizaci�n, proletarizaci�n, marginaci�n de poblaci�n, entre otras denominaciones usadas por los estudiosos del tema para designar al efecto principal o globalizador de la expulsi�n de las unidades de producci�n "no viables", asociado ello a la falta de oportunidades de empleo en el medio rural para los peque�os productores y miembros de sus familias, as� como a la disminuci�n del tiempo de ocupaci�n de la mano de obra transitoria, tanto por los crecientes niveles de mecanizaci�n como por los cambios operados en el uso de la tierra y la consolidaci�n del proceso de concentraci�n de la misma en pocos titulares de derecho.

De mantenerse la tendencia actual en cuanto a la estructura agraria y a la organizaci�n de la producci�n, puede asumirse que la expulsi�n de poblaci�n rural del sector agropecuario y de los centros de servicios asociados a �ste presenta caracter�sticas de un proceso irreversible.

Si bien el proceso de "urbanizaci�n de la poblaci�n rural" desarrollado entre los a�os 1950 y 1980 no gener� problemas de desocupaci�n agudos en raz�n de que "fue reflejo de una vigorosa demanda de trabajo productivo" (29), no ocurri� ni ocurre lo mismo con las migraciones rurales a partir de la d�cada de los a�os '80 que muestran crecientes niveles de desocupaci�n, desempleo, precarizaci�n y terciarizaci�n (que en alta proporci�n implica, desempleo disfrazado). Bajo tales circunstancias, las migraciones dan lugar a una pseudo integraci�n de la poblaci�n rural en el medio urbano, expresada en la generaci�n de m�ltiples y graves problemas que, de no ser superados en el mediano plazo, podr�an derivar en imprevisibles consecuencias de luchas sociales.

Como consecuencia de lo expresado en �ste y en otros puntos, la Poblaci�n Econ�micamente Activa (PEA) ocupada en el sector pas� de 40,6% a 25% entre los a�os 1970 y 1992, mientras que en t�rminos absolutos pas� de 36,8 MILL a 40,9 MILL de personas, lo que implica que la generaci�n de empleo en el sector se manifest� a una tasa a.a. 0,48%, contribuyendo al aumento de la desocupaci�n global. La citada PEA incluye tanto la poblaci�n ocupada en forma permanente como temporaria.

Lamentablemente no existen trabajos cuyos resultados informen acerca de la efectiva desocupaci�n en el sector agropecuario, pero algunas estimaciones realizadas en Pa�ses representativos de diferentes tecnolog�as agr�colas posibilitan suponer niveles que, en la mayor�a de ellos, fluct�an entre 30% y 50% de la PEA ocupada.

Una de las evidentes consecuencias de la persistencia del proceso de migraci�n de la poblaci�n rural expulsada de peque�as unidades de superficie, es la significativa disminuci�n de la producci�n con destino al autoconsumo y al consumo de la poblaci�n de bajos ingresos, disminuyendo la disponibilidad de algunos productos b�sicos y contribuyendo al aumento del nivel de subalimentaci�n y mal nutrici�n.

12.  El Sector Agr�cola y el Medio Ambiente.

Tudela et. al. (7) expresa que dada la magnitud de las superficies involucradas en las actividades productivas del Sector, �stas resultan ser las de mayor incidencia en el medio ambiente de la Regi�n.

FAO (30) estima que en la Regi�n est� localizada la mayor reserva mundial de suelos con capacidad de uso agr�cola:alrededor de 693 MILL de hect�reas, por lo que la superficie bajo cultivos anuales y permanentes en el a�o 1995 constitu�a alrededor de 23,7% del potencial informado por la FAO. Esta Organizaci�n asume que en el a�o 2000 la superficie bajo cultivo constituir� alrededor de 39% del potencial estimado y que la fuerza de trabajo en el sector crecer� a una tasa a.a. promedio 0,6%.

Los supuestos en los que se basan dichas estimaciones implican sustanciales incrementos en el uso de fertilizantes, maquinarias y plaguicidas, respondiendo por lo tanto a criterios de racionalidad "modernizante". Teniendo en cuenta lo ocurrido hasta 1995, puede asumirse que ambas metas estar�n por debajo de lo estimado, no as� en lo concerniente al proceso de concentraci�n de la tierra y a la "modernizaci�n" de la agricultura con sus consecuencias obvias sobre el medio ambiente.

Teniendo en cuenta lo dicho en el p�rrafo anterior y considerando que el 8% de las explotaciones agr�colas de Am�rica Latina concentran 80% de la superficie total de las tierras censadas en la Regi�n (31), con bajo aprovechamiento del potencial de los suelos, puede suponerse que correctamente utilizado �ste posibilitar�a alimentar adecuadamente una poblaci�n seis veces superior a la existente en el a�o 1975 en Am�rica Central y 57 veces mayor a la estimada en Am�rica del Sur en dicho a�o, incluyendo en ello la soluci�n de los problemas de subalimentaci�n que afectan a m�s de 60 MILL de personas en la Regi�n. El potencial existente posibilita inferir las amplias posibilidades de superaci�n de los problemas que hacen a la Calidad de Vida, o sea a uno de los principales desde el punto de vista Ambiental.

El citado estudio (31) estim� que hacia el a�o 2000 algunos Pa�ses de la Regi�n no estar�an en condiciones de responder satisfactoriamente a los requerimientos alimentarios de sus respectivas poblaciones, si bien con diferentes grados de restricciones. Dichos Pa�ses son los siguientes:

* Pa�ses capaces de alimentar a menos de la mitad de la poblaci�n en el a�o 2000 y con capacidad limitada para importar alimentos; Antigua, Antillas Holandesas, Barbados, Guadalupe, Hait�, Islas de Barlovento, Martinica.

* Pa�ses capaces de alimentar desde el 50% al 99% de la poblaci�n en el a�o 2000 y con capacidad limitada para importar alimentos; Bahamas.

* Pa�ses capaces de alimentar a menos de la mitad de la poblaci�n en el a�o 2000, pero con capacidad para importar alimentos; El Salvador.

* Pa�ses capaces de alimentar desde el 50% al 99% de la poblaci�n en el a�o 2000, pero con capacidad para importar alimentos; Guatemala, Jamaica, Rep�blica Dominicana, Trinidad y Tobago.

En t�rminos absolutos (Ver Cuadro N�7), el moderado incremento de las �reas usadas en la agricultura contrasta con el r�pido aumento de la superficie en praderas y pastos permanentes (34,3 MILL y 97,6 MILL de hect�reas respectivamente). Teniendo en cuenta ello y la incorrecta pr�ctica de expansi�n de la frontera agr�cola ("hacia afuera"), puede asumirse que hacia el a�o 2000 la superficie considerada en praderas y pastos permanentes podr�a abarcar alrededor de 650 MILL de hect�reas, en detrimento de la superficie en Bosques, con las obvias consecuencias ambientales. Cabe recordar que los citados incrementos ocurrieron entre los a�os 1961 y 1992 y que en el mismo lapso la superficie en bosques sufri� una disminuci�n estimada en 180,3 MILL de hect�reas.

No existe duda alguna que gran parte de dicho proceso de deforestaci�n podr�a haber sido obviado si los decisores en las actividades del sector hubieran asumido criterios de manejo social y ambientalmente sostenible.

