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La
historia de las transiciones de hegemonía ilustra
diferentes aspectos del proceso por el que el moderno sistema
de Estados soberanos pasó de ser un mundo (europeo)
entre otros, a convertirse en el sistema sociohistórico
de la totalidad del mundo.
Por Giovanni Arrighi y Beverly J. Silver |
Ese proceso de globalización del sistema-mundo centrado
en Europa no ha seguido una sola vía de desarrollo [...]
Las expansiones a escala de todo el sistema, bajo el liderazgo
de cada Estado hegemónico, culminaban en una crisis y colapso
del sistema. La expansión no se reanudaba hasta que un
nuevo Estado hegemónico abría una nueva vía
de desarrollo, reorganizando el sistema a fin de resolver los
problemas y contradicciones hallados [...] por su predecesor.
[...]
Desde principios de la década de 1970, estamos viviendo
en otro de esos períodos [...] El análisis de las
anteriores transiciones hegemónicas nos permite detectar
patrones de recurrencia y evolución que nos ayudan a comprender
mejor el carácter y las posibles consecuencias de las transformaciones
[actuales]. Esta mejor comprensión puede resumirse en cinco
proposiciones [...] que planteamos como hipótesis [...]
Proposición 1
La expansión financiera global de los aproximadamente últimos
veinte años no constituye una nueva fase del capitalismo
mundial ni anuncia una ''incipiente hegemonía de los mercados
globales''. Por el contrario, indica claramente que nos hallamos
inmersos en una crisis de hegemonía. Como tal, cabe esperar
que esta expansión no sea sino un fenómeno temporal
que acabará más o menos catastróficamente,
dependiendo de cómo gestione la crisis la potencia hegemónica
en declive.
Nuestro análisis ha mostrado que la particular combinación
espacio-temporal de circunstancias que caracterizan las crisis
de cada orden hegemónico [...] ha variado de una transición
a otra, pero que en todos los casos se ha producido una expansión
financiera a escala sistémica. Estas expansiones llevan
consigo una masiva redistribución de rentas impulsada por
la intensa competencia entre los Estados por el capital en busca
de inversión. Al mantener su centralidad en las redes de
las altas finanzas, la potencia hegemónica en declive puede
poner a su servicio esta competencia y experimentar así
un repunte de su poder en decadencia. [...] Pero [...] el poder
renovado y la expansión financiera que lo alimenta [acaba
en todos los casos concluyendo] con el hundimiento completo del
orden hegemónico en decadencia al cabo de treinta o cuarenta
años.
Sostenemos que a escala mundial la expansión financiera
centrada en Estados Unidos presenta importantes analogías
no sólo con la centrada en Gran Bretaña a finales
del siglo XIX y comienzos del XX, sino también con la centrada
en los Países Bajos a mediados del siglo XVIII. [...]
Proposición 2
La novedad geopolítica más importante de la actual
crisis hegemónica es una bifurcación de los recursos
militares y financieros sin precedentes en las anteriores crisis
hegemónicas. Esta bifurcación disminuye la probabilidad
del estallido de una guerra entre las unidades más poderosas
del sistema, pero no reduce la de un deterioro de la actual crisis
hegemónica que conduzca a un período más
o menos largo de caos sistémico.
La presente crisis de soberanía estatal es de hecho la
tercera desde el establecimiento formal del moderno sistema interestatal
en 1648. Cada transición hegemónica dio lugar a
una simplificación drástica del mapa del poder mundial.
En la transición de la hegemonía holandesa a la
británica, las ciudades-Estado [...] se vieron barridas
en la política europea por el surgimiento de poderosos
Estados nacionales constructores de imperios. En la transición
de la hegemonía británica a la estadounidense les
tocó el turno a esos Estados nacionales constructores de
imperios, que quedaron relegados en la política mundial
por el surgimiento de las dos grandes superpotencias de tamaño
continental formadas en los márgenes del sistema-mundo
centrado en Europa occidental.
A lo largo de la crisis de la hegemonía estadounidense,
este proceso ha dado un paso más con la desintegración
de la URSS y la centralización en manos estadounidenses
de los recursos militares globales. Pero a medida que se han ido
relajando las restricciones impuestas a Estados Unidos por el
equilibrio del terror nuclear con la URSS, se han incrementado
las restricciones financieras al despliegue de esos recursos.
[...]
Proposición 3
A diferencia de la expansión financiera global, la proliferación
en número y variedad de organizaciones y comunidades empresariales
transnacionales es una característica nueva y probablemente
irreversible de la actual crisis hegemónica. Ha constituido
un factor determinante de la desintegración del orden hegemónico
estadounidense, y cabe esperar que se prolongue y configure el
cambio sistémico que está teniendo lugar acarreando
una pérdida de poder generalizada, lo que no quiere decir
universal, de los Estados.
Mientras que las expansiones financieras a escala sistémica
aparecen y desaparecen, las transformaciones de la organización
sistémica que las acompañan no lo hacen, constituyendo
fases sucesivas y distintas del proceso de formación, ampliación
y profundización del mercado mundial y del sistema-mundo
capitalista. [...]
Las fuerzas de la economía transnacional están claramente
minando el poder de los Estados, pero en este proceso, el de algunos
está creciendo. Aunque la extensión e intensidad
de estas fuerzas carece de precedentes, el aumento de poder de
algunos Estados en el contexto de una pérdida de poder
generalizada sí los tiene, y ha sido un fenómeno
típico de las anteriores transiciones hegemónicas.
La diferencia es que los Estados cuyo poder crecía en el
pasado eran líderes en la organización de la guerra
y la construcción del aparato estatal, mientras que los
actuales no lo son. [...]
