AERÓPAGOS
MANIFIESTO SOCIALISTA DE VENEZUELA
DOCUMENTO PARA EL DEBATE
Caracas, 2008
INDICE
1.
Introducción
2. Una visión histórico-política
3. Contexto internacional
4. Crisis del capitalismo rentístico
venezolano
5. Retos del socialismo venezolano
6. Tesis sobre el Modelo productivo socialista
7. El Partido Socialista Unido de Venezuela
1. Introducción
Construir una sociedad socialista para Venezuela ha sido el sueño
y sacrificio de muchas personas quienes ofrecieron inclusive su
propia vida por tales ideales. La situación que vive el mundo
en general, y en particular nuestro país, dados los inmensos
problemas no resueltos y los peligros que se tienen de desaparecer
de la faz de la tierra de todos quienes la habitamos, ha llegado
a un punto tal que se requiere tomar conciencia plena de la posibilidad
de una catástrofe. No podemos quedarnos con los brazos cruzados.
Pasar de la elaboración a la acción concreta, de la
comprensión de la realidad a su modificación radical
ha sido el desvelo de muchos quienes continúan luchando por
un mundo mejor. Este documento se elabora como una contribución
al actual debate que se da en Venezuela con el objeto de conformar
un Partido político revolucionario socialista que
impulse tales cambios hacia un país como lo pensaron nuestros
ancestros y quienes ofrendaron su vida y obra por la independencia
nacional. Sin el desarrollo de una teoría
es imposible una práctica revolucionaria, y sin una crítica
constructiva, que surja de la propia práctica, tampoco será
posible la edificación de una nueva sociedad fundamentada
en los principios de un trabajo creador y liberador.
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2. Una
visión histórico-política
2.1. Caída del régimen
puntofijista
La pérdida formal del poder por parte de las fuerzas sociales
y políticas que lo habían detentado tradicionalmente
constituye, sin duda, el acontecimiento político más
relevante ocurrido en el país en los últimos años.
De esta manera culmina la hegemonía, interrupción
de la capacidad para continuar trazándole el rumbo ético-político
a la sociedad venezolana, que hasta el 6 de diciembre de 1998 había
ejercido el bipartidismo adeco-copeyano, cuestión que, a
su vez, encuentra su explicación en los siguientes hechos:
1. En la mudanza de las mayorías
populares al lado del proceso bolivariano como quedaría demostrado
contundentemente en los procesos electorales que se realizan en
el país a partir de aquella fecha. La calidad de esta determinación
de los sectores populares se eleva todavía más si
se tiene en cuenta que lo que la produce no es sólo la urgencia
que estos tienen de comenzar a resolver de manera permanente la
grave situación socioeconómica que los ha venido afectando,
sino su disposición de participar activa y directamente en
la realización del cambio político-estructural
planteado en el país. A este respecto es muy importante subrayar
que ha sido el significativo desarrollo alcanzado por la consciencia
política del pueblo, lo que permite comprender, en definitiva,
tanto su comportamiento político electoral de los últimos
tiempos, como su participación decisiva en las acciones de
calle que dieron al traste con la contraofensiva desestabilizadora
desplegada por la reacción derechista durante el golpe de
Estado del 11-A, el paro petrolero y el referendo presidencial revocatorio
de 2004.
2.La pérdida del control relativo
del aparato militar del Estado, el cual fue convertido por el orden
bipartidista en el soporte armado del sistema puntofijista que el
país padeció durante más de cuarenta años.
3. El proceso de disolución
al que se ha visto sometida la estructura burocrático sindical
que, desde los años sesenta, le sirvió de base de
operaciones al bipartidismo puntofijista en el seno de los trabajadores.
2.2. La contraofensiva desestabilizadora
de la derecha exógena
No resulta casual que la acción desestabilizadora desplegada
por la derecha puntofijista durante el período 2001-2004,
coincida con la intensa movilización política que
durante el mismo período lleva a cabo el pueblo por un mayor
desarrollo y consolidación de los contenidos revolucionarios
del proceso político en marcha. Este es también el
momento en que por efecto de la gran movilización y presión
popular, el Gobierno toma la decisión de hacer aprobar por
la Asamblea Nacional el primer conjunto de leyes habilitantes (Noviembre
de 2001), cuyo contenido recogía, en términos generales,
la voluntad del pueblo de imprimirle una mayor profundidad a sus
demandas. A todo eso respondió la derecha con el paro patronal
de diciembre de 2001, que antes que modificar a su favor el cuadro
político nacional, y de contener -sobre todo- el ascenso
político del pueblo, contribuyó significativamente
a elevar su consciencia y su disposición a darlo todo en
la defensa de un Gobierno en el que ya había cifrado completamente
sus aspiraciones emancipatorias. La firme y tenaz resistencia puesta
por nuestro pueblo en el enfrentamiento y posterior derrota de la
“derecha exógena” durante el Golpe de Estado
de Abril, el paro petrolero de Diciembre de 2002 - Febrero
2003, y el referendo revocatorio de Agosto 2004, son una clara y
contundente demostración de lo que hemos afirmado.
De suyo se comprende, que todos esos resultados
victoriosos fueron el producto de dos cosas: 1) del importante grado
de desarrollo de la consciencia política alcanzada por el
pueblo venezolano en el curso de la lucha actualmente planteada
por el poder; y 2) de la formidable y masiva movilización
desplegada conscientemente por los distintos sectores populares
comprometidos e interesados en la conquista de esos resultados.
El sentido común más elemental indica que la movilización
y la organización revolucionaria del pueblo -la cual
había dado extraordinarios resultados- debió
haberse mantenido como el método o la forma de lucha principal
para seguir enfrentando la contraofensiva desestabilizadora de la
“derecha y la ultraderecha exógenas”. El que
ello no haya sido así, es lo que viene a explicar -en definitiva-
muchos de los errores en que hemos incurrido últimamente
y, particularmente, la insólita derrota sufrida en el referendo
del 2-12-07; derrota que no sólo ha introducido un importante
desconcierto en nuestras filas, sino que se ha convertido lógicamente
en un gran estímulo para el desarrollo de los planes políticos
de nuestros enemigos, que son los mismos de todo el pueblo venezolano
y de los pueblos hermanos de América Latina.
Una cuestión que llama poderosamente nuestra atención
en relación con esa derrota, es la abstención (al
igual que los que votaron por el NO) de más de tres millones
de venezolanos que estando identificados políticamente con
el proyecto bolivariano, y habiendo sufragado por el Presidente
Chávez en la elecciones presidenciales de 2006, ahora se
negaron a hacerlo por la reforma constitucional propuesta por él.
Se trata de un hecho que exige, por una parte, una evaluación
que lleve a determinar cabalmente su causalidad y, por otra, abrir
los canales político-organizativos que le permitan a este
sector del proceso bolivariano expresarse críticamente y
contribuir, de ese modo, a la superación de esa situación.
2.3. La situación política
actual en el interior de la derecha puntofijista
Es indudable que el resultado electoral del 2-12-07, se ha constituido
en un importante factor coadyuvante de la política desestabilizadora
de la “derecha exógena”. Tanto es así,
que algunos de sus más caracterizados voceros ya se les ve
y se les oye haciendo cálculos acerca de lo que perciben
como la caída inminente e inevitable del gobierno bolivariano.
En relación con esto, es obligado considerar que de alguna
manera ese optimismo de la derecha no es del todo infundado. Algunos
de los elementos que así lo confirman son: 1) a pesar de
que esta derecha ha dado muestras recurrentes de una gran incapacidad
política no se debe subestimar, sobre todo si no se pierde
de vista que no actúa sola, que lo hace, como se sabe, de
la mano generosa de los Estados Unidos, enemigo número uno
de nuestro proceso político; 2) nuestras propias limitaciones
como movimiento político, particularmente las referidas a
nuestra casi nula vertebración organizativa, en el seno del
pueblo; 3) el cúmulo de problemas que siguen gravitando intensamente
sobre las mayorías populares y que son aprovechadas massmediaticamente
por la “derecha exógena” -con base cierta-
para el impulso de su política en contra nuestra: nos referimos
a los problemas de la inseguridad, el desabastecimiento, la carestía,
la corrupción; 4) el desaliento y la confusión que
ha creado en nuestras filas la derrota electoral del 2 de Diciembre
pasado; 5) la real división y el conflicto que de manera
sorda recorre a toda la estructura militar del país.