13.  El Desarrollo Sostenible: Algunas Consideraciones Necesarias

El Desarrollo Sostenible, como cultura y pr�ctica, se encuentra presente en Am�rica Latina desde sus primeras organizaciones sociales suficientemente conocidas, de las cuales a la fecha existe informaci�n respecto al quehacer hist�rico de las poblaciones que habitaron y parcialmente a�n habitan M�xico, Bolivia, Per�, Ecuador, Chile, Colombia, Guatemala, Brasil, Paraguay, por s�lo citar algunas de las que persisten rodeadas de culturas que les resultan extra�as.

Como ya dijimos, la invasi�n Espa�ola primero y luego la perpetrada desde otros pa�ses europeos interrumpen e inician la destrucci�n de los procesos de desarrollo que ten�an en marcha los Pueblos en territorios de la hoy Am�rica Latina, imponiendo la construcci�n de una nueva Formaci�n Social.

A partir de ello se inician procesos de explotaci�n de los recursos naturales renovables y no renovables, respondiendo a demandas de los mercados externos y determinando, en consecuencia, una creciente dependencia respecto a los procesos de desarrollo del sistema capitalista y creando al interior de los territorios invadidos enclaves extractores y/o productores de bienes caracterizados por no estar integrados ni actuar como dinamizadores del crecimiento en el resto del territorio; siendo al mismo tiempo generadores de marginalidad social, de agotamiento de los recursos no renovables y de destrucci�n de ecosistemas que durante siglos hab�an sido considerados altamente productivos.

La bibliograf�a m�s difundida en los �ltimos tiempos expresa que si bien la idea del desarrollo sostenible se encuentra presente en el siglo XVIII en escritos de LINNEO (1707-1778) y de BUFFON (1707-1788, Historia Natural y las Epocas de la Naturaleza, entre otras), entre otros cient�ficos que intentaban comprender y categorizar la naturaleza, marcando los or�genes de aqu�lla, la adopci�n de dicha idea en el vocabulario de los planificadores del desarrollo es relativamente reciente (32).

Dicha adopci�n, as� como el hoy generalizado llamamiento al desarrollo sostenible se instal� por el creciente reconocimiento de que las amenazas ecol�gicas m�s preocupantes surg�an de las acciones de los seres humanos. Para algunos Pueblos este reconocimiento resulta tard�o, mientras que para el resto de los Pueblos existen esperanzas. Pero es necesario recuperar sin limitaciones las lecciones de la historia. Y para este caso, en particular, las generadas por la relaci�n Sociedad - Naturaleza en tiempos de los Pueblos antes de la llegada de C. Col�n.

Hoy existen numerosas definiciones de Desarrollo Sostenible, aunque es dif�cil encontrar diferencias sustantivas entre ellas. Generalmente no las hay. Pero la que tiene como base el reconocimiento m�s amplio de la problem�tica ambiental es la dada en "Nuestro Futuro Com�n" (33): Desarrollo que "satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias".

En "Nuestra Propia Agenda" (34) se destaca que este concepto involucra un desarrollo sustentable en el largo plazo en t�rminos econ�micos, sociales y ecol�gicos, o sea capaz de mantener la productividad de los sistemas naturales. Destaca, adem�s, que "en un pasado se ha concentrado la atenci�n en la factibilidad y eficiencia econ�mica, sin privilegiar consideraciones sociales y a veces deteriorando la naturaleza". Aunque parezca obvio, puede resultar necesario se�alar que dicho pasado no engloba, en general, a la conducta de las Formaciones Sociales que exist�an en tiempos del desembarco de C. Col�n, y que el juicio sobre el deterioro ocasionado a la naturaleza es bastante ben�volo, a�n con el presente.

El documento citado (34) informa como l�neas maestras de avance hacia el desarrollo sustentable las siguientes: erradicaci�n de la pobreza, aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, ordenamiento ambiental del territorio, desarrollo tecnol�gico compatible con la realidad social y natural, una nueva estrategia econ�mico - social, la organizaci�n, movilizaci�n y participaci�n social y reformas en el Estado.

Pr�cticamente, la totalidad de las m�s importantes organizaciones internacionales de asistencia t�cnica y/o financiera tienen en sus respectivas agendas proposiciones sobre desarrollo sostenible, duradero, sustentable, etc., con significados semejantes total o parcialmente respecto a la acu�ada por la Comisi�n Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en su informe del a�o 1987, conocido como informe BRUNTLAND (elaborado por la Comisi�n Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo-CMMAD, en el transcurso de tres a�os y dado a conocer y publicado en abril del a�o 1987. Cabe se�alar que el 31 de diciembre del mismo a�o ces� oficialmente la actividad de dicha Comisi�n) en honor a la presidente (Sra. Gro Harlem Bruntland, en ese entonces primera ministra de Noruega) de dicha Comisi�n. La definici�n dada por la citada Comisi�n es la siguiente: "Un desarrollo sostenible es aqu�l que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin socavar la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas" (35). Esta definici�n abarca el concepto de las necesidades; y �la idea de las restricciones que imponen la tecnolog�a y la sociedad a las capacidades del medio ambiente para satisfacer las necesidades� (40).

Partiendo de la antedicha definici�n de Desarrollo Sostenible, as� como de la base conceptual de �ste, se puede asumir que el Objetivo Central del mismo es elevar la Calidad de Vida de la Poblaci�n mediante la maximizaci�n a largo plazo del potencial productivo de los ecosistemas, usando para ello adecuadas tecnolog�as y posibilitando la activa participaci�n de aqu�lla tanto en las decisiones fundamentales del Plan como en la implementaci�n del mismo. Este es el marco en el que se encuentran contenidas las notas del presente documento.

Por lo tanto, el objetivo del Desarrollo Sostenible esla CALIDAD DE VIDA, y los instrumentos son el uso racional de los recursos naturales, las adecuadas tecnolog�as y la democratizaci�n del proceso de desarrollo.

La Comisi�n de Desarrollo y Medio Ambiente de Am�rica Latina y El Caribe (34) consider� que la Calidad de Vida es "un concepto central de la problem�tica del medio ambiente y del desarrollo Sustentable�. Exige, entre otros elementos, la m�xima disponibilidad de la infraestructura social y p�blica para actuar en beneficio del bien com�n y para mantener el medio ambiente sin mayores deterioros y contaminaci�n". Completa la definici�n se�alando que "la calidad de vida es, adem�s de meta del desarrollo, un concepto ordenador para determinar prioridades ambientales".

Lamentablemente, la Agenda 21 (35) no particulariza sobre este objetivo, si bien algunos de sus Cap�tulos involucran componentes del mismo.

Por su pertinencia respecto a la primera parte de las notas contenidas en este documento, se considera necesario incluir en este punto algunos de los conceptos de �Nuestro Futuro Com�n� en relaci�n a lo que en la Gu�a (40) se denomina �La Protecci�n de los Pueblos Ind�genas y Tribales�. Los principales son los siguientes:

�Los recursos ambientales no pueden separarse de los Humanos. Los conocimientos que poseen las poblaciones ind�genas y tribales sobre supervivencia duradera son un recurso tan valioso como los �rboles, las cosechas y la propia tierra.

En muchas zonas quedan todav�a pueblos ind�genas o tribales. Su aislamiento, con frecuencia ha contribuido a la preservaci�n de su modo de vida, en estrecha armon�a con el entorno natural. ... . Es mucho lo que puede aprenderse de sus conocimientos sobre gesti�n duradera de complejos sistemas ecol�gicos.

La posible extinci�n de sus culturas equivale a la p�rdida de un recurso mundial.

El desarrollo influye en esos pueblos de muchas maneras. Experimentan profundas dificultades en la tarea de integrarse con el resto del mundo, y al mismo tiempo, tienen derecho a compartir todos los beneficios resultantes de la integraci�n.