Proposición 4
La pérdida de poder de los movimientos sociales, en particular
del movimiento obrero, que ha acompañado a la expansión
financiera global de las décadas de 1980 y 1990 es en gran
medida un fenómeno coyuntural. Indica las dificultades
para cumplir las promesas del New Deal global patrocinado por
Estados Unidos. Es probable una nueva oleada de conflictos sociales,
y cabe esperar que refleje la mayor proletarización, la
creciente feminización y la cambiante configuración
espacial y étnica de la fuerza de trabajo a escala mundial.
Las expansiones financieras sistémicas de las anteriores
transiciones hegemónicas contribuyeron a provocar una escalada
de la conflictividad social. La redistribución masiva de
rentas y las dislocaciones sociales inducidas por las expansiones
financieras suscitaron movimientos de resistencia y rebelión
por parte de las capas y grupos subalternos cuyo nivel de vida
se deterioraba. Estos movimientos, que interactuaban con la lucha
por el poder entre Estados, llegaron a obligar a los grupos dominantes
a formar un nuevo bloque social hegemónico que incluía
selectivamente grupos y capas anteriormente excluidos.
[...] Con la transición de la hegemonía británica
a la estadounidense, bajo el impacto conjunto de la revuelta contra
Occidente y las rebeliones de la clase obrera, el bloque social
dominante se amplió nuevamente mediante la promesa de un
New Deal global. A las clases obreras de los países más
ricos de Occidente se les prometió seguridad en el empleo
y alto consumo de masas, y a las elites del mundo no occidental
el derecho a la autodeterminación nacional y desarrollo
[...] . Pronto quedó claro, no obstante, que este paquete
de promesas no iba a cumplirse. Además, generó esperanzas
en las capas subordinadas del mundo que amenazaron seriamente
la estabilidad de la hegemonía estadounidense y que finalmente
precipitaron su crisis.
Aquí reside en realidad el peculiar carácter social
de esta crisis hegemónica comparada con las anteriores:
[...] la explosión de conflictos sociales a finales de
la década de 1960 y comienzos de la de 1970 precedió
y configuró la subsiguiente expansión financiera
[...] ; probablemente [constituyó] un factor mucho más
importante que la intensificación de la competencia intercapitalista
como estímulo para la fuga masiva de capitales hacia mercados
financieros extraterritoriales que creó, hacia 1970, las
condiciones del despegue de la expansión financiera. La
huida de las corporaciones multinacionales constituyó un
''voto de censura'' hacia [...] Estados Unidos y [...] sus aliados
europeos [...] . Este voto de censura [...] profundizó
la crisis de la hegemonía estadounidense [...] .
La situación dio un vuelco a raíz de la Revolución
iraní, la invasión soviética de Afganistán
y una demanda acrecentada de dólares. [...] El gobierno
estadounidense comenzó a competir activamente en los mercados
financieros mundiales por el capital necesario para financiar
la escalada armamentística frente a la URSS y al mismo
tiempo redujo los impuestos domésticos. Este cambio de
estrategia contribuyó decisivamente al despegue de la expansión
financiera global que reavivó en las décadas de
1980 y 1990 el poder [...] estadounidense, y sofocó [...]
el de los movimientos que habían precipitado la crisis
de su hegemonía. Pero los problemas subyacentes que habían
suscitado estas movilizaciones quedaron sin resolver y cabe esperar
que vuelvan a generar nuevas oleadas sistémicas de conflictividad
social.
[...] Resulta difícil adivinar qué formas adoptarán
los conflictos generados por estas nuevas grietas sociales [...]
Pero sean cuales fueren sus formas, estos conflictos no eliminarán
los antiguos.
Proposición 5
El choque entre las civilizaciones occidental y no-occidentales
queda atrás [...] . Lo que tenemos por delante son las
dificultades para transformar el mundo moderno en una comunidad
de civilizaciones que refleje el cambiante equilibrio de poder
entre ellas, en primer lugar y ante todo el resurgimiento de la
civilización centrada en China. Lo drástica y dolorosa
que resulte esa transformación --y de hecho, si conducirá
finalmente a una comunidad de civilizaciones y no a su destrucción
mutua-- depende en última instancia de dos condiciones:
primera, de lo inteligentemente que se acomoden los principales
centros de la civilización occidental a un status menos
preeminente, y segunda, de que los principales centros de la resurgente
civilización centrada en China sepan ofrecer colectivamente
soluciones sistémicas para los problemas sistémicos
planteados y no resueltos por la hegemonía estadounidense.
El choque entre las civilizaciones occidental y no-occidentales
ha constituido una constante del proceso histórico mediante
el que el moderno sistema-mundo pasó de ser tan sólo
europeo a ser global [...]
Bajo la hegemonía estadounidense, el mapamundi se ha redibujado
para acomodarse a las exigencias de autodeterminación nacional.
El nuevo mapa refleja la herencia del colonialismo e imperialismo
occidental [...] . [Hay], sin embargo, una excepción [...]:
Asia oriental. [...] La sorprendente velocidad con la que esta
formación regional se ha convertido en el nuevo taller
y cajero del mundo bajo el liderazgo ''invisible'' de un Estado
empresarial (Japón) y una diáspora empresarial (la
china) ha contribuido a generalizar el ''temor a la caída''
en los principales centros de la civilización occidental
[...]
La caída es probable porque los principales Estados de
Occidente permanecen prisioneros de las vías de desarrollo
que les dieron poder y riqueza [...] .
[1] Fragmentos de la ''Conclusión''
de Giovanni Arrighi & Beverly J. Silver, Caos y orden en el
moderno sistema-mundo, Madrid, Akal, 2001.
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