La apreciación desprejuiciada (objetiva) de estos elementos,
hace que no constituya una exageración afirmar que en la
actualidad existen sobradas razones para pensar -si no se produce
un viraje cualitativo en nuestra situación política
general- en la posibilidad de que se realice en nuestro país
una restauración del viejo poder, pero ahora en su expresión
más reaccionaria y fascista.
2.4. La situación política
en el seno del bloque popular
Aunque en la estructura general de Estado existe o se ha constituido
un poder político que se reconoce a sí mismo como
la representación y expresión de los intereses de
los trabajadores y el pueblo; poder que en una medida importante
ha realizado una gestión a su favor, no puede afirmarse,
sin embargo, que estos dos actores principales del proceso revolucionario
hayan logrado todavía colocarse en el lugar que les corresponde
como fuerza motriz y dirigente del proceso político que se
vive en el país. Eso, por un lado; y, por el otro, se mantiene
en una situación de desarticulación y dispersión
que no sólo explica lo anterior, sino que le ha impedido,
hasta ahora, dotarse de una estructura organizativa propia y de
una orientación teórico-política que le de
una forma definida y la debida coherencia y consolidación
como movimiento político revolucionario. He aquí sus
debilidades más importantes. Pese a ello, posee una fortaleza
que es su principal arma de combate en estos momentos: el importante
desarrollo de su consciencia política, alcanzado en el curso
de las luchas políticas en las que ha venido participando
como actor de primer plano; entre las que destacan -es preciso
reiterarlo- su participación decisiva en las jornadas políticas
del 13 de Abril, el paro petrolero y el referendo activado por toda
la derecha (nativa y extranjera) para lograr por esta vía
el derrocamiento de Chávez.
Esta situación general del Bloque del poder popular plantea
la necesidad de comenzar a trabajar en lo inmediato en la construcción
de los instrumentos político-organizativos que le permitan,
a la brevedad posible:
1) Superar el estado de dispersión
y desarticulación en que se encuentra, a fin de consolidar
y estabilizar el poder revolucionario del pueblo frente a los planes
desestabilizadores de la “derecha exógena”. Esto
implica:
a. Profundizar el proceso de cambios
del viejo Estado puntofijista a un nuevo Estado bajo la dirección
directa de los trabajadores y el pueblo.
b. Acelerar la actividad de construcción
de un auténtico poder popular,
que comience a expresarse como un poder autónomo organizado
en redes, y que sea, al mismo tiempo, la prefiguración y
el punto de partida para la construcción del nuevo Estado,
de un Estado verdaderamente revolucionario (no superestructural-burocrático)
de los trabajadores y el pueblo, como se ha dicho antes.
c. Convertir al PSUV, en proceso de
constitución, en una estructura partidista integrada y dirigida
fundamentalmente por representantes políticamente avanzados
de los trabajadores y el pueblo; que hayan tomado partido, de manera
consciente, por el socialismo revolucionario.
Al lado de todo esto, se requiere igualmente:
1. Avanzar en la definición
concreta del carácter de la revolución venezolana
en el presente período histórico en que nos encontramos
(en su expresión nacional e internacional).
2. Avanzar, al mismo tiempo, en la
definición del tipo de socialismo que se plantea construir.
2.5 Poder revolucionario de los trabajadores y el pueblo en Venezuela
El estado actual de la lucha por la construcción
y consolidación del poder revolucionario de los trabajadores
y el pueblo en Venezuela debe ser visto desde la hegemonía
de los trabajadores y el pueblo en la dirección del Estado
y de la Sociedad.
Lo primero que habría que señalar a este respecto,
es que se está lejos de poder decir que el conflicto o la
crisis de hegemonía actualmente planteada en Venezuela se
ha resuelto o está en vías de resolverse en una determinada
dirección. De tal manera que no se está en condiciones
de determinar “quién ha vencido a quién”.
Parafraseando al viejo revolucionario venezolano, Fernando Márquez
Cairoz, lo que cabe afirmar es que “este combate no se ha
decidido aún”. Por eso, la pretensión de crear
la imagen o la certeza de que aquí ese problema básico
de la revolución ya está resuelto es un autoengaño,
o un vano intento dirigido a engañar a los demás.
En consecuencia, se trata de un problema, como todos los que tienen
que ver con la lucha por el poder, que siempre se resuelve en un
enfrentamiento más o menos prolongado (que por lo general
incorpora la violencia como medio) entre actores políticos
antagonizados; enfrentamiento en el que finalmente triunfa el que
logre acumular la mayor suma de fuerza frente a su adversario (enemigo).
O dicho de otra manera, estamos frente a un problema de correlación
de fuerzas que, en el caso concreto de Venezuela, se resolverá
a nuestro favor si finalmente los trabajadores y el pueblo superan
en el breve plazo sus actuales debilidades; con lo cual se habrán
colocado en condiciones de rebasar en fuerza a sus enemigos internos
(los de su propio seno) y externos en la contienda política
que tiene lugar en el país. Pero, como es lógico suponer,
nadie puede predeterminar el desenlace final de esa contienda, puesto
que la misma, como se ha dejado ver, constituye una cuestión
práctica (no sujeta a ninguna predicción, ni a ninguna
“ley de la fortuna”) en la que se ponen a prueba las
capacidades, las habilidades y las destrezas de los actores en la
resolución de los intrincados problemas que la lucha por
el poder y la hegemonía política plantean.
2.6. Organización y movilización
política de los trabajadores y el pueblo
Sólo la organización y la movilización política
consciente (con apego a una línea política definida
y decidida colectiva y democráticamente) le dará la
victoria final a los trabajadores y al pueblo en el desarrollo de
la lucha planteada.
Se trata, en este caso, de un verdadero “imperativo categórico”,
por cuanto sólo mediante el cumplimiento de esos dos presupuestos
podrá derivar el bloque popular la victoria -de manera simultánea-
frente a la sustitución de la movilización directa
y autónoma por el enclaustramiento dirigido que se le ha
impuesto a los trabajadores y al pueblo desde las instancias burocráticas
del Estado; y frente a la nueva contraofensiva política que
la derecha exógena se dispone a llevar a cabo en lo inmediato.
En este sentido, debemos proponernos dos cosas de gran importancia
en estos momentos:
1. Declarar una movilización
general en el interior del proceso bolivariano, que ponga en
tensión activa todas las posibilidades contenidas
en el seno del pueblo. Sólo así, como se ha señalado,
estaremos en capacidad de infligirle una derrota aplastante a la
“derecha exógena” en las elecciones del próximo
mes de Noviembre, y ante cualquier otro evento que esta ponga en
ejecución como parte de la continuidad de sus planes desestabilizadores.
En correspondencia con la realización de esta iniciativa,
proponemos que el proceso de constitución del PSUV se convierta
en una parte de esta movilización, a fin de que dicho proceso
genere internamente las condiciones políticas que faciliten
la derrota de la “derecha exógena” y la profundización
del proceso político en desarrollo.
2. Que los líderes naturales
de los trabajadores y el pueblo sean escogidos democrática
y directamente por éstos para ser designados como candidatos
a Alcaldes y Gobernadores.
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3. Contexto
internacional
El metabolismo de la lógica del capital expresa el significado
más profundo de cómo se desenvuelve la humanidad en
el Siglo XXI. Desde el inicio de la crisis estructural que lo afecta
desde hace algunas décadas, se ha agudizado la contradicción
básica que rige nuestra sociedad, y hoy se plantea de manera
dramática la sustitución de la anterior lógica
por otra, tal que logre desafiar la
subordinación estructural jerárquica del trabajo al
capital.
Cuatro son los antagonismos irreconciliables
que sufre el mundo actual, el primero tiene en cuenta lo
que le ocurre a los Estados nacionales y al
capital global, lo cual a su vez se manifiesta en tres diferentes
tipos de contradicciones: aquellas que ocurren entre el monopolio
y la competencia, el de la socialización creciente del proceso
de trabajo y la apropiación individual de los productos generados,
y la tercera, la existente entre la división internacional
del trabajo y la dominación global hegemónica del
capital.