Los encargados de promover pol�ticas que afectan a pueblos ind�genas y tribales tienen que establecer exactamente la diferencia entre la exclusi�n de dichos pueblos de lo que les corresponde por derecho, y la destrucci�n de sus formas de vida.

El punto de partida ... es el reconocimiento de sus derechos naturales a la tierra y los dem�s recursos naturales que constituyen el sustento de sus formas de vida, aunque ellos definen sus derechos a la tierra en t�rminos diferentes a los que prevalecen en los sistemas de ordenamiento jur�dico. ... . Es nuestro deber proteger (sus propias instituciones para regular sus derechos y obligaciones) ... en vez de insistir en imponer las nuestras.

Mediante acuerdos de comercializaci�n se puede garantizar que los productos comunitarios se vendan a precios justos. ...�.

La evaluaci�n de la realidad, tomando como indicadores los impl�citos en la Gu�a sobre Nuestro Futuro Com�n nos exime de efectuar comentarios al respecto.Lo mismo ocurre respecto a otros contenidos de la Gu�a  relacionados con los Recursos Naturales en general y, en particular, con el suelo, el agua, los agroqu�micos (fertilizantes y pesticidas) y los bosques. Teniendo en cuenta que la actual �revoluci�n agr�cola� tiene como instrumentos de alta significaci�n el uso de agroqu�micos, cabe destacar las reflexiones sobre este tema contenidas en la Gu�a sobre Nuestro Futuro Com�n:

�La escorrent�a del nitr�geno y los fosfatos que quedan como residuos de un uso abusivo de los fertilizantes, da�a los recursos h�dricos.

Las personas expuestas continuamente y por largo tiempo a pesticidas y substancias qu�micas que llegan a ellas en forma de residuos en los alimentos, en el agua y el aire, resultan afectadas. ... .

En los pa�ses en desarrollo se producen cerca de 10.000 muertes al a�o por envenenamiento con pesticidas, y unas 400.000 personas m�s sufren de enfermedades relacionadas con ellos.

Las substancias qu�micas viajan a trav�s de la cadena alimenticia y se diseminan en �reas muy distantes de los lugares donde se utilizaron originalmente. ... .

Los insectos que se alimentan de organismos nocivos son aniquilados.

Las plagas del campo se desarrollan biol�gicamente y se hacen resistentes a los pesticidas. Ha aumentado brutalmente en el mundo el n�mero de plagas resistentes a los pesticidas.

En algunas zonas donde se utilizan s�lo cantidades peque�as de substancias qu�micas, es elevada su tasa de eficacia y son menores los da�os que se infligen al medio ambiente. ...�. 

El documento Nuestro Futuro Com�n, juntamente con el denominado Nuestra Propia Agenda (resultado del trabajo de la Comisi�n de Desarrollo y Medio Ambiente de Am�rica Latina y El Caribe, publicado en el a�o 1990) y los numerosos documentos oficiales de los Pa�ses participantes, as� como los elaborados por Organizaciones No Gubernamentales, sirvieron de base para las discusiones y la adopci�n de Acuerdos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (realizada en R�o de Janeiro-Brasil, entre el 3 y el 14 de junio de 1992, finalmente dadas a conocer en la AGENDA 21), que sesion� con la participaci�n oficial de 172 Estados miembros, 102 dos de ellos representados por los respectivos Jefes de Estado y de Gobierno.

El Cap�tulo 14 de la Agenda 21 trata espec�ficamente los temas concernientes al �Fomento del Desarrollo Agr�cola y Rural Sostenible�. En el mismo est�n definidas �reas de Programas; de ellas destacamos las siguientes:

�Estudio, planificaci�n y programaci�n integral de la pol�tica agr�cola en vista del aspecto multifuncional de la agricultura, sobre todo en lo que respecta a la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible. Los objetivos fijados para esta �rea son los siguientes: a) para 1985, ... , establecer un programa con el fin de integrar el desarrollo ambiental y sostenible con los an�lisis de pol�ticas para el sector alimentario y agr�cola, formulando y aplicando las pol�ticas macroecon�micas pertinentes; b) mantener y desarrollar, ... , incluidos programas y medidas para mejorar la producci�n sostenible de alimentos y la seguridad alimentaria en el marco del desarrollo sostenible, a m�s tardar en 1998; y c) ...�.

�Asegurar la participaci�n popular y fomentar el desarrollo de los recursos humanos para la agricultura sostenible. Entre los objetivos se destacan: a) fomentar una mayor conciencia de la opini�n p�blica respecto del papel de la participaci�n popular ..., en particular ..., poblaciones ind�genas, ... y peque�os agricultores, en el desarrollo agr�cola y rural sostenible; b) garantizar el acceso equitativo de la poblaci�n rural, en particular ..., los peque�os agricultores, los campesinos sin tierra y las poblaciones ind�genas, a los recursos agr�colas, h�dricos y forestales, as� como a las tecnolog�as, la financiaci�n, comercializaci�n, elaboraci�n y distribuci�n de los productos; c) reforzar ... y los servicios de extensi�n y ...�.

�Conservaci�n y rehabilitaci�n de tierras. Sus objetivos son los siguientes: a) para el a�o 2000, iniciar estudios nacionales sobre recursos de tierras, ..., la extensi�n y la gravedad de la degradaci�n de las tierras, ...; b) preparar y poner en pr�ctica pol�ticas y programas amplios para la recuperaci�n de las tierras degradadas y la conservaci�n de las zonas en peligro, as� como mejorar la planificaci�n general, la gesti�n y la utilizaci�n de los recursos de tierras y conservar la fertilidad del suelo para lograr un desarrollo agr�cola sostenible�.

�Agua para la producci�n de alimentos y el desarrollo rural sostenibles. Sus principales objetivos hasta el a�o 2000 son los siguientes: a) el suministro diario de un m�nimo de 40 litros de agua salubre para toda persona en las zonas urbanas; b) el suministro de saneamiento para el 75% de los habitantes de zonas urbanas; c) la vigencia de normas para la eliminaci�n de desechos municipales e industriales; d) la recolecci�n, reciclaje o la eliminaci�n del 75% de los desechos s�lidos de las zonas urbanas en condiciones ambientalmente satisfactorias; e) el acceso garantizado de las poblaciones rurales a fuentes de saneamiento y agua salubre ...�.Ello implica que en la gesti�n de recursos h�dricos deber� reconocerse la importancia de proteger la integridad de los ecosistemas acu�feros y de preservarlos mediante la conservaci�n de las cuencas hidrogr�ficas.

�Gesti�n y control integrados de las plagas de la agricultura. Entre los objetivos se destacan los siguientes: a) para el a�o 2000, mejorar y establecer servicios de protecci�n fitosanitaria y zoosanitaria, ..., y aplicar el C�digo de Conducta para la Distribuci�n y la Utilizaci�n de Plaguicidas; b) mejorar y aplicar programas para poner al alcance de los agricultores las t�cnicas de lucha integrada contra las plagas, ...; c) a m�s tardar en 1998, establecer redes operativas e interactivas entre agricultores, investigadores y servicios de extensi�n para fomentar y desarrollar t�cnicas de luchas integrada contra las plagas�.