El segundo antagonismo estructural se refiere a las
relaciones entre el ser humano y el ambiente, en un contexto
cada vez más depredador de la naturaleza misma, en contraste
con las necesidades humanas insatisfechas.
El tercer antagonismo tiene que ver con la situación
del género femenino y su lucha por demás histórica
por alcanzar la igualdad sustantiva.
El cuarto antagonismo expresa la presencia
de un desempleo crónico, producto de la división
jerárquica del trabajo que le permite erigirse al capital,
como una estructura de mando vertical.
Siendo el capital un orden de control, debe
tener una estructura de mando única, lo cual se expresa por
un lado en la división de la sociedad en clases sociales,
y por la otra, en instituir al Estado como órgano de control
político, todo ello con el objeto de cumplir la función
de una máxima extracción de plustrabajo. Se
da de esa manera una doble determinación del capital al trabajo,
como relaciones de jerarquía y subordinación. Dado
que el capital se encuentra orientado hacia la expansión
y está guiado por la acumulación, cuando este proceso
se detiene, se producen las crisis, teniendo hoy en día,
un carácter estructural dado que emergen sus componentes
eminentemente destructivos, con el peligro de desaparición
de la humanidad entera.
En tres diferentes instancias se manifiesta la ausencia de un control
unitario por parte del capital, la primera, al observar la separación
entre la producción y el control, la segunda, con la independencia
entre la producción y el consumo, y finalmente, la existente
entre el mundo de la producción y la circulación.
Para tratar de armonizar dichas relaciones actúa el Estado
como aquella estructura de mando política totalizadora del
capital, sin embargo, a lo largo de la historia del capitalismo
más desarrollado, como lo fue también en el caso de
la antigua Unión Soviética, no pudieron evitar las
guerras mundiales del Siglo XX, como tampoco las que se han presentado
en el inicio del Siglo XXI. Solamente al Estado
le ha tocado un rol remedial a lo largo de la historia, y cuando
se extralimitó en demasía produjo la implosión
de dicho sistema.
No es posible valorar el desarrollo futuro de cualquier alternativa
diferente a la del capitalismo global de nuestros días, si
no tenemos en cuenta el desajuste estructural entre el Estado moderno
y las estructuras reproductivas del capital. El
sistema capitalista actual se basa en la alienación del control
de los productores. El capital global no tiene una contrapartida
en el Estado global.
Con la imposición del imperialismo hegemónico global,
con Norteamérica como fuerza predominante, a través
del más poderoso complejo militar-industrial que jamás
haya existido, han aumentado los riesgos de una destrucción
del globo terráqueo y exterminio de la humanidad, en esa
dirección, la expresión de Rosa
de Luxemburgo, acerca del dilema a enfrentar entre ¨Socialismo
o barbarie¨, adquiere un dramatismo particular.
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4. Crisis
del capitalismo rentístico venezolano
Las luchas ancestrales de los pobladores de nuestro territorio,
así como las que permitieron liberarlo del yugo del imperio
español, construyeron un país que por siglos ha mostrado
su carácter indómito y rebelde. Sin embargo, la dotación
natural no ha podido ser transformada por la acción de sus
habitantes en riqueza permanente para el desarrollo de las presentes
y siguientes generaciones de venezolanos. Los conflictos internos
y la falta de visión de futuro han cercenado posibilidades,
que en la actualidad se encuentran condicionadas por una crisis
del sistema capitalista rentístico que vive el país,
a consecuencia de la riqueza petrolera descubierta en los inicios
del siglo anterior.
La renta petrolera venezolana, producto de la propiedad del Estado
del recurso energético, como medio de producción no
producido, no se genera en el país sino que se capta del
exterior y significa un ingreso sin contrapartida productiva, con
abundancia de recursos monetarios e insuficiencia de captación
de capitales, siendo su distribución posterior, un acto de
carácter netamente político. La renta que tuvo un
carácter dinamizador en algunos períodos de la economía
nacional se vino transformando cada vez más en un obstáculo
para el desarrollo, terminando por hacer colapsar la propia economía
rentística.
Dos países diferentes quedaron como resultado de la aparición
petrolera, uno moderno y dinámico integrado a la economía
mundial y otro tradicional y estancado, más orientado al
mercado interno, mostrando un circuito de acumulación abierto
por ambas puntas, una como economía netamente exportadora
de hidrocarburos y la otra productora de bienes de consumo final,
establecida fundamentalmente, en el Eje Norte Costero del país.
De allí surgió el proceso sustitutivo de importaciones
como modelo de desarrollo concentrador y generador de una creciente
marginalización en los principales centros poblados. Luego
vino el proceso de privatización petrolera, habiéndose
dado previamente los hitos de la Reforma Petrolera de 1943, primero,
la fundación de la Organización de los Países
Petroleros de Petróleo (OPEP) en 1960, después, y
posteriormente, la Nacionalización en 1976. Como se afirma,
el papel del Estado rentista más allá de la recaudación
de la renta y su distribución, al no operar los mecanismos
de regulación, provocó el colapso de la economía
rentística, la desaparición práctica de la
regalía, como emblema del sistema rentístico marcó
su partida de defunción. A partir de
finales de los años setenta se produjo un proceso de descapitalización
hasta nuestros días, transfiriéndose una enorme riqueza
propiedad de todos los venezolanos a manos de pocos privados.
Fue sólo con la llegada del nuevo gobierno en diciembre de
1998 cuando se intentó revertir esa tendencia de dos décadas
de desacumulación productiva.
La crisis rentística por un lado, y la deslegitimación
de un régimen político surgido hace medio siglo bajo
el llamado Pacto de Punto Fijo, fue incapaz de resolver las crecientes
necesidades que planteaba la sociedad venezolana. Los campanazos
de alerta de la explosión popular de 1989, con el ¨Caracazo¨,
y las rebeliones militares de 1992, comenzaron a abrir la posibilidad
de una alternativa a la crisis de legitimación del Estado
venezolano que se venía gestando producto del régimen
bipartidista clientelar. El nuevo gobierno que se instaló
en febrero de 1999 acompañado por un proceso constituyente
sometió en diciembre de ese mismo año la propuesta
de una nueva Constitución que fue aprobada con amplio margen
popular. Se concretó de esa manera la posibilidad de solución
a la crisis de legitimación del régimen de la Cuarta
República. Una alternativa de carácter nacionalista
comenzó a gobernar el país, y desde su mismo inicio
comenzó la recuperación de la renta petrolera y su
distribución para la solución de la deuda social acumulada
durante décadas, al unísono que se planteaba una política
social inclusiva buscando una igualdad sustantiva para las grandes
mayorías de la población venezolana.
Grandes avances se han alcanzado desde el inicio del gobierno bolivariano
dirigido por el Presidente Hugo Chávez, particularmente en
el área política y en la social. En cuanto a lo primero
el nivel de conciencia adquirido por el pueblo venezolano le ha
permitido mantener un gobierno que ha correspondido a sus necesidades,
y en segundo lugar se ha demostrado la fortaleza de la fuerza popular
al derrotar el intento de Golpe de Estado del 2002, y al sucesivo
sabotaje petrolero. La organización popular ha avanzado en
diferentes frentes, requiriéndose sin embargo, la consolidación
de un liderazgo político colectivo que mantenga las esperanzas
y posibilidades de un proceso de cambio social radical y revolucionario.
La política social incluyente consistentemente sostenida
a lo largo de estos años debe consolidarse con mayores grados
de eficacia y eficiencia estatal, acompañada permanentemente
por la contraloría social y la organización del pueblo
desde la base, para combatir las desviaciones burocráticas,
ampliando su base de acción para alcanzar una mayor cobertura
y calidad, acorde con el pago de una inmensa deuda social que viene
del régimen de la Cuarta República. Los indicadores
sociales ya alcanzados son una muestra de la correcta línea
planteada en el campo social, pero la misma debe ser constantemente
revisada para profundizar dichos cambios anhelados por el pueblo
venezolano.