Los otros Programas incluidos en este Cap�tulo 14 de la AGENDA 21 son los siguientes:

�Mejorar la producci�n agr�cola y los sistemas de cultivo mediante la diversificaci�n del empleo agr�cola y no agr�cola y la creaci�n de infraestructura;

Planificaci�n de los recursos de tierras, informaci�n y educaci�n para la agricultura;

Conservaci�n y utilizaci�n sostenible de recursos fitogen�ticos para la alimentaci�n y la agricultura sostenibles;

Conservaci�n y utilizaci�n sostenible de recursos zoogen�ticos para la agricultura sostenible;

Nutrici�n sostenible de plantas para aumentar la producci�n de alimentos;

Transici�n a la energ�a rural para mejorar la productividad; y

Evaluaci�n de los efectos sobre animales y plantas de la radiaci�n ultravioleta causada por la destrucci�n de la capa de ozono estratosf�rico�.

Alrededor de un a�o despu�s de la realizaci�n de la Cumbre para la Tierra, en Salvador, Bah�a (Brasil) entre el 15 y 16 de julio de 1993 se desarroll� la III Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. El desarrollo de la agricultura en el marco del desarrollo sostenible estuvo entre los principales temas de la reuni�n. De las recomendaciones (41) de la Cumbre se destacan:

La necesidad de ratificar el compromiso pol�tico expresado en los principios de la Declaraci�n de R�o (Cumbre para la Tierra);

La necesidad de revisar las leyes y normas del sector en el marco de los acuerdos de R�o para lograr un ordenamiento territorial y de los recursos naturales que respondan a las demandas actuales;

La obligaci�n de la defensa del patrimonio biol�gico de la Regi�n no s�lo por razones de preservaci�n de su integridad, sino tambi�n como bien de producci�n, asegurando el aprovechamiento sostenible de estos recursos;

La conveniencia de que los objetivos y criterios de sostenibilidad sean incorporados expl�citamente en el dise�o y manejo de la pol�tica macroecon�mica y comercial;

La necesidad de una profunda renovaci�n tecnol�gica, adecuada a la agricultura sostenible;

El establecimiento de estrategias regionales para normar reg�menes de patentes de los recursos vivos, ... y lograr esquemas de transferencia internacional de tecnolog�a m�s equitativos entre el Norte y el Sur;

Asumir un fuerte y decidido compromiso en cuanto al control del uso de plaguicidas.

Posteriormente, los d�as 7 y 8 de diciembre de 1996 en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) se realiz� la Cumbre de las Am�ricas sobre Desarrollo Sostenible. En el documento resultante de la misma, los Jefes de Estado y de Gobierno asumieron el compromiso de poner en ejecuci�n el Primer Plan de Acci�n del Hemisferio sobre Desarrollo Sostenible con base en los principios de la Declaraci�n de Santa Cruz de la Sierra con el prop�sito de superar los m�s apremiantes problemas que afrontan nuestros pueblos y asegurar un nivel de vida adecuado y digno para las generaciones presentes y futuras.  El contenido de la Declaraci�n de la Cumbre constituye una nueva ratificaci�n del compromiso asumido en la Cumbre para la Tierra, de junio de 1992.

La contrastaci�n de las caracter�sticas y de la situaci�n actual del sector, con las que deber�an ser las resultantes de los impactos ocasionados por la implementaci�n de los compromisos asumidos en los Acuerdos firmados en el transcurso de la d�cada de los noventa,  en general, exime de comentarios por la ausencia de cambios significativos.

Un tema aun ausente es el de la Soberan�a Alimentaria, como una valor superior al de la denominada Seguridad Alimentaria.

14. Sector Agropecuario y Producto Bruto Interno (PBI)

La participaci�n del PBI agr�cola en el PBI total de la Regi�n disminuy� de 20,3 % a 17,9% y a 14,3% entre los a�os 1950-52, 1959-61 y 1970, manteni�ndose aproximadamente constante desde fines de la d�cada de los a�os '70 hasta los primeros a�os de los '80, a partir de lo cual asumi� valores que fluctuaron entre 9,6% y 10,1% (Ver Cuadro N�9).

CUADRO N�9
AMERICA LATINA
EVOLUCION DEL VALOR AGREGADO SECTORIAL
(en millones de d�lares de 1990)
(a�os 1986-1995)

Sector
1986
1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995
Agropec. 89325 95392 97135 97225 98771 101389 103844 104146 109751 113101
Industrial 361355 371461 369131 369057 363639 375028 382229 398569 420432
417931
Servicios 483714 498001 501067 504257 509218 529771 548450 568982
595828 591525
Total 934394 964854 967333 970539 971628 1006188 1034523 1071697 1126011 1122557

Agrop.: Sector Agropecuario, Forestal y Pesquero.

Industrial: Miner�a y Explotaci�n de Canteras; Manufacturas; Construcci�n; Electricidad, Gas y Agua.

Servicios: Comercio al por mayor y al por menor; Transporte y Comunicaciones; Servicios Financieros; Gobierno; Otros Servicios

Fuente: BID. Progreso Econ�mico y Social en Am�rica Latina. Informe 1996. Washington, D.C., USA, noviembre 1996.

En los lapsos 1970-80, 1980-90 y 1990-95 el PBI agr�cola creci� a tasas medias anuales 3,5%, 2,0% y 2,7%, respectivamente, que resultaron inferiores a los ritmos de crecimiento de los otros sectores de la econom�a, y al de �sta en su conjunto, en los per�odos extremos, mientras que en el per�odo intermedio result� superior.

El citado tipo de evoluci�n del PBI agr�cola se dio en el marco de un significativo incremento de la superficie incorporada a la producci�n (V�ase el Cuadro N�7) , as� como de una amplia difusi�n de la tractorizaci�n (Ver Cuadro N�6), una leve expansi�n de la superficie bajo riego y un mayor uso de fertilizantes y pesticidas como instrumentos de la "modernizaci�n" imitativa de los Pa�ses industrializados que, como ya dijimos, conlleva una significativa disminuci�n de la mano de obra requerida para la producci�n.

La citada difusi�n de la tractorizaci�n implic� pasar de una relaci�n ha/tractor de aproximadamente 261 hect�reas (media del lapso 1961-1965) a 109 hect�reas (a�o  1995); mientras que el mayor uso de agroqu�micos implic� pasar de un gasto anual de m�s de 1.200 MILL de d�lares en pesticidas a poco m�s de 2.800 MILL de igual moneda en el a�o 1992.

En el Cuadro N�10 se muestra la evoluci�n de las Exportaciones e Importaciones en el per�odo 1986-1995. Como puede  observarse, las importaciones manifiestan un comportamiento m�s din�mico que las exportaciones (en MILL de U$S), superando a �stas en t�rminos absolutos  a partir del a�o 1992 seg�n la informaci�n disponible hasta el a�o 1995, en un marco general de p�rdida de poder adquisitivo de las exportaciones de la Regi�n (V�ase el Cuadro N�11) y de un incremento de la importaci�n de alimentos como procesos continuos. Los analistas del comercio internacional coinciden en sostener la afirmaci�n del alto grado de vulnerabilidad que enfrentan los Pa�ses de la Regi�n cuyas econom�as est�n basadas principalmente en los resultados de la agroexportaci�n.

CUADRO N�10
AMERICA LATINA
BALANZA COMERCIAL, EXPORTACIONES E IMPORTACIONES DE BIENES
(FOB, en millones de d�lares)
(a�os 1986-95)

Items
1986
1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995
Bza.Com. 17762 21452 24903 29445 30380 12278 -6075 -9860 -15454 -706
Exportac. 87389 99868 115443 128510 141675 141754 150743 161956 187692 227047
Importac. 69627 78415 90539 99065 111295 129475 156818 171815 203146 227753

Fuente: BID. Progreso Econ�mico y Social en Am�rica Latina. Informe 1996. Washington, D.C., noviembre 1996

Cuadro N�11
Am�rica Latina: Indices del tipo de cambio Real
Efectivo de las Exportaciones
(Elaborado sobre la base de �ndices de precios al consumidor)

Países
1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995*
Argentina 122.4 129.7 143.1 100.0 83.3 77.5 74.4 78.4 86.7
Bolivia 69.8 74.1 71.9 100.0 108.3 116.3 120.0 125.1 127.5
Brasil 156.8 143.2 108.4 100.0 118.5 127.7 115.4 92.9 71.2
Chile 96.3 102.0 96.4 100.0 98.9 95.3 96.6 96.5 93.0
Colombia 85.2 86.5 88.8 100.0 101.0 90.0 87.0 74.8 73.3
Costa Rica 99.6 104.0 98.0 100.0 108.3 103.0 100.7 101.0 98.4
Ecuador 78.8 92.3 94.6 100.0 95.2 94.7 84.0 78.2 77.4
El Salvador 99.7 86.9 82.8 100.0 98.4 98.2 87.4 83.9 81.9
Guatemala 84.1 85.0 85.4 100.0 87.9 87.0 88.2 85.1 82.6
Haití ** 88.2 93.1 96.4 100.0 92.8 96.2 110.2 97.7 86.0
Honduras 60.3 60.4 56.1 100.0 107.9 102.2 112.6 125.3 113.1
México 135.2 110.0 103.2 100.0 91.1 84.1 79.8 81.9 120.5
Nicaragua 3.1 125.4 150.0 100.0 104.6 104.9 108.3 113.3 118.0
Paraguay *** 93.1 96.5 101.9 100.0 86.9 90.6 92.2 97.4 108.9
Perú 189.8 195.8 122.1 100.0 82.1 80.9 83.3 84.4 86.2
R.Dominicana 130.2 151.0 109.2 100.0 100.6 101.3 96.8 95.4 93.5
Uruguay 80.6 86.7 86.3 100.0 88.1 84.1 74.2 76.6 79.3
Venezuela 83.9 81.2 96.1 100.0 93.3 88.5 88.9 92.5 74.3

Fuente: CEPAL, sobre la base de cifras del Fondo Monetario Internacional.

a: corresponde al promedio de los �ndices del tipo de cambio real de la moneda de cada pa�s con respecto a las monedas de los principales pa�ses con que cada pa�s tiene intercambio comercial, ponderados por la importancia relativa de las exportaciones hacia esos pa�ses. Las ponderaciones corresponden al per�odo 1989-1993.

* promedio enero a septiembre.; ** a partir de 1987 se us� el tipo de cambio comercial; *** se us� el tipo de cambio libre o paralelo.

15.  Acerca de la Cultura

Cada Pa�s de la Regi�n posibilita identificar un conjunto de Culturas sin una s�ntesis que exprese la superaci�n de los conflictos que dicha coexistencia ocasiona y s�, en cambio, con severas restricciones que impiden la integraci�n entre ellas. Esto se manifiesta, generalmente, en la marginaci�n de los grupos aut�ctonos tanto en el tratamiento y toma de decisiones tendientes a la superaci�n de la problem�tica de sus respectivos Pa�ses, como en lo concerniente a los reducidos �mbitos territoriales que ocupan. M�s a�n, a la fecha subsisten grupos �tnicos que se autoconsideran naciones dominadas, aunque con ciertos grados de libertades en el interior de los Estados Nacionales que los contienen, realizando de vez en cuando actos de reclamos de reconocimiento de sus soberan�as y derechos territoriales.

Si a lo ya dicho en la primera parte del presente documento se agrega que la mayor�a de la poblaci�n aut�ctona localizada en el medio rural practica una agricultura de subsistencia y constituye una parte predominante de la clase social denominada gen�ricamente campesina, hist�ricamente marginada de todo proyecto nacional que tienda a la incorporaci�n de los productores a los beneficios del incremento de la producci�n destinada al mercado externo, resulta f�cil comprender la vigencia de las relaciones de dependencia al interior de los Pa�ses, las que determinan apropiaciones de parte de los ingresos del sector campesino por los beneficiarios de los proyectos de desarrollo hist�ricamente implementados.

Las aludidas apropiaciones resultan tanto por el lado de los bajos salarios pagados a la mano de obra transitoria (resultado, quiz�s, de la oferta de mano de obra cada vez m�s numerosa), como por el lado de los bajos precios determinados para los productos generados principalmente para el mercado interno de menores recursos.

A la par de lo expresado, la hist�rica exclusi�n de los campesinos respecto a la colocaci�n de productos agropecuarios en el mercado externo, gener� la permanente expulsi�n de aqu�llos hacia �reas con suelos de menor capacidad de uso agr�cola y carentes de la necesaria infraestructura (socio � econ�mico - t�cnico- financiera) de apoyo. A la vez, este hecho ocasion� y ocasiona la expansi�n de la agricultura migratoria y "minera" (esta �ltima, predominantemente, en suelos de pendientes fuertes, f�cilmente erosionables y de escasa profundidad), con los obvios impactos negativos sobre el medio ambiente.

Como se ver� m�s adelante, el sector agr�cola de la Regi�n est� integrado b�sicamente por dos conjuntos de productores netamente diferenciados (sin que lo dicho implique desconocer la existencia de subconjuntos al interior de ellos), que expresan el resultado, o la s�ntesis, del predominio de los proyectos de desarrollo impuesto sobre los de desarrollo propio de las comunidades aut�ctonas. Y esto, a�n en el caso de los denominados "pueblos nuevos" (36). Los dos conjuntos principales son generalmente denominados "Campesinos" y productores "modernos", respectivamente. El primero de ellos se considera funcional del segundo, en particular, y respecto a la econom�a en su conjunto. Por consiguiente, la dimensi�n del primer grupo depende de las necesidades del segundo, y �stas son cada vez menores y explican parte del proceso de migraci�n rural - urbana.

16.  M�todos de Producci�n Agropecuaria en Am�rica Latina

La producci�n agr�cola al interior de cada Pa�s de la Regi�n fue siempre heterog�nea desde el punto de vista social, tecnol�gico y productivo, y no obstante los acentuados procesos de concentraci�n de la tierra (realizados y en realizaci�n en la mayor�a de los Pa�ses de Am�rica Latina) dicha heterogeneidad persiste.

La heterogeneidad se expresa en la pluralidad de sistemas agrarios, la que es debida a la funcionalidad econ�mica, social y pol�tica de cada uno de ellos en la estructura nacional.

El desarrollo del capitalismo en el agro de la Regi�n dio lugar a la formaci�n de tres segmentos b�sicos, social y tecnol�gicamente diferenciados, cuyos criterios operativos en cuanto al uso de los recursos y a las estrategias productivas responden a diferentes racionalidades. La din�mica del conjunto de los tres segmentos b�sicos, articulados bajo una misma l�gica que condiciona sus respectivas evoluciones, tiende a mantener la heterogeneidad del sector. Cada segmento b�sico de unidades de producci�n est� definido por el patr�n tecnol�gico asumido en la actividad propia de ellas. Tales tipos, globalmente, son los siguientes:

* Tipos "Tradicionales" o "Campesinos"

Bajo esta denominaci�n gen�rica se incluye a los estratos rurales de menores ingresos. Se caracteriza, b�sicamente, por el hecho de que qui�nes realizan el trabajo productivo son los mismos que toman las decisiones respecto a ello. En este tipo de unidad productiva se da una cierta correspondencia entre la unidad de fuerza de trabajo familiar, la unidad de producci�n y la de consumo. La fuerza de trabajo involucrada proviene s�lo excepcionalmente de fuera del grupo familiar, siendo frecuentes las situaciones de subempleo y de desocupaci�n.