En el ámbito económico, la recuperación de
la renta petrolera y su distribución para fines sociales
y productivos ha permitido un crecimiento significativo, que deberá
mantenerse con la profundización de la lucha contra los intereses
de los sectores dominantes que pretenden continuar con el modelo
de desacumulación y con rasgos privatizadores vinculados
a intereses foráneos. En esa dirección el papel del
Estado deberá complementarse con un desarrollo de la economía
popular, para satisfacer las necesidades humanas de la mayoría
de la población. No solamente el Estado debe actuar como
productor de riqueza de manera directa a través de la propiedad
de los medios de producción, como las empresas consideradas
estratégicas, sino también en su papel de regulador
entre los diferentes tipos de propiedad, la estatal, la social y
las demás formas, particularmente en la etapa de transición
hacia una economía de carácter socialista. Estas definiciones
se hacen necesarias no solamente al plantear el modelo productivo
deseable, pero sobretodo el modelo que será viable en las
condiciones específicas de Venezuela. A continuación
enumeramos una serie de funciones que deberá cumplir el Estado
Socialista:
a) ser expresión constitutiva
y hegemónica del Poder Popular; garantizar que el trabajo
se convierta en conductor y organizador de los procesos productivos;
b) garantizar el proceso de acumulación
socialista;
c) regular las relaciones sociales
de propiedad, producción, distribución y consumo;
d) ser productor directo de riqueza
basada en el trabajo no alienado;
e) captar y distribuir la renta petrolera.
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5. Retos
del socialismo venezolano
Variados e importantes son los retos que se plantea la construcción
del socialismo en Venezuela.
El primer reto se refiere a las condiciones de
irreversibilidad del proceso. La alternativa que se proponga
debe superar de manera permanente la base de poder del adversario
más poderoso que ha tenido la historia de la humanidad, esto
es, la lógica del capital.
Irreversibilidad como condición necesaria,
no suficiente, en un horizonte temporal abierto hacia el
futuro que requiere definiciones del hoy en un tránsito que
permita crear las condiciones subjetivas y materiales de la sociedad
que se propugna de carácter socialista.
La irreversibilidad de un proceso que apenas se encuentra en transición
al tratar de superar la crisis de legitimación del Estado,
como una modificación de un cambio de régimen de la
Cuarta a la Quinta República, plantea
antes que nada la necesaria consolidación del régimen
político existente, cuestión que se encuentra
en ciernes dada la correlación de fuerzas existentes y la
ofensiva que no ha cesado ni siquiera a 5 años del Golpe
de Estado de abril de 2002. La superación de la crisis aún
en curso a través del fortalecimiento de las relaciones entre
el pueblo venezolano y su Fuerza Armada es algo que fluye a través
de la estructura de la misma institución armada como también
a través de las relaciones y contradicciones en el seno del
pueblo mismo. En esa dirección la construcción
de un partido socialista que represente un liderazgo colectivo,
con el papel de intelectual orgánico, es una condición
apenas necesaria en ese proceso de lograr una irreversibilidad de
la transición planteada.
Si la irreversibilidad de la transición política se
encuentra en juego lo es aún más la relativa a la
transformación del aparato productivo hacia un modelo de
tipo socialista, en ese sentido es posible plantear diferentes tesis
acerca de ese tipo de transición.
La condición de irreversibilidad contiene muchas especificidades
necesarias. Una muy particular se refiere a la captación
de la renta petrolera y su distribución sustantiva entre
quienes menos tienen, no a modo de un reparto indiscriminado que
sólo aportaría mayor desorden al desorden y concentración
de riqueza en las viejas personificaciones del capital y de las
nuevas que se asoman con la máscara de la revolución
y el socialismo, particularmente las que se han venido conformando
en estos primeros años del proceso de cambio que se inició
el 6 de diciembre de 1998. El reparto equitativo de la riqueza y
su justa distribución para poder avanzar en el desarrollo
de las fuerzas productivas nacionales pasa por el pago de la deuda
social acumulada y la reversión del proceso de desacumulación
que se inició en Venezuela a finales de la década
de los setenta luego del primer boom petrolero y el inicio del segundo
a principios de los ochenta.
Un segundo reto se refiere a la participación
plena en la toma de decisiones de los productores asociados,
no sólo en los campos de la actividad social y económica,
sino también en la esfera cultural. El establecimiento de
una genuina y no jerárquica coordinación y en correspondencia
una relación no adversarial entre los productores asociados,
se constituye en uno de los retos a superar para alcanzar el socialismo
y su basamento en una lógica del trabajo. Si durante el nacimiento
del capitalismo esa relación entre productores vino a requerir
el establecimiento de una acción libre de la interferencia
de la política, y de allí el surgimiento del mito
de la mano invisible del mercado, en contraste con la permanencia
del Estado para tratar de salvar lo insalvable dentro de la crisis
del capital actual, en el futuro la construcción de ese nuevo
tipo de relaciones, por un lado genuinamente no jerárquicas,
y por el otro, de carácter no adversarial implican condiciones
que puedan permitir germinar el nuevo tipo de vínculos en
la esfera productiva para superar la lógica extractiva de
plustrabajo por parte del capital, y por otro lado, la oposición
a todas las formas de subordinación y dominación que
van más allá de lo netamente productivo y sobrepasar
dicho ámbito para alcanzar lo social y cultural como referencias
para el nuevo tipo de sociedad que se intenta construir basado en
la lógica del trabajo.
La personificación de la lógica del trabajo en los
productores asociados, representaría la manera como las relaciones
de producción se establecerían en la nueva sociedad.
Modificando así la relación entre el valor de cambio,
predominante en la sociedad capitalista, como dominante en la esfera
productiva dejando de lado la satisfacción de las necesidades
humanas ligadas al valor de uso, más allá de la mera
relación mercantil dirigida por el proceso de acumulación
de capital.
El asentamiento de la nueva relación de producción
que se quiere de tipo socialista, podría recorrer un camino
parecido en términos de su establecimiento al que se dio
dentro de la etapa del feudalismo con el inicio de la producción
artesanal comercial y agrícola, en el entorno de las grandes
ciudades Estado, los feudos y su hinterland, al desarrollarse fuera
del control de la esfera política. La producción de
nuevo cuño fue legitimada inclusive con la ideología
que provino de la Ciencia Económica, la Economía Política
Clásica, como gran justificador y eternizador de las relaciones
mercantiles y con la ilusa pretensión de un mercado y de
su mano invisible fuera del ámbito de actuación del
Estado Feudal. Si era correcta la apreciación de los creadores
de la Economía Política del Capitalismo de dejar al
mercado actuar fuera de la acción del Estado, esta se encuentra
a los tiempos actuales fuera de toda posibilidad, dado que el mismo
Estado se ha venido a constituir en el ámbito político
dominante, que actúa bajo la propia lógica del capital,
siendo su acción ligada a las contradicciones no solubles
por dicha lógica.
Podría pensarse que dada la actual participación del
Estado como comando unificado político de la lógica
del capital, su gran influencia podría servir para el inicio
de una dinámica diferente que no parta del microcosmos productivo
individual sino más bien oriente su acción a la creación
de esa transformación de las unidades productivas en otras
dónde prevalezca la producción de valores de uso sobre
las relaciones actuales donde el valor de cambio determina la dirección
de las necesidades sociales que vienen a satisfacer al ser humano
colectivo e individual.
El establecimiento de la doble condición de una coordinación
genuinamente no jerárquica y no adversarial es uno de los
mayores retos que pone la construcción de un modelo productivo
de carácter socialista basado en la lógica del trabajo.
En el caso venezolano actual existen ventajas y fortalezas que derivan
de su situación productiva basada en la economía petrolera.
Lo que aparece a primera vista como una rémora producto de
la captación de una renta petrolera, como renta al fin y
en discordancia con el mismo modelo productivo capitalista, así
como lo fue en sus inicios la rémora derivada de la renta
de la tierra que debió ser superada posteriormente con la
propia dinámica de acumulación capitalista, en nuestro
caso particular y específico con el advenimiento del nuevo
modelo productivo socialista, en su posterior desarrollo de las
fuerzas productivas, y con el cambio también ulterior de
las relaciones de producción, dicha rémora podrá
ser superada diluyendo la paradoja actual de atraso y dependencia
de la renta petrolera, para ser aplicada a un avance de la sociedad.
La superación de la mistificación en el concepto de
la participación debe dejar de lado las formalidades de la
misma y permitir a los productores asociados, los verdaderos productores
de plustrabajo, ser los sujetos verdaderos del poder. El paso de
una situación de dominación y explotación a
otra de liberación será un reto incuestionable a lograr.