La implementaci�n del programa de producci�n en este tipo de unidades implica baja disponibilidad de recursos y alta intensidad de mano de obra, as� como la aplicaci�n de conocimientos emp�ricos y el predominio de uso de energ�as animadas y renovables. Estas, en un alto n�mero de casos, constituyen alrededor de 90% o m�s de la energ�a total consumida en la producci�n.

Por insuficiencia de excedentes econ�micos y/o de los conocimientos necesarios para la incorporaci�n de maquinaria y equipos que usan combustibles l�quidos o energ�a el�ctrica, o por no son compatibles con la cultura y requerimientos, recurren al uso de la energ�a animal y humana, a la energ�a solar, a la e�lica, o a la de la biomasa; todas ellas captables internamente en la unidad de producci�n.

La preparaci�n de los suelos, las labores culturales y la cosecha se realizan mediante el uso de fuerza de tracci�n humana y/o animal. Algunos agraristas califican a este tipo de unidades como "atrasadas", sin tener en cuenta que en un n�mero significativo de casos son de alta eficiencia en el uso de los recursos y en la preservaci�n de la capacidad productiva de los suelos.

Al respecto, F.Tudela et.al. (7) expresan que los sistemas productivos campesinos de tipo tradicional son considerados "ineficientes" por quienes "se limitan a considerar el indicador de los rendimientos por hect�rea", obviando el hecho de que "una contabilidad m�s ajustada tendr�a que considerar la relaci�n entre los insumos para la producci�n y el producto final obtenido". Ejemplifican con el caso de la relaci�n energ�tica en la producci�n de ma�z:, que en la agricultura comercial estadounidense es 2,64 mientras que en la producci�n campesina mexicana es 14, o sea que las milpas mexicanas resultan 5,3 veces superiores en t�rminos de eficiencia energ�tica. Las investigaciones implementadas por el IDEE/FB (23) muestran relaciones a�n m�s amplias en numerosos cultivos, al comparar las intensidades energ�ticas resultantes en los tres tipos b�sicos de productores, seg�n patr�n tecnol�gico aplicado.

Tudela et.al agregan que no debe olvidarse que los campesinos, adem�s de trabajar con baja cantidad de insumos, ocupan los suelos de menor capacidad de uso agr�cola, por lo que los resultados obtenidos pueden ser sorprendentemente buenos y por lo general sostenibles a largo plazo, debido a la estabilidad de los agroecosistemas y a la racionalidad de las estrategias productivas m�ltiples implementadas.

Cabe se�alar que bajo este tipo "tradicional" existen tambi�n unidades de producci�n de tama�o mediano y grande, manejadas con mano de obra asalariada o bajo formas mixtas de remuneraci�n del trabajo. Este tipo (en realidad subtipo) se presenta, predominantemente, como unidad de producci�n pecuaria. Si bien el nivel tecnol�gico presente en este subtipo corresponde al tipo "tradicional", las motivaciones de los titulares de �stas son diversas y generalmente responden a diferentes racionalidades. Tienden a desaparecer como tales.

En un documento (9) se sostiene que despu�s de los a�os '60 se desarroll� en el espacio rural latinoamericano un amplio proceso de expansi�n, tecnificaci�n productiva y de modernizaci�n agr�cola que abarc�, en gran medida, a las explotaciones tradicionales y a las propiedades familiares, las que experimentaron importantes transformaciones tanto en su organizaci�n econ�mica como en su integraci�n al mercado y en sus relaciones sociales. Dicho proceso implic� "una transformaci�n del anterior dualismo latifundio/minifundio en un nuevo sistema bipolar de grandes empresas comerciales modernas y actividades campesinas de peque�a escala".

Las unidades de producci�n "Tradicionales" o "Campesinas" producen casi exclusivamente para el mercado interno. (28).

Cabe destacar que no todos los productores denominados "campesinos" (por origen) se encuentran contenidos bajo el tipo de unidades de producci�n "Tradicionales" o "Campesinas", pero al igual que las unidades de producci�n grandes incluidas bajo este tipo, num�ricamente carecen de significaci�n. Quiz�s su importancia mayor radique en la incidencia pol�tico - social sobre su sector de origen.

Generalmente, en numerosos documentos se argumenta que los titulares de la peque�a agricultura "son pobres pero ineficientes� (Schultz, 1964; Figueroa, 1984, entre otros) (37) y a partir de all� surgen recomendaciones de "educaci�n" que deber�an ser aplicadas a aqu�llos para "ayudarlos" a superar la situaci�n de extrema pobreza que afecta a una significativa porci�n de ellos, atribuyendo el fracaso de las reformas agrarias realizadas en numerosos Pa�ses de la Regi�n, a la racionalidad econ�mica predominante en el conjunto "Campesino".

Pero lo cierto es que dichas Reformas Agrarias no modificaron ni la escasez de tierras, ni las dificultades de acceso al mercado y al cr�dito, ni la ausencia de un adecuado sistema de comunicaci�n sobre alternativas tecnol�gicas viables (como ejemplo de no viable puede citarse el caso de la denominada Revoluci�n Verde), entre otras restricciones que secularmente afectan a la peque�a agricultura.

Antes de caracterizar el segundo tipo b�sico de M�todo de Producci�n Agropecuario, un breve comentario sobre la denominada "Revoluci�n Verde", por sus implicancias respecto al subsector "Campesino" o de "Peque�os Agricultores".

Dicha revoluci�n implica la adopci�n de un paquete tecnol�gico cuyo objetivo es maximizar a corto plazo los rendimientos unitarios de los cultivos comerciales. Este paquete est� integrado por semillas gen�ticamente mejoradas, fertilizantes, pesticidas, plaguicidas y agua para riego. Tiene su origen en los trabajos de la Fundaci�n Rockefeller realizados en M�xico a partir del a�o 1943, y su modelo excluye consideraciones sobre la evoluci�n de los agroecosistemas y todo an�lisis de sustentabilidad de �stos (7), as� como de las relaciones sociales de producci�n, la organizaci�n del sistema productivo, las modalidades de tenencia de la tierra, la dimensi�n cultural de los procesos, los aspectos institucionales y pol�ticos que sirven de marco a la producci�n, entre otros aspectos.

En M�xico, la Fundaci�n Rockefeller concentr� sus esfuerzos en ma�z, trigo, cebada y sorgo. Las consecuencias de la adopci�n del modelo fueron largamente criticadas por los perjuicios ocasionados a los campesinos, al orientarlos hacia la producci�n comercial de especies que formaban parte de la agricultura de subsistencia. Desde el punto de vista institucional, por lo que representan, se destacaron las cr�ticas provenientes del Instituto de Investigaci�n de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social (UNRISD), con sede en Ginebra (Suiza), hechas p�blicas en 1972. Pero ya desde 1941 numerosos investigadores alertaron sobre las consecuencias sociales negativas del modelo, con �nfasis cuando hacia mediados de la d�cada de los a�os '60 se promovi� la producci�n comercial de ma�z entre los agricultores de subsistencia. Los promotores respond�an las cr�ticas sosteniendo que los efectos negativos constitu�an el "ineludible costo social del progreso cient�fico y de la modernidad" (7).