Siendo el capital una fuerza extraparlamentaria por excelencia y
controlador del proceso en su generalidad, la posibilidad de un
cambio progresivo auspiciado por las estrategias formalmente democráticas
pero sustantivamente autoritarias, hacen que por un cierto tiempo
de transición como período histórico limitado,
la total transferencia de los poderes sea parte de la lucha por
transformar esas estructuras jerárquicas que tienen a la
cabeza el Estado, como referente de dominación político
a nivel del macrocosmos productivo. Lo que está en juego
es la doble superación de esa coordinación de tipo
jerárquico que deviene en formas estructuradas de dominación
y subordinación a nivel de las unidades productivas. Tamaño
reto debe alcanzarse en la fase de transición transformando
el Estado en correspondencia con la producción material,
de allí resultan estrategias particulares que permitan el
nacimiento de la semilla productiva y puedan articularse en un sistema
no jerárquico y no adversarial, al asumir los productores
asociados el poder como sujetos reales.
El tercer reto se refiere a la igualdad
sustantiva como la condición absoluta de sostenibilidad.
La desigualdad imperante bajo el sistema capitalista y en la experiencia
soviética de tipo poscapitalista, obedeciendo ambas a la
lógica del capital con extracción en la primera de
plustrabajo por vía económica y en la segunda por
vía política, basadas en una cultura de desigualdad
sustantiva a través de las décadas y los siglos, ha
sido justificada a nivel político en términos de la
igualdad formal. Ni a nivel de las células del sistema ni
aún en el conjunto de la sociedad como un todo la prevalencia
de la igualdad sustantiva es posible bajo los imperativos de la
lógica del capital, ello dadas esas internas determinaciones
de tipo adversarial y de tipo conflictivo. Por un lado el antagonismo
que se da en las relaciones de capital y trabajo a nivel esencial
del metabolismo del sistema, pero también en tanto relaciones
fenoménicas de las personificaciones en los capitalistas
y los trabajadores donde las relaciones de valor de cambio de carácter
mercantil prevalecen sobre la satisfacción de las necesidades
humanas.
Con esas relaciones adversariales jerárquicas confluyen las
de naturaleza conflictiva por dominar las relaciones de poder, dado
que las personificaciones actúan como las dominantes y determinantes
en la dinámica de las relaciones sociales. Cuánto
tiempo durará el transito de un modelo a otro de tipo no
adversarial y conflictivo es algo que queda abierto en el tiempo
histórico por venir y estará sujeto a la posibilidad
de construir alternativas diferentes a lo que existe actualmente,
en consecuencia deben plantearse alternativas de transformación
que involucren tanto la esfera política propiamente dicha
como aquella relativa a la producción material en el período
de transición. En el caso venezolano la superación
de la crisis de legitimación del Estado con el cambio del
régimen político debe venir acompañada con
el proceso de transformación de la esfera productiva, ambas
de manera concomitante, tomando al Estado en su fase de transformación
siendo portante a su vez del cambio en las relaciones sociales.
Estado, la esfera política y la de tipo productivo se constituyen
en una triada inseparable e íntimamente a la base de la cual
se encuentran los productores libremente asociados como fundamento
para construir una nueva estructura, su implementación en
el tiempo se constituye en uno de los retos absolutos para lograr
esa participación sustantiva que supere la de tipo formal
en el capitalismo.
El cuarto reto se refiere a la planificación
y la necesaria superación del abuso del tiempo por
parte de la lógica del capital. La planificación en
su sentido pleno del término es un rasgo esencial del control
metabólico social socialista, tanto en su impacto inmediato
como en el lejano tiempo histórico futuro. En los tiempos
actuales que vivimos de una globalización de la lógica
del capital la necesaria conciencia histórica de los tiempos
que corren, así como la necesaria racionalidad comprensiva,
son cada vez más difíciles de alcanzar, dado el poder
destructivo de las fuerzas que impulsan el proceso de acumulación
con su crisis estructural a cuesta que no le permite superar las
contradicciones antagónicas que le son inherentes.
En este contexto plantearse una genuina
planificación integral que muestre las contradicciones
y peligros realmente existentes es un reto a la construcción
de la sociedad socialista. La antagónica relación
entre los Estados nacionales y la presencia transnacional de las
corporaciones productivas a nivel de la entera esfera terrestre
requiere implementar un tipo de planificación que parta de
los seres humanos y que los involucre en las decisiones sustantivas
que atañen a la satisfacción de sus necesidades de
manera de sobreponer la actual dinámica dominante del valor
de cambio en el sistema productivo en particular, y en la sociedad
en general. El proceso de acumulación capitalista debe ser
dejado de lado por una distribución de recursos que empleen
adecuadamente el tiempo de trabajo en función de esas necesidades
vitales.
El tiempo de trabajo necesario para la producción de valor
de cambio orientado por una contabilidad del tiempo que rige la
ganancia debe ser suplantado por una utilización que permita
la satisfacción de necesidades humanas como norte, en términos
de una racionalidad sustentable inherentemente y cualitativamente
determinada. En esa dirección la creación de una vida
con significado para los seres humanos, al más alto grado
posible, como sujetos de su propia existencia y concientes de la
utilización del tiempo no como necesario para la acumulación
del capital, en su inherente extracción de plustrabajo, pero
sí como actores de sus propios actos que desarrollan sus
potencialidades individuales y sociales de manera conciente, de
allí la reafirmación de los productores como libremente
asociados en su sentido de fuerza colectiva que interactúa
con los sujetos individuales en su desarrollo no alienado creando
riqueza a través del trabajo. La necesaria simultaneidad
del desarrollo colectivo junto a la satisfacción de las necesidades
de tipo individual, concientemente acopladas dan como producto un
tiempo histórico que intente superar las condiciones de un
reino de la necesidad para pasar a otro donde prevalezca el reino
de la libertad, lograda a través de una superación
de la conciencia individual devenida en conciencia colectiva. En
consecuencia la actividad de una planificación comprensiva
se vuelve un reto a lograr si de alcanzar la sociedad socialista
se trata.
El quinto reto plantea la necesidad de revertir
las relaciones mercantiles que condicionan el logro de los
valores de uso para satisfacer necesidades humanas a las del valor
de cambio orientadas por una acumulación del capital, esta
situación que ha tocado los límites estructurales
de su expansión por el tipo de crisis de su misma lógica,
tiene límites objetivos en nuestra época histórica
actual al exacerbarse las contradicciones antagónicas y la
tendencia a un dominación basada en los monopolios. La férrea
determinación del consumo y la distribución de mercancías
por parte de la producción de tipo capitalista influye en
la presencia de unos valores de cambio que arrinconan la satisfacción
de necesidades humanas, y en consecuencia la realización
del valor de uso de las mercancías producidas. En esa dirección
el verdadero sentido de la economía en cuanto a la economización
de los recursos entra en contradicción con el desperdicio,
la ineficacia y la ineficiencia en su utilización, de allí
el rechazo que debe existir a la concepción que pretende
de un socialismo de mercado como pretensión irrealizable
en la búsqueda de un modelo que logre superar la crisis del
capital y sus insuficiencias para el beneficio de las necesidades
humanas. Se plantea en consecuencia el reto de activar las potencialidades
positivas de un desarrollo vinculado a la generación de valores
de uso, a un tipo de crecimiento sostenible en el largo plazo, de
manera cualitativamente diverso basado en la autogestión
de los productores libremente asociados.
La economía basada en un consumo despilfarrador que no toma
en cuenta tasas de utilización adecuadas, como por ejemplo
en el uso del automóvil individual versus el mejor uso de
un transporte público colectivo nos conduce a la búsqueda
de otras formas de producción más cercanas a la satisfacción
de los valores de uso que al producir mercancías que vayan
en detrimento de la naturaleza por la contaminación que producen
y el de mayores costos sociales. De esta manera la producción
nacional en el caso venezolano debe estar relacionada con la de
otros países en un esfuerzo común por romper la dependencia
del modelo productivo, buscando mayores complementaciones en sus
aparatos, un ejemplo de ello se resume en la propuesta del ALBA
en neta contraposición a la proveniente del ALCA a través
de la cual lo que se integra y se globaliza es la producción
de las empresas transnacionales, concentrando aún más
el lado de la producción destructiva que sigue la lógica
del capital, poniendo por supuesto de lado la posibilidad que el
valor de uso supere y condicione la lógica impuesta por la
acumulación capitalista a través de la producción
de valores de cambio.
El sexto reto se refiere a la superación
de la cuestión nacional versus el proceso de internacionalización
que vive el sistema capitalista. Así como históricamente
existió una condición de universalización de
la dirección de la sociedad por las clases emergentes de
la burguesía nacional que fueron abarcando cada vez mayores
espacios primero a nivel de las diferentes naciones y luego en el
campo del resto del mundo, expandiéndose a través
de los imperios que tuvieron sus confrontaciones durante las dos
guerras mundiales que sacudieron al mundo en el Siglo XX, hoy en
día el poder incomparable que han logrado obtener las grandes
unidades productivas transnacionales, han terminado por opacar y
dejar de lado al Estado nacional quién lucha por defender
los territorios de quienes menos poseen dentro de los límites
de acción de cada uno de los propios Estados. Siendo el capital
la fuerza controladora de los procesos de reproducción social
y económica, su expresión no puede ser otra que la
de una determinación jerárquica y autoritaria que
vaya en beneficio de los más grandes intereses de las grandes
potencias. En consecuencia la alternativa socialista propuesta debe
comenzar por negar ese tipo de relaciones de imposición y
tratar de establecer otras de tipo complementaria que respeten la
libre determinación de los pueblos con sus diferencias.
El reemplazo de las relaciones antagonísticas por otras de
tipo solidario, sólo que dicha iniciativa encuentra la gran
oposición de quienes pretenden mantener las relaciones hegemónicas
y de sometimiento por parte de las grandes potencias y particularmente
por la más poderosa del imperio norteamericano, quién
actúa de manera directa como lo hace en Irak, o Afganistán,
o en otros lugares, o de manera indirecta a través de fuerzas
mercenarias, el uso de instituciones internacionales mediatizadas,
la presencia de empresas transnacionales que le sirven de escudo,
o con el apoyo de gobiernos que le sirven de instrumentos de penetración
y mantenimiento del status quo. En la medida que se agudiza la crisis
estructural del capital y se hacen más intensos los antagonismos
entre los Estados nacionales y el poder internacional del capital,
en esa misma medida se requerirá de una acción directa
de carácter militar sin ningún tipo de mediación.
Si este tipo de acción no tuviese límite el pronóstico
estaría claramente determinado, la cuestión en parte
también reside en las consecuencias internas que se tienen
al interior de los países que conforman las grandes potencias,
o quienes aún se encuentran en la cúpula del poder
mundial. La procesión va también por dentro y el funcionamiento
de las mismas sociedades va encontrando los límites a la
crisis que siendo estructural igualmente termina por golpear al
interior de los grandes Estados que dominan la escena mundial.
De allí la tesis expresada de la necesidad de un nacionalismo
de tipo defensivo complementado con una posición positiva
del internacionalismo.
En el caso particular de Venezuela el rescate de las tesis bolivarianas
ligadas a la lucha liberadora del Siglo XIX se une a la necesidad
de unir esfuerzos con otros procesos nacionales que apunten en la
misma dirección, exaltando un verdadero patriotismo junto
al internacionalismo necesario de una lucha a favor del socialismo
en el mundo actual, no solo con relación a las luchas de
los pueblos latinoamericanos y caribeños, sino también
lejos de nuestros mares al convocar a los pueblos de Africa y del
Asia, en fin a la mayoría de los pueblos del Sur. Cómo
se continúa correctamente afirmando el internacionalismo
socialista se hace inconcebible sin el pleno respeto a las aspiraciones
de las clases trabajadoras de las otras naciones.
¿Cómo entonces articular una alternativa viable positiva?
Debe ser una alternativa que supere el metabolismo de la lógica
del capital, ayudando a articular y coordinar de manera comprensiva
formas no jerárquicas de toma de decisiones tanto en ámbito
productivo como en el su base política y cultural. Se plantea
el inmenso reto de poder controlar concientemente, de acuerdo con
los objetivos que se propongan, la dirección de los procesos
productivos y distributivos por parte de los genuinos sujetos de
la historia, en el caso de un futuro por el socialismo, esto es,
los trabajadores como productores libremente asociados, tal de erradicar
todas las formas de explotación y opresión existentes.
El séptimo reto se refiere a la necesaria reunificación
de la esfera política y la reproductiva de tipo material
que pasa por la superación de la vía parlamentarista
la cual se ha constituido en un espacio privilegiado para el reformismo
socialdemócrata, fuera del campo de acción de la lógica
del capital en su sentido extraparlamentario, de allí la
necesidad de vitalizar las Asambleas Constituyentes como modos para
avanzar en el camino de una transformación radical del orden
establecido. Si la soberanía reside verdaderamente en el
pueblo allí debe fundamentarse la fuerza primaria para los
cambios propuestos evitando las mediaciones y mediatizaciones que
se introducen con los cuerpos parlamentarios. La necesaria fusión
entre los cuerpos políticos y las fuerzas de la producción
basadas en los mismos trabajadores debe subsumir los cuerpos representativos
para evitar la alienación de los mismos productores del cuerpo
de la democracia formal.
Así como el capital resulta la principal fuerza extraparlamentaria
y continua aparentemente su proceso acumulativo fuera del contexto
del cuerpo político a quién subsume, se presenta un
reto a los trabajadores en su ruta por impulsar el nuevo modelo
productivo, que dirija diferentemente desde afuera el propio parlamento
como cuerpo político representativo. Dicha unidad debe volver
a las bases de la producción material acompañada por
la representatividad política no como instancia retardadora
y amortiguadora de los cambios socioproductivos, sino más
bien adaptándose a los modelo de cambio que se intentan implementar
bajo una lógica derivada del trabajo y no de la del capital.
No se trata simplemente de las apariencias representativas a través
del parlamentarismo, sino más bien de los obstáculos
y mediatizaciones que se interponen en el devenir de los cambios
planteados. En esa dirección al tratar de poder alinear el
sentido político a las fuerzas materiales de la transformación
en un movimiento acompasado, la presencia del Estado en la fase
transicional de la construcción del socialismo va a requerir
que el acoplamiento si proviene de un liderazgo político
inicial por la propia naturaleza de la transición que vive,
en particular, Venezuela, trate de resolver las contradicciones
que aparecen en esa etapa del desarrollo del país con una
visión que en perspectiva vaya poniendo los fundamentos de
la nueva sociedad que se intenta construir.
La separación de la relación entre la acción
de la esfera política y la producción material que
permitió el avance del sistema capitalista al tomar las representaciones
del capital su dinámica dominadora, ahora durante la crisis
estructural del capital y el intento por parte del Estado de mantener
su separación a partir de una concentración del poder
político fuera de la esfera material, deberá sufrir
severas modificaciones en la construcción de la sociedad
socialista que se plantea. Es por eso que se hace necesaria la reconstitución
de esa unidad de manera viable y permanente para avanzar en la construcción
del nuevo modelo basado en una lógica
del trabajo. La crítica a la separación entre
la llamada sociedad civil y el Estado político, simplemente
sujeta a la acción de las fuerzas productivas dominantes
debe ser superada por una nueva fusión, que durante la fase
de transición deberá apoyarse necesariamente en el
aparato estatal, particularmente en las condiciones específicas
del caso venezolano, lo cual pudiera resultar una fortaleza de no
constituirse el Estado como tal en un fin en sí mismo.
El dualismo que se pretende establecer entre la sociedad civil ligada
al mundo de la producción material, por un lado, y el Estado
político por el otro, permite en la práctica de la
sociedad capitalista ocultar las determinaciones que provienen de
las determinaciones estructurales de la lógica del capital
las cuales dominan el funcionamiento del metabolismo social y su
reproducción. La acción parlamentarista solamente
llega a la restricción formal de la lógica del capital,
repitámoslo una vez más, siendo el capital la fuerza
extraparlamentaria por excelencia, actuando fundamentalmente en
la esfera de la reproducción material. Aparece en este contexto
la figura del Estado al centro de las contradicciones entre la esfera
productiva y las relaciones de poder de carácter eminentemente
políticas. El papel fundamental del Estado como estructura
de comando político autoabarcante junto a las determinaciones
reproductivas materiales vienen a constituir la realidad super poderosa
del capital. La vieja aspiración de la desaparición
total del Estado con la llegada del socialismo al consagrarse la
total participación autogestionada de los trabajadores como
personificaciones del nuevo modelo, permanece como un referente
normativo, por tanto deseable pero sin solución definitiva
en las experiencias vividas hasta el momento.