Las antedichas cr�ticas al modelo se situaban en el marco socioecon�mico del problema que generaba. "Sin embargo, los problemas ambientales que genera dicha orientaci�n agron�mica, aunque son de una magnitud nada despreciable, no han recibido una atenci�n proporcional a su importancia" (7). Por ejemplo, la p�rdida en diversidad biol�gica, en el manejo m�ltiple de especies, el abandono de etnociencias campesinas que posibilitaba dicho manejo, el aumento de la dependencia para satisfacer requerimientos de consumos en las unidades de producci�n campesinas, el aumento de la vulnerabilidad de la Calidad de Vida de la poblaci�n involucrada directamente en la implementaci�n del modelo, los impactos negativos de la artificializaci�n de los ecosistemas sobre la fauna capturada para el autoconsumo en las explotaciones, la disminuci�n de la calidad biol�gica de los alimentos consumidos en ellas, la disminuci�n de la capacidad de uso de los suelos tanto por la inadecuada mecanizaci�n de las labores, como por los impactos sobre �stos causados por los agroqu�micos, etc., entre tantos otros impactos ambientales negativos, si bien algunos de ellos pueden ser tipificados como socioecon�micos en an�lisis parciales.

F.Tudela et.al. (7) destacan que "�el pensamiento neoliberal parece haber asimilado hoy el paradigma de la Revoluci�n Verde. Se produce as� una contradicci�n te�rica insalvable entre la defensa de las virtudes autorreguladoras de los mecanismos del mercado, concebidos como "NATURALES", y el fomento de agroecosistemas totalmente artificializados, que s�lo pueden perdurar sobre la base de constantes subsidios e intervenciones humanas"�.

La Revoluci�n Verde, iniciada en M�xico, se encuentra hoy expandida en casi la totalidad de los Pa�ses de la Regi�n.

* Tipo "Mixto" o "Intermedio"

Bajo esta denominaci�n se incluyen unidades peque�as o medianas de producci�n, basadas predominantemente en el trabajo familiar. Sus productos tienen como destino principal el mercado y cuentan con una dotaci�n de recursos superior a la disponible en las unidades de tipo "tradicional".

Numerosos titulares de este tipo de unidades disponen de tractores y/o de maquinarias en propiedad. Seg�n sea la disponibilidad de recursos y la organizaci�n de la producci�n puede encontrarse las situaciones siguientes:

-  Explotaciones que en la preparaci�n de los suelos y la ejecuci�n de las labores culturales utilizan exclusivamente tracci�n animal e implementos manuales, mientras que en la cosecha (de granos y algod�n, por ejemplo) utilizan tracci�n mec�nica.

-  Explotaciones que en la preparaci�n de los suelos y en la mayor�a de las labores culturales utilizan maquinarias y equipos a tracci�n mec�nica, pero usando adem�s mano de obra en deshierbes y otras labores de mantenimiento y defensa de los cultivos. En la cosecha utilizan tracci�n mec�nica. Adem�s, ocasionalmente, en los cultivos aplican agroqu�micos (plaguicidas, pesticidas, fertilizantes o mejoradores org�nicos de los suelos y, con menor frecuencia, herbicidas).

- Explotaciones que combinan el uso de la tracci�n mec�nica y de la tracci�n animal tanto en la preparaci�n de los suelos como en la realizaci�n de las labores culturales. La preparaci�n de los suelos, en general, la realizan mediante tracci�n mec�nica propia o contratada; mientras que las labores culturales, casi siempre, son implementadas con tracci�n animal.

Desde el punto de vista econ�mico son unidades relativamente estables y con niveles de productividad e ingresos que, bajo condiciones normales, posibilitan procesos de capitalizaci�n.

Comparadas con las unidades "tradicional", las de tipo "mixto" utilizan m�s energ�a por unidad de superficie, combinando en proporciones variables las energ�as animadas (humana y animal) con las inanimadas (mec�nica y qu�mica), lo que implica un mayor consumo de combustible f�sil. Utilizan menor tiempo en la realizaci�n de cada labor, obtienen mayores rendimientos unitarios y requieren insumos producidos fuera de la explotaci�n y, en algunos casos, de procedencia externa al Pa�s.

En los estudios realizados por el IDEE/FB en Bolivia, Venezuela y Nicaragua, entre otros Pa�ses de la Regi�n, en general, comparadas con las �tradicional�, las unidades de este tipo consumen m�s energ�a por unidad de producci�n (en Kilo equivalente de petr�leo-kep, por tonelada de producto obtenido).

* Tipo "Moderno"

Las explotaciones de este tipo corresponden a las identificadas como explotaciones de agricultura empresarial", o manejadas bajo criterios "comercial moderno", o a las sujetas a un "moderno capitalismo agrario". Estas unidades de producci�n tienen como titulares a los denominados "empresarios agr�colas".

Las explotaciones de este tipo, en general, son manejadas bajo criterios que responden a objetivos de corto plazo (m�xima ganancia).

La mano de obra utilizada es predominantemente asalariada y la producci�n obtenida tiene como principal destino el mercado externo y/o la satisfacci�n de requerimientos de los sectores de poblaci�n de mayores ingresos (nacionales y/o externos). Los titulares de estas explotaciones tienen estrechas vinculaciones con las fuentes de cr�dito, asistencia t�cnica y tecnolog�a, estando algunas veces asociadas en la conducci�n de ellas.

La viabilidad de este tipo de explotaciones en Am�rica Latina est� determinada por la naturaleza del modelo socioecon�mico vigente y se encuentra en plena etapa de expansi�n, a expensas tanto de las peque�as y medianas explotaciones como de nuevas �reas por expansi�n (hacia afuera) de la frontera agropecuaria, en detrimento de �reas boscosas. La viabilidad de este tipo de explotaciones no cambiar�a si se modificara la forma actual de titularidad pasando, por ejemplo, a formas asociativas que maximicen el n�mero de beneficiarios de la alta rentabilidad que posibilitan.

En este tipo de explotaciones pueden identificarse diversas situaciones, pero en todas ellas exhiben un alto grado de utilizaci�n de maquinarias a tracci�n mec�nica e insumos externos a las mismas; as� como una alta inversi�n de capital por unidad de superficie y elevados requerimientos de energ�a externa al propio sector. Una cantidad de escasa significaci�n respecto al total de las explotaciones de este tipo incorpora, a�n cuando parcialmente, la variable ambiental en la planificaci�n de la producci�n, tendiendo en consecuencia a mantener o incrementar la productividad natural (barbechos, rotaciones de cultivos, pr�cticas de manejo en la superficie bajo bosque, pr�cticas de conservaci�n de los suelos, las aguas, etc.).

Desde el punto de vista energ�tico, los estudios muestran que m�s de 90% de la energ�a consumida en las explotaciones de este tipo es de origen inanimado. El uso de energ�a animal se encuentra pr�cticamente ausente, mientras que el de energ�a humana se aplica en el manejo de maquinaria e insumos, adem�s de algunas labores manuales no realizables por medios mec�nicos. Por consiguiente, exhiben un alto consumo de energ�a f�sil y una significativa disminuci�n de los tiempos empleados en las labores culturales en general. Utilizan semilla gen�ticamente mejorada, fertilizantes, pesticidas, plaguicidas, herbicidas, riego (en proporci�n significativa), secado artificial y transporte automotor (dentro y fuera de la explotaci�n). Todo ello implica un incremento en el uso de energ�a por unidad de producto obtenido, aunque tambi�n un aumento en los rendimientos unitarios de los cultivos.

Como puede inferirse del an�lisis de los tres tipos b�sicos considerados, el pase de las explotaciones de tipo "tradicional" o del tipo "mixto" a "moderno" implica, o conlleva, un mayor uso de insumos y, en el caso de Am�rica Latina, generalmente importados de fuera del Pa�s.