Tal aspiración se encuentra en la dirección de la
verdadera construcción de una sociedad diferente por parte
de los productores libres asociados, los trabajadores fuera de las
férreas determinaciones del capital mismo. En consecuencia
la articulación de un movimiento socialista y el partido
que lo apoye debe relacionarse en todos los ámbitos posibles
de la sociedad, incluyendo, por qué no, la fuerza parlamentaria,
siempre que no sea la única fuerza de cambio. Se plantea
entonces el reto de la organización de los intereses de los
trabajadores no como una fuerza política para sí,
en beneficio de sus particulares intereses sino como un referente
para toda la sociedad la política, y fundamentalmente la
dirigida a la producción material, ambas con una sola orientación,
esto es, la búsqueda de una alternativa hegemónica,
el trabajo como condición de existencia universal de los
individuos.
El octavo reto se refiere a la educación
como aquella actividad que enfrentan los individuos en sus históricas
circunstancias orientada al cambio radical estructural abierto en
el tiempo, no como mera utopía social ideal, pero si como
conciencia verdadera de los retos que se le presentan a los individuos,
como la conciencia socialista del desarrollo en curso, de la historia
en su presente vivido y el de las posibilidades de la transformación
posible.
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6. Tesis
sobre el Modelo productivo socialista
Para la construcción del Modelo Productivo Socialista se
plantean varias tesis que ubican la acumulación necesaria
en la fase de transición venezolana al tratar de pasar de
un régimen anclado en la Cuarta República a otro nuevo,
definido en la CRBV como de la Quinta República. Los cambios
productivos que se fundamentan en las formas de generación
y distribución de los excedentes toman una conformación
de carácter institucional que se ve reflejada en los tres
ámbitos productivos de la economía pública,
la social y la de tipo privado. La conjunción de estas tres
maneras que coexistirán por un largo período de tiempo
mientras dure la transición política será el
fundamento del nuevo tipo de sociedad que se intenta construir,
transformando la forma acumulativa actual. A continuación
enumeramos seis tesis que constituyen un sistema integrado de afirmaciones
definitorias para visualizar los cambios propuestos.
Tesis primera. ¨El modelo rentista
- capitalista es incapaz de garantizar la satisfacción
de las necesidades sociales para los venezolanos de forma permanente,
por ello se requiere sustituirlo por uno productivo de carácter
socialista¨.
Tesis segunda. ¨La transición
de un modelo rentista-capitalista a uno productivo-socialista requiere
la activación de un poder productivo basado en el trabajo¨.
Tesis tercera. ¨El proceso de transición
venezolano se sustenta en un intercambio de actividades productivas,
genuinamente planificadas y autogestionadas cada vez más
justas, equitativas y solidarias, de manera eficiente y oportuna,
en cantidades, costos y precios adecuados, que incluyan una acumulación
fundamentalmente basada en el trabajo¨.
Tesis cuarta. ¨El modelo productivo
es el responsable de proveer el sustento material al modelo de sociedad
socialista tal que le permita su sustentabilidad y desarrollo, y
por lo tanto es un elemento fundamental en la construcción
de viabilidad al Proyecto Nacional¨.
Tesis quinta. ¨En el Modelo Productivo
Socialista se distinguen tres ámbitos: Empresas Públicas,
Empresas de la Economía Social y Empresas privadas.
Tesis sexta. El establecimiento del
Modelo Productivo Socialista requiere la creación de nuevas
formas de generación, apropiación y distribución
de los excedentes económicos y una nueva forma de distribución
de la renta petrolera venezolana. Esa tarea implica un cambio de
valores en el colectivo, en la forma de relacionarse los individuos
con los demás, con la comunidad, con la naturaleza y con
los medios de producción¨.
Tesis séptima. ¨La empresa
pública es la dinamizadora del modelo productivo socialista.
A través de ellas el Estado se reserva las actividades productivas
estratégicas para el desarrollo del país respondiendo
directamente a la planificación central¨.
Adicionalmente acotamos primero, que la participación del
Estado Socialista que se quiere construir se fundamenta en la captación
de la renta y del plustrabajo. Segundo, que se debe transformar
el aparato burocrático del Estado, mediante una participación
popular protagónica vinculante y corresponsable, es la vía
para adecuarlo al socialismo bolivariano. Tercero, que el trabajador
es el motor interno de un modelo productivo socialista y debe tener
claridad ideológica y conciencia revolucionaria. Cuarto,
que la instauración del modelo socialista obliga a prescindir
del trabajo improductivo generador de antivalores, como agente parasitario,
en todos los sectores laborales, tanto en las instancias generadoras
de políticas, como en las ejecutoras (Misiones) y productivas
(Empresas públicas). En esa dirección es menester
mantener una relación laboral horizontal, la cual, en los
casos que sea necesario, coexista con una división técnica
del trabajo, sin que esto menoscabe la horizontalidad en las decisiones
y la igualdad sustantiva entre los trabajadores.
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7. El Partido
Socialista Unido de Venezuela
7.1. La construcción de un liderazgo político colectivo
Los procesos fundacionales en términos de las organizaciones
políticas que han hecho historia así como el de la
renovación de los Estados a través de cambios profundos,
han sido objeto de argumentaciones para fundamentar tanto al dirigente
necesario cuánto a la necesidad de una dirección colectiva
que oriente dichos procesos de cambio social.
Todo ello lleva a la discusión del nivel de democratización
en la toma de decisiones y al análisis de desviaciones como
las atinentes al denominado ¨culto a la personalidad¨.
El partido como ¨intelectual orgánico¨,
el partido como ¨el Príncipe
Moderno¨ son las maneras como se estructura la posibilidad
de construcción del cambio social profundo, de la revolución.
En consecuencia el intelectual deja de ser el buscador de la verdad
para constituirse en el dirigente orgánico del partido, al
mezclarse activamente en la vida práctica como constructor
y organizador permanente.
Esa identificación del intelectual con los problemas de las
masas, con la búsqueda de las soluciones a los mismos, unido
a las urgencias y aspiraciones de la mayoría de la población,
son precisamente la encarnación de la voluntad colectiva
la que hace al partido y al intelectual orgánico que le identifica
como dirigente colectivo, haciendo sí que la participación
abierta de quienes pertenecen al pueblo y en particular al partido
político hegemónico, suplan las carencias de un dirigente
necesario y eviten las desviaciones de un ejercicio absoluto e irrestricto
del poder.
Se requiere entonces definir esa voluntad colectiva, esa voluntad
política en general, donde la voluntad actúa como
conciencia constante acerca de la necesidad histórica, como
verdadera y real protagonista y efectiva del drama histórico.
Dentro del proceso que vive Venezuela en la actualidad, la generación
de una nueva organización política partidista el Partido
Socialista Unido de Venezuela plantea el reto de la construcción
del líder colectivo político, que sirva de base al
proceso de cambio que se intenta implantar.
7.2. Concepto de partido político
Varios elementos pueden ser considerados a la hora de concebir un
partido político, entre estos mencionamos los siguientes:
1. El tener una continuidad en la organización,
es decir, una organización cuya
esperanza de vida sea superior a la de sus dirigentes.
2. La existencia de una organización
a nivel local, estable y presumiblemente duradera, dotada de comunicaciones
regulares y diversificadas con el nivel nacional.
3. Tener una voluntad deliberada de
los dirigentes locales y nacionales para
tomar y ejercer el poder, solos o en coalición con
otros, y no sólo de influir simplemente en él.
4. El propósito de la organización
de buscar un sostén popular a través de elecciones
o de cualquiera otra forma.
El partido tiende a presentar fórmulas homogéneas
que traducen diversos intereses parciales dentro de un plan conjunto.
Poder en el seno de los órganos que tienen capacidad de decisión
suprema en la dirección del país, de los poderes del
Gobierno (gestión y dirección) y el Parlamento (legislativo).
Los partidos deben dar respuesta a los problemas materiales pero
también a los de tipo ético.
El partido es una reunión -material o ideal- de personas
que profesan una misma doctrina política.