Pero tambi�n implica optar por una mayor productividad de la mano de obra, o por un incremento de los rendimientos unitarios basado en fuertes subsidios energ�ticos, o por la toma de decisiones respecto a la pol�tica demogr�fica para el medio rural, o por una pol�tica sobre el uso de los recursos naturales relativamente escasos; todo lo cual no necesariamente se expresa o se basa en una pol�tica de desarrollo rural, social y ambientalmente sostenible. S�, por lo contrario, la mayor�a de las veces implic� la destrucci�n de valiosos ecosistemas desde el punto  de vista de su potencial productivo agropecuario, cuando no la introducci�n de graves alteraciones en el medio ambiente global.

Por consiguiente, la definici�n de "moderno" no implica por s� lo mejor, como tampoco la denominaci�n de "tradicional" es sin�nimo de atraso. Ambas responden a diferentes racionalidades que pueden ser antag�nicas o complementarias entre s�, dependiendo ello del modelo de desarrollo nacional en el cual se encuentren inscriptas.

Teniendo en cuenta los actuales condicionantes y determinantes del desarrollo de los Pa�ses de la Regi�n, seguramente hacia el futuro no lejano deber�n adoptarse modelos que abarquen los tres tipos b�sicos de explotaciones que fueron explicitados, lo que no implica que necesariamente deban subsistir las diferencias de ingresos que condena a los titulares de uno de los tipos a la pobreza permanente, mientras a los otros tipos posibilita grados diferenciales de acumulaci�n y poder.

17. Del GATT a la Organizaci�n Mundial del Comercio:
Liberalizaci�n del Comercio

La liberalizaci�n del comercio agr�cola a partir del Acta Final de la Ronda Uruguay, fechada 15 de abril de 1994, podr�a tener un impacto mayor en los precios de los productos y en las perspectivas de la agricultura en los Pa�ses denominados en "v�as de desarrollo".

Muchos pa�ses industrializados protegieron y protegen sus sectores agr�colas mediante los precios; de esta manera estimulan las respectivas producciones y generan excedentes. La inundaci�n del mercado, con dichos excedentes, ha disminuido de modo particular los precios de los productos muy protegidos (por ejemplo, productos l�cteos y carne bovina), generalmente involucrados en los mercados internacionales m�s peque�os.

Los Tratados que forman parte de dicha Acta Final de la Ronda Uruguay suponen, a corto plazo, que los precios m�s altos redistribuir�n la riqueza en todo el mundo y que los pa�ses en "v�as de desarrollo", exportadores de alimentos, se beneficiar�n. Por ejemplo, algunos economistas estiman que s� los pa�ses industriales levantaran las barreras contra la exenci�n arancelaria, las ganancias de los Pa�ses en "v�as de desarrollo" por concepto de exportaci�n de frutas y vegetales podr�an ascender de 24 a 36%; lo que posibilitar�a aumentar los salarios rurales y demorar la migraci�n, contribuyendo a mejorar las situaciones informadas en el Cuadro inserto a continuaci�n:

CUADRO N�12
AMERICA LATINA
FUERZA DE TRABAJO Y POBREZA

PAISES
FUERZA DE TRABAJO
(% DE LA POB.TOTAL)
FUERZA DE TABAJO (%)
POBLACION
EN LA POBREZA ABSOLUTA
(% TOTAL)
1989/91 1965 1989/
1991
1965 1989/
1991
1965 1989/
1991
TOTAL
1977/
1989
RURAL
1977/
1989
BARBADOS 46   4   26   70    
BELICE 31                
COSTA RICA 37 47 24 19 30 34 46    
CUBA 44 33 24 25 29 42 47    
EL Salvador 41 58 10 16 35 26 55 27 32
GUATEMALA 34   25   32   43 71 74
HAITI 41 77 50 7 6 16 44 74 78
HONDURAS 39 68 36 12 17 20 47 46 55
JAMAICA 45 37 25 20 12 43 63    
MEXICO 30 49 22 22 31 29 47    
NICARAGUA 35 58 10 16 35 26 55 20 19
PANAMA 36 46 12 16 21 38 67 26 30
R.DOMINIC. 30 59 46 14 15 27 39 44 43
Tri. y Tob. 38 20 10 35 41 45 49   39
ARGENTINA 38 18 13 34 34 48 53    
BOLIVIA 31 54 47 20 19 26 34   85
BRASIL 43 49 28 20 25 31 47    
COLOMBIA 45 45 1 21 31 34 68    
CHILE 37 27 18 29 30 44 52    
ECUADOR 35 55 30 19 24 26 46 56  
GUYANA 36   27   26   47   65
PARAGUAY 45 54 48 20 21 26 31 39  
PERU 40 49 35 19 12 32 53   50
SURINAM     20   20   60    
URUGUAY 40 20 15 29 18 51 67    
VENEZUELA 37 30 12 34 32 46 56    

Fuente: Elaborado en base a informaci�n del PNUD. Informe sobre el Desarrollo Humano 1994. Nota: sin modificaciones para la totalidad de los pa�ses en los posteriores Informes sobre el tema..

La �ltima Ronda Uruguay, concluida el 15 de abril de 1994, con la presencia de Ministros de 115 Pa�ses cerr� "formalmente siete a�os de negociaciones", mediante la firma del conceptuado como el "m�s amplio Tratado de apertura comercial de la historia del "comercio mundial".

Resta la aprobaci�n de algunas Legislaturas Nacionales, pero se estima que las negociaciones de la Ronda Uruguay finalizaron y con ellas el GATT, dando lugar a la constituci�n de la Organizaci�n del Comercio Mundial (WTO-World Trade Organitation).

A corto plazo, se acepta que los previsibles beneficios dela nueva Organizaci�n Mundial ser�n de escasa significaci�n y circunscriptos a algunas rebajas arancelarias, asignaci�n de nuevas cuotas de exportaci�n � incremento de la magnitud de las cuotas actuales de exportaci�n.

A mediano plazo, se supone que los impactos posibiliten el aumento de vol�menes de producci�n para el mercado (solvente) externo, pero para llegar a resultados que pudieran considerarse de liberalizaci�n del comercio mundial se estima que "falta mucho y (que) para transitar ese camino, naci� el WTO".


ANEXOS - CUADROS

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Tierras arables o de labranza: son las que se encuentran bajo cultivos temporales, incluyendo las praderas temporales para corte o pastoreo, las usadas en huertas y las que est�n temporalmente en barbecho o no cultivadas.Tierras destinadas a cultivos Permanentes: las tierras cultivadas, que no necesitan ser replantadas luego de cada cosecha (ej.: cacao, caf�, hevea, frutales). Excluye la dedicada a �rboles para producci�n de le�a o madera.Praderas y Pastos Permanentes: son las tierras usadas permanentemente para forrajes herb�ceos, cultivados o no (silvestre).Terrenos Forestales y Montes Abiertos: abarca las tierras ocupadas con especies nativas y ex�ticas, sea que est�n usadas con fines productivos o no. Incluye las superficies en las cuales se han talado los bosques, pero que se espera ser�n repoblados en un futuro previsible.Otras Tierras: comprende las no utilizadas, aunque potencialmente productivas; las superficies edificadas; los terrenos bald�os, parques, jardines, carreteras, caminos, tierras incultas y otras no incluidas en las anteriores categor�as.

Fuente: FAO. Anuario de Producci�n, Vol. 30, Roma, Italia, 1976.

( ) CCDH. A�o 7, N� 82. Noticias del GATT. �Qu� se firmo...?, P�g. 14-15.