Los partidos actuales se definen menos por su programa que por la
naturaleza de su organización.
Las funciones que debe ejercer un partido se pueden enumerar, entre
otras, como las siguientes:
1. Elaboración de las tesis
programáticas y liderazgo de la propuesta de construcción
de la nueva sociedad.
2. Contribuir a la formación
de la opinión a través de organismos que mantienen
públicamente su responsabilidad. Inciden en la opinión
pública y realizan una función pedagógica.
(Programa general de gobierno).
3. Elementos decisivos de la expresión política de
la sociedad que se articulan a través de la concurrencia
por el sufragio. (Elección de representantes).
4. Comunicación entre la sociedad y el Estado.
5. Dirección de la acción de las instituciones públicas,
o bien de control de gobierno, a través de la crítica.
6. Reforzar el régimen, estabilizándolo y legitimizándolo.
7. Estructuración de la sucesión política.
7.3. Objetivos
La formación de una fuerza revolucionaria
capaz de transformar la sociedad venezolana.
La definición de los instrumentos teóricos autónomos
y originales para la interpretación de la realidad presupone
un reconocimiento crítico de las fuentes del pensamiento.
Identificación y selección de un conjunto de principios
de la teoría política en base a la cual constituir
el movimiento histórico de transformación de la realidad
venezolana.
7.4. Problemas y criterios del cambio de
organización política
La ruptura con las organizaciones políticas existentes inclusive
con la fuerza mayoritaria que formalmente apoya el proceso de cambio,
debe considerar dos tipos de ruptura con conductas asumidas previamente.
La primera referida a la necesidad de deslindar campos con el comportamiento
clientelar, esto es con la búsqueda de beneficios para personas
o grupos que buscan tener poder dentro de la organización
política a través del logro de posiciones dentro del
gobierno a sus diferentes niveles.
La segunda ruptura debe operar en relación a quienes buscan
construir posiciones de poder a partir de la excesiva
valoración personal en la dirección de las organizaciones
del aparato del Estado, tales como en el Ejecutivo en sus diferentes
instancias, la institución militar, las relaciones con los
grupos económicos y los medios de comunicación y el
propio aparato del partido o de los partidos y organizaciones que
acompañan el proceso.
La solución, en parte a estas rupturas debe ser buscada en
una democracia de base y desde ella que evite los enquistamientos
clientelares y burocráticos que conduzcan a esas posiciones
de poder para beneficio de personas y grupos particulares. Deben
evitarse igualmente las designaciones a dedo,
las cuales en parte derivan de una dirección política
incoherente y dispersa, producto de la ausencia de una dirección
unificada, colectiva, con unidad de propósitos y sobretodo
con un programa político único.
Dos criterios que podrían ayudar a resolver entre muchos,
el tipo de rupturas planteadas se refieren a la calidad
revolucionaria y la distinción entre obediencia
y disciplina.
En cuanto al criterio de calidad revolucionaria
de un proyecto de cambio, se entiende
la capacidad de los miembros de una organización para transformar
realmente la sociedad y a ellos mismos como sujetos de cambio.
Y en lo referido a la diferenciación entre obediencia
y disciplina, el confundirlas implicaría atrofiar el libre
juego de las ideas y las opiniones en el seno del colectivo o en
el de una organización política determinada.
7.5. La Revolución Bolivariana Venezolana
La necesidad de conformar una concepción de la revolución
Bolivariana nos lleva a definir algunos aspectos inherentes a la
coyuntura, los cuales resultan fundamentales para ir construyendo
la nueva sociedad socialista que se propone:
1. La necesaria conformación
de un liderazgo político colectivo en los términos
del ¨intelectual orgánico¨ o del ¨Príncipe
Moderno¨. La eficacia y eficiencia de dicho liderazgo debe alcanzar
unas proporciones bien definidas entre el ejercicio del poder gubernamental
y los dirigentes del proceso político a través de
una organización políticamente dispuesta con coherencia
en la elaboración e implementación de su acción.
2. La definición del tipo de
Estado que suplante lo existente basado en el metabolismo de la
lógica del trabajo.
3. La definición de las alianzas
internacionales que traduzcan las aspiraciones de los pueblos de
la Patria Grande y los sueños de nuestros precursores y libertadores.
Dichas alianzas deben favorecer los intereses del Proyecto Nacional
Bolivariano, privilegiando la satisfacción de las necesidades
de los venezolanos.
4. El diseño e implementación
del Proyecto Nacional Bolivariano, viabilizando su implementación
a partir de la experiencia adquirida en esta primera década.
5. El desarrollo de un Modelo Productivo
que aproveche el uso de los recursos existentes, superando la anomalía
del rentismo petrolero.
6. El desarrollo de todas las formas
de lucha popular que permitan hacer irreversible el proceso de cambio
iniciado.
7. La conformación de un nuevo
bloque hegemónico que de sustento y viabilidad al Proyecto
Nacional Bolivariano de carácter socialista.
8. Consolidar las posiciones alcanzadas
y los derechos de los trabajadores, combatiendo la línea
de menor resistencia y asumiendo posiciones que fortalezcan la solidaridad,
la justicia y la igualdad sustantiva.
7.6. Propuesta para la discusión
de unas bases del PSUV
Con el objeto de plantear una propuesta para la discusión
acerca de las bases del PSUV, nos permitimos someter a la crítica
y posterior elaboración dentro del desarrollo de su Congreso
Fundacional, las siguientes sugerencias:
Artículo 1. El PSUV se constituye
para lograr, consolidar y profundizar el proceso revolucionario
venezolano y para acelerar la transición de Venezuela hacia
una sociedad socialista
Artículo 2. El PSUV luchará
por liberar al pueblo venezolano de la explotación del capitalismo
y del dominio de cualquier potencia extranjera, y luchará
para la consecución de la mayor felicidad posible para todos
los habitantes del país.
Artículo 3. El PSUV reunirá
todas las voluntades existentes en el país, orientadas a
construir la Patria Grande, a desarrollar la máxima solidaridad
con los pueblos hermanos del continente americano en sus luchas
por la liberación nacional y contra el imperialismo imperante.
Artículo 4. El PSUV se compromete
a luchar de manera incansable hasta construir una sociedad basada
en el trabajo creador, y la utilización del tiempo social
disponible con fines sociales humanitarios.
Artículo 5. El PSUV luchará
por la paz y el respeto de la autodeterminación de los pueblos,
al respeto de la historia y la cultura de cada uno de ellos y a
la construcción de un ser humano nuevo cuya actuación
esté basada en los principios éticos de la libertad
y la igualdad sustantiva de todos sus integrantes.
Artículo 6. El PSUV establecerá
relaciones de colaboración y solidariedad con todas aquellas
organizaciones políticas y sociales a nivel mundial que luchen
por la conquista del socialismo revolucionario como sistema metabólico
de la nueva sociedad del Tercer Milenio.
Artículo 7. El PSUV luchará
por crear las condiciones y las bases espirituales y materiales,
objetivas y subjetivas que hagan irreversible el proceso de construcción
de una sociedad socialista en Venezuela.
Artículo 8. El PSUV basará
sus actuaciones en el respeto a la voluntad de cada uno de sus integrantes
y a quienes colectivamente conformen los principios, orientaciones,
normas de actuación y de comportamiento que reflejen el respeto
a la libertad de pensamiento manteniendo de manera permanente la
crítica y la autocrítica como práctica de una
línea política coherente que oriente y se encuentre
a la vanguardia del pueblo venezolano.
Artículo 9. El PSUV elaborará
su línea política de manera permanente adaptándose
a las circunstancias históricas que se planteen al país.
La revisión continuada de dichas acciones se encontrará
expresada en sus tesis, su propuesta programática, y en sus
programas de acción, todo ello elaborado y asumido colectivamente
dentro del rol que debe cumplir el PSUV como ¨Intelectual Orgánico¨.
Artículo 10. El PSUV se regirá
conforme a los estatutos y reglamentos que defina su Congreso Fundacional
y los que demanden de acuerdo a la realidad histórica en
que le toque actuar social y políticamente.
Areópago.
(Del lat. areopagus, y este del gr. colina de Marte).
Grupo de personas graves a quienes se atribuye, las más veces
irónicamente, predominio o autoridad para resolver ciertos
asuntos.
Diccionario de la Real Academia Española.
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